¡ BACH, VAUGHAN WILLIAMS, PUCCINI, KURT WEILL. QUÉ PROGRAMACIÓN! Se sienten nuevos aires en los terrenos de la OFUNAM. A pesar del poco tiempo que tiene el maestro JAN LATHAM-KOENIG como director artístico de la OFUNAM ya se siente un cambio considerable en el carácter de la conformación de las temporadas y en la novedosa programación. La renovación no se está logrando precisamente con obras de las vanguardia del siglo XX y del XXI, lo cuan tampoco excluye que ocasionalmente se interpreten algunas obras recientes, sino que el nuevo espíritu se basa en la estructura de los programas, en la programación de instrumentos solistas poco representados en las programaciones habituales y en la interpretación de obras poco o nunca programadas, pero de épocas y estilos tradicionales que invariablemente son del gusto de la mayoría de los seguidores de la OFUNAM Una de las inquietudes del maestro Latham-Koenig es aprovechar el gran talento de los músicos de la OFUNAM, programando obras para pequeños ensambles o reuniendo a los músicos por familias instrumentales que les permita expresar plenamente su potencial interpretativo, el cual se aprecia, sobre todo, dentro de su misma sección, ya sean las cuerdas, las maderas o los instrumentos de metal Por ejemplo, el 6 y el 7 de octubre, podremos escuchar a una OFUNAM diferente que se convertirá en 3 conjuntos diferentes. El programa ha sido diseñado, con un gran sentido ecléctico pero congruente, por el director artístico de la OFUNAM. Así estará representado el periodo Barroco, tan difícil de encontrarse programado por las orquestas sinfónicas, con su máximo compositor. Escuchar una cantata de Johann Sebastian Bach, es un acontecimiento excepcional y que se nos permite escuchar cada muchos años, a veces décadas. Aunque no sea, precisamente una cantata coral, la Cantata No. 82, es una cantata mayor. Ich habe genug (¡He tenido suficiente! En mis brazos ansiosos he tenido al Salvador, esperanza de las almas piadosas. ¡Para mí, es suficiente!). Es esta una de las cantatas más elogiadas y gustadas de Bach. Fue compuesta para la Fiesta de la Purificación, en febrero de 1727. Recordemos que mientras fue Cantor de la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig, Bach se propuso componer una cantata para cada domingo del año para que fuera interpretada en las celebraciones de la Iglesia Luterana. Y como le dio varias veces la vuelta al año, Bach compuso más de 250 cantatas de las cuales han sobrevivido unas 200. A Bach mismo le gustaba tanto esta obra que hizo, al menos, dos versiones de ella, una para soprano, orquesta de cuerdas y flauta y otra para bajo, orquesta de cuerdas y un oboe casi solista, que es la que se escuchará en este programa, aprovechando la presencia del refinado barítono inglés Andrew Ashwin. El sentido de la obra es la positiva aceptación de la muerte como destino ineludible de los humanos y por ello, el carácter luminoso y optimista que predomina en la obra, al que contribuye el bello timbre del oboe. ¡ BACH, VAUGHAN WILLIAMS, PUCCINI, KURT WEILL. QUÉ PROGRAMACIÓN! Otras dos de las obras del programa son también para la sección de cuerdas de la orquesta. La Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis, quien fue uno de los más grandes compositores ingleses del Renacimiento fue compuesta por otro inglés, el compositor del siglo XX, Ralph Vaughan Williams, quien logra una evocación sonora del esplendor de esa época, con los sonidos más suntuosos de las cuerdas sinfónicas, a ratos contrastadas con un sencillo cuarteto de cuerdas solo, que no llega a ser propiamente un grupo solista. El carácter eminentemente vocal y coral de la polifonía renacentista, adquiere un carácter muy singular al ser transcrito y armonizado para instrumentos modernos y eso es lo que le da a la obra, además de la inusitada belleza de su música, un carácter voluptuoso y deslumbrante. 2 Continuando con la sección de cuerdas de la orquesta, se escuchará Crisantemos, una de las escasas obras instrumentales de uno de los más grandes compositores de ópera, Giacomo Puccini, y aunque el origen de esta pequeña joya no guarda relación con el gran género operístico, su belleza y sensibilidad melódica, altamente nostálgica, nos ubica en el gran mundo musical de este compositor excepcional. En cambio, La Opera de Tres Centavos no es tampoco una ópera, pero sí es una obra dramático-musical, al estilo del teatro musical alemán de las primeras décadas del siglo XX, con influencias del característico cabaret berlinés de esa época. La unión del gran dramaturgo Bertolt Brecht y del compositor Kurt Weill dio origen a una mancuerna sorprendente, una de las más ricas y productiva de la historia de la música (y de quienes escuchamos hace pocas semanas, en la Sala Covarrubias, la obra The Mahagony Songbook, precursora de la ópera Ascenso y caída de la Ciudad de Mahagony). La Opera de tres Centavos, (La opera de perragorda, dirían los españoles, en el sentido de una obra barata o de gente baja), no fue menos cáustica en su crítica social y política de su tiempo, ni menos rica en piezas musicales atractivas y contagiosas. Precisamente, una de ellas es la llamada La Balada de Mackie Messer, algo así como la precursora de Pedro Navaja y que se convirtió en el gran éxito de esta obra, y una de las canciones más conocidas de toda la historia y que más arreglos de todo tipo y más interpretaciones ha tenido en todos los idiomas (Ella Fitzgerald, Frank Sinatra, Louis Armstrong, Lotte Lenya y tantos otros, no podían estar equivocados). La suite de esta “comedia musical”, para identificarla con un género más cercano, está pensada para una orquesta de alientos y algunas percusiones y con ello se compensa y se contrasta el uso de la cuerda en el resto del concierto. Un programa de tal exquisitez y originalidad en nuestro medio no puede perderse. Estamos seguros de que con un programa como este, aprenderemos a conocer mejor a nuestros músicos y a identificarnos más con la OFUNAM, al tiempo que entramos en contacto con un repertorio novedoso pero altamente disfrutable. ¡ BACH, VAUGHAN WILLIAMS, PUCCINI, KURT WEILL. QUÉ PROGRAMACIÓN! Luis Pérez Santoja 3