360536. . Tercera Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XLII, Pág. 1507. MORATORIA, LEY QUE LEVANTO LA. Si la Suprema Corte concede un amparo, estimado que el pago a que condenó la sentencia recurrida, debió sujetarse, en cuanto a términos para efectuarlo, a lo dispuesto por el artículo 3o. de la ley de 21 de julio de 1926, y en dicha ejecutoria no se creyó indispensable determinar, de una manera expresa, el punto de partida de los plazos semestrales a que se refiere el propio decreto, porque ello era de la incumbencia de la autoridad responsable, a quien la ley faculta para hacer esa fijación cuando no ha existido el previo requerimiento, debe tenerse en cuenta que esa facultad no puede ser enteramente discrecional, sino que debe estar sujeta al espíritu de la ley que la otorgó. Ahora bien, el citado artículo 3o., dice, que cuando no haya existido requerimiento, el primer pago semestral deberá efectuarse en el día que fija la sentencia, en casos de litigio, indudablemente refiriéndose a la de primera instancia, que es la que determina, en principio, la exigibilidad del adeudo y define su monto; y en ese caso, debe tomarse como principio del primer plazo, la fecha de la sentencia de primera instancia, o sea, que el primer pago debe hacerse a los seis meses de la propia sentencia; pues si se tomara una fecha anterior, el efecto sería que el deudor no disfrutara de las franquicias que le otorga la ley, y si se fijara una fecha posterior, se alentaría al deudor para prolongar indefinidamente la contienda, a fin de retardar el vencimiento de los plazos. En consecuencia, si la autoridad responsable, al ejecutar la sentencia de amparo, obra en distinto sentido del indicado, no obstante que la propia sentencia le previno sujetarse al mencionado decreto y, por consiguiente, a su espíritu, a su interpretación y finalidades, indudablemente que con ello violó los términos de la repetida ejecutoria y la queja debe declararse fundada. Queja en amparo civil 209/34. Fernández Galán Carlos. 10 de octubre de 1934. Unanimidad de cuatro votos. El Ministro Francisco Díaz Lombardo no intervino por las razones que se expresan en el acta del día. La publicación no menciona el nombre del ponente. -1-