Poema sinfónico: Poema Sinfónico fue un termino acuñado por el famoso compositor alemán Franz Liszt y que describe una obra orquestal que puede ser de la dimensión y la jerarquía de una sinfonía, pero que se ha pensado como la interpretación de algo no musical, como por ejemplo una obra literaria. A veces también se le nombra como Poema Tonal o Estudio Sinfónico, aunque son términos éstos que no se ajustan muy bien al concepto básico de Poema Sinfónico. Es así que podemos definir un Poema Sinfónico−electrónico como una descripción musical de carácter sinfónico que incluye instrumentos musicales electrónicos. En el artículo anterior hablamos de las formas breves empleadas en el periodo Romántico. En él se creó también uno de los géneros más empleados por los compositores de música clásica: el Poema Sinfónico. La finalidad del Poema Sinfónico es describir con música la trama de una historia escrita; algo que vendría a ser en la actualidad como la música de fondo de una película. Aunque ya desde la época barroca se escribían obras no cantadas con argumento o intenciones descriptivas, como Las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi −obra de la cual ya escuchamos el primer movimiento− y la Sexta Sinfonía de Beethoven −que recomendamos escuchar a nuestros lectores cuando hablamos de la Sinfonía−; la paternidad del Poema Sinfónico se le atribuye al compositor húngaro Franz Liszt. Sin embargo, y a pesar del reconocimiento que se le otorga a Liszt como creador de este género, hay que mencionar entre otro de sus percusores a su contemporáneo, el francés Héctor Berlioz; quien también escribió obras con intención absolutamente descriptiva, aunque nunca llamó con ese nombre a ninguna de sus creaciones. Inclusive, su obra más representativa, que es Manfredo, la llamó sinfonía y no Poema Sinfónico. La aportación de Berlioz al género, es que introduce lo que en francés se conoce como ideé fíes (idea fija); característica que permite la identificación del personaje central de la historia, con una melodía específica. Este recurso fue ampliamente explotado por muchos compositores posteriores a Berlioz, como Wagner, Tchaikowsky, Richard Strauss, Sibelius y otros más. Como primer ejemplo del género escucharemos la famosa Obertura 1812 de Tchaikowsky, que describe la invasión napoleónica a Rusia. La obra inicia con un tema ligero −podría decirse que bucólico−, como describiendo la vida tranquila de un pueblo sencillo dedicado a la agricultura. Intempestivamente, a lo lejos, se distinguen las notas del himno francés. Lentamente el ambiente se torna tenso, mientras las notas de la Marsellesa se escuchan cada vez más claramente. Acompañadas de ella hace su aparición el ejército napoleónico, mientras en la aldea reina la confusión que precede a toda batalla. Entonces, se alternan variaciones a la Marsellesa y al tema ruso del inicio. Conforme transcurre el tiempo, predomina más y más el tema ruso y disminuye la influencia de las notas de la Marsellesa; lo que implica la derrota de los franceses. Lo que sigue es el predominio del tema ruso que se alterna ahora con notas de danzas típicas de la misma nacionalidad, hasta el final; que anuncia la expulsión del ejército invasor del suelo ruso. Lo cual se ve coronado con la entonación del himno ruso, con fondo de campanadas y cañonazos. Otro ejemplo 1 El compositor francés Claude A. Debussy, es uno de los grandes revolucionarios de la música clásica, creador de la corriente llamada Impresionismo. El Impresionismo, es el nombre con que se conoce a la escuela de pintura que predominó en Francia a fines del siglo XIX y principios del XX; época en que Debussy vivió y creó su obra, a la cual por extensión del predominio que ejerció la pintura como movimiento artístico de vanguardia, se le adjudicó el mismo apelativo. La mayor parte de la obra de Debussy es de carácter descriptivo, aunque al igual que Berlioz, jamás empleó el término Poema Sinfónico para designar a sus composiciones. Una de sus obras para orquesta más importantes es la llamada Nocturnos, cuya trama consta de tres escenas que se supone suceden durante la noche; de ahí el título de la obra −sin relación alguna con la forma nocturno, empleada durante el Romanticismo−. La primera escena se llama Nubes, le sigue Fiestas, para concluir con Sirenas. Escuchando la segunda escena, encontraremos que Fiestas inicia con un violento ritmo de danza donde el ambiente que describe es de euforia y alegría. Súbitamente, a lo lejos, se escuchan las notas de una marcha que apenas se percibe. Es una banda militar que lentamente se acerca hasta hacer perfectamente distinguible el sonido de la música que interpreta. Lo cual hace que la danza se interrumpa y todo mundo cese de bailar. Después de este momento de desconcierto, se reinicia la danza, aunque ahora sin el ritmo del principio; lo que hace suponer que la gente se ha agotado. Poco a poco, las notas que siguen crean la sensación de que la fiesta ha terminado, mientras a lo lejos resuena el sonido de lo que parece ser una banda militar. Desgraciadamente no encontré más ejemplos en Internet de poemas sinfónicos, le recomendaría al lector que escuche algunos de los siguientes: "Haroldo en Italia" de Héctor Berlioz, "Don Juan" de Richard Strauss, "Cuatro Leyendas" de Jean Sibelius o "Manfredo" de Tchaikowsky. Hay además poemas sinfónicos de Liszt, de Dvorak y de muchos compositores más, sobre todo de fines del siglo XIX, que fue cuando floreció esta forma musical. Poema sinfónico o Tone Poem, género de música programática para orquesta que se desarrolló en los siglos XIX y XX. Suelen tener generalmente un único movimiento y están relacionados con conceptos de la pintura, la poesía, el teatro, los paisajes naturales y otras fuentes extramusicales. Dichas ideas pueden ir desde el retrato literal, como el de una locomotora en Pacific 231 (1923) de Arthur Honegger, hasta las formas no específicas y evocadoras como en Les Préludes (1854) de Franz Liszt. El impulso hacia lo extramusical constituyó una parte importante del romanticismo musical. Sus primeros defensores fueron Hector Berlioz y Franz Liszt, que bajo la influencia del primero inventó el término poema sinfónico. Al contrario de la forma sonata de la música clásica, que se basa en una secuencia de exposición, desarrollo y recapitulación puramente musical, la forma del poema sinfónico suele derivar del personaje o trama del programa extramusical. Siguiendo el ejemplo de Berlioz y Liszt, compositores posteriores como el checo Antonin Dvorák (en La bruja del mediodía y La paloma de madera, ambas de 1896, entre otras), el finlandés Jean Sibelius (en El cisne de Tuonela, 1895, y Finlandia, 1899), el checo Bedrich Smetana (en Mi Patria, 1874−1879, un ciclo de seis poemas sinfónicos), así como Richard Strauss (en Don Juan, 1899, y Así habló Zaratustra, entre muchas otras) y Piotr Chaikovski (en Francesca da Rimini, 1876, y la obertura 1812, 1880), dieron continuidad y cohesión a sus poemas sinfónicos al utilizar uno o más temas recurrentes (a menudo de significado simbólico), que transformaban y cambiaban a medida que lo requerían las demandas narrativas y evocativas del programa. La utilización que hace el poema sinfónico de la armonía y del color instrumental para propósitos expresivos trajo innovaciones en las progresiones armónicas y en el uso y las combinaciones de los instrumentos. En el siglo XX se han escrito pocos poemas sinfónicos ya que los músicos han preferido las formas musicales concisas y abstractas así como los conjuntos instrumentales más reducidos. Sin embargo, 2 algunos compositores han impuesto estructuras formales rigurosas en sus poemas sinfónicos. Tapiola (1926) de Sibelius utiliza la misma compresión del desarrollo temático que podemos hallar en su Sinfonía nº 7 en un movimiento, mientras que Sun−treader (El caminante del sol, 1932) de Carl Ruggles tiene una estructura de gran forma sonata. En cierto sentido, el poema sinfónico ha sobrevivido entre los numerosos ejemplos de obras escritas en el siglo XX fuera de cualquier género formal específico. 3