El Esplendor de la Verdad

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•UE EDITORIAL
El Esplendor de
la Verdad
1 Papa Juan PabloIIhaescritoalos obispos de la Iglesia Católica la encíclica Verita ti s
Splendor. Nos ha parecido conveniente exponer el contenido de este importante
documento papal en artículo aparte de esta misma revista. El alma del mensaje
pontificio nos recuerda que someterse a la verdad es un imperativo para la
humanización y el progreso humano. No puede existir libertad auténtica si cada uno se
bien te con el derecho de crear su propio mundo. El subjetivismo moral aprisiona la libertad,
destruye toda vida social y termina destruyendo al hombre mismo.
La pregunta
Jesús, en la hora suprema de su vida, dijo que había venido a dar testimonio de la Verdad.
por la verdad Pilato, sorprendido, hizo una pregunta que resuena con fuerza en nuestros días: «¿Y qué es
la verdad?»
Diversas circunstancias han llevado al hombre a replantear la pregunta de Pilato. De la
correcta respuesta a tal interrogante se sigue la intelección de la presente encíclica.
Para el hombre y la mujer de nuestra época no resulta fácil decir qué es la verdad. Nos
encontramos expuestos a mil proposiciones diferentes y todo nos va pareciendo relativo.
Por un lado, el avance de las ciencias le ha dado al hombre un poder admirable de
manipulación. Las enfermedades han ido en retroceso. Al descifrar los códigos genéticos y
al conocer mejor la interna composición de la materia, el ser humano ha ido adquiriendo un
poder incalculable de dominio y señorío que parece no tener I imite objetivo. La naturaleza,
más q ue como una ñor ma, se ofrece hoy como a rci I la ma leab le a disposi ción del ser humano.
Al tener la capacidad de hacerlo todo, debemos preguntarnos si nos está permitido
moralmente proceder a nuestro antojo. ¿Existe alguna norma? ¿Hay algún orden que ha de
ser respetado?
La dificultad no proviene sólo de las ciencias positivas. La filosofía desde Descartes y
Kant ha ido resaltando la importancia del sujeto. Las ciencias humanas, en particular la
sociología y la psicología, nos han hecho conscientes de los condicionamientos culturales y
psicológicos que padece el hombre; la pedagogía nos ha hecho descubrir los procesos que
permiten asimilar los valores porque ellos no se poseen sin más; y la historia nos ha
desplegado la variedad impresionante de los comportamientos humanos ¿Existe algo permanente e intransable?
Pero no es sólo un problema de ciencias; la sociedad entera va entregando mensajes que
arrebatan al hombre todos los absolutos. Los ideales se hacen inalcanzables y el hombre en
su impotencia tiende a bajar las metas. Se habla de la familia y la paternidad, pero se crean
condiciones de trabajo, tipos de vivienda, dificultades económicas que niegan en su raíz
aquello que se ha tenido por sagrado y que hacen prácticamente imposible realizar lo que
parece bueno.
El sacerdote que confiesa y aconseja, el pastor que enfrenta al hombre concreto, débil y
cercado por mil contradicciones, sabe lo difíciles, dolorosas y complejas que son las
decisiones. El sabe que no puede haber una verdad pastoral para enjugar las lágrimas que
sea diferentede la verdad revelada por Jesús. No siempre es fácil unir la fidelidad total a las
enseñanzasdel Maestro y la cercanía pastoralqueel mismo Señornosaconseja para no cascar
la caña humeante.
Las dificultades históricas, científicas, culturales y pastorales unidas a la profunda
debilidad humana y al pecado, obligan a evitar todo simplismo que oscurece el «Esplendor
MENSAJE N"424. NOVIEMBRE 1993
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MEVttJE EDITORIAL
de la Verd ad ». Ni ellaxismoque borra toda norma ni la rigidez incom prensible e incomprensiva
que destruye al hombre corresponden a la propuesta cristiana.
Por eso es tan importante que al finalizar e! siglo XX, el Papa nos recuerde verdades
La propuesta
del Papa fundamentales que vanal fondo de las cosas,que las diga sin ambigüedadesy sin simplismos.
Hay mucho dolor y desconcierto, está en juego el destino mismo de la humanidad. Las drogas,
la sexualidad desenfrenada, la destrucción de la familia, el progreso sin sentido, la violencia,
la destrucción del planeta ponen al hombre al borde del abismo. Una lectura atenta y
despreju¡ciada de la carta papal verá que ella acoge muchos de los avances de las ciencias
modernas, pero rechaza los extremos unilaterales. Al centraren la persona y en el mensaje claro
y misericordioso de Jesús la más perfecta concreción delorden que Dios quiere para el hombre,
al mostrar el lazo íntimo éntrelos mandamientos y el seguimiento heroico y amoroso de Jesús,
el Papa propone un ideal sin claudicaciones pero lleno de misericordia y humanidad. Al
hablamos de verdad, el Papa no se refiere primariamente a una proposición doctrinal por
importante que esta pueda ser. Es el plan que Dios tuvo al crearnos, el orden objetivo y
trascendente que estñ impreso en nuestro mismo ser. Dios en la revelación no entregó un
manual con definiciones. Imprimió la ley eterna en el corazón humano y más adelante por
Moisés y los profetas dio mandamientos para orientar con claridad la marcha. Finalmente
envió a su Hijo en quien se refleja la plenitud de la verdad. En este sentido, la persona misma
de Jesús es la verdad. El refleja, mejor quenaday que nadie,cuál es el plan objetivo de Dios para
nosotros. La Verdad que nos revela Jesú s es el designio bondadoso de su Padre. Dios desea que
todos lleguemos al conocimiento de esa verdad y que por ese camino alcancemos la salvación,
y la comunión definitiva con El. Esa Verdad trascendente y profunda nos hace libres.
El hombrecomocreatura, no puede crearel bien y el mal, debe aceptar libremente eseorden
dado por el Creador. La Iglesia ha ido escrutando, trasmitiendo, y enseñando esa Verdad. La
encíclica del Papa hay que situarla en este camino de fidelidad a su Señor y al hombre.
La encíclica
Esa verdad fundante empapa nuestra vida y los comportamientos sociales. Por ese motivo
nos interpela la encíclica Veritaris Splendor puede irradiar en todos los ámbitos de la existencia y no sólo
en el campo de la sexualidad como algunos han pensado. No sóloenel ámbitode la sexualidad
existe un subjetivismo que rechaza las normas. Esta encíclica nos recuerda que la verdad
objetiva, la aceptación de la ley de Dios y el reconocimiento honesto de nuestras debilidades
es una base ineludible para la vida moral. Sin esa verdad objetiva todo estaría permitido y el
hombre terminaría siendo un lobo para el hombre.
El Papa nos recuerda que «La relación inseparable entre verdad y libertad tiene un significado de
siuna importancia para la vida de ¡as personas en el ámbito socioeconómico y sodopolítico... Sí no existe
una verdad trascendente, con cuya obediencia el hombre conquista su plena identidad, tatttpoco exist
ningún principio seguro que garantice relaciones justas entre ¡os hombres: intereses de clase, grupo
Nación, los contraponen inevitablemente unos a otros. Si nose reconócela verdad trascendente triunfa
la fuerza del poder, y cada uno I iende a utilizar hasta el extremo los medios deque dispone para imponer
su propio interés o la propia opinión sin respetar los derechos de ¡os demás» (n.99).
Es indispensable que se nos recuerde esto en el momento que vivimos en Chile. Hemos
transgredido los principios éticos mas elementales en el orden de los derechos humanos,
justificándolo todo porque estábamos en guerra. En el orden económico, algunos creen que
sólo nos queda aceptar ciegamente las reglas del mercado como si este pudiese marchar sin
atenerse a la moral. Carentes de normas objetivas,algunos creen que pueden entrar al mundo
del consumo y la ostentación sin tener en cuenta la situación de los pobres y del bien común.
Si como país queremos un progreso estable, no sólo hemos de asumir la economía de
mercado, aumentar el ahorro y la inversión;hemos de recordarque existe una verdad profunda
sobre el hombre, cuyo resplandor es la fuente de la vida y de la libertad y del verdadero
progreso que nos abre a la vida eterna.
Mensaje
26 de octubre de 1993
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MENSAJE N°424. NOVIEMBRE 1993
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