Tipo de documento: Fragmento de libro Autor: Luciana Lartigue Título del libro: La Revolución Mexicana Editorial: Ocean Sur Lugar de publicación: México Año de publicación: 2011 Páginas: 112-114 Temas: Fuerzas populares, Fuerzas políticas, México La Comuna zapatista Luego del fracaso del gobierno de la Convención, las fuerzas campesinas se replegaron hacia sus territorios. Obregón inició su plan de ofensiva hacia el norte para lo que concentró sus fuerzas en ese eje. Fue por ello que, mientras el ejército de operaciones se enfrentaba a Villa, el sur quedó parcialmente liberado. Este hecho posibilitó que las fuerzas zapatistas avanzaran en una profunda transformación de los principales resortes económicos del estado de Morelos. Apelando a sus tradiciones comunales, los campesinos expropiaron ingenios sin indemnización y los nacionalizaron. Eliminaron los latifundios y las plantaciones quedaron bajo el control de los trabajadores rurales en dirección conjunta con los jefes milicianos. Esta experiencia encontraba sus raíces en el imaginario de trabajo comunitario, cuya puesta en práctica a comienzos del siglo xx adquirió en su dinámica un carácter anticapitalista. Los campesinos no se organizaron unidos por el interés particular de conseguir la propiedad individual de la tierra, sino que desde hacía muchos años la resistencia y la lucha habían tomado una forma colectiva. Su objetivo era el establecimiento de la propiedad social pues las tierras comunales eran de todo el pueblo. Los zapatistas ocuparon la Secretaría de Agricultura del gobierno de la Convención. Su hombre fuerte, Manuel Palafox, contaba tan solo con 29 años y fue uno de los más radicales defensores de la reforma agraria planteada en el Plan de Ayala y de sus contenidos más socialistas. En diciembre de 1914, el flamante secretario fundó el Banco Nacional de Crédito Rural y dispuso el establecimiento de escuelas regionales de agricultura y de una fábrica nacional de herramientas agrícolas. Abrió una oficina para el reparto de tierras que atendió reclamos de otras regiones como Hidalgo y Guanajuato. Se crearon comisiones agrarias integradas por estudiantes de la escuela nacional de agricultura encargadas de aplicar las divisiones de los terrenos reclamados. Estas comisiones llevaron adelante un increíble trabajo en conjunto con los pueblos. En el reparto de la tierra se tenía en cuenta la asignación de zonas para cultivo, bosques y agua. Todas las resoluciones eran discutidas con los pueblos, especialmente en aquellos casos donde podrían existir conflictos entre dos poblaciones. Además del reparto y la restitución de tierras se pusieron en funcionamiento ingenios y destilerías. El criterio que guió su puesta en marcha fue el control centralizado —como en el caso de una empresa estatal— y los beneficios obtenidos de su producción se destinaban a solventar los gastos de guerra y la ayuda a las viudas de los soldados. Paralelamente, el gobierno desde la Secretaría de Agricultura organizó una importante política de difusión de nuevas estrategias en materia agraria, fundamentalmente intentó que los campesinos que regresaban a trabajar sus tierras recuperadas no cultivaran únicamente productos de fácil venta en los mercados locales, sino que renovaran sus cultivos en función también de los ingenios, con el objetivo de establecer una producción planificada. El 28 de octubre de 1915, Palafox sancionó una Ley agraria que legalizó todas las reformas que se venían llevando adelante en Morelos. En ella se respetaban las costumbres de cada lugar, se establecía de manera local la forma de propiedad que tomaría el reparto, ya fuera de propiedad común o subdivida en parcelas individuales, aunque el Estado mantenía ciertas atribuciones con el objetivo de impedir la venta o alquiler de tierras promovidos por estafadores. Asimismo, las tierras confiscadas que no fueran reclamadas por los pueblos quedarían a disposición del secretario Palafox para su expropiación y utilización en beneficio público. El historiador Adolfo Gilly explica en su libro La revolución interrumpida el significado de esta ley: No es un texto socialista, sino jacobino. Su texto, sin embargo, da sanción legal a la dinámica anticapitalista de la guerra campesina mexicana. En ella se combinan la dictadura revolucionaria pequeñoburguesa por arriba, la iniciativa de las masas desde abajo a través de sus organismos (las municipalidades de los pueblos) y la proscripción de los enemigos de la revolución, a través de los cuales se introduce la expropiación sin pago. En consecuencia, de la combinación de los tres factores surge una dinámica socialista que extiende el significado originario del Plan de Ayala. Desde el año 1913 los pueblos de Morelos elegían sus propias autoridades. Luego de que los hacendados se alejaran del estado escapando de la Revolución, los campesinos apelaron a su larga tradición de organización en consejos comunales y desarrollaron una estructura de gobierno orientada a fomentar la participación de los habitantes en las discusiones sobre los asuntos comunes. Aunque el poder de la Convención estaba casi disuelto y el sur se encontraba prácticamente aislado, los campesinos zapatistas dieron curso a una verdadera transformación social. Para ello habían luchado y ahora estaban cosechando sus frutos.