L Denken Pensée Thought Mysl..., Criterios, La Habana, n° 65, 1° julio 2014 iteratura nacional y literatura mundial * Per Thomas Andersen «Hoy la literatura nacional no quiere decir gran cosa; se acerca la época de la literatura universal, y todos debemos contribuir a apresurar su advenimiento», afirmaba Goethe en 1827. En la posteridad es tentador comentar que él tenía la razón —pero se estaría terriblemente equivocado. Por una parte, la idea de una «literatura mundial» tiene su paralelo en las teorías políticas más o menos contemporáneas de su compatriota Emmanuel Kant sobre una «condición de ciudadano del mundo» y sobre los «derechos del ciudadano del mundo».1 Doscientos años más tarde, Jürgen Habermas escribe: Kant no podía prever la idea de la nación.2 Lo mismo se podría decir de Goethe y su vaticinio. Lo que ocurrió después de que él lanzara su idea de una literatura mundial, fue el gran florecimiento de las literaturas nacionales como parte de una política de identidad nacional en la mayor parte de Europa. El concepto de literatura como lo conocemos hoy y la literatura como especialidad nacieron en esa época y en gran escala como parte del mismo proyecto. Sin embargo, paralelamente al 1 Immanuel Kant, Zum ewigen Frieden, 1795, e Idee zu einer allgemeinen Geschichte in weltbürgerlich Absicht, 1784. Véase Kant 2002. 2 Habermas 2005, p. 155. * «Nasjonallitteratur og verdenslitteratur», capítulo 2 de «Hvor burde jeg da vaere?» Kosmopolitisme og postnasjonalisme i nyere litteratur, Universitetsforlaget, Oslo, 2013, pp. 55-76. Literatura nacional y literatura mundial 1137 desarrollo literario-nacional, existieron también ideas sobre las perspectivas cosmopolitas. En el artículo «Literatura mundial» de Georg Brandes, de 1899, se hace referencia específicamente al concepto de «Weltliteratur» de Goethe y su idea de la ciudadanía del mundo, y sobre ese fondo se discute el desarrollo de las literaturas nacionales: Cuando Goethe creó la expresión «literatura mundial»,* el humanismo y el espíritu de ciudadano del mundo eran ideas todavía generalmente aclamadas. En las últimas décadas del siglo XIX, un sentimiento nacional cada vez más fuerte y enardecido las ha hecho retroceder. En nuestros días las literaturas se vuelven cada vez más nacionales.3 Una de las figuras paternas de la especialidad de la comparative literature, Erich Auerbach, era internacionalista en el preciso sentido de que él creía que la literatura podía contribuir a aumentar el entendimiento entre los pueblos y las naciones. Trabajó bajo la sombra de la Segunda Guerra Mundial. No quería ser un constructor de nación en su visión de la literatura, pero también él pensaba que la literatura podía ser usada para construir comunidades de valores. La especialidad de literatura El concepto de literatura y los estudios literarios han cambiado esencialmente en el curso del tiempo. Los antecedentes de la especialidad de literatura de nuestro tiempo fueron ante todo la poética, la retórica y la hermenéutica. Pero ninguna de esas disciplinas concuerda completamente con el concepto moderno de literatura. Ni el objeto ni el fin de los estudios eran los mismos. El concepto mismo de literatura y de «letters» funcionó hasta muy entrado el siglo XVIII como una denominación general para el aprendizaje, para una «literacy» cultural que abarcaba la capacidad de leer y escribir, el conocimiento de griego y latín, y la erudición literaria en general. Alrededor de 1750 un concepto de literatura más moderno comenzó a hallar cabida dentro de la estética filosófica. En ésta se * N. del T.: En el original danés, en vez de «la expresión», dice «la palabra», dado que «literatura mundial» traduce con dos palabras lo que, tanto en danés como en alemán, es una sola: Verdensliteratur y Weltliteratur, respectivamente. 3 Georg Brandes, «Verdensliteratur», Tanker om Liv og Kunst, 1899, en Samlede Skrifter, tomo 12, p. 28. 1138 Per Thomas Andersen estableció la categoría de «fine arts», y entre ellas pasaron a estar la poesía y la historia. El estudio de la literatura —en todo caso, en una especie de variante— pudo, pues, hallar un lugar como parte de la estética filosófica. Sin embargo, se le puso una eficaz traba con la Kritik der Urteilskraft [Crítica del juicio] de Kant, según Stefan Hoesel-Uhlig.4 La erudición y la investigación no podían tener lugar alguno en la experiencia estética. Ésta debía ser «ohne Interesse» [«desinteresada»]. La literatura y la ciencia literaria en el sentido moderno fueron excluidas de la estética.5 Fue la historiografía literaria la que hizo de la literatura un éxito como especialidad y ciencia. Constituyó un nuevo objeto histórico, un archivo semántico lingüístico, una cultura lingüística que podía ser usada para organizar la información escrita sobre el pasado. La idea conductora era que la obra literaria en esta acepción cobraba formas diferentes en diferentes épocas y en diversas culturas. Partiendo de ese material se podía describir la peculiaridad de una cultura, un pueblo, una nación, y determinar qué estadio evolutivo había alcanzado. A partir de ahí sólo faltaban dos procesos capitales antes de que se tuviera en su sitio un concepto moderno de literatura, y se le hubiera dado a la literatura una posición en la esfera pública y como especialidad: en primer lugar, el desarrollo desde la idea de la obra escrita como un archivo sobre el pasado hasta la construcción de un canon selectivo, representativo, y, en segundo lugar, la segregación de los textos de ficción y de la poesía como géneros privilegiados del resto de la cultura escrita. El nacionalismo y el mito romántico del artista fueron factores importantes en esos procesos. De esa historia de la especialidad se pueden extraer cuatro elementos abstractos que pueden dar algunos puntos de referencia de lento movimiento en una constelación teórica. En primer lugar, existe una idea de la literatura mundial que representa una visión perspicaz y una comprensión a través de culturas y fronteras —versus una literatura nacional que ha entrado en la autocomprensión cultural y el proyecto formador de identidad de las naciones. En segundo lugar, la especialidad de literatura tiene un pasado ambiguo con una ubicación interrumpida de la literatura como 4 5 Stefan Hoesel-Uhlig, «Changing Fields: The Directions of Goethe’s Weltliteratur», en: Christopher Prendergast, ed., Debating World Literature, Verso, Londres y Nueva York, 2004, p. 45. Hoesel-Uhlig 2004, p. 41 y ss. Literatura nacional y literatura mundial 1139 parte de la estética, de un lado, y, del otro, una tradición de historia literaria que le ha dado a la obra literaria una posición privilegiada en el estudio de la peculiaridad y desarrollo de los pueblos, naciones, culturas y épocas culturales. La literatura mundial y la literatura nacional, y el estudio de la estética y el estudio de la cultura: ninguno de esos elementos son contrarios. Actúan juntos y al mismo tiempo, pero forman un continuum dentro del cual la especialidad se mueve teóricamente, metódicamente y con relación al material. La historia de la especialidad desde 1960 en adelante representa un desarrollo que se aleja de un fuerte predominio históricoliterario y nacional, en dirección a una priorización estética de las obras como arte autónomo, lo que William Wimsatt llamó «verbal icons». Desde el punto de vista del método, esta orientación textual estética concuerda con la «close reading»,* con la nueva crítica, el estructuralismo y el postestructuralismo. Al mismo tiempo, las especialidades de literaturas nacionales mantuvieron su tradición nacional —ante todo, debido a la lengua en que escribían y al mercado al que se dirigían en primer término. Pero, aparte del hecho lingüístico, se puede decir que, cuanto más «autónomamente» se lee una obra literaria, cuanto menos representación cultural se espera que muestre, tanto más difícil se hace extraer sentido de una vinculación nacional. La situación hoy está relativamente abierta. Las tradiciones de las literaturas nacionales están cambiando en consonancia con el hecho de que el concepto mismo de nación y la posición política de las naciones están cambiando. En nuestra parte del mundo la política de identidad ha entrado en una nueva fase. La comunidad que se construirá en los estados de bienestar europeos tardomodernos es una comunidad comunicante para un estado policultural, no un estado nacional monocultural tradicional. La literatura mundial como tradición no representa una alternativa suficiente en esta situación. La especialidad de la «comparative literature» tiene con su concepto de mundo problemas igual de grandes que los que tienen las tradiciones de literatura nacional con su concepto de nación. Esto se debe, entre otras cosas, a que ya no es posible mantener la tradición fuertemente eurocéntrica a la que la idea de una literatura mundial * N. del T. Close reading: (ingl., literalmente: «lectura de cerca») «la interpretación cuidadosa, sostenida, de un breve pasaje de un texto», es decir, «una lectura que coloca al texto, sus detalles, matices de significado y efectos de lenguaje en el centro del interés». 1140 Per Thomas Andersen estaba ligada en su punto de partida. Sin el eurocentrismo el concepto de literatura mundial se enfrenta con grandes desafíos. Sobre todo la potencial multitud de textos y los desafíos lingüísticos representan obstáculos casi insuperables. Los contextos culturales complican la imagen adicionalmente. Como escribe David Damrosch en el libro How to Read World Literature (2009): «Puede tomar muchos años desarrollar una familiaridad íntima incluso con una sola cultura; ¿cómo hemos de tratar entonces con la multitud de las culturas literarias del mundo?»6 En otras palabras: tanto las tradiciones literarias nacionales como la tradición de la literatura mundial tienen diferentes desafíos, pero tanto las unas como la otra deben cambiar —y están cambiando. Tradiciones nacionales En 2007, Nicolas Sarkozy fue elegido presidente de Francia. Él se ha hecho célebre por su actitud anticultural. Entre otras cosas, combatió el modo en que los funcionarios públicos eran elegidos para los cargos en la burocracia. A saber, se ponía énfasis en poner a prueba la cultura general de los solicitantes, se utilizaban preguntas comunes —entre otras, sobre clásicos literarios. Sarkozy declaró que «un sádico o un estúpido —escojan ustedes mismos— había puesto en el programa que a los candidatos se les debían hacer preguntas sobre La Princesa de Clèves» [novela de Madame de La Fayette, publicada en 1678].7 Sarkozy puede figurar como ejemplo de la actitud de los políticos conservadores y liberales hacia la «alta cultura». Sólo a un sádico o un estúpido puede ocurrírsele molestar a la gente con clásicos literarios. El jefe de la nación percibe esa clase de cosas como no pertinentes. En Dinamarca la situación es distinta. Aquí existe una estrecha conexión entre política conservadora y el cultivo de un canon tradicional. Desde el gobierno se implantó un robusto canon literario para la instrucción pública en 2004, y un canon cultural correspondiente en 2006. El canon literario debía salvaguardar la identidad nacional danesa, y mantenerse en pie como un baluarte contra el radicalismo cultu6 David Damrosch, How to Read World Literature, Wiley Blackwell, Oxford, 2009, p. 1. 7 Véase Anders Toftgaard, «Har De laest Fyrstinden af Clèves?» en: Erik Svendsen y Marie-Louise Svane, ed., Litteraere livliner. Kanon – klassiker – litteraturbrug, Gyldendal, Copenhague, 2011, p. 183 y ss. Literatura nacional y literatura mundial 1141 ral doméstico y el islamismo inmigrante. El ministro de cultura Brian Mikkelsen les explicó en 2005 a sus partidarios del Partido Popular Conservador por qué eran necesarios tales cánones en la lucha cultural: Una de las más importantes batallas que se ha de librar es la relativa a la confrontación que vivimos cuando inmigrantes de países musulmanes se niegan a reconocer la cultura danesa y las normas europeas. En medio de nuestro país —de nuestro propio país— se está desarrollando una sociedad paralela en la que unas minorías practican sus normas medievales y su modo de pensar no democrático. No podemos aceptar eso. Es aquí donde tenemos un nuevo frente de la lucha cultural.8 En Dinamarca hay restos de un paisaje político de derecha culturalmente conservador; en Francia es el populismo de derecha el que reina. Si eres conservador, estás por el canon; si eres aún más conservador, estás contra. El punto de vista del radicalismo cultural ha sido, la mayoría de las veces, que uno debe ser crítico del canon. Esto presupone que el canon representa la cultura burguesa, y que la postura válida es tratarla críticamente. Con la mayor frecuencia el tema de la crítica es que el canon tradicional está necesitado de un ajuste con arreglo a la clase, el sexo y el género. La actitud es confirmadora del canon en el sentido de que supone la existencia del mismo, y con el tiempo tiene menos sentido en el contexto escolar. Pocos alumnos se encuentran hoy con un canon burgués intacto hacia el cual ellos puedan aprender a volverse críticos. Un hecho común a los países occidentales es que la literatura ha tenido tradicionalmente una posición relativamente central en el sistema escolar y educativo, pero que esa posición se ha vuelto débil en los años posteriores. En Francia el proceso es particularmente claro, sobre todo porque la literatura se ha mantenido en pie con más fuerza allí que en muchos otros lugares. Habiendo sido una vez la orientación dominante de los estudios, la tendencia específicamente literaria está hoy en peligro de extinción. En 1968 el 50% de los alumnos de enseñanza secundaria escogió una orientación literaria, en 1989 fue el 25% y en 2005 el 18%.9 8 Aquí citado según Lasse Horne Kjaeldgaard, «Vredens skole. Kanondagsordenens konsekvenser for danskfaget» en: Svendsen y Svane 2011, p. 63. 1142 Per Thomas Andersen En 2008 fue el 11%. 10 En los EUA muchos creen que la literatura está saliendo por completo del sistema educativo. Harold Bloom opinó en su célebre libro The Western Canon (1994) que la literatura no tendrá lugar alguno en el sistema escolar futuro. Eso no es en realidad sorprendente cuando uno, como Bloom, no ve en la literatura ninguna otra función que la vivenciación estética individual de la obra de arte autónoma. El libro de Bloom ha inspirado discusiones sobre el canon literario en varios países. Pero se derivó de una situación que creo que en los años 90 era especialmente clara en los EUA, a saber: el movimiento desde los estudios literarios hacia los cultural studies en las universidades. Este proceso no sólo puso bajo presión al canon literario tradicional, sino que condujo también a que muchos especialistas sintieran que la propia literatura estaba amenazada. A Bloom le irritaba estar rodeado de profesores que se interesaban por el hip hop en vez de por Shakespeare, pero constató que la literatura había perdido la guerra. Que la discusión del canon de Bloom pudiera ser trasladada a estados nacionales pequeños, relativamente homogéneos, como Dinamarca y Noruega, fue en realidad asombroso. Los EUA nunca han sido un estado nacional monocultural con un canon literario basado en el consenso. La rebelión contra la enseñanza tradicional de la literatura era también una rebelión contra la hegemonía de «los hombres blancos muertos» a costa de otras culturas parciales de los EUA. La situación no era directamente transferible a las condiciones domésticas. El debate del canon en Dinamarca no tuvo su punto de partida en profesores enfadados con colegas de los cubículos vecinos, sino en el miedo de ciertos políticos de que la pureza de la danesidad se viera amenazada. En Noruega la situación, una vez más, es distinta. Aquí la presión más acusada contra el canon literario viene de la unión de autores de literatura especializada, la NFF, y sus activistas, que quieren que haya más «prosa de no-ficción [sakprosa]»* en la escuela.11 9 Véase Toftgaard en: Svendsen y Svane 2011, p. 192. Svendsen y Svane 2011, p. 192. * N. del T.: En noruego, sakprosa: «prosa que pone énfasis en el contenido (y no en la forma)», «textos que el receptor tiene motivos para entender como enunciados directos sobre la realidad». 11 Véase la discusión en el artículo de Frode Helland en: Arne Johannes Aasen y Sture Nome, eds., Det nye norskfaget, Fakbokforlaget, Oslo, 2005. 10 Literatura nacional y literatura mundial 1143 Las mayores perspectivas para los cambios en las tradiciones literarias de lengua nacional las hallamos, creo yo, en la literatura de lengua inglesa. En ella penetraron de lleno los planteamientos de los problemas postcoloniales. En la literatura de lengua inglesa reciente se habla de un cambio de «literatura inglesa» a «literatura en inglés».12 En la gran nueva historia literaria que Oxford University Press comenzó a publicar en 2002, el tratamiento de la literatura reciente es dividido en dos tomos paralelos: un tomo sobre la tradición nacional —1960-2000: The Last of England— y un tomo sobre la literatura postcolonial —1948-2000: The Internationalization of English Literature. Berthold Schoene afirma en The Cosmopolitan Novel (2009) que en la literatura de lengua inglesa se ha creado una variante genérica completamente nueva, una novela cosmopolita, que reemplaza a la literatura nacional. La segregación de las dos tradiciones en dos tomos diferentes es interesante, puesto que los análogos planteamientos de problemas postcoloniales en la literatura de lengua francesa han conducido a que los autores francófonos no originarios de Francia (por ejemplo, Alain Mabanckou) se sientan excluidos de la literatura francesa y hallen extraña su posición en relación con los autores inmigrantes francófilos sin antecedentes de lengua francesa (por ejemplo, Milan Kundera) —que sin más son integrados en la historia de la literatura francesa. Los estados nacionales pequeños, tradicionales, como los escandinavos, no se encuentran en una situación análoga. La tradición literaria nacional es todavía mucho más homogénea que la de lengua inglesa y la de lengua francesa, independientemente de si tiene un canon escolar robusto (Dinamarca) o si no lo tiene (Noruega y Suecia). Sin embargo, la internacionalización o los encuentros de culturas hallan lugar en la literatura de diferentes modos: en primer lugar, de la manera tradicional a través de la afluencia de literatura de otras culturas en forma de traducciones; en segundo lugar, a través de relatos sobre otras culturas de viajeros que han visitado lugares extranjeros; y en tercer lugar, a través de la literatura de inmigrantes. Todas esas variantes existen en la literatura escandinava, pero casi no han cambiado a la literatura nacional de ningún modo fundamental. 12 Véase Bjarne Thorup Thomsen, «Curriculum, flerkulturalitet og litteraer globalisering» en: Svendsen y Svane 2011, p. 197 y ss. 1144 Per Thomas Andersen En una perspectiva histórica, conviene recordar que la filosofía de Gottfried Herder, que en muchos contextos figura como fundamento teórico de las literaturas nacionales, en varios puntos estaba más matizada y era más moderna que la impresión que a menudo se tiene de ella. El concepto de espíritu del pueblo no era para Herder una magnitud esencial, no se trataba de un organismo viviente, como más tarde lo fue para algunos de los románticos. Una importante base para el pensamiento de Herder fue la suposición moderna de una dependencia recíproca entre lenguaje y mundo de ideas. El conocimiento no puede ser disociado del lenguaje. Sus intereses filológicos deben ser vistos sobre esa base. Además, Herder fue un relativista cultural y opinaba que «el negro puede considerar al europeo como una variedad rara, una cucaracha nata, con el mismo derecho que el blanco cuando lo considera una bestia…» Herder constató que «la imagen original o prototipo de la humanidad no existe bajo ningún cielo, es un concepto que es inferido de todos los ejemplares de la naturaleza humana». Él era menos eurocéntrico que muchos de los posteriores defensores de la literatura: Lo que menos puede ser nuestra cultura europea es una meta para la bondad y el valor humanos universales. (…) La cultura europea es un concepto abstracto. ¿Dónde se encuentra? ¿En qué pueblo? ¿En qué época?13 Herder no es unívocamente nacional en su orientación relativa a los fenómenos culturales y literarios.14 Existe también un elemento histórico-universal en su pensamiento, en el que se considera que el desarrollo histórico de todos los diferentes pueblos y naciones tiene un objetivo global, supraordinado, a saber, la propagación de la cualidad de la humanidad.15 Este punto de vista optimista de progreso no creo que haya de ser entendido en el sentido de que cada nación y cada pueblo se mueven todo el tiempo en dirección a una mayor humanidad, sino en el sentido de que la humanidad en su conjunto se mueve hacia un despliegue cada vez más 13 14 15 Véase traducciones en: Peter Brask, Tekst og tolkning. Forste del, RUC forlag, Roskilde 1974, p. 15. Véase, por ejemplo, Atle Kittang, «Litteraturhistoriografiens framvekst, vilkar og ideologiske funksjonar» en: Atle Kittang, Per Meldahl y Hans H. Skei, Om litteraturhistorieskriving, Alvheim og Eide, Ovre Ervik, 1983, p. 34. Véase Brask 1974, p. 14. Literatura nacional y literatura mundial 1145 amplio de humanidad. De ese modo, existe una preocupación global en el pensamiento de Herder que fácilmente puede conducir las ideas en dirección a Johann Wolfgang von Goethe y sus ideas sobre el aumento del entendimiento mutuo entre las naciones con ayuda de «la literatura mundial». Literatura mundial La idea de Goethe sobre una literatura mundial nunca fue profundizada por él mismo. Él usó el concepto en una conversación con su amigo Johann Peter Eckermann en 1827, así como en Ueber Kunst und Alterthum (1827). Muchas cosas hacen pensar que sus ideas tenían relación con la difusión de su propia obra en otras lenguas, entre otras la publicación de Torquato Tasso en Francia.16 Al parecer, creía que la publicación de obras alemanas en el extranjero implicaba una obligación: los alemanes también debían leer la literatura de otros países. Él mismo leyó con interés Yüchiao-li ou Les deux cousines, una novela china traducida al francés.17 Probablemente vio un signo de «progreso de la humanidad» en el entendimiento mutuo que la difusión de la literatura por encima de las fronteras de los países podía crear.18 Que difícilmente se trataba de una transgresión del patriotismo alemán, lo muestra la siguiente afirmación: «Quiero, por mi parte, dirigir la atención de mis amigos hacia el hecho de que estoy convencido de la formación de una literatura mundial general, en la cual nos está reservado un honroso papel a los alemanes.»19 Es interesante notar que las reflexiones de Georg Brandes sobre una literatura mundial, unos 70 años más tarde, también se relacionan directamente con la difusión de literatura traducida. El artículo «Literatura mundial» es ante todo un artículo sobre traducciones. Es igualmente importante tener en cuenta que tampoco para Brandes era cuestión de dejar atrás 16 17 18 19 Stefan Hoesel-Uhlig, «Changing fields: The Directions of Goethe’s Weltliteratur», en: Prendergast 2004, p. 34. Véase Helge Jordheim, «Verdenslitteratur og litteraturforskningens kairós: Goethe, Auerbach, Said og vi», en Norsk litteraturvitenskapelig tidsskrift, I, 2006, p. 15. Hoesel-Uhlig en: Prendergast 2004, p. 35. Goethe, «Ueber Kunst und Alterthum», Werke, vol. 6, n° 1 (Stuttgart, 1827), Berna, 1970, p. 131. Aquí citado según Hoesel-Uhlig en: Prendergast 2004, p. 35. 1146 Per Thomas Andersen lo nacional en favor de una especie de literatura supranacional. Por entero de acuerdo con las teorías del cosmopolitismo de hoy, Brandes afirma: Sin embargo, en modo alguno opino que el espíritu de la nacionalidad y el de ciudadano del mundo se excluyan mutuamente. La literatura mundial del futuro devendrá tanto más cautivadora, cuanto más fuerte aparezca en ella la Impronta nacional, y cuanto más desigual sea, cuando ella sólo como arte y ciencia también tenga un lado humano universal. Lo que francamente está escrito para el mundo, dificilmente funcionará como obra de arte.20 Un rasgo característico de muchos de los tempranos defensores de la literatura mundial es que no la veían como algo opuesto a las literaturas nacionales. Al contrario, ellos, como Brandes, creían haber estado ocupándose de la relación entre lo particular y lo universal. Esto es válido también para Erich Auerbach. En el artículo «Filología de la literatura mundial», escribió: «Sin embargo, la literatura mundial no se refiere sólo a lo que es común, a lo humano como tal, sino también a la interacción entre lo general y lo variado.»21 De hecho, parece como si fuera el esfuerzo por preservar la peculiaridad de las expresiones literarias particulares lo que constituía la preocupación principal de Auerbach. Él le temía profundamente a la estandarización de la modernidad: Por mil razones que todos conocen, la vida del hombre en el planeta se hizo más unida. Este proceso que originalmente proviene de Europa, sigue estando activo y socava todas las tradiciones propias. Es verdad que la voluntad nacional es más fuerte y más clamorosa que nunca, pero por todas partes corre hacia lo mismo, hacia las formas modernas de vida.22 Igual de preocupado como estaba por la pérdida de la diversidad cultural, estaba temeroso de perder la perspectiva histórica. Le temía a «una educación sin historia, que no sólo existe, sino que también reclama el dominio».23 Como si estas preocupaciones fundamentales no fueran suficien20 21 22 23 Brandes 1899, p. 28. Erich Auerbach, «Verdenslitteraturens filologi» (1952), Norsk litteraturvitenskapelig tidskrift, n° 1, 2006, p. 3. Auerbach 2006, p. 3. Auerbach 2006, p. 5. Literatura nacional y literatura mundial 1147 tes, Auerbach fundamenta su pesimismo en un tercer punto que parece aún más melancólico: él no tiene ninguna fe en una literatura mundial que ennoblecería o conciliaría: «Ya no se trata del intercambio espiritual, ennoblecimiento de las costumbres o conciliación entre los pueblos. En parte, era imposible realizar esos objetivos, en parte el desarrollo ya los ha dejado atrás.» En realidad, él creía que «la adaptación entre las culturas había ido más lejos de lo que era deseable para un humanista en la tradición proveniente de Goethe».24 Sobre ese fondo, el concepto de literatura mundial a favor del cual argumenta Auerbach es notablemente teórico y abstracto. Helge Jordheim dice en su artículo orientado hacia la historia de la especialidad, «Literatura mundial y kairós de la investigación literaria: Goethe, Auerbach, Said y nosotros», que él [Auerbach] «no está en condiciones de llenarla de contenido concreto, o sea, con textos y obras literarias».25 Suena razonable cuando Jordheim propone entender todo el concepto de literatura mundial de Auerbach como un concepto hermenéutico que describe el horizonte de comprensión dentro del cual trabaja el filólogo —en este caso, Auerbach. Se trata de entender los textos que se interpretan como parte de la literatura mundial, como expresión relativa de peculiaridades históricas y culturales, no como expresión universal de la esencia de la literatura.26 Pero Auerbach, en realidad, anda en busca de una síntesis universalmente compiladora, «una filología de síntesis científica para la literatura mundial».27 Él mismo aduce todas las buenas razones por las que es imposible conseguirlo. Uno se queda en realidad con el ejemplo que él mismo da con su clásica Mimesis. Dargestellte Wirklichkeit in der abendländischen Literatur [Mimesis: La realidad representada en la literatura occidental] (1946). Éste es, en compensación, un ejemplo que es admirado por la mayoría de los que trabajan profesionalmente con literatura. La obra fue escrita en el exilio en Estambul con la Segunda Guerra Mundial como fondo, y traza líneas desde Homero y la Biblia hasta Virginia Woolf y Marcel Proust. Sin embargo, el concepto de literatura mundial 24 25 26 27 Auerbach 2006, p. 5 Jordheim 2006, p. 28. Jordheim 2006, p. 28. Auerbach 2006, p. 6. 1148 Per Thomas Andersen de Auerbach es, en realidad, tan vago como el de Goethe, pero su praxis despierta admiración incluso 60 años después de la edición de la obra. Cartógrafos La obra que ante todo ha puesto en marcha las renovadas discusiones sobre la literatura mundial en las dos primeras décadas del siglo XXI, es La république mondiale des lettres (1999) de Pascale Casanova. La recopilación de artículos Debating World Literature (2004), editada por Christopher Prendergast, es en buena medida una contrarréplica al libro de Casanova. Lo que hace controversial a Casanova es en especial el modo en que ella cartografía el mundo literario. Ella parece pensar que el mundo constituye un gran «campo» literario (Bourdieu), y que es dirigido por la rivalidad y la competencia. Los que compiten, son, a los ojos de Casanova, en primer término, las naciones. Su sistema es inter-nacional, no transnacional o cosmopolita. Su modo de pensar se orienta hacia la relación entre naciones individuales, y a la contribución literaria de las mismas. Casanova piensa tanto geográfica como históricamente. Ella construye un centro, un «Greenwich Mean Time» para la historia literaria, y a partir de ese centro se definen las periferias literarias. La historia se ha desarrollado en tres fases principales, afirma Casanova28 (v. 47 y ss.). Todo eso comienza en el siglo XVI con La Deffence et illustration de la language francoyse (1549) de Joachim de Bellay. Éste era uno de los siete autores franceses que fundó el grupo de poetas la Pléyade y abogó por una literatura nacional francesa propia. Para Casanova, lo esencial parece ser la lucha de la lengua francesa para imponerse sobre el latín dominante —y el dominio de la Antigüedad en general. Como Prendergast —y la propia Casanova— hace notar, probablemente se podía haber escogido un candidato por lo menos igual de obvio, a saber: Dante, que, después de todo —a diferencia de Bellay— realmente escribió una de las obras más centrales de la literatura mundial, La Divina Comedia (probablemente comenzada en 1307). Lo que Casanova logra es, sin embargo, hacer de Francia —y París— el centro de la república mundial de las letras. La siguiente fase comienza con lo que Casanova llama «el efecto Herder», cuando especialmente el interés por tradiciones de la literatura 28 Pascale Casanova, The World Republic of Letters (1999), Harvard University Press, Cambridge, 2004, p. 47 y ss. Literatura nacional y literatura mundial 1149 del pueblo opone resistencia al dominio literario francés. La tercera fase es la época de los «excéntricos», que quiere decir la literatura creada por el gran torrente de «outsiders» que afluyen a las metrópolis occidentales (léase: París) como consecuencia del imperialismo y la posterior descolonización. El libro de Casanova es imponente a causa de su acopio de material. Pero se deja entender que ha sido percibido como controversial debido al mapa que traza. No parece particularmente convincente cuando ella asegura que «la afirmación de que París es la capital de las literaturas no es un efecto del galocentrismo, sino el resultado de un cuidadoso análisis histórico».29 Esta obra que, más que otras en la investigación literaria reciente, se propone escribir juntas la historia del mundo y la historia de la literatura, se presenta como bastante nacional en su óptica. Sin embargo, la voluntad de cartografiar la literatura mundial es característica de varios autores que han tenido teorías sobre ésta o sobre algunos de los principales clásicos principales del mundo. Cuando T. S. Eliot, en 1944, pronunció su discurso «¿Qué es un clásico?» en The Virgil Society en Londres, a diferencia de Casanova hizo de Roma la capital de la literatura mundial. También Eliot tenía sus razones, pero éstas probablemente no eran nacionales. Eliot era estadounidense, pero en ese momento se había hecho inglés —y pronunció su discurso en un momento en que los italianos, por lo demás, difícilmente eran muy cotizados en Inglaterra. Eliot creía que el principal criterio de un clásico literario internacional era la madurez, la madurez de la mente, la madurez de las costumbres, la madurez de la lengua, la madurez de la civilización y la sensibilidad religiosa. Eliot cartografió una Europa literaria con Roma, la lengua latina y Virgilio como centro. Un examen más de cerca, deja ver, sin embargo, que es a Eneas más que a Virgilio a quien Eliot destaca: Pero él [Eneas] es el símbolo de Roma, y lo que Eneas es para Roma, lo es la Roma antigua para Europa. De ese modo, Virgilio adquiere una posición central como clásico único; él está en el centro de la civilización europea (…).30 J. M. Coetzee, quien en 1993 pronunció una conferencia en Austria con el mismo título que la de Eliot, observó sobre su predecesor: «El propósito 29 30 Casanova 2004, p. 46. T. S. Eliot, «Hva er en klassiker?» en: Eliot, Utvalgte essays, Ernst G. Mortensens Forlag, Oslo, 1968, p. 106. 1150 Per Thomas Andersen [de Eliot] era consolidar y volver a argumentar una tesis que Eliot había estado planteando por largo tiempo: que la civilización de Europa Occidental es una sola civilización, que ella se deriva de Roma a través de la Iglesia de Roma y el Sacro Imperio Romano, y que su clásico originario debe ser, por lo tanto, la épica de Roma, la Eneida de Virgilio.»31 Una contribución a las reflexiones sobre la literatura mundial entre los autores contemporáneos proviene de Milan Kundera en su ensayo «Die Weltliteratur», de Le Rideau – Essai en sept parties (2005). Al igual que Eliot y Casanova, Kundera practica una cartografía activa. Una de sus principales preocupaciones es desprender su país natal, Chequia, de un contexto cultural eslavo y ruso. Establece la macrorregión «Europa Central» –como algo distinto de «Mitteleuropa». Al igual que Eliot sesenta años antes, Kundera es completamente eurocéntrico en su orientación, aunque use el concepto de «Weltliteratur». Pero la république des lettres que él funda es totalmente distinta tanto de la de Eliot como de la de Casanova. Tampoco se parece a la de Goethe o la de Auerbach. Los favoritos de Kundera son Rabelais, Sterne, Cervantes, Fielding, Stendhal, Flaubert, Joyce, Kafka, Broch y Musil. Parece, pues, que los voceros de la literatura mundial hablan de mundos muy diferentes o literaturas bastante diferentes. Cada uno de ellos traza su mapa. El de Kundera se presenta apenas como ni más ni menos relevante que los de otros —salvo que parece asombroso con una mirada tan eurocéntrica en el año 2005. Lo que se puede constatar es que hoy encontramos un bajo grado de consenso sobre qué es literatura mundial y qué debe ser salvaguardado por la tradición de la literatura mundial. Por una parte, está lo que se pudiera llamar una concepción impasible, representada en Kundera, que mantiene totalmente una actitud eurocéntrica. Sin embargo, a nivel internacional se pueden observar muchas tentativas de reorientación. El concepto de «global literature» es introducido por Fredric Jameson; «cosmopolitanism» es usado por Bruce Robins y Timothy Brennan; «world literature» es empleado por David Damrosch y Franco Moretti; «literary transnationalism» es un concepto que le debe mucho a Gayatri Spivak. Damrosch es tal vez el que ha ido más lejos en el intento de preservar buenas tradiciones de las «literaturas comparadas», al mismo tiempo que 31 J. M. Coetzee, «What is a Classic. A Lecture», en: Coetzee, Stranger Shores, Penguin Books, Nueva York, 2001, p. 1. Literatura nacional y literatura mundial 1151 amplía la perspectiva para abarcar más literatura no occidental. Esto se pone de manifiesto en ediciones como What is World Literature y How to Read World Literature. Probablemente de eso es de lo que se ha percatado Franco Moretti, y de lo que extrajo tentativamente las consecuencias en su artículo «Conjectures on World Literature». Moretti opina que la literatura ha sido un «sistema planetario», y la masiva cantidad potencial de textos hace apremiante preguntar qué quiere decir estudiar la literatura mundial. Yo trabajo sobre narrativa euroccidental entre 1790 y 1930, y me siento como un charlatán fuera de Gran Bretaña o Francia. ¿Literatura mundial? Mucha gente ha leído más y mejor que yo, pero, aun así, aquí estamos hablando de cientos de lenguas y literaturas. Leer «más» no parece ciertamente ser la solución.32 Hace falta un método totalmente nuevo, opina Moretti, «y nadie ha encontrado jamás un método con sólo leer más textos». Moretti visualiza una distribución del trabajo entre gente que conoce las distintas literaturas nacionales y los que quieren practicar la «comparative literature». «La close reading no resolverá el problema.» Moretti aboga por una «distant reading». No se pueden leer obras solamente, se deben leer literaturas, y entonces debe haber una distribución para lograr tanto análisis como síntesis. «Sabemos cómo leer, ahora aprendamos cómo no leerlas.»33 Moretti se hace cargo seriamente de ese problema abrumador, pero la objeción a su estrategia será que a largo plazo él difícilmente reclutará a los más talentosos estudiantes e investigadores. Ellos, en su mayoría, probablemente preferirán leer textos. Es en los textos individuales donde está el placer en la literatura. Una posición influyente en la discusión sobre la literatura mundial es la teoría postcolonial, con el tiempo tal vez representada en primer término en Homi K. Bhabha y Gayatri Chakravorty Spivak. También Bhabha basa en Goethe el concepto de «world literature», y lo idolatra como a un héroe. Él es, es verdad, «profundamente eurocéntrico», pero «como orientalista que lee Shakuntala a los 17 años de edad, y que escribe en su autobiografía sobre el dios mono Hanuman ‘informe y formado en exce32 33 Franco Moretti, «Conjectures on World Literature» en: Prendergast 2004, p. 149. Prendergast 2004, p. 151. 1152 Per Thomas Andersen so’ [‘unformed and overformed’], las especulaciones de Goethe están abiertas a otra línea de pensamiento».34 Bhabha opina que el estudio de la literatura mundial podría ser el estudio del modo en que las culturas se reconocen a sí mismas a través de sus proyecciones de «otredad». Donde una vez la transmisión de tradiciones nacionales fue el más importante tema de una literatura mundial, quizás podemos sugerir ahora que las historias transnacionales de inmigrantes, los colonizados, o refugiados políticos —esas condiciones de borde y de frontera— pueden ser los terrenos de la literatura mundial. El centro de semejante estudio no sería ni la «soberanía» de las culturas nacionales, ni el universalismo de la cultura humana, sino una concentración de la atención en aquellos «raros desplazamientos sociales y culturales» que Morrison y Gordimer representan en sus ficciones «no hogareñas».35 Ése es un concepto de literatura mundial bien distinto del que hallamos en Moretti, Damrosch, Prendergast y Casanova. En Spivak el punto de vista es nada menos que la «muerte de una disciplina».36 Es sobre la «comparative literature» en los EUA sobre lo que ella escribe. Ella opina que la disciplina «sigue siendo parte de la dominante cultural euroestadounidense»,37 y aboga por «una nueva literatura comparada»,38 que consiste en una buena mezcla de ciencia literaria y estudios de área, en la que el encuentro con el Otro está en el centro de la atención. Se puede constatar con certeza que no reina unidad alguna sobre qué debe contener hoy el concepto de literatura mundial. El contexto grande y el pequeño El ensayo «Die Weltliteratur» de Milan Kundera es interesante a este respecto, entre otras cosas porque él trae dos simples elementos con vistas a la contextualización de la obra de arte: él los llama el pequeño contexto y el 34 35 36 37 38 Homi K. Bhabha, The Location of Culture, Routledge, Londres, 1994, p. 12. Bhabha 1994, p. 12. Gayatri Chakravorty Spivak, Death of a Discipline, Columbia University Press, Nueva York, 2003. Spivak 2003, p. 25. Spivak 2003, p. XXI. Literatura nacional y literatura mundial 1153 gran contexto. Para Kundera mismo, esos contextos parecen ser «o la historia nacional de la obra» o «la historia supranacional de una rama del arte», que, por lo demás, en el ensayo es designada con el concepto «Weltliteratur». Kundera constata (aquí citado según una traducción danesa) que, «sea él nacionalista o cosmopolita, arraigado o desarraigado, es un europeo profundamente determinado por su relación con su patria».39 Su ideal para Europa es: «un máximo de diferencia en un mínimo de espacio».40 Kundera discute diferencias entre las naciones grandes y pequeñas y sus diferentes formas de provincianismo. Pero, a pesar del énfasis en la diferencia y la relación con lo nacional, el ensayo trata de lo lamentable de que la literatura a menudo sea estudiada sólo en el pequeño contexto. A mi juicio, esas ideas son interesantes en relación con las perspectivas de Ulrich Beck en obras como Cosmopolitan Vision (2003), donde él habla de nacionalismo metodológico y de cosmopolitismo metodológico. No veo, en realidad, ningún fundamento para seguir a Kundera y su definición del gran contexto como un (una determinada variante de) contexto europeo. El gran contexto debe poder variar en correspondencia con la obra que se debe contextualizar. Tampoco será de manera que el pequeño contexto siempre sea un contexto nacional unívoco. Sin embargo, tiene mucho sentido poner en juego una con otra la idea de un contexto pequeño y la de un contexto grande en lo que concierne a la interpretación de la cultura y la literatura. Las especialidades de la cultura y la literatura necesitan, a mi juicio, ambos contextos, y probablemente deben ser definidas ad hoc en relación con diferentes proyectos y diferentes obras. Pero la literatura misma, como siempre está escrita en una lengua específica, saca provecho de que se rebase el contexto nacional. Metodológicamente, el nacionalismo es insuficiente en la época de la globalización, también en las «especialidades nacionales». La «literatura mundial» no ofrece un contexto alternativo bien definido. El concepto es o demasiado eurocéntrico o demasiado vago. Pero un «cosmopolitismo metodológico» podrá actuar de manera inspiradora como impulso para definir un «gran contexto» pertinente para proyectos y obras concretos. Al definir los contextos pequeño y grande, soy de la opinión de que las más importantes consideraciones de precaución que hay que tener, deben ser fundamentadas, como advierte David Damrosch, en el peligro de asimilación, de un lado, y de 39 40 Milan Kundera, Taeppet. Essay i syv dele, Gyldendal, Copenhague, 2005, p. 35. Kundera 2005, p. 35. 1154 Per Thomas Andersen exotización, del otro. El deseo de ampliar el contexto debe ser ajustado por las valoraciones realistas de la competencia. Si la voluntad de inclusividad no toma en cuenta la competencia, el resultado será con gran probabilidad o la asimilación indebida o la exotización de El Otro. La glocal «literatura de las lenguas vecinas»41 Supongo que las tradiciones científicoliterarias de la especialidad de la lengua nacional tienen que ser ajustadas revisando el «nacionalismo metodológico» en correspondencia con el pensamiento cosmopolita. Cuando se trate de la especialidad nórdica en particular, tal vez se puede buscar semejante cambio en la ampliación de una tradición bien conocida de la especialidad. La especialidad nórdica nunca ha sido nacionalmente cerrada. Incluye una tradición comparativa que puede ser usada. Ha sido siempre una virtud profesional ver las distintas literaturas nacionales en relación con la literatura de las lenguas vecinas. Con ayuda de una revisión de la idea de las literaturas de lenguas vecinas se puede imaginar una organización glocal de «el gran contexto», además del contexto macrorregional, Escandinavia, que la tradición de la especialidad ha desarrollado. Glocal significa en este contexto que literaturas locales o nacionales son ligadas sobre una base que no es la cercanía territorial o lingüística. Una «idea de la lengua vecina» glocal puede depender de criterios culturales, de relaciones transnacionales, relaciones culturales de migración, o de criterios temáticos y/o históricos. Por ejemplo, las literaturas de lenguas vecinas tradicionales de Noruega son la literatura sueca y la danesa. «Literaturas de lengua vecina» glocalmente establecidas podrían ser la literatura pakistaní o la polaca sobre la base de los grandes grupos inmigratorios procedentes de esos países. Un establecimiento global de «el gran contexto» se distinguirá de la tradición eurocéntrica que las ideas sobre la «literatura 41 Con el tiempo el concepto de «glocal» ha sido bastante difundido. Designa una relación entre lo global y lo local, entre globalización y localización, a menudo también con la implicación de que el nivel intermedio, lo nacional, ha adquirido una importancia reducida. El concepto es usado, entre otras cosas, para subrayar que los procesos de globalización no sólo marchan en esa sola dirección, de lo global a lo local. Probablemente fue usado por vez primera por un economista japonés. Fue recogido en el contexto de la teoría social primeramente por Ronald Robertson, y ha sido discutido más tarde por teóricos como Zygmunt Bauman y Ulrich Beck, entre otros. Literatura nacional y literatura mundial 1155 mundial» han establecido. Se puede pensar que las relaciones que se entablan son totalmente independientes de las ideas sobre un «hipercanon» (Damrosch) que la «literatura mundial» representa. Centro y periferia Una «recartografía» [«remapping»] glocal probablemente deberá rebasar las geografías de las historias literarias tradicionales, no sólo territorialmente, es decir, de manera horizontal, sino también de manera vertical, es decir, jerárquicamente. Las ideas establecidas sobre centro y periferia en la «república» literaria deben ser revisadas. En este campo las tradiciones postcoloniales podrán ser importantes fuentes de inspiración. La idea de que las innovaciones estéticas en general se difunden desde las literaturas «grandes» en los centros culturales hacia las periferias culturales, y las correspondientes ideas jerárquicas sobre «influencia» y el «atraso» de las «pequeñas» literaturas, probablemente pueden ser complementadas de manera provechosa con modos nuevos, críticoculturales, de estudiar la relación entre literaturas, por ejemplo, como se lo puede hallar en teóricos postcoloniales como Homi Bhabha. Pienso entonces, por ejemplo, en sus conceptos de «mimicry» y «mockery», que probablemente pueden ser actuales también en casos en los que no reinan relaciones culturales coloniales o postcoloniales directas.42 (Un ejemplo noruego puede ser la construcción del modernismo en la historia literaria noruega.)43 Se debe añadir que las ideas de centro y periferia son actua42 43 Los conceptos de «mimicry» y «mockery» son centrales en la teoría de Homi Bhabha. «Mimicry» designa una estrategia colonialista que tiene como intención consolidar el poder imponiéndole a los colonizados a remedar o imitar los valores y las formas culturales de la cultura dominante. Esta estrategia nunca será llevada a cabo al cien por ciento porque ella también implica que los oprimidos sean forzados a permanecer por lo menos parcialmente diferentes de la cultura dominante. «Mockery» designa el potencial de resistencia, socavamiento y peligro que semejante imitación diferente puede representar para la cultura dominante. «To mock» significa burlarse o mofarse. Una imitación con un cambio añadido puede funcionar desestabilizadoramente sobre un poder disciplinador dominante al contener diferentes formas de estrategias de socavamiento. Ha sido bastante corriente en las presentaciones noruegas afirmar que el modernismo «llegó a Noruega» en los años 50 del siglo XX, y entonces, por ende, 1156 Per Thomas Andersen les no sólo cuando se trata del posicionamiento de literaturas «grandes» y «pequeñas», sino en igual medida cuando se trata de relaciones científicoliterarias. Las formas de la universalización de la teoría que han tenido lugar en la mayoría de las especialidades literarias particularmente en los últimos 30 años, encierran de manera implícita una hegemonización ante todo de las perspectivas francesa y estadounidense de la especialidad. Lectura de cerca y lectura distante Una «recartografía» glocal probablemente también actualizará los planteamientos del problema en torno a la lectura de cerca y la lectura distante —aunque en un significado que no es el que ha destacado Franco Moretti. No creo en una distribución profesional en la que los especialistas de las literaturas nacionales se dediquen a la lectura de cerca, mientras que los comparatistas literarios sean «lectores distantes». Sin embargo, una «recartografía» glocal incluye potencialmente grandes retos en cuanto al conocimiento del contexto. Puede ser actual leer obras en relaciones comparativas en las que tradiciones «cercanas» son yuxtapuestas con obras procedentes de tradiciones bastante «lejanas». Esto suscita importantes preguntas sobre competencias y métodos. Una parte de esas preguntas es abordada por David Damrosch en How to Read World Literature. Los retos que él toca partiendo de su concepto de «world literature», no son en principio diferentes de lo que parecerán en un proyecto investigativo organizado glocalmente. Sus soluciones probablemente no son suficientes. Pero son útiles. A mi juicio, las combinaciones de lectura de cerca dentro de un territorio especializado y estudios de textos procedentes de territorios culturales más lejanos son un importante requisito para no caer en el diletantismo. Siempre será tranquilizador tener en todo caso un pie bien colocado en un campo en el que se tienen competencias especializadas. Las contextualizaciones glocales no sustituyen a las competencias muy «retrasado». Todos los ejemplos de modernismo literario en la literatura noruega antes de este momento han adquirido entonces el estatus de «precursores». El punto de vista parece depender de una especie de actitud autocolonizante acerca de la «belatedness», a` la Homi Bhabha. A partir del fundamento textual hay buenas razones para afirmar que el modernismo temprano en Noruega comienza con Obstfelder en la lírica y Hamsun en la prosa en la década de 1890. Literatura nacional y literatura mundial 1157 especializadas en literaturas nacionales. Un señalamiento en relación con los proyectos organizados glocalmente puede ser que ellos reflejan situaciones culturales reales en las que nosotros, partiendo de lo «cercano», debemos hallar modos de encontrarnos con lo que es más «distante». La situación investigativa se parecerá a la situación cultural de la sociedad multicultural. Traducción del noruego: Desiderio Navarro Bibliografía AUERBACH, Eric, «Verdenslitteraturens filologi» (1952), Norsk litteraturvitenskapelig tidsskrift, n° 1, 2006. BHABHA, Homi K., The Location of Culture, Routledge, Londres, 1994. BRANDES, Georg, «Verdensliteratur», en Tanker om Liv og Kunst, 1899, en Samlede Skrifter, volumen 12. BRASK, Peter, Tekst og tolkning. Forste del, RUC Forlag, Roskilde, 1974. CASANOVA, Pascale, The World Republic of Letters (1999), Harvard University Press, Cambridge, 2004. HABERMAS, Jürgen, Demokrati og retsstat, Hans Reitzels Forlag, Copenhague, 2005. HOESEL-UHLIG, Stefan, «Changing Fields: The Directions of Goethet’s Weltliteratur», en Prendergast ed., 2004. JORDHEIM, Helge, «Verdenslitteratur og litteraturforskningens kairós: Goethe, Auerbach, Said og vi», en Norsk litteraturvitenskapelig tidsskrift, I, 2006. KANT, Immanuel, Den evige fred, Aschehoug, Oslo, 2002. 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