Tema 6. Generación del 27. Federico García Lorca 1.

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Tema 6. Generación del 27. Federico García Lorca
1.- Nombre, nómina. Afinidades personales
Generación del 27 suele ser la denominación dada a un conjunto de poetas que en
apenas dos lustros de actividad creadora se convirtieron en el más notable grupo
literario de la época. Pertenecen a esta generación, en orden de edad, Pedro Salinas,
Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Federico
García Lorca, Rafael Alberti y Luis Cernuda. A ellos cabría añadir los nombres de
escritores en prosa como José Bergamín, María Teresa León… Miguel Hernández ha
sido considerado también como epígono de la Generación del 27.
La elección de la fecha de 1927 para denominar al grupo tiene su origen en que en ese
año se reunieron en Sevilla buena parte de los escritores para homenajear a Góngora
en el tercer centenario de su muerte.
La vinculación entre los diversos miembros de este grupo poético es bastante estrecha.
Esta afinidad viene propiciada por diversas circunstancias: su parecida procedencia
social, la profunda vocación literaria de todos, la habitual colaboración en las mismas
revistas poéticas, la convivencia de varios de ellos en la Residencia de Estudiantes, etc.
Socialmente, proceden en su mayoría de la burguesía acomodada. Casi todos siguen
estudios universitarios, conocen idiomas, viajan y adquieren una importante cultura no
solo literaria. Muchos vivirán profesionalmente de la literatura como profesores,
editores o críticos.
La Residencia de Estudiantes fue lugar de alojamiento de Lorca, Dalí, Buñuel… Allí
acudían con frecuencia Alberti, Guillén o Aleixandre, y en ella residieron
circunstancialmente Juan Ramón Jiménez o Manuel de Falla. Y por este lugar pasaron
Einstein, Marie Curie, Le Corbusier, Ravel, Valery, Marinetti… La Residencia era, por
lo tanto, un centro cultural de primer orden. No debe olvidarse el talante liberal que se
respiraba allí. Está vinculada a la Institución Libre de Enseñanza, y posee un espíritu
institucionista, laico, abierto y dialogante que es compartido por los del 27, en su
mayoría liberales, progresistas y republicanos.
Muy importante para la difusión de la poesía de estos escritores del 27 es la
proliferación de revistas literarias, como Litoral, Gallo, Carmen. Entre las numerosas
que se publican en Madrid destacan, sobre todo, La Gaceta Literaria, Cruz y Raya y la
Revista de Occidente. Ésta, creada por Ortega y Gasset en 1923, había ido integrando
en sus páginas los postulados estéticos vanguardistas, La editorial de la Revista de
Occidente publicó libros fundamentales de los poetas del 27 (Romancero gitano de
Lorca, Cántico de Guillén, Cal y canto de Alberti…)
2.- Características comunes de la Generación del 27
Los versos de estos poetas presentan ciertas características comunes que permiten
hablar en conjunto de generación poética (algunos críticos discrepan y hablan de Grupo
poético del 27). De entre estas afinidades estéticas destacan su entusiasmo por
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Góngora, la influencia de Juan Ramón Jiménez y la importancia de la poesía pura, el
neopopularismo, el vanguardismo, el espíritu clasicista de integración y equilibrio
y la progresiva rehumanización de sus versos.
La celebración del centenario de Góngora fue una muestra del fervor de los nuevos
escritores por el poeta barroco. Ello se comprueba en la presencia de Góngora en libros
de Alberti, Gerardo Diego o Miguel Hernández, así como la edición de las Soledades
gongorinas llevada a cabo por Dámaso Alonso. En Góngora, los poetas del 27 veían
al escritor puro, entregado a la creación poética autónoma. Comprobaron la
importancia de la metáfora y la imagen en la obra de Góngora, muy en la línea de los
postulados creacionistas y ultraístas.
La poesía pura, como ideal poético de los años en que comienzan a escribir los poetas
del 27, influye sobre todo en Guillén (Cántico), en Salinas (Fábula y signo) o en
Gerardo Diego (Imagen). Se comprueba en los versos de los jóvenes líricos el esfuerzo
de depuración formal, la supresión de la anécdota, la búsqueda de la precisión
expresiva, la eliminación de todo patetismo, la tendencia a la intelectualización. La
influencia del autor francés Valéry es, en este sentido, muy importante, como lo es aún
más el magisterio lírico de Juan Ramón Jiménez y su consciente elaboración de lo
que él llamaba poesía desnuda.
Es importante el uso por parte de algunos poetas del 27 –Alberti (Marinero en tierra),
Lorca (Canciones y Romancero gitano), DiegoEl romancero de la novia y Versos
humanos)- de formas y ritmos (romances, seguidillas, canciones paralelísticas,
villancicos, estribillos…) y de diversos recursos estilísticos (repeticiones, paralelismos,
diminutivos…) propios del folclore y de la poesía tradicional. También el Romancero
viejo, los cancioneros tradicionales, las cancioncillas de Gil Vicente o Juan del Encina,
los versos populares de Lope de Vega, (Centro de estudios históricos dirigido por
Ramón Menéndez Pidal). El neopopularismo era además corriente literaria viva desde
el posromanticismo y conectaba ahora con los ideales de perfección estética de la época
por su simplicidad, estilización y capacidad de sugerencia.
La importancia de las vanguardias en la gestación de la lírica del 27 es decisiva. De
hecho, algún poeta del grupo, caso de Gerardo Diego, comienza siendo ultraísta y
creacionista (Manual de espumas). Pero, en mayor o menor medida, en todos se
perciben las huellas del Vanguardismo. La impronta surrealista se advierte de forma
intensa en varios de ellos (Espadas como labios o La destrucción o el amor de Vicente
Aleixandre, La realidad y el deseo de Luis Cernuda, Poeta en Nueva York de Lorca…)
Ecos futuristas se advierten por doquier: poemas que ensalzan el fútbol o el ciclismo;
la velocidad de un coche de carreras, las máquinas de escribir, la bombilla… En
general, todo el talante del grupo en sus comienzos es típicamente vanguardista:
cosmopolitas, joviales, bromistas, provocadores, deportivos, antisentimentales,
ingeniosos. Una de las características de esta poesía es el papel central de la metáfora y
la imagen, entendidas al modo ultraísta y creacionista como un acercamiento
insospechado entre dos objetos alejados que crea entre ellos una relación nueva y
sorprendente.
Pero el Vanguardismo es en el grupo del 27 un impulso inicial y un ingrediente siempre
estimulante, mas no una poética excluyente. Por el contrario, los elementos
vanguardistas pasan a integrarse en una concepción de la poesía más abierta que busca
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el equilibrio entre tradición y vanguardia. Así, en la métrica, el verso libre y la prosa
poética conviven sin dificultad con las estrofas más clásicas. Un cierto espíritu clasicista
de armonía y equilibrio preside los versos de la mayoría de estos poetas, que pretenden
aunar los principios artísticos más novedosos con los mejores frutos de la tradición
lírica, pues al neobarroquismo gongorino de algunos de sus libros debe sumarse en otros
la influencia visible de Garcilaso (la voz a ti debida de Salinas) Fray Luis, Bécquer
(Donde habite el olvido de Cernuda) y, en general, de los poetas españoles clásicos.
Cabe indicar, en fin, que, aunque en la órbita de la poesía pura y la literatura
deshumanizada en sus comienzos, dieron entrada en sus versos a temas humanos con
una gama de matices que van desde el neorromanticismo lírico al compromiso social y
político, influidos por la vanguardia del Surrealismo y por la convulsa realidad histórica
que les tocó vivir.
3.- Etapas del Grupo poético del 27
Podrían señalarse tres etapas diferentes:
1ª.- Hasta 1927 aproximadamente. Es una fase de tanteos, de búsqueda de la imagen,
de la metáfora. Los poetas empiezan a conocerse, a publicar en revistas. En esta
búsqueda de la poesía pura habría que citar la influencia de Ortega y Gasset y su ensayo
de La deshumanización del arte (hermetismo, deshumanización, falta de sentimiento),
de Ramón Gómez de la Serna, creador de las Greguerías y, sobre todo, del poeta Juan
Ramón Jiménez en Diario de un poeta recién casado, ideal de la nueva poesía.
Asimismo, el ideal de pureza se hallaba en el movimiento Ultra.
Hacia el final de esta etapa hay que situar el centenario de Góngora. El homenaje
confirma los ideales estéticos del grupo y marca el comienzo de una segunda fase.
2ª.- De 1927 a la Guerra Civil. Se produce un cambio radical en la concepción de la
poesía, se apartan del ideal de poesía pura. Se inicia un proceso de rehumanización
coincidente con la irrupción del Surrealismo, el movimiento de vanguardia de mayores
repercusiones en nuestra lírica. En teoría, la obra surrealista puede obedecer a un puro
automatismo psíquico (estado de semiinconsciencia para reproducir los sueños y las
alucinaciones) o un intento deliberado de trasmitir el estado caótico, incongruente, del
mundo o de la mente del artista. Nuestros poetas se adhieren a la segunda posibilidad, y
en sus obras puede percibirse, aunque con cierta dificultad, la idea creadora.
La poesía se hace, pues, más humana, apasionada, inmersa en el mundo. Pablo Neruda
funda en Madrid en 1935 la revista Caballo Verde para la Poesía, en donde aparece el
manifiesto Sobre una poesía sin pureza, comprometida con las circunstancias humanas
y sociales más concretas.
3ª.- Exilio. Pasa la guerra. Lorca ha muerto. Salvo Aleixandre, Gerardo Diego y
Dámaso Alonso, los demás parten al exilio. En el mundo estalla el conflicto de la 2ª
Guerra Mundial. Poetas que no habían tocado el compromiso lo hacen ahora (Guillén,
Clamor, Salinas, Cero). El grupo queda disperso y, a partir de entonces, cada uno siguió
su propia evolución poética y personal.
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4.-Federico García Lorca
Nació en Fuentevaqueros (Granada) en 1898. Desde muy joven fue aficionado a la
música y la pintura. En 1919 fue a Madrid y se instaló en la Residencia de Estudiantes,
donde trabó amistad con Dalí, Buñuel… Un viaje a Nueva York y Cuba, durante el
curso 1929-30, le supuso una gran experiencia y el comienzo de una nueva etapa en su
creación literaria. A la vuelta, fundó La Barraca, un grupo de teatro universitario; con él
recorrió muchos pueblos de España representando obras de autores clásicos y modernos.
Realizó otro largo viaje, esta vez a Argentina y Uruguay, donde obtuvo grandes éxitos
con sus dramas. En España de nuevo, siguió trabajando infatigablemente. En agosto de
1936, al poco de iniciarse la Gurra Civil, y a causa de su adhesión al Frente Popular, fue
asesinado en Granada a los 38 años.
4. 1.- Obra poética
Primera etapa, que llega hasta 1928. Los temas centrales de su poesía (la frustración,
el amor, la muerte, la rebeldía) aparecen ya en el Libro de poemas (1921).
Le siguen Poema del cante jondo, y Canciones. En el Poema del cante jondo
encontramos los temas del amor y la muerte, en el ambiente de una Andalucía trágica y
legendaria. Las Canciones esconden un sabio manejo técnico del ritmo popular, la
introducción de ciertas innovaciones vanguardistas y el habitual universo lorquiano
inquietante y dolorido.
El Romancero gitano (1928) es una de las cumbres de su poesía. Se aúnan la tradición
culta, la audacia vanguardista y los ritmos populares. El gitanismo y andalucismo
encubren una visión de la vida de los hombres en clave mítica, marcada por el destino
trágico de resonancias clásicas, contra el que se estallan unos seres que arrastran una
honda frustración. Lorca hace uso de diversos símbolos (la luna, la sangre, el agua, el
caballo, las flores, los metales…) con gran poder de sugerencia y de misterio.
A la segunda etapa pertenecen Poeta en Nueva York, Llanto por Ignacio Sánchez
mejías, Diván del Tamarit y Sonetos del amor oscuro. Estamos ante un Lorca más
hermético y universal.
En Poeta en Nueva York hay una implacable denuncia de la sociedad capitalista, en la
que todo queda subordinado al poder del dinero. Pero, además, el poeta proyecta en ese
ambiente, en el que predomina la insolidaridad, la explotación y el racismo, sus propios
conflictos personales: el desarraigo afectivo, la pérdida de la identidad personal, la
proclamación de la libertad del amor homosexual… Nueva York se convierte en un
conjunto de esquinas, aristas, escaleras, en una ciudad dura e hiriente, símbolo del
sufrimiento, “geometría y angustia”. La influencia del surrealismo se advierte en la
libertad expresiva, en la utilización de imágenes visionarias y metáforas audaces y
alucinantes.
El Llanto es una elegía en la que combina la tradición popular y la culta para plasmar
con gran acierto la desolación del poeta por la muerte del torero amigo.
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4. 2.- Obra teatral
Federico García Lorca fue, además de poeta, un gran autor dramático. Experimentó con
formas teatrales diversas: el teatro simbolista (El maleficio de la mariposa), el teatro en
verso modernista (Mariana Pineda), el teatro de marionetas (Los títeres de Cachiporra,
Retablillo de don Cristóbal), las farsas para personas (La zapatera prodigiosa, Amor de
don Perlimplín y Belisa en su jardín)…
Durante los años treinta, su deseo de experimentación lo llevó por dos caminos
diferentes: el teatro vanguardista próximo al Surrealismo y el teatro realista. Obras
vanguardistas son El público –que desarrolla el tema del amor homosexual y el
problema del teatro convencional, que debe ser destruido y sustituido por un teatro más
auténtico-, Así que pasen cinco años –donde Lorca reitera algunos de sus temas
característicos: la frustración íntima, el amor, la muerte, la amargura existencial.
Más convencionales estéticamente son Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la
soltera o el lenguaje de las flores y La casa de Bernarda Alba. Las cuatro tienen en
común el tema de la marginación social de las mujeres. Bodas de sangre y Yerma son
dos tragedias de sabor clásico, en las que Lorca mezcla prosa y verso, utiliza coros
como en la tragedia griega para comentar la acción, maneja elementos simbólicos y
alegóricos que les dan cierta trascendencia mítica y emplea diversos recursos para
alcanzar una gran intensidad dramática. Doña Rosita es un drama urbano que trata de
las señoritas de provincias condenadas a esperar inútilmente el amor en un medio
burgués mediocre que ahoga sus deseos de felicidad.
La casa de Bernarda Alba es una de las cumbres del autor. En ella se dan cita temas
habituales lorquianos: la libertad frente a la autoridad, las pulsiones eróticas y los
instintos naturales enfrentados a las normas sociales y morales, la esterilidad y la
fecundidad, la frustración vital, la condición sometida de la mujer, la crítica social, etc.
Pero es, sobre todo, una reflexión sobre el poder, sobre cómo se interiorizan los
mecanismos de poder en la vida privada. En este sentido, es precisamente una mujer,
Bernarda, quien de modo viril asume e impone con fuerza un código de conducta
represivo a sus hijas, las cuales, con excepción de la menor, aceptan estas reglas que
su madre ha recibido de la tradición heredada y que ellas están resignadas a perpetuar.
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