EX. i n i S como buenos ábidos de desgarrar tanto pecho fementido, que venían á disputarles ]a posesión de sus honrados hogares. Pero faltaban jefes; no tenían dirección; peleaban como hambrientos tigres, sin fijarse en la inmensa ventaja que sobre ellos llevaba el enemigo. Las tropas acuarteladas, tenían la orden de no moverse de sus puestos, permaneciendo indiferentes á cuanto ocurriese. El estampido del fusil hizo olvidar á un joven capitán de artillería el respeto que debió á la ordenanza y dirigiéndose á su coronel exclamó exaltado, nes preciso latirse, es preciso morirp^ y se lanzó á la CQ.\\e¡ gñi&náQ vamos avengamos, vamos á morir; y D. Pedro Velar de y Santillan unido á su compañero D, Luis Daoiz y Torres, capitán también de artillería y D. Jacinto Ruiz, teniente de infantería, corrieron gozosos á la muerte con la misma alegría que el sediento á la cristalina fuente donde espera calmar su sed; y cuando úl vapor de sangre se alzaba en el aire, cuando el pueblo de Madrid sucumbía, al traidor plomo francés, ellos corrían presurosos á defender el Parque de Monteleon donde tras una heroica resistencia, encontraron la muerte más gloriosa que jamás le fué otorgada á hombre alguno. Allí murieron los tres primeros héroes de la Independencia, honor de España y orgullo del sol que les alumbró en la primera mañana de su vida; y aun con su muerte atestigua la historia, que el francés jamas supo vencer con nobleza, sino traidora y alevosamente. ¡Gloria eterna á ios innumerables hé. roes del 2 de Mayo, puesto que á ellos de bemos la independencia que disfrutamos! Velárde, Daoiz y Ruiz son nombres que jamás se borrarán de la memoria de todo buen español. ¡Loor y gloria á esos mártires! A. LOPJSZ GALINDO. Por todas partes sin cesar te sigo Pues eres, Magdalena, tan hermosa Que no puedo vivir sino contigo. 39 Es tu boca muy linda y muy graciosa, Y tus rasgados ojos son mas bellos Que la luz de una estrella misteriosa, i^on de seda flecsible tus cabellos, Y sería feliz y venturoso Si permitieras me enredase en ellos. Tu corazón es tierno y tan hermoso Que alibiai'as al mió de ésta pena Si un suspiro me dieras amoroso. Mi deseo es tan puro, Magdalena, Que si le corresponde tu cariño. No dudes que me harás una obra buena. Yo me encuentro inocente como un niño. Con un amor intenso no estudiado. Sin compostura, cálculo, ni aliño. Por un ángel sin duda es inspirado; Y si aceptas, hermosa, mi inocencia, A tu media naranja has encontrado. Cuenta con mi amorosa consecuencia, Y si alguno envidiara mis amores, Que tenga, le dirás, mucha paciencia; Que sufra como yo sufro dolores, Que se resigne con la adversa suertej Signo fatal de amargos sinsabores; Que yo solo nací para quererte, Y con tanta ilusión perdí la calma Que tube hasta llegar á conocerte; Qun en tal agitación está mi alma Que no encuentra ua instante de sosiego Sino consigue la amorosa palma. Por eso, Magdalena, yo te ruego Respondas á mi amor, pues hay negocios, Que no deben dejarse para luego. Mucho de actividad, fuera de ocios, Por que el arte amatorio siempre tiene Un abundante numero de sócius. Y hablando con verdad no me conviene Venga algún individuo y diga, copo, Y en su pecho sus ansias almacene. Entonces pasaría por un topo Este infeliz que se halla enamorado Victima de la audacia de u n . . . (Dispensa Magdalena, si he callado De topo el necesario consonante. Por que pienso lo habrás adivinado) Como yo no hallarás ningún amante; Y si tu amor se ofrece á mi deseo. Eternamente te seré constante. Si soy facultativo, si soy feo, Si nací el año quince, nada importa; Y si no que lo diga el Ateneo. Todo con la paciencia se soporta. Con tal de conseguir un buen noviaje , Que disgustos y penas siempre acorta. Tu amor busque en mi pecho su hospedaje, Pues que no ha de encontrar una posada.