Pendientes Si la tuviera atada a mis manos, si no se escurriera de ellas con tanta facilidad. Si su cuerpo fuera mi piel, si cada parte de su intimidad llevara mi nombre; si mi día encontrara placer al acurrucarse en su noche vacía. Si me prestara atención con más ganas, si obtuviera de mí un premio sin lujos, sin ilusiones, solo simples palabras que se esconden en el oído para observarla en silencio. Marcando el paso, si ella tuviera el dolor que entra en las uñas de mi pies. Si me cortara las venas más seguido, si no estuviera la pistola tan linda. Si el disparo cayera en su pecho no dolería tanto. Si el asesino tuviera un cuerpo celeste. En el espacio lleno de luz no existe su sombra, no existe la magia de su olor tan impregnado a mis garras. Si ella entrara en este cuarto y le echara un ojo, comprendería más, sería más dulce. Si su carne fuera más fuerte, si su propia mente dejara la ilusa tentación de ser feliz, si su ídolo fuera el estampado de mi polo. Si dios tuviera piernas para correr a mi lado, si él mismo me encontrara sediento en el techo. Si la máquina que rueda en mis oídos intentara pervertir mis movimientos. Si fuera de oro la muerte, si esta pesadilla tuviera banquetes y amores eternos. Si el mar se escuchara en mi ventana. Odiaría la mente de los astros si esta noche me encerraran sus brazos. El abrazo eterno, la lenta agonía que se dilata a medida que la nube repite que esto que se escurre así es tan puro como el borde de su cama. …… No dejaré que los libros me tienten. No caeré hacia ella. No estaré listo para el próximo corte. Abriré los pulmones ante la magia de esta inmunda tristeza y absorberé su líquido informe. Maniobraré entregado a mis propias armas, sin pensar en el ojo que se repite en el infinito como fauces que aligeran el pensamiento y lo vuelven presa del miedo. No tendré miedo, no me interesa procrear días nublados. A mi cuerpo no llega el dígito temido. En mis sueños no existe la gloria, no puedo beber del río seco sin antes orinarme en el pantalón. Sabrán de mí cuando oigan latir un corazón pisado. Le hablaré al oído al santo y me arrojará la sarta de precauciones que espero vomitar mañana. Si duermo, entenderé un poco más a dios y sus maniobras de piloto ebrio. ……. Tan plana y flaca noche. Tan pegada color extático de tu membrana, Pobre noche de plato fuerte y trago amargo, Primer síntoma es mi delirio sin ganas, Segundo, el ojo avizor que reclama el tiempo perdido. Qué lástima, cantando en Gorgoroth, qué lástima pasante roedor yerto y deshecho. Qué ojos obnubilan tu pecho inquieto, maldita nube sobrada que repasa el límite porque le duele, comadre, porque le duele y le jode ser tan fría. Pobre, pobre arena nocturna que no moja ni quema. Pobre asilo despertando de un sueño ligero. Pobre calumnia disfrazada de autenticidad. Pobre caja guarda cadáveres. Pobre atún asfixiado en las rocas y Pobre, pobre migraña que despedaza el cúmulo de mi tuerta imagen y me pregunta una y otra vez “dónde diablos está la flaca”. Y me como las sílabas para dejar de entender, engullo la magia que es la marca oscura en mi pecho. Mi mente se encarna en vacíos obscenos, en cuadros blancos sin pincel ni meninas, en hoyuelos mal aferrados a las mejillas. Poca y estúpida perfección, un No gigantesco marca mi ritmo quedo, sin fuerzas para roer este zapato horrible que me ha tocado calzar. Pedradas al olvido. Máquina muerta, corazón, Máquina pérfida. Una lástima, ojo de color, una lástima hecha de mí, de ti y de todos los segundos que perdimos haciéndonos los muertos para no sentir que hay almohadas más blandas y horizontes listos para falsear nuestra experiencia, nuestro cuento sin alas, nuestras más puras y dulces expectativas, Nuestra pericia al manejar un gatillo sin tambor suelto, sin balas. ……… Aplausos al infierno al que me sometes, vil engendro de la más impúdica sombra. Maldita la hora en la que el diablo te escupió al mundo cargada de bombas y malos recuerdos. Dios está muerto en tus ojos: puerco y desnudo se somete a tus errores. Mala hora encontrarte sola. Mala hora volando en avión. Mala hora perdiendo mi tiempo, sembrando migajas en tu lindo calzón. Fijación metálica en la curva. Me resulta espectro más necio que desprecio. No es la mano caída en medio de ti, no es tu culpa ser más que un sonido. No me insultes piel de lobo No pliegues manojos de hierba sobre la cintura del rey. Almizcle y pútrida convalecencia encuentro desnudo en mi cama. Me nace ser ballena y encallarme a morir. Me nace revertir mi monopolio y vender mi alma a quién. A quién se espera del ruido que hace tu voz Entrando, como carabina, en el centro del todo. El pensamiento y la pugna de los dioses paganos y las grandes estatuas en flor que se elevan a lo largo de la fuente de cristal. Volando como tu ángel de perlas. Perdiendo el sendero en una marca de ayer. Pérfida nutria que se traga mi pescado, anuro intrínseco maquina sospechas, mueve montañas, cuelga sus toallas mojadas al filo de la quebrada. Virgen suicida y pauta mal enseñada. El cielo negro abultado se defiende a sí mismo. Dame las señas de este nuevo demonio, exijo una conformación sin bultos en los ojos y dramas de domingo. Prefiero sentarme aquí a perder la cabeza antes de parecer un siervo asado en la tribuna. Prefiero comerme las horas comiéndote en mi mente que aceptar esta agonía que trona como una música electrónica y se eleva hacia las alturas del mismo infierno. Repetir el silencio en tus ojos Darle importancia a las medias pifiadas en la esquina. Oler con más cuidado las sombras que se arrastran tras de ti, intuirlas a mitad del día, sentir la herencia perdida que soportan sus fauces henchidas. NN Para qué medir la consecuencia Para qué ser probo y bien visto Para qué encontrarse con uno mismo Para qué desperdiciar el inicio de algo, para qué perder el final. Por dónde entrar a lo normal, por dónde tomar las distancias. En dónde está la luna, en dónde está el color. ¿Está en tu entrepierna? ¿Está en tu calzón? ¿Están acaso en mis cojones hirvientes de amor? Acaso el mundo está perdido en la máquina. Acaso la existencia se basa en tu canción. No he perdido la lágrima porque esta ya es cielo, ya es color morado y fugitiva es su intención. No me canso porque no existe el cansancio. Porque no existen las lomas perfectas, no existe más el grito que recorre la almohada. No me baso en los límites de la razón, ni en la adecuada caricia del suicidio. No me encuentro con el fémur partido ni con la risotada que tiene su propia conversión. Mi cuerpo no es el horizonte de tu voz, no es la nota más alta de tus labios. Si te pregunto en dónde está, me dirás que extinta en la nube duerme mi recuerdo. Ojo ciego más al sur. Ojo entregado a la monotonía de la antípoda. Ojo que le hace guiños a la muerte, tan tensa, tan dulce tan débil. Ojo que intrépido marca su territorio, perdiendo el tiempo, perdiendo la vista. Ya no le importa tener cuchillos en las sienes. Ya no le importa el oxígeno desperdiciado. Ya no le importa comer caca sentada en mi sillón. Es solo su grito que llama a unos cuantos más. No es la derrota lo que trae conmoción, es la desnudez. Primera Pregunta Aguda es la Ignorancia Corazón mío tan queso Cuando me quemo las uñas en este espacio Y no es más de mañana en tu pelo. Te exijo conectada A mí Te pido una señal Más que un rostro Te pido estrelles la cabeza contra el muro Y pierdan dolor mis manos muertas Te pido cierres la puerta One more time la puerta Para que el tiempo pase exhausto Y se coma entera la siesta. %% Una parte hambrienta de mí Se ha tragado el dedo acusador. Mejor lleno de azúcar Que vacío el olor del color del dolor. Se parte De un dedo Que dice Ser Vivo Se empieza Mirando La cara Del muerto La presa entera rechina Dos autos esperando la línea Tan pura que grita perpetua Que es dios quien ahora respira. %% Y en mi gracia, Coraza, La respuesta atenta me acecha. Suburbia, enferma e irritada La respuesta es parte de la botella. Me tiene intrincado en su memoria Arrullado por sorpresas y ventanas abiertas, La Respuesta entera Que Contrae mis nervios su furibunda grandeza. Me ata de manos astuta y perversa, Se traga los vasos rotos, la uñas cortadas y los papeles picados que dejó regados en mi nariz La Pregunta Aprieta Me aprieta el alma tu cola Me mueve Despacio Y me gusta porque es una cola de ciudad Un meneo insalubre y despiadado. Los ácaros sedientos toman té en el gato del diablo. Y a nadie le importa, Porque los piojos están vivos. Tan vivos como los ascos de las mujeres y los canarios. Tan vivos como tu cola de campeonato. Me gusta escribirte sentado Porque al mismo tiempo puedo cagarme en el mundo. Me gusta decirte que soy especial y luego mandarte al diablo porque Verás No es casualidad Que a dios se le hayan perdido las llaves Y las haya encontrado un barrigón. No te fijes en los detalles Perrita, fíjate en el montón. En la calle horneada de marimba, en el cuello último del patatús. En el todo que es nada Fija tu mirada Y comprenderás cuánto tiempo has perdido Alucinando mi truleada. Nadie es más que la sombra que lame sus pies Nadie es más que la sombra que lame sus pies. No eres más que la sangre que emana de tus ojos. No soy más que la piel muerta que salta cuando sacudes las sábanas. Push push ahhh. Un par de manos y tres pies pegados a mi boca. Hambre normal de hombre inmundo. Pescar un resfriado dándole un sentido al infierno. Nada es más lindo que amanecer entablado en Lima, partiendo los días en segundos, dividiendo la oración en palabras mágicas y sueños contigo, perrita. Sueños irrisorios sin dioses ni altavoces. Sueños de perritas rastreras que se comen mi caca y me muerden los muslos. Qué lindas son tus manos, qué linda es tu emoción, qué linda es la muerte que me enseña tu calzón. No eres más que la sangre chorreando más lento. No eres más que un game over, una frase extinta, un barbarismo insignificante. No eres más que un par de zapatos viejos colgados en un cable de luz. No eres más que mi boca y la tuya. No existes si no te pienso, pero la omnipotencia ha aprendido a brillar en tus rulos asquerosos. No te veo desde arriba porque caminas sobre mi cabeza, amplificando los rayos que se disparan en la ronca e impune disfunción de mis brazos erectos. Te amo por ser tan puta, por tener esa mano dulce que tantas noches se comió mi sexo. Odio tu perfección al caminar y las obscenas invitaciones que haces al hablar. Zoqueta de mierda. Mar de ojos y malos recuerdos, mar de tenazas en pie y dunas hirvientes. Presagios oscuros, tormentas glaciares y cúspides de piedra negra muerta enferma. Cueva mohosa, mala señal. Tu límite es mi sombra, la que lame tus pies y pierde por cuatro a cero. Sin un par de aletas, en el oído me espera un mar de serpientes azules y moradas, blancas, eternas, juguetonas y maltrechas. ¿Por qué hablarte o callarte? Da lo mismo magra apariencia. Te da lo mismo eso es lo feo, Feo encontrarme y patearme, asaltos en frío en caliente y en oriente. Me duele me jode me enferma. Me maltrata esta última penitencia. Será por ti y los años que despertaron al oír la puerta temblar, los pérfidos goznes resonar en marcas de metal, en ruinas de azufre y almizcle, oliendo a ti, a tu demonio que me sonríe, hiriente, audaz, asquerosamente bello. Cómo duele la última lágrima, el último y ya extinto color morado (la serpiente, sí, la serpiente). Teléfono. Herramienta sin filo, cómo cortar venas, cómo abarrotar un amasijo de probabilidades que me enseñen a patearte el culo. Cómo darme cuenta que eres un fantasma, una sombra que lame sus propios pies, una sombra que cierra su círculo sobre sí misma. Demonios. Qué asco me da cuando te extiendes sobre las orillas de mi eternidad, de mi corazón inflado como mi panza. Qué horripilante la sensación esta que sobreviene a cada segundo, tú haciendo, tú llorando, tú caminando, tú tirando, tú y tu corte en el útero, tú y todas tus insulsas manías que por puro gusto aprendí a manejar. ¿Para qué, perrita? ¿Para qué entregarme a esta dolencia enfermiza? Para qué mirarme al espejo sin amoldar esperanzas. Para qué callarme la euforia. Si no te veo apareces en mis sueños, convertida mierda en serpiente morada, en el último escondrijo de Minas Morgul, en la última y necia circunstancia que atraviesa mis dedos como un puñado de arena. Inútil sin miembro, pobre amputada e indigna patología. Segunda Pregunta Un hombre triste Que hace de sí Un mal sueño Una obediente rama de cristal Que se despoja de pelo y espuma Para hablarte al oído Y empujarte al vacío ....... Bien duro y dotado de algas, Mi cuerpo inmenso atraviesa su sexo Y no hace más que decirme Toda ella despojada de viento “ayer me sentí más mojada y mucho más linda que el resto”. …… Hablando con la pared Discursos ácidos de letras y cifras sin importancia. Más cielo que ayer Con esperanzas quebradas y vueltas a la pregunta: sin pregunta. Centurias consumieron el frágil cuerpo de Anatolia López Maldice su herencia Su campo vedado Su mansión cerrada a quince candados Su cuarto adornado con cadenas de oro Sus miles de hectáreas Consumidas en la soledad de su caricia Ella paga el favor de infierno Una factura histérica Y largos caminos que dejó exánimes Anatolia. Anda en dos patas como cualquier diablillo Hunde los dientes en su propia carne infértil Le duele el vacío que dejó recortado en sus entrañas y se esconde de las almas que sintieron piedad al verla morir dos veces. Qué triste es mi mecánica Qué triste es mi mecánica, Mi ingeniería con sus bases de plástico y arena. Qué pobre y mal manejada está mi industria, mis palancas, mis poleas. Tan faltos de aceite mis engranajes, tan mal deglutida mi inversión. Qué polvoriento y maltratado tractor, qué magra e indiscreta polución. Soy la maqueta que destruyen las potonas de arquitectura. Soy la negligencia médica del doctor. Soy el pantalón abajo del gasfitero Y el mal oculto en la erección del profesor. Se jodió mi imperio. Se jodieron sus poderes, su política, su corazón. Se jodió el motor que echa a andar mis principios Y se jodieron también todos los chips que controlaban mi fragor. Puertas de emergencia, no tengo Ni extintores ni luces ni señalización. Huyen los mohosos accionistas, Viejos y crispados socios de la tormenta. Huyen presa del pánico De los chillidos de las lechuzas y las sucias notas del bifurcado corazón. En caos eterno se derrumba mi corporación Golpeado Gastado Denunciado. En caos eterno se derrumba mi corporación Como Diciendo Adiós Como exigiendo, Entre aceite hirviendo y nieve derretida, Una última Reparación. Cuatro Puchos Ceniza en el Zapato Oteando la niebla que espanta rojiza, Ratas de dos colas que se nadan la vereda compuesta de alrededores De vueltas a la esquina y de fondos a la derecha. Camina linda con ceniza en el zapato, Con ocasos batientes que revelan su experimento y su esquizofrenia. Desnuda sus branquias A los pies de héroes de metal y barcas mascadas por tiburones. En su estepa la incógnita grita Lastima los oídos extraños, Espanta al invasor Y, Finalmente, Se responde a sí misma. )))))))))) Es en esta serie de alarmas Que los aterrorizados lemmings Se lanzan al mar por millares Buscando seducir al equilibrio. Es en este momento exacto Que las ballenas, Unas calatas y otras no, Recobran el juicio y encallan Adornadas de algas y sirenas muertas. Es en esta tormenta próxima Que las ranas se convierten en cerditas quinceañeras Que Piden cerveza Anillos de colores Pinzas calientes Y mucho amor para calmar su alma en pena. ))))))))))) Carraspea el minuto oliendo a tí Carraspea en tu interior que perturba la vista. El tiempo se detiene para meter la cabeza en tu problema Y te hace entender Entre vientos del sur y bailarinas moradas, que no estás tan buena como ayer. ))))))))))) Me limito a tu forma más rastrera. A esa que bota fuego por la boca y en cuya panza descansan horrores indescifrables y rutas paranormales. Me limito a esa marca de tierra que cruza tu rostro cuando miras más de la cuenta. A esa deliciosa malformación terrena que se ha posado sobre tu imagen. Me limito al despertar de tus más repulsivos intentos de atención, a esa madeja de cobras y carroña que duerme tras el cariz intenso de tus manos. Ya no me espanta esa ciénaga interminable que de cola a cabeza te nutre. EntierraGatos EntierraGatos Profiere aullidos en su cavidad nocturna. Pala Pico y Pistola Sujeta al gato de la cola Entrega sus manos a la tierra Disolutos sus mármoles y su frenético arrojo a la Nada. EntierraGatos convierte la muerte en silenciosa pertenencia. Adicto al rostro inerte del gato A la gota de sangre aún tibia Adicto a ese temblor agónico que se adhiere a la comisura de sus labios Miau EntierraGatos modulando su eco en el cementerio Gemidos bañados en tierra mezclada con pelusas felinas Gato exánime Perverso y Agobiante Delicioso el color petrificado de quien cava su última oportunidad Gato inmune a los pavores que sujetan por el cuello al enterrador Que lo convierten en la herida de su propia mordida En el asesino de su suicida En el Gato muerto que él mismo logró enterrar Miau EntierraGatos Género: Poesía Seudónimo: Saladim Chamchawalla