16 Domingo 10.02.13 LAS PROVINCIAS VALENCIA Osoro se compromete a iniciar la causa de canonización del arzobispo Olaechea HISTORIA, TRADICIÓN Mª ÁNGELES ARAZO Una exposición impulsada por la Cardenal Herrera muestra el anillo y otros bienes del prelado fallecido hace 40 años :: LAURA GARCÉS VALENCIA. Monseñor Marcelino Olaechea recupera la actualidad. Su causa de canonización se abrirá pronto. Acaba de emprender el último tramo del camino a la santidad el prelado que fue Arzobispo de Valencia entre 1946 y 1966; el hombre que impulsó la tómbola Nuestra Señora de los Desamparados para ayudar a los desfavorecidos, el motor de las escuelas deportivas Benimar, el fundador de la Escolanía de la Virgen, el promotor de viviendas sociales en Tendetes, Benicalap, San Marcelino... Todas esas acciones y muchas más que llevó a cabo, pesarán en el expediente que debe conducir a los altares al salesiano Olaechea, fallecido hace cuarenta años. El Arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, se comprometió el viernes a abrir la causa de canonización de este prelado, uno de los más recordados por los valencianos. Osoro, según el Arzobispado, anunció esta iniciativa tras un acto sobre la figura del arzobispo Olaechea en el Palacio de Colomina, sede en Valencia de la Universidad CEU Cardenal Herrera. La institución académica, junto con la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), presenta una interesante exposición en la que los interesados en conocer la figura del arzobispo Olaechea pueden encontrar objetos que despertarán su curiosidad. Los interesados en esta figura de la historia de la Iglesia valenciana también pueden encontrar documentos relacionados con su labor como Arzobispo de Valencia. No han olvidado los organizadores de la muestra dejar espacio para su título de maestro, así como para fotografías y publicaciones –entre ellas algunas de LAS PROVINCIAS– dedicadas al arzobispo homenajeado. La exposición abrió sus puertas el viernes anunciada por un cartel que reproduce una histórica imagen. Durante la inauguración de la muestra, el Arzobispo de Valencia definió a Olaechea como un «hombre que vivió para los demás. Un hombre de un corazón excepcional». La cercanía que marcó la relación entre el homenajeado y el Cardenal Herrera también ocupó las palabras de Osoro. Refirió la inquietud de ambos por la educación. Rosa Visiedo, rectora de la universidad mencionó el vínculo entre ambas figuras para destacar en uno y otro «la altura intelectual y la santidad». Fue al clausurar la jornada dedicada a monseñor Olaechea cuando Osoro presentó la iniciativa de abrir la causa de canonización y destacó que era una iniciativa que ya pensaba desde que llegué a la archidiócesis de Valencia, cada vez que conocía y veía tantas realidades que promovió don Marcelino, y otras muchas que ya sabía de antes». De la acción social impulsada por el arzobispo Olaechea hay numerosas pruebas en varios barrios de la ciudad, y distintas generaciones de valencianos son testimonio vivo de la inmensa ayuda que prestó a los necesitados, en particular a los más perjudicados por las terribles consecuencias de la riada de 1957. El pasado mes de octubre, al cumplirse 40 años de la muerte de monseñor Olaechea, el sacerdote Ramón Fita relató a LAS PROVINCIAS que don Marcelino «era hijo de un trabajador de Altos Hornos, y bajo su hábito episcopal, siempre conservó la camisa de obrero». Cuando este hombre de origen vasco llegó a Valencia y «se dio cuenta de que mucha gente vivía debajo de los puentes del Turia se dedicó a buscar la manera de construir viviendas». Así comenzó en Valencia la labor de quien puede convertirse en santo. Objetos del prelado El anillo episcopal, la mitra, el solideo, el báculo o los guantes de don Marcelino se exponen en las vitrinas del Palacio de Colomina. No faltan objetos personales del prelado. Allí están las gafas a través de las que contempló la vida, su reloj de bolsillo, el rosario, una cartera con fotografías, el Documento Nacional de Identidad y el pasaporte. Anillo. El anillo episcopal de Olaechea puede verse en la exposición: LP Cartel. Imagen de Olaechea que anuncia la exposición dedicada al prelado. :: LP Los caballos vuelven a correr en la playa de El Puig :: REDACCIÓN Tres jinetes se disputan la victoria en la playa. :: LP VALENCIA. El Puig celebró ayer uno de los actos más vistosos de sus fiestas de Sant Antonio: la carrera de joyas, que se disputa sobre la arena de la playa y que congrega cada año a numerosos vecinos. Se llaman joyas porque tiempo atrás a los premiados se les daba pre- cisamente eso, unas joyas. Han sido 5 carreras, en función del tipo de animal (híbrido, árabe, español) de unos 1.500 metros, con 3 premios. La jornada festiva de hoy comenzará con un almuerzo popular en la explanada del monasterio, que dará paso a la tradicional bendición de animales. LITERATURA INFANTIL S uerte; por casualidad recibí el mismo día libros de Ediciones del Bullent y de Carena Editors. Suerte porque olvidé las crónicas sobre la situación político-económica del país y me zambullí en las páginas de las publicaciones dedicadas a los niños, que lograron hacerme sonreír a la vez que admiraba la prosa y el sentido del humor de Carles Cano en el cuento ‘Set Blancaneus i un nan’. Una larga aventura con referencia a la ‘Blancanieves’ que el cine actual nos ha devuelto. Para empezar es preciso que se borre la historia que conocimos siendo niños. Carles Cano introduce, con naturalidad e ironía, en el imperio de la reina tan fértil- que en un parto tiene tres hijas y en el siguiente cuatro. Siete princesas, muy blancas, que habrá que casar, mientras que el único varón que aparece es un menudo muchacho negro, del que todas ellas se prendan. A partir de este punto, los tópicos conocidos saltan en añicos y las situaciones divertidas y expresadas con desparpajo continúan, tan absurdas como posibles para quien tenga un margen de fantasía. El espejo mágico se basta y sobra para cambiar situaciones. No hay héroes, no hay dragones, pero hay unos soberbios dibujos de Nuria Feijoo que marchan paralelos al argumento y que inducen a facilitar una representación escolar. Si ‘Blancaneus i un nan’ encantará a lectores de seis a ocho años, los libros de ‘Las hormigas pasteleras’ son adecuadísimos para los más pequeños, con la ventaja de que, editados en castellano y en valenciano, adquieren el valor didáctico de la comparación y consulta. Ni qué decir que las protagonistas de la colección ‘Pica, Tica y Mica’ vivirán anécdotas divertidas en pequeños viajes y en el taller de pastelería. He aquí un gran acierto para ofrecer en cada ejemplar dos recetas de cocina, muy fáciles de elaborar, ya que la mayoría de ellas son ensaladas, patés y mouses. Junto con las hormigas intervienen otros insectos del bosque que atienden siempre al sabio ciempiés. De párrafos breves, la autora Isabel Mingo crea un mundo con encanto, magníficamente dibujado por Silvia Plá. Tiempo feliz.