Servicio de Noticias: 16/98 ÍNDICE DE AI: AMR 34/08/98 NO PUBLICAR ANTES DE LAS 0001 HORAS GMT DEL 30 DE ENERO DE 1998 Ejecución por inyección letal: La muerte a cuenta gotas Un nuevo informe publicado el día de hoy por Amnistía Internacional cuestiona el uso de la inyección letal como método de ejecución, señalando que, a pesar de lo indicado por las autoridades guatemaltecas, en realidad se trata de un método doloroso e inhumano. Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en cualquier circunstancia, pero señala que, comparada con otros métodos de ejecución, la inyección letal presenta el agravante adicional de involucrar como verdugos a personal médico, en directa violación de la ética profesional médica. “Contrariamente a lo declarado recientemente por altas autoridades guatemaltecas (incluidos el Presidente Álvaro Arzú, el procurador general de la nación, Acisclo Valladares Molina, el Secretario de la Corte Suprema de Justicia, Donaldo García Peláez), y el diputado Carlos Alberto García Regás, la ejecución por inyección letal dista mucho de constituir un civilizado modelo a seguir,” señala Amnistía Internacional. “Las investigaciones en los Estados Unidos demuestran que la muerte por ese método puede resultar no solamente dolorosa sino sumamente prolongada. En algunos casos, los ejecutados han tardado más de una hora en fallecer, en lugar de los 30 segundos frecuentemente proclamados por la prensa guatemalteca.” El informe de Amnistía Internacional incluye una lista de casos en los Estados Unidos que demuestran que la ejecución por inyección letal no produce la muerte rápida, “moderna” e indolora proclamada por los defensores de dicho método. Algunos casos hablan por si solos: Un condenado, sujeto con correas, permanece con una aguja en el brazo durante 70 minutos mientras los tribunales consideran su última apelación. El condenado la pierde. Los técnicos médicos buscan una vena durante casi una hora; finalmente, el hombre cuyo cuerpo van a envenenar termina por ayudarlos. La inserción de un angiocatéter en el corazón de un preso plenamente consciente lleva 35 minutos. Dos minutos y 18 violentas convulsiones después de que las sustancias químicas empezaran a fluir por sus venas, un hombre es declarado muerto. La posición del Colegio de Médicos y Cirujanos de Guatemala es inequívoca: ninguno de sus miembros debe participar en ejecuciones. A pesar de ello, el Director del Servicio Médico Forense del Organismo Judicial, Mario René Guerra, profesional de la medicina, se reunió con el Juez de Ejecución Penal para asesorar en cuanto al “coctel letal” más apropiado para Guatemala y calcular el costo de dichas ejecuciones. Por otra parte, y a pesar de la decidida oposición del Colegio de Médicos y Cirujanos del país, aún no está claro quiénes serán los verdugos. Amnistía Internacional hace, por lo tanto, un urgente llamamiento a todo el sector médico guatemalteco (incluidos los paramédicos y el personal de enfermería) para que manifiesten su inequívoco rechazo a la participación de profesionales de la medicina en ejecuciones. 2 “El resto de la profesión médica en Guatemala debe aunar su voz a las del Colegio de Médicos y Cirujanos de Guatemala y de la Asociación Médica Mundial, y subrayar, como ha hecho repetidamente esta última, que no es función del personal médico el participar en homicidios ordenados por el Estado, sea cual sea el delito cometido por el reo o el método de ejecución a utilizar”, señala Amnistía Internacional. Amnistía Internacional, como organización de defensa de los derechos humanos, se opone a la aplicación de la pena de muerte por considerarla una abierta violación del derecho a la vida. La organización señala que la propia legislación guatemalteca que legaliza la ejecución por inyección letal enfatiza, erróneamente que dicho método ha sido certificado por profesionales de la medicina como de carácter “más humano”. Muy por el contrario, a nivel internacional, prestigiosas organizaciones médicas y practicantes de la medicina se han opuesto a su uso. El informe de Amnistía Internacional presenta además una serie de razones aplicables al caso de Guatemala: En los Estados Unidos, país tan frecuentemente citado como modelo a seguir, la pena de muerte sigue un patrón discriminatorio basado en el origen racial, económico o social del reo y de la víctima: los pobres, que no pueden costearse un buen abogado, tienen mayor posibilidad de ser declarados culpables y de ser eventualmente ejecutados que los ricos. Cuando se aplicó la pena de muerte por primera vez en Guatemala tras una moratoria de facto de 13 años, los acusados fueron defendidos inicialmente por estudiantes de derecho. La debilidad y corrupción del sistema judicial guatemalteco aumentan considerablemente las probabilidades de que el acusado, particularmente si pertenece a los sectores menos privilegiados de la población, no reciba el justo y debido proceso ante la ley. En un país como Guatemala, donde los juicios se celebran en castellano a pesar de que una alta proporción de la población indígena no lo habla, las posibilidades de que un acusado de origen indígena no reciba el justo y debido proceso ante la ley son sumamente elevadas. El argumento de que la pena de muerte disuade contra el crimen no ha quedado nunca demostrado. Los comentarios emitidos recientemente por fuentes oficiales guatemaltecas en el sentido de que la pena de muerte es “simplemente necesaria” como lo demuestran los estados que la han reintroducido en los Estados Unidos, simplemente carecen de toda validez: la pena capital ha sido reintroducida o reactivada en los Estados Unidos por políticos ansiosos por demostrar una actitud decidida contra el crimen, y que utilizan ese inhumano castigo como plataforma electoral para captar votos. El riesgo de ejecutar a los inocentes nunca será eliminado: 350 personas convictas de crímenes capitales en los Estados Unidos entre 1900 y 1985 resultaron ser inocentes. Algunas de ellas se salvaron por cuestión de minutos; 23 fueron ejecutadas. Amnistía Internacional reconoce la preocupación de la ciudadanía guatemalteca ante la creciente ola de delincuencia que atraviesa el país. No obstante, la organización señala que la opinión pública guatemalteca no debe dejarse llevar por información tergiversada, provista por sectores políticos interesados en la implementación de un engañoso avance tecnológico”. ***************************************************************************** Para mayor información o para concertar una entrevista, favor llamar a Soraya Bermejo, Encargada de Prensa, +44 181 413 5562