1. Mesoamérica, Aridamérica y Oasisamérica Pablo Escalante, UNAM A partir de los múltiples estudios que se han realzado sobre el México Antiguo, han surgido diferentes proposiciones de criterios taxonómicos y cuerpos conceptuales que pretenden diferenciar zonas y grupos para construir una adecuada perspectiva de análisis. Desde los años cuarenta se ha ido extendiendo el uso de tres conceptos básicos para delimitar y caracterizar grandes áreas culturales identificables en el complejo panorama del México Antiguo: Mesoamérica, Aridamérica y Oasisamérica. Debe señalarse que dichos conceptos son meras herramientas metodológicas para el análisis; sería un error suponer que designan universos cerrados y completamente distintos entre si. Cuanto más se avanza en el estudio de nuestra historia antigua resultan más claros los contactos entre las diferentes áreas, a la vez que se identifican numerosos elementos comunes, sobre todo en el caso de Mesoamérica y Oasisamérica. Por otra parte, dentro de las grandes áreas coexistieron infinidad de pueblos con características peculiares, por más que compartieran un sustrato de rasgos culturales afines. Mesoamérica: De las tres áreas, la de mayor complejidad es Mesoamérica; también es la más densamente poblada y la más extensa. Ocupa la casi totalidad de las costas continentales, el centro y sur de nuestro país y buena parte de Centroamérica. Esta zona, a diferencia de la del norte, es naturalmente propicia para la agricultura. Cuenta con una gran variedad de suelos y climas, y a la mayor parte de ella recibe una precipitación pluvial anual lo suficientemente intensa como para mantener vivos los sistemas hidrológicos que la recorren. Y en caso de eventuales catástrofes climáticas, algunas zonas, como la Costa del Golfo, tienen tierras con una riqueza capaz de suplir las deficiencias de otras regiones. Desde el año 2000 a. C., aproximadamente, Mesoamérica comienza a alojar grupos de agricultores sedentarios. Después del surgimiento de estos primeros focos culturales – fundamentalmente en el Altiplano Central y en el Golfo de México- se dará un desarrollo ininterrumpido de diferentes culturas en todo el territorio mesoaméricano; culturas relacionadas entre si y herederas continuas de los avances anteriores. Algunos rasgos comunes a todas ellas son las siguientes: El conocimiento y utilización de una vasta gama de técnicas para la producción agrícola, fabricación de terrazas y obras hidráulicas de diversa índole, uso del bastón plantador o huizoctli y el azadón de madera huictli; cultivo de maíz, frijol, calabaza, chile, chia y tomate; preparación de tortillas de maíz con cal; trabajo del algodón, edificación de complejos urbanos y plataformas piramidales escalonadas, uso de estuco para el recubrimiento de superficies arquitectónicas, y trazo de patios en forma de ‘I’ para el juego de pelota. También es un rasgo compartido por los diversos grupos mesoaméricanos (sin él no habrían surgido mucho de los elementos arriba mencionados) la producción de un amplio excedente regular. Esto dio origen a fenómenos sociales relevantes, como el surgimiento de un estrato dirigente de organizadores de la producción, desligados de los medios de producción directos y mantenidos mediante un sistema de tributación. La existencia de grandes centros urbanos, la multiplicación y complicación de las funciones religiosas, y la progresiva militarización de los señorios, fueron factores que agudizaron la estratificación. La capa más numerosa, la de los tributarios, tuvo que mantener una sociedad llena de gastos. La contradicción entre tributarios y tributados fue profunda. Paralelamente surgió y se consolidó una extensa red comercial y una capa de comerciantes prósperos, rodeados de riquezas y algunos privilegios, pero sin las prerrogativas y el status de la nobleza. Aridoamérica Muy distintas eran las cosas en el norte del país. Muchos grupos habitaban la inmensa zona de climas áridos y semiáridos que comprende total o parcialmente los actuales estados de Baja California (Norte y Sur), Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí. Estos grupos tenían por actividades fundamentales la caza de animales como la liebre, el venado y algunas aves, y la recolección de frutas, plantas y raíces. Aquellos que estaban cerca de la cota se dedicaban además a la pesca. Desplazándose de un lugar a otro, formaban ciclos, y sólo se detenían cuando hallaban zonas con recursos abundantes; en ellas formaban pequeños campamentos que levantaban después de unas cuantas semanas. Los bienes producidos por los grupos aridoamericanos eran escaos. No contaban con mayor ajuar que las pieles con las que se abrigaban y guardar alimentos (para cargar a las criaturas también), y sus utensilios de trabajo: el arco, la flecha, palos arrojadizos y puntas de piedra. Su forma de organización, por bandas y sus creencias míticas y prácticas rituales no cristalizaron nunca en instituciones complejas, pues las condiciones de su vida material no lo permitían. Frecuentemente con los grupos aridamericanos se enfrentaban entre sí, buscando zonas exclusivas para la caza o tratando de arrebatarse la comida. Pero también se enfrentaban a sus vecinos sedentarios. Hubo incursiones de grupos nómadas a los establecimientos más norteños de Mesoamérica, y fueron frecuentes a las aldeas oasisamericanas. Oasisamérica Como una mancha verda en medio del desierto, Oasisamérica se localiza en la zona noreste y noroeste de los estados de Sonora y Chihuahua respectivamente, extendiéndose también a los estados norteamericanos actuales de Arizona y Nuevo México.