Reg.: A y S t 255 p 409/415. Santa Fe, 11 de marzo del año 2.014. VISTA: La queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por la actora contra la sentencia 288 del 4 de setiembre del 2012, dictada por la Sala Cuarta -integradade la Cámara de Apelación Civil y Comercial de Rosario en autos “COMPAÑIA TEBAS S.A. contra DELL ELCE, OLGA A. Y OTROS - JUICIO DE ESCRITURACIÓN - (EXPTE. 238/11)” (Expte. C.S.J. CUIJ N°: 21-00508804-3); y, CONSIDERANDO: 1. La Sala Cuarta -integrada- de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario, mediante sentencia 288 de fecha 4 de setiembre de 2012, en lo que resulta de interés: 1) Rechazó los recursos interpuestos por la parte actora, con costas (art. 251, C.P.C.C.); 2) Hizo lugar al recurso de nulidad planteado por la demandada a foja 477 y rechazó el desglose solicitado por la actora a foja 494; en ambos casos con costas a la accionante (art. 251, C.P.C.C.). De tal manera confirmó el pronunciamiento de anterior instancia de conocimiento (1129 del 9 de mayo del 2011). Contra aquel fallo deduce la demandante el recurso de inconstitucionalidad, encuadrándolo en el artículo 1, inciso 3 de la ley 7055, por las causales de arbitrariedad que “siendo posible” se hubieren propuesto y mantenido en todas las instancias, aludiendo al factor sorpresa y enunciando que: a) ignoró prueba decisiva para la suerte del litigio, en particular la declaración testimonial de Obdulio Hugo Dell Elce; b) incurrió en un claro exceso ritual al declarar la nulidad de la declaración testimonial del nombrado sin brindar fundamento válido; c) evitó pronunciarse sobre cuestiones expresamente planteadas determinantes para la resolución del caso al omitir consideración alguna respecto de la disposición 205 (10.01.2012) emitida por el Juez de Primera Instancia de Distrito en lo Civil, Comercial y del Trabajo de Rufino, que manifiesta facultó al Secretario del Juzgado Comunal de San Gregorio -conforme art. 362 L.O.P.J.- a ejercer las funciones previstas en los incisos 2, 3 y 4 del artículo 123 de la ley 10160, omisión que determinó la infundada declaración de nulidad de un testimonio decisivo para la suerte del pleito; d) no aplicó el derecho vigente que regía el caso en cuanto confirmó el pronunciamiento de primera instancia que rechazó la demanda apartándose inequívocamente de lo dispuesto en los artículos 1190, 1191, 1192 del Código Civil y de lo normado por el artículo 362 de la L.O.P.J.; e) se basó en meras afirmaciones dogmáticas al afirmar que no se produjo prueba de la existencia del contrato y; f) valoró arbitrariamente la prueba producida en autos, incurriendo en exceso ritual manifiesto. En tren de aportar elementos que sustentaran la invocada arbitrariedad sorpresiva respecto de la decisión del Oficio, especialmente hizo referencia a que en esa instancia se había rendido prueba, tanto ordenada y producida por la Alzada, como otra pendiente de la primera instancia, motivo por los que la Sentenciante debió considerar y resolver sobre nuevas situaciones, respecto de las que no pudo prever su arbitrariedad; abundando en citas de doctrina. Se expide sobre el fundamento constitucional, provincial y de convenios internacionales que puntualiza (apartado 13) y después de referir a los requisitos y niveles de admisibilidad del recurso interpuesto se preocupa por fundar la procedencia sustancial, específicamente, el desarrollo de las causales de arbitrariedad que le imputa a la sentencia recurrida. En tal cometido vuelve sobre la prescindencia de prueba decisiva para la solución del pleito, en clara referencia al testimonio brindado por Obdulio Hugo Dell Elce, que postula completamente omitido por la Sala y que resultaría determinante para la suerte del litigio, en tanto -a su criterioacreditaría la existencia del contrato de compra venta oportunamente celebrado entre la actora y la madre del testigo, Virginia Emilia Angela Bartolucci, como así también el pago efectuado por la Compañía Tebas S.A., al momento de celebración del contrato; quien, asimismo, manifestó conocer los contratos de arrendamientos celebrados por la actora con anterioridad a su venta. Acto declarado nulo por la Cámara. De la misma manera postula que el Oficio al realizar dicha calificación incurrió en exceso ritual manifiesto. Para ello refiere que con motivo de tal declaración se hicieron presentes en el Juzgado Comunal los abogados de las partes y el testigo y que estando en uso de licencia el Juez comunal había quedado a cargo su Secretario, quien -afirma- se encontraba expresamente habilitado para cumplimentar las medidas que fueran comisionadas al Juzgado Comunal de San Gregorio por la comunicación enviada por el Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil, Comercial y del Trabajo de Rufino, a tenor del artículo 362 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. A ello se opuso el representante de los demandados y después de una serie de cuestionamientos entre los contendientes, aquél pidió copia de lo actuado y peticionó la suspensión de la audiencia y eventualmente la nulidad si el acto se llevare a cabo. Finalmente, aclara que la declaración bajo juramento de decir verdad del testigo referido se concretó ante el Juzgado Comunal de San Gregorio en ausencia del Juez comunal y ante el Secretario -que dice- autorizado por resolución 205 del Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil, Comercial y Laboral de Rufino conforme lo dispuesto por el artículo 362 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (t.o. Ley 12390) “...por razones de urgencia y para no resentir la prestación del servicio...”, excluyéndose expresamente la de autorizar poderes para pleitos...” (cfr. f. 40). De tal suerte, solicitó el rechazo de la nulidad planteada por la contraparte. Manifiesta que la Sala hizo lugar al planteo de nulidad de la demandada de la prueba testimonial así rendida. De ello la recurrente infiere el desconocimiento por el Oficio de la autorización conferida al Secretario para diligenciar esa medida e incurrir en un evidente exceso ritual manifiesto en detrimento de la verdad jurídica objetiva, así como la inexistencia de gravamen o perjuicio. De la misma manera le imputa prescindir del tratamiento de cuestiones planteadas determinantes para la solución del pleito, que extrae de la que entiende omisión de análisis de la resolución 205 del Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil, Comercial y Laboral de Rufino -que transcribe-, lo que le impidió considerar a la misma como acto jurisdiccional válido. Igualmente, alega que la decisión en recurso no aplica el derecho vigente que rige el caso, en especial lo dispuesto por los artículos 1190; 1191 y 1192 del Código Civil, ni el 362 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. En este sentido propone acreditado que el 30 de junio de 2005 la actora compró por boleto de compraventa a Virginia Emilia Bartolucci el campo objeto del presente juicio de escrituración, entregando al momento de la celebración del contrato a la vendedora la suma de u$s200.000 y el saldo del precio debía pagarse contra la escrituración, que no pudo realizar la vendedora en razón de su fallecimiento. Reclamado el cumplimiento a sus herederos, dos de ellos lo hicieron en tanto que los demandados se negaron, obligando a la actora a iniciar juicio de escrituración. También postula probado que los accionados conocían la existencia de boleto de compraventa y no manifestaron oposición en el trámite sucesorio de “Bartolucci, Virginia Angela Emilia s/ Declaratoria de Herederos“, Expte. 251/06 del Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial de Melincué; así como que la nombrada era una persona de avanzada edad en pleno uso de sus facultades mentales, que no delegaba ninguna función en lo referido a actos de disposición y administración de sus campos (autos “Bartolucci, Virginia A. c/ Repetti, Carlos y/u otros s/ Acción de Despojo-Medida Cautelar”, Expte. 158/2006). Expresa que en cualquier caso se acreditó que la Escribana Verónica María Estévez, certificó la copia del boleto de compraventa celebrado el 30 de junio de 2005 entre Bartolucci y la actora, agregando copia del referido instrumento a su protocolo; que el contrato original existió, que contenía la reposición fiscal y que la copia acompañada a los autos es idéntica al original que no pudo hallarse. Agrega que de la causa surge que conocían la venta del campo: Olga Ángela Dell Elce al efectuar la denuncia penal; Rita Dell Elce al brindar testimonio en sede penal y en estos autos; y, Obdulio Hugo Dell Elce, al brindar el testimonio cuya nulidad se declaró. En síntesis considera indudable que del análisis completo y armónico de todos los elementos probatorios surgía la validez y eficacia del contrato de compraventa celebrado oportunamente entre Bartolucci y la actora, así como el pago parcial de u$s200.000 al momento de la celebración. De tal manera postula que luce probado el contrato y su comienzo de ejecución, en particular el pago parcial del precio (u$s200.000) contra la entrega pacífica de la posesión del inmueble; no obstante lo cual los demandados incumplieron su obligación de escriturar; encontrándose probados los hechos fundantes de la demanda razón por la que la Sala se apartó de las disposiciones de los artículos 1190, 1191 y 1192 del Código Civil y 362 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, no alcanzando la sentencia recurrida a reunir los requisitos mínimos para satisfacer el derecho a la jurisdicción. 2. Por decisorio 69 del 27 de marzo de 2013, la Sala resolvió declarar inadmisible el recurso interpuesto (fs. 60/v.) advirtiendo que las quejas de la recurrente en vía extraordinaria local básicamente no hacen a la arbitrariedad de la sentencia sino simplemente a una discrepancia con los argumentos expuestos por el Tribunal, aspirando a una solución favorable a sus intereses y desconociendo que las imputaciones formuladas en cuanto a la propuesta diferente valoración de la prueba transformaría esta instancia extraordinaria en una tercera instancia ordinaria. 3. Del estudio del memorial de introducción del recurso extraordinario, en su confrontación con la resolución impugnada, surge que los cuestionamientos formulados, pese al tinte constitucional que la recurrente aspira otorgarles, sólo reflejan su mera disconformidad con lo resuelto por los juzgadores de las instancias ordinarias en ejercicio de funciones propias, a la hora de determinar que la demanda “se fundó en la existencia del boleto de compraventa suscripto por la Sra. Bartolucci como resulta claramente 'del otro si digo': que se agregó a la demanda: 'Que, conforme dan cuenta las actuaciones preparatorias a las que se acordaron los presentes, la matriz del documento base de esta demanda ha desaparecido...pues en cualquier caso lo esencial, como lo señaló la Juez a quo, era la prueba de la existencia del contrato de compra venta, que podría justificar el acogimiento de la demanda, prueba que no se produjo” (cfr. f. 17v., sentencia 288). De tal forma surge así nítida la manifestación de la propia recurrente de que el instrumento del contrato de compraventa invocado “ha desaparecido” y que lo que podría justificar el acogimiento de la demanda -la prueba de dicho contrato- no se produjo. No han de prosperar los planteos referidos a la prescindencia de prueba decisiva, en relación directa a la testimonial de Obdulio Hugo Dell Elce, pues lo que intenta la compareciente es cuestionar las circunstancias del caso, la valoración de la prueba y las conclusiones arribadas por los Juzgadores en ejercicio de su función jurisdiccional, mas con planteos que sólo traducen su particular postura, resultando, a pesar de su extensión, insuficientes para persuadir acerca de la efectiva configuración de las causales alegadas. Adviértase que el eje de la disconformidad gira en torno al referido medio de confirmación, cuya nulidad fue declarada por los Sentenciantes -a propuesta de la parte contradictora- con base en la aplicación de la normativa puntual que regula el caso. Pretende la recurrente el rigor formal en el examen de la autorización dada al Secretario comunal para tomar dichas declaraciones testimoniales en razón de lo acordado por la resolución 205 del Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil, Comercial y Laboral de Rufino, conforme lo dispuesto por el artículo 362 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (conf. Ley 12390), empero en tal cometido omite considerar que conforme la propia regulación legal que menciona “En los Juzgados Comunales previstos en el Título VII de esta ley que se encontraren vacantes por ausencia definitiva o transitoria de su titular, la Corte Suprema de Justicia podría asignar a los Secretarios las funciones previstas en los incisos 2, 3, y 4 (excluyendo autorizar poderes para pleitos) del Artículo 123...”. En tales circunstancias el consentimiento, autorización o permiso dado por el titular de un Juzgado de Primera Instancia en modo alguno puede entenderse suficiente o cumplimentando la referida autorización legal conferida al máximo órgano jurisdiccional local, por lo que la declaración de nulidad del acto realizado ante quien carecía de la autorización conferida por el órgano facultado legalmente para darla (Corte Suprema de Justicia) merecía el reproche de nulidad por resultar irregular y no ajustado a las formas estatuidas legalmente. El Oficio asimismo fundó su decisión, especialmente al pronunciar “Es de la esencia de la prueba testimonial que sea tomada por un juez, sea el que entiende directamente en la causa o aquél a quien este comisione, pero en cualquier caso un juez. Así lo dispone expresamente el art. 152 y 205 C.P.C.C. incluso el art. 40 de la ley 22172. Es así que las funciones previstas particularmente en el inc. 3 del art. 123 L.O.P.J. específicamente para la recepción de la prueba testimonial, son funciones del juez comunal y no del secretario del juzgado comunal, no pudiendo aquél delegarlo válidamente”. En consecuencia, las argumentaciones aportadas por el A quo sustentan suficientemente el resolutorio e importan la satisfacción de la motivación suficiente exigida constitucionalmente. Igual resultado adverso se impone en cuanto la impugnante alega que se ha omitido la aplicación de los artículos 1190, 1191 y 1192 del Código Civil. En este punto, la compareciente no ha intentado y mucho menos logrado desvirtuar los fundamentos dados por los Juzgadores que principiaron por considerar que “Como en general cualquier contrato cuenta con la limitación probatoria prevista por el art. 1193 C.C., en cuanto impone la prueba por escrito para los contratos de monto mayor a los diez mil pesos, así como las limitaciones a la producción de otras pruebas del art. 1190 C.C., previstas por el art. 1191 C.C. (...) en nuestro caso, es claro que la actora basó su demanda de escrituración en la existencia de un boleto de compraventa (...) pero esto no excluye en modo alguno que de no admitirse la existencia y autenticidad del instrumento respectivo, no pudiera dado el caso, producir otras pruebas (...) La demostración de la existencia del contrato por otras vías, aparece de acuerdo a lo dispuesto en el art. 1191 C.C., cuando media imposibilidad de obtener la prueba asignada, que exista principio de prueba por escrito o medie principio de ejecución (...) pero lo cierto es que la actora intimada a la presentación original del boleto no pudo exhibirlo porque como dice no lo tiene (...) pero en este caso el resto de la prueba tampoco conduce a tal conclusión” (fs. 18v. y 19). Tales aseveraciones no pueden menos que importar las razones adecuadas e idóneas exigidas a los pronunciamientos jurisdiccionales para desechar la mera discrecionalidad descalificante. El fallo impugnado se adoptó luego de una valoración probatoria que no se apoya en una interpretación absurda o ilógica, después de realizar un análisis integral del material probatorio, aunque con un resultado que se opone al pretendido por la recurrente. Repárese en que pese a sus insistentes aseveraciones en torno a la acreditación mediante declaraciones testimoniales de la existencia del boleto de compra venta, de su precio, del pago parcial, así como respecto del contrato de arrendamiento, que refiere suscriptos entre Bartolucci y la accionante, o del conocimiento de esas situaciones por terceras personas, ciertamente, no resultan suficientes para tener por demostrados dichos extremos fácticos y jurídicos. Lo afirmado por la impugnante en definitiva trasunta una afirmación dogmática, adoleciendo del mismo defecto que endilga al pronunciamiento. Por lo demás las conclusiones del fallo impugnado, en cuanto a la actuación de la Escribana Estévez en relación a la incorporación al protocolo de una copia del boleto de compraventa no aportan argumento que pueda favorecer la posición de su parte desde que expresamente aclara “...pero el original que ella dice que vio sigue sin aparecer, no advirtiéndose el motivo por el cual no protocolizó el original...” (cfr. f. 9). Tales afirmaciones resultan suficientes a efectos de desechar las alegaciones formuladas por la quejosa. Cabe recordar que esta Corte tiene dicho que “la tacha de arbitrariedad no incluye la discrepancia de la parte recurrente con el criterio utilizado por los jueces de la causa en la valoración de la prueba (cfr. entre otros, A. y S., T. 99, págs. 102 y 179; T. 100, pág. 251; T. 101, pág. 408; en sentido análogo, Fallos:297:29; 300:1049; 301:1062; 302:1030) ni puede tampoco configurarse como un medio para sustituir a los jueces ordinarios en la decisión de cuestiones que le son privativas ( A. y S. T. 100, pág. 251, entre otros). En suma, pues, la cuestión no resulta idónea para franquear la vía extraordinaria instaurada, desde que queda comprendida dentro del margen de ponderación que efectuara el Tribunal a quo en torno a cuestiones de hecho, prueba y derecho, materia que ingresa en la esfera de facultades de los jueces del proceso y, por ende, a menos que se demuestre arbitrariedad -lo que no acontece en el “sub examine”- no resultan susceptibles de ser revisadas por la vía de excepción intentada, desde que no compete a esta Corte al ejercer su jurisdicción extraordinaria, erigirse en una tercera y ordinaria instancia. De allí que -como reiteradamente se ha dicho- no debe perderse de vista que mediante el recurso de inconstitucionalidad por arbitrariedad se tiende a reparar agravios que impliquen un grosero desconocimiento del derecho a la jurisdicción, mas no autoriza a sustituir a las instancias ordinarias en la interpretación del derecho o en la ponderación del material fáctico del litigio. Por las razones expuestas, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia RESUELVE: Rechazar la queja interpuesta y declarar perdido para la recurrente el depósito efectuado. Regístrese, hágase saber y oportunamente remítanse copias al Tribunal de origen. FDO.: GUTIÉRREZ FALISTOCCO GASTALDI NETRI SPULER FERNÁNDEZ RIESTRA (SECRETARIA). Tribunal de origen: Sala Cuarta -integrada- de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario. Tribunales que intervinieron con anterioridad: Juzgado de Primera Instancia de Distrito Civil y Comercial N° 18 de Rosario; Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil, Comercial y del Trabajo de Rufino; y, Juzgado Comunal de San Gregorio.