I DE CIENCIAS NATURALES. 269 Penoso había sido el camino hasta Popayan, pe* ro nos faltaba aun lo mas arduo, que era el pasar á Quito por los páramos de Pasto en la estación de lluvias, que ya había principiado. Llámame páramos en los Andes aquellos sitios en que á 1 7 0 0 ó zoco toesas de altura cesa toda vegetación, y reyna un frió tan cruel, que penetra los huesos. Preferimos' aquellas regiones destempladas para evitar los calores é insalubridad del valle de Patia, donde basta una sola noche para contraer rebeldes calenturas, que eluran tres ó quatro meses, llamadas comunmente calenturas de jPatii; por esto pues pasamos por lo mas alto de la cordillera y por espantosos precipicios desde Popayan hasta Almaguer, y desde aquí á Pasto, que yace al píe de un volcan terrible. En esta población pasamos las fiestas de Navidad, y sus habitadores nos acogieron con suma bondad y cordial afecto. N o creo exista en todo el mundo cosa mas horrible que la entrada y la salida de esta pequeña villa. Vense entre sitios pantanosos espesos bosques casi impenetrables; se descubren barrancos tan profundos y estrechos, que se parecen á las galerías de Una mina; y las muías se hunden muchas veces hasta quedar inútiles. D e aquí el verse los caminos cubiertos de huesos de caballerías que perecieron, ó por el rigor del frió, ó por excesivas htigus. Toda la provincia de Pasto; como igualmente las cercanías de Guachucal y de Tuqueres es un recinto helado, situado casi mas arriba de la línea donde pueden existir vegetales, y cercado de volcanes y de depósitos ele azufre, que exhalan sin cesar humo espeso y abundante. Los infelices habitadores de aquellos desiertos no tienen mas alimento que patatas, y quando les falta este recurso, como en el año anterior, salen á bus-