Emilio Salgari Escritor italiano, nacido el 25 de agosto de 1863 en Verona y muerto por suicidio el 25 de abril de 1911 en Val. S. Martino, cerca de Turín. Desde chico quiso ser marino. Siendo muy joven comenzó a escribir, por pasión y por necesidad. Se ató a contratos miserables que explotaban su genio y que apenas le daban para mantener a su familia. Escribió más de doscientas novelas, trabajando día y noche sin salir de su cuarto. Eran historias de aventuras, con héroes románticos y audaces que hacían todo lo que su autor no podía realizar: luchaban por ideales, en medio de las selvas y el mar, en paisajes exóticos poblados de animales salvajes. Realizó estudios de náutica y navegó unos pocos años sin salir de los límites del Mediterráneo. Después comenzó a trabajar como cronista en un diario y se casó con Ida Peruzzi, el gran amor de su vida, con la que tuvo cuatro hijos. Sus libros alcanzaron un enorme éxito en Europa y América, y sin embargo Salgari jamás pudo escapar al fantasma de la miseria. Padeció el dolor de ver cómo su esposa enfermaba de locura y debió internarla en un hospital público. Su vida personal y familiar acabó llena de calamidades que lo acorralaron en la desesperación y en ese último gesto de gallardía biográfica que, aunque a alguien pueda parecerle lo contrario, es de una radical coherencia con el carácter vitalista, intrépido, colorista y apasionadamente juvenil de sus libros y sus personajes. Se diría que vivió dos vidas. Una, la real, sórdida y dramática, signada por la desgracia. Otra, la que creó a fuerza de imaginación y sueños, y que perdura todavía en cada página de sus obras. Capitán de altura ya a los 18 años, vivió en el mar las aventuras más extraordinarias. Vuelto a Verona se dedicó al periodismo, actividad por la cual pasó pronto a la literatura novelesca. Sin duda, Salgari tuvo de la geografía, de la naturaleza, de la historia y de la condición humana una idea romántica, exuberante e inmune al deterioro y al desaliento que determinó en gran medida el que no pudiera consentir una vida catastrófica, desmoronada. Tampoco habría consentido la atroz y constante agresión a la naturaleza que ha caracterizado la segunda mitad de nuestro siglo. En 1896 hizo editar en forma de volumen su primera novela. Su vida de penurias y desgracias familiares acabó trágicamente en el suicidio. Sus obras tuvieron pronto el decidido favor de un vasto público juvenil, tanto por la cinematográfica rapidez de la acción como por su panorámico y exótico fondo de animados tonos, siendo traducido a varias lenguas. Para el lector de hoy, una novela o un relato de Salgari suponen un reencuentro gozoso y emocionante no sólo con su adolescencia seducida hasta la temeridad por los misterios intrincados de la jungla y los vibrantes mares de Malasia, sino también con una naturaleza que alguna vez fue abundante y fértil, retada con lealtad por el hombre y protegida por el respeto y la gratitud de todos. "Sandokán", clásico de Salgari. En Los misterios de la jungla negra, El rey del mar, La venganza de Sandokán, El corsario negro, La reina de los Caribes o En las fronteras del Far West, los escenarios exóticos y pujantes acogen aventuras que en ningún momento incluyen injurias desaprensivas e irremediables a los mares y océanos, a la fauna y la flora, a la cultura y la memoria de los pueblos y las razas. Estas historias del escritor veronés las protagonizan piratas, cazadores, balleneros o cow boys que siempre son, según el papel que les corresponda, arrojados, valientes, feroces, fornidos, leales o implacables, pero que siempre tienen con la naturaleza una relación noble y generosa. De ahí que Salgari, hoy, no sea sólo un autor capaz de rejuvenecernos, sino capaz de rejuvenecer el mundo. Escritor extraordinariamente prolífico y autor de más de 80 novelas y de un centenar largo de relatos, incorporó a ese género literario un mundo desmesurado, poblado de grandes peligros, animales salvajes, huracanes temibles, caracteres indómitos y pasiones incontrolables y en el que reinan los valores románticos primitivos de la lealtad, la amistad, la fuerza y el coraje, situando la acción trepidante en paisajes exóticos y anclándola en la verosimilitud por medio de pinceladas históricas y naturalistas. Aquella mente plagada de fantasías maravillosas, un día se sintió cercada por la tragedia y sólo le quedó valor para tomar una determinación. Escribió tres cartas de despedida y explicación: a sus hijos, a sus editores y a los diarios. Se internó en un bosque cercano a su casa y, como si fuera un personaje de sus novelas, se clavó un puñal en el vientre. Salgari en ciencia ficción En 1907 las librerías italianas ofrecían un nuevo libro, Las maravillas del año 2000 (en la edición española de 1910), novela de ciencia ficción firmada por un autor prolífico: Emilio Salgari. Por aquel entonces el narrador de Verona ya tenía escritas sus más recordadas novelas, verdaderos clásicos como El rey de los piratas (1896), El corsario negro (1898), El tigre de Mompracem (1900), La montaña de luz (1902) o Capitán Tormenta (1905). El Corsario Negro, de Salgari (ampliar imagen). Aunque en ellas había tratado multitud de temas, de la piratería a la aventura colonial, del Far-West a la intriga de capa y espada, nunca se ocupó con anterioridad en una historia de anticipación, pese a haber sido un lector devoto de Julio Verne durante su infancia. ¿Por qué ahora sí? ¿Por qué ese acercamiento a nuevos temas ajenos, en apariencia, a su producción principal? Pudo tratarse de una imposición editorial que le obligara a emplearse en un tema de moda por aquel entonces. Quizá fue pura necesidad de tomar argumentos de cualquier lugar en su lucha constante por producir más y más páginas cada día. En veinticinco años de carrera literaria su nombre se había popularizado en toda Europa, era leído incluso por la realeza y se le había honrado con el título de caballero. Con tal fama y las enormes tiradas alcanzadas por cada una de sus obras, podríamos imaginar a Salgari como un hombre rico. No era así. El Capitán Tormenta, de Emilio Salgari Mantenía a duras penas y con largas e intensas jornadas de trabajo a su mujer y sus cuatro hijos, sujeto a sus editores no por un porcentaje sobre ejemplares vendidos, según hoy se acostumbra, sino por un jornal escaso. Su contrato con Donath, su primer editor, le obligaba a entregar tres novelas anuales por un estipendio de 4000 liras, que apenas llegaba para sufragar sus gastos domésticos. (ampliar imagen). Buscando un respiró en su apretada (e injusta) situación económica, en 1906 se había decidido a romper con Donath para acogerse a una más sustanciosa oferta del editor florentino Bemporad, que se comprometía a doblar sus honorarios. La jugada resultó desafortunada, pues Donath denunció por incumplimiento de contrato a Salgari. Condenado a indemnizarle con 6.000 liras, nuestro pobre escritor aún salió perdiendo. La única solución para su cada vez más apurada situación era forzar su maquinaria creativa, produciendo novelas a mayor velocidad, sin concederse ni tiempo para revisar lo escrito. En estas circunstancias publica Las maravillas del año 2000, junto a otra treintena de novelas que escribirá de 1906 hasta su muerte; obras de bastante menor originalidad que las precedentes, y en su mayoría prolongaciones de los ciclos novelescos de sus héroes más famosos, como Sandokán. En 1909 se produce un primer intento de suicidio, que conseguirá consumar en 1911. La carta que dejó para sus editores es bastante explícita: “A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semimiseria o más aún, sólo os pido que, en compensación por las ganancias que os he proporcionado, paguéis los gastos de mi entierro. Os saludo rompiendo la pluma.” BIBLIOGRAFÍA BÁSICA El Corsario Negro Los Dos Tigres La Conquista de un viejo imperio La Cosa del Mar Las Maravillas del año 2000 El Rey del Mar Los Tigres de Malasia Los Tigres de Mompracem La Venganza de Sandokán Los Cazadores de focas de la bahía de Baffin