Con relativa frecuencia escuchamos comentarios de personas que aseguran “ser malas para la matemática”. Sin embargo, en la vida cotidiana demuestran poseer habilidades mínimas para desempeñarse: hacen cálculos al realizar compras, calculan distancias, tiempos, temperaturas, y, en fin, diversas situaciones en las que interviene la matemática. Si esto es así, son muchos los que se preguntan “¿para qué, entonces, tengo que estudiar matemática?”, “¿para qué me complico la vida si hay calculadoras y computadores que hacen el trabajo por mí?”. Interrogantes como estos constituyen meros sofismas frente a una gran necesidad en la vida del ser humano: la lógica. El estudio de la matemática no persigue en esencia la realización de operaciones sino que busca reforzar el intelecto, usar la lógica, desarrollar el pensamiento. Como creación humana, la matemática es convencional, como lo es el lenguaje. Sin embargo, podría pensarse que el lenguaje es más complicado que la matemática pues mientras esta es precisa aquel puede ser equívoco. 2x3 = 6 en cualquier lugar. “Una flor”, para alguien enamorado significa algo muy distinto a lo que significa para una persona que acaba de estar en el cementerio tras perder a un familiar querido. Si digo “hay 4 sombreros en la vitrina”, todos entienden lo que significa exactamente 4. Pero encontramos como una trampa cuando estamos, por ejemplo, ante las palabras “botar” y “votar”, “sima” y “cima”. En cada caso significan cosas distintas aunque las pronunciemos igual. Situación similar se da en frases más amplias: “Irás y volverás, nunca en la guerra perecerás”, “irás y volverás nunca, en la guerra perecerás”. Los números no son como el lenguaje. Son absolutos, no hacen concesiones. Y tal vez esto es lo que asusta a mucha gente y la aleja de la matemática. En lugar de aterrorizarnos de pensar si una respuesta es correcta o incorrecta, podríamos mirar el lado bueno de la operación: los números son previsibles si usamos con ellos la lógica, si ejercitamos el cerebro. Hay un principio fundamental en la programación neuro lingüística: una cosa que haga un ser humano la puede hacer cualquier otro ser humano. Es cuestión de intentar y persistir. Intentemos, por ejemplo, realizar el siguiente ejercicio en un plazo de un minuto: DADOS: 2 1 1 1 estrellas + 1 luna = 10 estrella + 2 lunas = 8 luna + 1 sol + 1 estrella = 9 estrella + 1 flor + 1 sol = 12 ENCONTRAR: el valor numérico de cada símbolo. = 10 Si en el gráfico nos ubicamos donde hay mayor cantidad de elementos será muy sencillo encontrar la solución. Es decir, si procedemos con lógica, con una ejercitación del cerebro, será más manejable que si nos angustiamos por estar frente a un problema =9 ll 8 ll 12 2 de matemática. En realidad, en lugar de hablar de razonamiento matemático hablemos de razonamiento lógico. Miremos esto en la siguiente ilustración. IBAGUÉ TOLIMA Un sencillo razonamiento lógico permite entender que todos los ibaguereños son tolimenses, pero no todos los tolimenses son ibaguereños. Pero si le decimos a un principiante que se trata de 3 un diagrama matemático (conjunto y subconjunto), posiblemente el susto le impida un razonamiento claro al respecto. Por eso es lógico insistir en la lógica. Es esta una herramienta valiosísima, un gran poder intelectual, que puede aumentar la capacidad mental en todos los aspectos de la vida. Obviamente esto requiere entrenamiento. Estamos acostumbrados a ejercitar diferentes músculos del cuerpo, según el deporte o el tipo de gimnasia que nos guste practicar. Pero generalmente abandonamos el entrenamiento del cerebro. El cerebro también es un músculo que también necesita entrenamiento. Si pusiéramos más atención a esta carencia, muy distintas serían las condiciones intelectuales de nuestros estudiantes. Hagamos estos ejercicios: 1. Un hombre que está mirando un retrato que cuelga de la pared dice: “No tengo ningún hermano o hermana, pero el padre de este hombre es el hijo de mi padre”. ¿Qué retrato está mirando?. Probablemente usted concluya que el hombre está mirando un retrato de sí mismo. Intente de nuevo resolverlo. Hagamos ahora este análisis: al hombre que habla llamémoslo “Juan” y al hombre del retrato “señor X”. Convirtamos el planteamiento en el siguiente diálogo: Juan dice: “soy hijo único y el padre del señor X es el padre de mi hijo””. Nuevamente habla Juan: “¿Y quién es precisamente el hijo de mi padre? ¡Si no tengo hermanos, solo puedo ser yo mismo! De modo que el padre del señor X soy yo, y el señor X es mi hijo”. Ahora hablemos nosotros: “Juan es hijo único y el padre del señor X es el hijo del padre de Juan, luego el padre del señor X debe ser Juan. Y si el padre del señor X es Juan, el señor X es el hijo de Juan”. 2. Una rana cae en un pozo de 32 metros de profundidad. Cada día asciende 2 metros por el muro y se desliza uno 4 durante la noche. pozo?. ¿Cuántos días tarda la rana en salir del Por los números esto parece un problema de matemática, pero es un ejercicio de lógica. La presencia de números en un ejercicio no lo convierte en matemática, así como por tratarse de una rana no se convierte este episodio en un problema biológico. Por ser solo distractores, quitemos los números. Al fin y al cabo la clave del ejercicio es la forma en que la rana lo resuelve, no la profundidad del pozo. Si el pozo midiera apenas 2 metros, la rana saldría en menos de un día, pues saltaría al llegar al borde. Si fueran 3 metros, la rana ascendería 2 y bajaría 1 en las primeras 24 horas, o sea que saldría tan pronto como llegue el siguiente día, habiendo utilizado solamente un día. Si el pozo midiera 4 metros, la rana invertiría 2 días, y así sucesivamente (hasta completar los 30, que es lo que demora en salir). Relacionémonos con la lógica de manera diferente de como le hemos hecho con la matemática. En lugar de abordarla como una materia difícil, practiquémosla casi como una entretención, como si fuera un modo de visualizar, de imaginar las cosas y las situaciones relevantes de la vida cotidiana. Juguemos con las premisas y practiquemos deducir de ellas conclusiones correctas. Hacemos así lógica deductiva. 3. PREMISA: Todos los seres humanos vivos, sanos y normales respiran por la nariz. PREMISA: Elisa no respira por la nariz. CONCLUSIÒN: Elisa es un ser humano muerto, enfermo, lesionado, anormal o no es en absoluto un ser humano sino algo distinto (una carpa, por ejemplo). Si las dos premisas son ciertas, la conclusión es verdadera y los lógicos dicen que el argumento es válido. (sin embargo, no sabemos qué o quién es Elisa). Mientras más practiquemos la lógica en la vida diaria, más fácil resultará su manejo. Podríamos asumir como esquema para la 5 lógica deductiva: “SI ESTO ES VERDAD Y SI AQUELLO ES VERDAD, entonces LO QUE SIGUE ES UNA CONCLUSIÓN LÓGICA”. Intentemos permanentemente ejercicios que conduzcan a la apertura de nuestra mente. Es muy importante tener en cuenta que será de gran ayuda entrenar todos los canales de percepción. A continuación algunas sugerencias. - - Antes de escuchar el pronóstico meteorológico salga o asómese por la ventana y deje que su cuerpo le indique la temperatura ambiente. Si lo hace a diario, a las dos semanas será capaz de establecer la temperatura como lo hace un campesino. Trate de decir qué hora es antes de mirar el reloj. - Cuando esté con sus amigos, intente calcular el peso y altura y compárelos con los suyos. Pregúnteles y verifique la realidad de sus conjeturas. - Cuando vaya en carro, trate de averiguar (sin mirar el tablero de controles) cuánta distancia ha recorrido desde su último cálculo. Un buen ambiente para la lógica es el vigor de la actividad mental y este se mantendrá vigente con ejercitación permanente. En especial es necesario ejercitar las zonas propias del lenguaje, cifras, razonamiento inductivo y deductivo y la organización espacial. Entre los ejercicios más productivos para estas zonas están la lectura, la escritura, el dibujo, los juegos de palabras, los juegos de tablero, los de construcción, la conversación y los oficios estimulantes. Lo importante de la actividad mental no es lo que se hace sino el mero hecho de hacer algo. El error más frecuente con respecto a la actividad mental es mirar demasiada televisión. La mayoría de los programas obligan al cerebro a estar pasivo, y la inactividad deteriora la capacidad cognitiva. Hay unos pocos programas (como los de preguntas y respuestas) que permiten la “participación” de los espectadores. Hay otros, como los documentales, que estimulan el sentido crítico y que alimentan el cerebro, no lo pudren como tantos otros. 6 Mirar demasiado la televisión puede ser particularmente dañino para el desarrollo de la inteligencia espacial, del hemisferio derecho de los niños. Los niños que se pasan muchas horas sentados ante el televisor no suelen sentir interés por las aficiones propias de su edad, por ejemplo, elaborar trabajos artísticos o de construcción, hacer deporte o jugar, que exigen habilidades espaciales tridimensionales. Otro efecto nocivo de la televisión es que son muy pocas las personas que se toman un tiempo para leer. Leer es especialmente beneficioso para el cerebro. El simple hecho de leer, al margen del contenido, exige una activa participación de la mente y la imaginación, y estimula, en gran medida, los dos hemisferios cerebrales, además del sistema límbico. Es particularmente beneficioso para el cerebro desafiarlo con nuevas tareas, con cualquier cosa diferente y que no se haya hecho nunca. Lo que hay que evitar sobre todo es no hacer nada. Una mente activa es ambiente propicio para el razonamiento lógico. Usted qué prefiere: ¿aferrarse a lo que ya “conoce” o abrir la mente y dejar pasar el aire fresco de la simple lógica?. La persona lógica, a quien se le presenta una respuesta distinta a la suya, dice: “veamos. Seguiré los pasos de esa solución y veré si sirven. Pues sí, tenía razón, ¡Funciona!”. En la misma situación, una persona ilógica diría: “Tengo treinta y tantos años, sé la respuesta desde que cumplí los 19 y no he tenido que buscar la solución porque ¡yo ya lo sabía!”. ¿Cómo se ve usted?. SINGH KHALSA, Darma. Rejuvenece tu cerebro. Traducción del inglés de Amelia Brito. Barcelona: Urano, 1998. TORO LIRA, Ernesto. Cómo conducir la cabeza. Manual de PNL. Madrid: Mandala ediciones, 1998. VOS SAVANT, Marilyn y Leonore Fleischer. Gimnasia cerebral. Traducción del Inglés de Josefa Linares. 3ª ed. Madrid: EDAF, S.A., 2001. 7