PROHIBIDO DIMITIR Poco a poco se va atenuando el brillo de las luces hasta conseguir una cálida penumbra. Es lo que en lenguaje coloquial, cuando se va al teatro, se dice apagar las luces. Luego se levanta el telón lentamente y la creciente iluminación del escenario descubre la presencia de los actores. Dicen que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, sin embargo en el teatro, cada día más parecido a un corral de comedias, en que han convertido la política en este país esta pandilla de mediocres que han asaltado el palacio de invierno de la democracia en España, los espectadores, es decir los ciudadanos, asistimos boquiabiertos a la desvergüenza generalizada de nuestros gobernantes. Los escándalos asedian al gobierno, a los partidos, a los sindicatos, a la patronal, etc. y nadie mueve un dedo. Bueno, nadie del PP porque los otros (PSOE, IU, UGT, CC.OO y Patronal) han expulsado a los sinvergüenzas que se han valido de las siglas a las que debían haber defendido. Cada día los ciudadanos nos desayunamos con el sapo de un imputado, o varios, por cohecho, por malversación, por uso ilegítimo de fondos públicos, por tráfico de influencias… (siga usted, amigo lector, porque la lista, por lo que parece, se hace interminable). Hemos dejado parado en varios cientos el contador de imputados por supuestos (con los poderosos hay que demostrar en los tribunales que son culpables, con los menesterosos no es preciso: son delincuentes desde que son detenidos). Ya parece que hay algunos de esos que formaron parte de la élite política (de la suya, don Mariano), empresarial y financiera ocupando celda carcelaria que no, como estaban habituados, habitación de hotel de 5 estrellas. Pero aquí no dimite nadie. ¡Está PROHIBIDO DIMITIR!. Alguno que otro de los ocupantes de establecimientos carcelarios fue apoyado en público, y de forma expresa, (no sabemos si en privado también) por el sujeto que ocupa la cabecera del Gobierno actual. Pero, insistimos, está prohibido dimitir. Se ha mostrado la cara más cutre de una Ministra de Sanidad y de un Consejero de Salud de la Comunidad de Madrid quedando más que manifiesta la incompetencia, ruindad en varias ocasiones, la vulgaridad de sus comportamientos, la desvergüenza y la despreocupación. Y nadie, ¡nadie!, les ha dicho que se vayan a su casa por ineptos, inútiles, deslenguados, soberbios, groseros… por sinvergüenzas, por decirlo en una sola palabra. Y cuando las personas responsables (dos en este caso con nombres y apellidos que corresponden a los jefes políticos de ambos) no los cesan, adoptan conductas cómplices de imposible justificación. No se puede jugar con la salud de todo un país adoptando decisiones temerarias, ofendiendo gravemente a los que dan la cara y exponen sus vidas para salvar las de los demás o al menos intentarlo, y continuar desempeñando un cargo público. No vale la táctica marianica de dejar pasar, como vulgar don Tancredo, el tiempo impasible, sin hacer nada. No vale dejar que se apague la hoguera por sí sola cuando la leña haya ardido. La Ministra de Sanidad y el Consejero de Salud de Madrid deben ser cesados, TIENEN QUE SER CESADOS. El Presidente del Gobierno y el Presidente de la Comunidad de Madrid TIENEN LA OBLIGACIÓN DE CESARLOS. No hay razones que solapen la decencia y la moralidad que debe imponerse en estos dos ceses. No hacerlo es inmoral e indecente. Y si los que tienen la obligación de cesar a estos dos personajes, no lo hacen es que comparten los mismos valores. Don Mariano, su problema es que se le acumula el trabajo. Entre tarjetas opacas, la no gestión del ébola, la contabilidad B que parece existía de su partido, la supuesta compra de sedes con donaciones no declaradas, las mordidas que dicen se han dado… ¡y lo que está por llegar según dicen!. Así que una de dos: o hace como Vd. ha exigido en muchas ocasiones, o hace, como Vd., también ha exigido con insistencia. Nos explicamos: a los cientos de imputados de su partido por sospechas, indicios, manifiesta ineptitud, tráfico de influencias, delito fiscal, etc. los cesa y los expulsa de su partido, o se marcha usted. Ambas cosas las han exigido usted y sus compañeros de partido en muchas ocasiones. ¡O sea que caminando se hace camino!. Porque lo de dejar pasar el tiempo ya no cuela; se han empeñado en seguir removiendo el tema algunos jueces rebeldes y, por mucho que se intente airear la casa (o sea su partido), parece que apesta bastante. Y el tufo no deja respirar a nadie, es más, amenazan con contaminar de forma severa e irreversible el aire que tenemos derecho a respirar los ciudadanos. Nino Granadero