JURADO TÉCNICO TERCER PREMIO JOSÉ JAVIER MARTÍN RAMIRO. LA NADA Ahora ya todo encajaba en su cabeza, como un macabro puzle. Las continuas ausencias, esa mirada ausente cuando se sentaban a comer, esos besos dados al tresbolillo, ese cuidado en los detalles por los que antes nunca se había preocupado, ese cuidado en no dejar el móvil ni a sol ni a sombra. Juan se sentó solo una fría y lluviosa mañana de domingo en la cocina, antes aun de que las ventanas reflejaran la luz de la mañana; delante de una taza de café, vestido con un raído pijama; repasó sentado en la mesa de la cocina todas esas pequeñas señales que unidas formaban un corpus completo, mientras apretaba la taza como si fuera a escaparse o como si quisiera eliminar toda su rabia, su tristeza, sus dudas. Soledad Recordó la alegría que demostraba cuando iba a aquel taller de escritura creativa, como le hacía partícipe de sus progresos e incluso intentó leerle alguna de sus criaturas mientras el miraba la televisión y contestaba con monosílabos a la vez que lo menospreciaba por ser una pérdida de tiempo. Egoísmo. Primero una tarde a la semana, luego dos, luego sesiones de lectura los fines de semana, viajes culturales, cenas; cada vez más lejos y el más ciego. El primer libro. Su primer libro. Suyo, exclusivamente de ella y de nadie más. El éxito y la nada. La casa vacía, la cama vacía, la nevera vacía, los armarios vacíos, su vida vacía. La literatura, ese amante caprichoso, se llevó lo que más quería. SEGUNDO PREMIO MARCELA MARTÍNEZ PÉREZ QUERIDO AMIGO La lluvia amainaba y un sol que prometía ser espléndido asomaba entre las nubes, reflejándose en un millar de relucientes gotitas salpicadas por el jardín. “Ya viene la primavera”, pensó Josefina y en seguida, sin poder evitarlo, “Mi última primavera”. Se regañó a sí misma mientras preparaba el té. Nunca le había gustado la autocompasión. Ya en su despacho contempló la vieja fotografía sobre la chimenea. “Nombrada la primera mujer juez del país”, dijeron los periódicos. Josefina sonrió, satisfecha. Habían sido treinta años muy buenos. En la imagen aparecía junto a su hermana, que vino con su marido e hijos, para celebrarlo. Eran tan jóvenes entonces, tan iguales y a la vez tan distintas. Con un suspiro, decidió no contarle nada. “Querrá venir. Intentará convencerme de que me someta al tratamiento. No. No tiene sentido preocuparla”. Mientras dejaba volar sus recuerdos, se sentó en su escritorio y empezó a redactar una larga carta. “Mi querido amigo…” Después de tres páginas comprendió, no sin cierta sorpresa, que la misiva estaba dirigida a Martín Santomé, el protagonista de La Tregua, que acababa de releer. Josefina era una mujer muy sensata. Sin embargo, cuando hubo terminado la carta, sus manos la metieron en un sobre y la llevaron al buzón. En los siguientes días no pasó nada, pero vino uno en el que ocurrió un hecho asombroso… Había una carta en su buzón. “Martín” tenía una caligrafía limpia y escribía de forma cálida y risueña. Josefina no sabría decir qué le causó más sorpresa, la carta, o sus manos buscando papel para contestarla. Se escribieron durante semanas, hasta que un día la magistrada se encontró con un hombre en la cancela de su casa. Era el cartero. Se miraron el uno al otro y Josefina tuvo dos certezas que la atravesaron como dos rayos: que ese hombre era Martín, y que con él volvería al hospital, a hablar con aquella doctora. PRIMER PREMIO DANIEL ORDORICA ATRAPADO No podía correr más, su respiración acelerada le pedía que parase… Los días anteriores no había notado nada extraño, quizá un gesto, una mirada, pero nada fuera de lo normal. Sin embargo ahora sabía que venían a por él. Comenzó a notarlo en el tren, camino a casa, cuando vio a los dos hombres pálidos y extrañamente bien vestidos que no le perdían de vista. Se cambió de vagón, pero se percató de que se apeaban en su misma parada. Afortunadamente conocía el barrio a la perfección y consiguió despistarlos cuando ya no podía correr más, su respiración acelerada le pedía que parase. Entró en casa, tembloroso y pensativo. ¿Qué buscaban? ¿Tendrían información sobre su último trabajo? Sin duda era eso, conocían sus intenciones. Corrió hasta el salón y comenzó a vaciar los cajones, uno a uno, todos los papeles volaban por la casa. Hizo lo mismo con las habitaciones restantes y, cuando hubo terminado, se preparó para quemar todos los documentos que podrían delatarle, justo en el instante en que escuchó como trataban de forzar la puerta. Allí estaban, si le encontraban estaba perdido. Corrió hacia el armario, sintió que allí estaba su única salida mientras los pasos que corrían hacia él se oían cada vez más cercanos. Metió la mano en el armario casi sin mirar, sabía perfectamente dónde la tenía. Agarró la pistola fuertemente, y se convenció a sí mismo de que era mejor morir que dejarse atrapar. Apoyó el frío cañón en su sien derecha, cerró los ojos y aguantó la respiración. Justo en el momento en que su dedo apretó el gatillo con decisión y firmeza, recordó que en los tres días anteriores no había tomado su medicación…ahora ya todo encajaba. Al entrar en la habitación, su padre y su hermano no pudieron hacer nada. JURADO POPULAR TERCER PREMIO ROBERTO ARJONA ANDRÉS NOS HACEMOS MAYORES Me doy cuenta de que pasan los años a una velocidad alarmante y cuando intento mirar atrás, si es que me da tiempo, me pongo a pensar si ya es tarde para pensarlo. Me acuerdo de pequeño cuando íbamos mis hermanos y yo con nuestros abuelos y nos dejaban ir a nuestro aire por el pueblo, aquello era otra época y la verdad es que lo pasábamos muy bien. Que si el Morcillo, que si el Chulo, ahora dices algo a la gente y sales en las noticias porque te han tirado al tren. Que te haces adolescente, que estudies mucho y tú porque eres joven pasas de todos los comentarios y ahora ya todo encajaba, de haberlos escuchado a lo mejor hubiera tenido algo más o no se sabe. Que si tienes que seguir todos los pasos de la vida. ¿Ya sabes que es lo que buscas?.Yo busco lo que tengo y lo que tengo es porque me lo he currado, digan lo que digan. Aunque me digan que es mejorable, Sí lo es, pero yo tengo lo que tengo porque me llena, porque cada día voy con una sonrisa, a pesar de las adversidades, a pesar de las responsabilidades, a pesar de todo, creo que si logro disfrutar, dentro del cómputo de mi vida, un solo día , un solo mes o un sólo año de buenas cosas, sólo con eso, yo conseguiré lo que buscaba. Y es que un sólo segundo de felicidad me vale por años de miserias o adversidades y disfruto de cada segundo porque nunca se sabe lo que pasará. Yo tengo lo que tengo porque creo que he realizado las cosas a mi manera, buenas y malas y después de todo me llega el merecido resultado y desde luego que es más de lo que habría deseado. Me llena mi amor porque es ella quien mueve mi mundo, es ella mi estrella en el cielo, el sol que ilumina y a su lado es donde pienso estar, éste y el tiempo que venga detrás. Lo demás es significativo, importante pero no me va a llenar tanto. Sí, me hago mayor y qué. A su lado es como quiero hacerlo y la verdad que elija lo que elija y salga como salga sólo por el hecho de estar a su lado, sólo por ese hecho vale la pena hacerme mayor. SEGUNDO PREMIO MARTA CARMONA OSORIO SI UN HOSPITAL FUERA SEVERO, SI LA MAREA FUERA NEGRA Ahora ya todo encajaba. Las dos piernas. El brazo suelto, el brazo unido. El cuello y la cabeza por fin rectos. El cierre casando y los ojos, cerrados, a la altura exacta de la mirilla. Para qué la harán, pensó. Quizá por dentro sea un falso espejo. Por si el muerto abre los ojos, que no vea quién falta al funeral. Que se vea a sí mismo en la oscuridad que le queda. Estaba siendo una mañana desagradable. Había tenido que pedir un hacha a los de mantenimiento, que le habían llevado una sierra. Va mejor, dijeron. Cada día los ataúdes más pequeños y los muertos igual de largos que siempre. Recortes y recortes. Tiempo atrás había venido el servicio de Mortalidad Preventiva y habían dictaminado que pronto no se podrían responsabilizar de esos ataúdes. Esta morgue así no puede funcionar, la precintamos, hasta con lacre si hace falta. Nos da igual lo que se enfaden los sepultureros. Cuánto tópico sobre los sepultureros. Por tradición, el sepulturero siempre ha sido residente. Pero ahora hay sepultureros residentes que a los cuatro años son sepultureros adjuntos. Nadie entiende nada. En cualquier caso ataúdes minúsculos para los muertos de siempre. Menos mal que la gente no crece. Imagínate que en los próximos cien años los niños se pueden nutrir y se ponen a crecer como si no hubiera un mañana. Los muertos aún más grandes y los ataúdes cada vez más recortados. Y los preventivistas lacrando morgues y los cadáveres acumulándose. Y los residentes sin aprender. PRIMER PREMIO ANA BELÉN JIMÉNEZ MUÑOZ LA EDUCACIÓN EN EL AMOR Quiero contar Mi historia. Nací… no digamos cuanto hace, suficiente tiempo atrás como para tener ciertas experiencias y como para que me haya dado tiempo a equivocarme varias veces y a cambiar de opinión otras cuantas. Me crié en una familia de estilo tradicional, me educaron de tal forma que estaba convencida de que los animales sólo servían en el campo, para ayudar en los trabajos, en los estómagos y en los laboratorios para experimentación. Pero se cruzó en mi camino el que hoy es mi marido, que quiso el destino tuviera problemas de salud. Yo pragmática como siempre, pensé que le vendría bien tener un perro. Siempre detrás de mis pensamiento la utilización de los animales. Así es como llego a mi vida una perrita pizpireta y pequeñita llamada Lana y todo mi mundo cambió. Ahora ya todo encajaba de una forma diferente. Porque estaba Lana y sus ojitos llenos de amor que se pasa el día detrás de ti, que da besos hasta al aire que hay a tu alrededor, que te hace una gran fiesta aunque te hayas ausentado media hora de su lado, que depende de ti y confía plenamente en ti, que no guarda rencor cuando la regañas, que te pide perdón cuando eres tú quien la pisas a ella, que sabe estar a tu lado cuando la necesitas porque tienes un día “gris”, Lana y su incansable alegría de vivir, siempre dispuesta a hacerte compañía, que te hace reír con sus juegos, que su mayor ilusión es que al llegar el final del día estemos toda la familia junta y es entonces cuando descansa tranquila en tu regazo, Lana que te enseña lo fácil que es ser feliz. Ha sido ella, quien me ha educado en el amor, sencillamente amándome. Ahora soy yo la que entiende que los animales no son objetos, no son medios para conseguir nuestros fines, son compañeros y a mi me toca educar a mi hijo de forma diferente: En el amor y respeto a los animales. Aunque creo, que eso, también, lo está haciendo ya Lana.