Comercio de balandra, contrabando y piratería en el Golfo de México Dr. Antonio García de León Instituto Nacional de Antropología e Historia, México Piratería y contrabando Los espacios litorales que permitieron el desarrollo durante más de un siglo –de 1568 a 1718-, del fenómeno de la “piratería” en el Golfo de México fueron realmente extensos, pues iban desde Tejas hasta la península de Yucatán, formando un arco en cuyo centro se ubicaba el puerto de Veracruz, el más importante de la Nueva España. Las actividades de piratas, corsarios y filibusteros, particularmente en la Costa de Sotavento veracruzana y los litorales de Tabasco y Campeche, constituyeron una extensión crítica de un sistema mucho más complejo que hemos definido como la articulación del “comercio de balandra” y el contrabando con la piratería propiamente dicha1: en donde las acciones violentas y los ataques filibusteros se definían como sucesos particulares en el campo de las actividades comerciales pacíficas, legales e ilegales. Nuestra principal hipótesis es entonces que no existió una frontera precisa entre piratería y contrabando y que, por lo tanto, la “actividad enemiga” se hallaba integrada de muy diversas maneras al conjunto del comercio americano. Estas actividades, en el caso del Golfo de México, tampoco pueden separarse de la dinamización del mercado interno de la Nueva España ni de la expansión de las redes comerciales que prosperaron al mismo tiempo en que decaía hacia 1660 el gran comercio atlántico entre Sevilla y Veracruz (la Carrera de Indias, monopolio de la Casa de Contratación); en una época en que, además, se desorganizaba la trata de esclavos africanos por la cancelación de los asientos portugueses -debido a la guerra de independencia de Portugal en 1640-, y de que aumentaba sensiblemente el comercio intercolonial y el contrabando en el puerto de Veracruz. La dinámica general Hubo sin embargo en este periodo un referente más amplio, el que realmente preocupaba a la Corona y que obligó a la fortificación de varias ciudades portuarias de la América española. Esta acechanza tenía que ver con la creciente actividad, exacerbada en la segunda mitad del siglo XVI de los corsarios franceses e ingleses, y que estaba en el contexto de enfrentamientos internacionales de mayor escala. Es en esta dinámica que se sitúan los ataques de esa época a 1 Esta ponencia resume muchos de los datos expuestos en: Antonio García de León, Contra viento y marea. Los piratas en el Golfo de México. Plaza y Janés. México, 2004. 181 Orbis Incognitvs. Avisos y Legajos del Nuevo Mundo los puertos de Veracruz y Campeche, así como los asaltos y amagos ocasionales contra otros puertos de menor talla e importancia dentro del mismo Seno Mexicano: Tampico, Tuxpan, Almería –hoy Nautla-, Alvarado, Tlacotalpan, Coatzacoalcos, Villahermosa y Champotón. La “batalla de San Juan de Ulúa”, un incidente grave ocurrido en septiembre de 15682, es uno de los mejores ejemplos de las amenazas que se cernían sobre los virreinatos coloniales, en este caso sobre la Nueva España. Su dinámica tiene que ver precisamente con las actividades del corso oficial enemigo, que fue más común al siglo XVI, el que creó toda una imagen en la que los corsarios se asociaban a un enemigo infiel, en este caso anglicano, que encarnaba los fantasmas que el mismo imperio había venido construyendo para su afirmación política y para evitar los signos de decadencia que ya eran visibles en esta época de la “revolución de los precios”. La de 1568 era la tercera expedición de John Hawkins, su “tercer viaje de negrero”, en donde, supuestamente y como lo manifestaba en su defensa, solamente comerciaba, o intentaba hacerlo, respetando las reglas del imperio español, o como él mismo decía, “rescatando esclavos y otras cosas que traía y pagados los bastimentos que en ellos tomaba por su justo valor (…) y los derechos pertenecientes a las rentas reales de Su Majestad…”3. Otras complicidades previas, y hasta cierto punto producto de los cambios de la época, se demuestran en el hecho de que el capitán corsario se jactaba de haber sido nombrado caballero por el mismísimo Felipe II, cuando éste visitó Inglaterra años antes, hecho en el que se amparaba, junto con las cartas de “buena conducta” obtenidas de algunas autoridades portuarias españolas, lo que le permitía negociar antes de que su presencia generara desconfianza y violencia. Pero el caso es que esta escaramuza marcó una circunstancia importante para la misma defensa de la Nueva España y, paradójicamente, un ascenso en el prestigio del capitán inglés, que se coronaría en su actuación veinte años después como contralmirante de la flota que derrotó a la Armada Invencible y el ser, por lo mismo, armado Caballero de los Mares y miembro de la nobleza. La incursión a Veracruz en 1568 muestra también la expansión original del llamado “comercio triangular”, que tuvo un desarrollo importante como forma particular de triangulación de las ganancias y que combinaba mercancías europeas, esclavos negros y productos caribeños (azúcar, tabaco y algodón)4. Este tipo de comercio, el mismo que trajo a Hawkins a las aguas del Caribe y el Golfo de México, estaba conformado entonces por tres facetas, por tres viajes marítimos, que producían una triple ganancia a la economía británica. La primera fase, el intercambio de manufacturas por esclavos, producía una primera ganancia. El segundo paso implicaba un cambio con beneficio de esclavos por productos coloniales. Y el tercero era el viaje de las Antillas a Inglaterra, que transportaba perlas, plata y materias 2 Sobre los acontecimientos de San Juan de Ulúa existe una excelente documentación tanto inglesa como española, lo cual ha permitido reconstrucciones minuciosas, como la novela histórica de Rayner Unwin, La derrota de John Hawkins. Historia de su tercer viaje de negrero, Editorial Herrero. México, 1964. Véase también la Colección Fernández de Navarrete en MN. 3 Como dice en su carta al virrey Martín Enríquez en el momento de intercambiar rehenes: AGI, Indiferente General, legajo 858, septiembre de 1568. 4 Cf. J. E. Merrit, “The Triangular Trade”, Business History, no. 3, 1960. Pp. 1-18. 182 XII Congreso Internacional de la AEA primas a procesarse en esta última, lo que implicaba un nuevo beneficio económico y base para el desarrollo industrial. Esto explica que, durante la derrota de Hawkins en Veracruz, el Jesús of Lubeck haya sido saqueado con tan buen provecho por los españoles, pues en la nao capitana se acumulaban los productos en metálico de las dos primeras ganancias netas de la expedición. Este comercio se extendió en sus beneficios hacia Francia y Holanda, y es parte de la explicación de cómo la hegemonía mundial se traslada de España al norte de Europa en esas décadas. Este comercio en tres pasos era en realidad una red atlántica montada sobre la Carrera española e interfiriendo con ella. Era también una red de comercios separados e interdependientes, en donde los pagos por esclavos eran hechos, más que en productos, en letras de cambio posdatadas. Cada vez más, y en función de las limitaciones técnicas de los buques negreros, los productos americanos eran transportados por flotas especializadas y variadas, especiales para el comercio entre el Caribe e Inglaterra, mientras que lo mismo ocurría con los productos que ésta importaba de África. La tercera expedición negrera de Hawkins, que fracasó en San Juan de Ulúa por esta serie de incidentes inesperados, era típica de este comercio y anunciaba, en la propia composición de su flota, esta especialización a la que Inglaterra recurrió cada vez con más frecuencia. Pero por sobre la precariedad de San Juan de Ulúa y su banda inmediata, se empezó a erigir una nueva formación urbana que atraería otras formas de ataque y de comercio clandestino, que serían más característicos del Golfo de México en el siglo XVII… Los escenarios regionales El puerto de Veracruz, -que en su actual emplazamiento se remonta a 1599-, se había desarrollado a lo largo del siglo XVII de una manera vertiginosa -en base a las necesidades exponenciales del mercado interno de la Nueva España-: convirtiéndose en la “precisa garganta y paso” de un siglo largo que allí parece haberse acabado hasta 1707 por lo menos, creando en su litoral interior -a Barlovento y Sotavento-, un variado mercado interno de abasto y zona de influencia; extendiendo además sus redes de tierra adentro hacia Puebla, la ciudad de México, Acapulco y las Provincias Internas, y alcanzando su máximo esplendor en la segunda mitad del siglo XVIII. Desde su fundación en el último emplazamiento, el actual, Veracruz gozaba de una posición de monopolio, pues era la única salida marítima legal de los productos mineros, artesanales o agrícolas de toda la Nueva España, así como la única puerta autorizada de lo que venía del Caribe y el Atlántico. Más allá de una serie de elementos a los que nos referiremos más adelante, la vida del puerto parece estar marcada por una característica muy perdurable y que aparece en la mayoría de las referencias documentales de la época: el contrabando y las arribadas maliciosas, los enormes intereses que giran alrededor de las finanzas reales y el comercio interior y exterior, la convivencia la más de las veces pacífica con la piratería del litoral, el “comercio de rescate” a pequeña escala -el comercio de balandra-; y, sobre todo, las complejas redes de corrupción y fraude que se desarrollaron entre los contrabandistas y los funcionarios del puerto y los de seis jurisdicciones del litoral aledaño hacia el norte y el sur. Gran parte del “tesoro americano” se concentraba por dos meses en el pequeño caserío, 183 Orbis Incognitvs. Avisos y Legajos del Nuevo Mundo convirtiendo a Veracruz, por pocos días, en la ciudad más rica del mundo, y en ese sentido, a veces sólo sobrepasada por la Feria de Portobelo. Los cursos de los ríos y deltas de Tabasco, los Ahualulcos -en el confín de Coatzacoalcos- y todo el sur de Veracruz, eran las rutas predilectas de la pequeña trata o el saqueo, dependiendo de las circunstancias. A menudo, el comercio ilegal y la piratería se aliaban no solamente con las comunidades vecinas sino también con funcionarios menores criollos, o con señores naturales indios, y se llegaba a acuerdos en la trata de cacao, maíz, puercos, mujeres, madera, palo de tinte y tabaco. Cuando los acuerdos se rompían o los piratas o contrabandistas eran denunciados, se daba la ruptura: las incursiones se tornaban entonces violentas, se capturaban rehenes indios que eran vendidos en Jamaica como esclavos y se atacaban los caseríos indígenas o los emplazamientos españoles, las villas fundadas en la región desde el siglo XVI. Así fenecieron Santa María de la Victoria en Tabasco y la Villa del Espíritu Santo en Coatzacoalcos, la que tuvo una larga agonía entre 1606 y 1658. Los ataques más documentados sobre los pueblos del litoral, se dieron hacia 1672, cuando Francia rompía uno de sus tratados con España, y en virtud de una serie de incidentes locales y de poca monta que terminaron por influir sobre el conjunto de las costas del Golfo y que habían empezado a causar problemas desde 1664, en la relación de las autoridades españolas, tanto con Francia como con Inglaterra, las que según estas autoridades, no se ajustaban ni respetaban los tratados de paz y seguían atacando a las poblaciones pacíficas que se negaban a servirles. En virtud de esta situación, que afectaba más fuertemente a la provincia de Coatzacoalcos y a Tabasco y Campeche, se desarticuló de manera notable el sistema de cobro de tributos sobre estos pueblos de indios, logrando muchos de ellos decretos de exención por algunos años, para poderse reponer de las pérdidas causadas por los asedios y los traslados de pueblos. De por sí, la caída poblacional del mundo indígena había sido muy severa en el litoral, llegando a su punto más bajo en 1646. Cuando apenas comenzaba una recuperación demográfica, la región fue nuevamente afectada, esta vez por la presencia cada vez más numerosa y agresiva de los piratas5, haciendo que la población empezara de nuevo a crecer pero más tardíamente que en el resto de las provincias: de hecho, la recuperación relativa entre los indios del Golfo se dará hasta bien entrado el siglo XVIII. En un previo lapso de incertidumbres que corre de 1664 a 1667, se reportan a la Corona los campamentos piratas de la desembocadura del Coatzacoalcos6, quienes, y a pesar de algunas acciones armadas en su contra, logran consolidar su permanencia hasta 1673, por lo menos7. Asimismo, y desde 1676, el número de piratas y contrabandistas establecidos se había incrementado hasta en un millar de individuos armados en la banda occidental de la Laguna 5 Cf. Información hecha a pedimento de los Indios…AGNM, 1672, así como: Piratas…, El Virrey da quenta de la hostilidad ejecutada por Ingleses en la Costa de la Provincia de Guazaqualco…AGI, 1672. 6 Cf. Piratas, Piratas en la isla de Santa Ana y Barra de Guazaqualco, AGNM, 1664 a 1667. 7 Piratas, Alojamiento de enemigos Ingleses en una Isla nombrada Santa Anna, en la boca del Río de Guazaqualco. AGNM, 1672./ Id, En cuanto a la Nueva Veracruz (…) que los Ingleses no respetan en la América la paz ajustada con ellos. AGNM, 1672. 184 XII Congreso Internacional de la AEA de Términos, generando gran inquietud en el castigado puerto de Campeche8. Esta situación, que en realidad marca un nuevo posicionamiento de los enemigos del imperio en el conjunto del Caribe, está muy relacionada con la corrupción y los fraudes detectados en 1676 entre los Oficiales Reales de los puertos de Veracruz y Campeche, los que sostenían abiertas relaciones con los contrabandistas. En el caso de Campeche, la relación era directa con los establecidos en la Laguna de Términos, mientras que en Veracruz, algunos militares y artilleros de la Armada de Barlovento se beneficiaban del comercio ilegal y engrosarían después las filas de los atacantes del saqueo de 1683, entre ellos el mismo Laurens de Graff, que a la sazón servía allí como artillero de la Armada de Barlovento9. Pues en función de la piratería y sus efectos, no cabe duda que el ataque más aparatoso se dio en mayo de 1683, cuando unos 300 piratas de varias nacionalidades, incluyendo españoles y otros súbditos de la Corona española, al mando del holandés Laurens de Graff, Lorencillo, -acompañado de Francisco de Grammont, alias Agrammont, y Van Horn- atacaron y retuvieron el puerto de Veracruz durante varios días10. El famoso pirata conocía a los principales tratantes y factores, los que habían sucedido a los portugueses en el control de los tratos, y los sitios y edificios en donde se guardaba la plata labrada, el oro, las joyas y otros bienes. Conocía las entradas de la exigua muralla, casi sepultada por la arena, y tenía tratos con el gobernador y los oficiales reales en los meses previos al ataque11. Cuando atacó el puerto, la Armada de Barlovento se hallaba en Yucatán, transportando unos negros esclavos decomisados a un buque holandés en Jamaica, y Lorencillo pudo copar la plaza, cometer varios crímenes, violaciones y secuestros, robarse la totalidad de los negros y mulatos, esclavos y libres de la ciudad (un millar y medio) y evadir la llegada de la Armada, de la que además, había sido artillero y condestable12. Para 8 Piratas, Piratas y contrabandistas establecidos en la estancia de Xicalango, junto a la Laguna de Términos en la Provincia de Yucatán. AGNM, 1676. 9 Piratas, Fraudes a la Real Hacienda en Veracruz y Campeche. AGNM, 1676. 10 Varios testimonios de época son importantes: Juan de Ávila, Relación verdadera que como testigo de vista haze el Reverendo Padre Fray Jhoan de Ábila […] a el R.P. Fray Agustín de Betancur […] del saco y suceso que hizo la Armada y Junta de Piratas, en la ciudad de la Nueva Veracruz el día martes 18 de mayo de 1683. Alcancía. México, 1937. (Conforme a un manuscrito de la Biblioteca Nacional de París), 1937; Veracruz, BNM, documento confidencial de mayo de 1683; Veracruz, AGI, Patronato 243, R 4, 29 agosto 1683, Veracruz, Indulto…, AGNM, 1706. También: Juan Juárez Moreno, Corsarios y piratas en Veracruz y Campeche. Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Sevilla, 1972. 11 Laurens de Graff había nacido en Holanda antes de su independencia, por lo que era considerado flamenco español. Era alto, de larga cabellera rubia dorada, lo cual imponía en su presencia. A bordo de su nao y en sus correrías, siempre llevaba una orquesta de violines y trompetas, que a veces hacía tocar en el fragor de la batalla. 12 Uno de los informes más interesantes proviene de un testigo anónimo (Ciudad de la Nueva Veracruz: Sacco de su puerto por unos piratas en tiempos de Carlos II. Carta confidencial. BNM. Documento 18719/38. ff. 1-2v. Mayo de 1683.), que dice que la entrada fue de 800 hombres, “capturando todas las calles y luego la casa del Gobernador: fue dueño de todo lo que avía en ella, la gente, hombres y mugeres y niños, la fue metiendo en la iglesia parrochial y a los mulatos y negros en otros parajes donde los tuvo tres días y murieron más de 100 personas de hambre y sed. A los hombres fue llevando a bordo de sus navíos y a la demás gente a una ysleta a dos leguas de la ciudad [isla de Sacrificios], luego pidió 150 mil pesos por el rescate de la gente aviendo robado más de tres millones de reales de plata y lozas, y los prisioneros hubieron de benir en darle los 150 mil, por más de lo robado para que no los pasase a cuchillo (…) y se llevaron más de 1,300 esclavos de negros y mulatos con que fue la mayor pérdida que ha tenido este Reino desde que se ganó. El enemigo es un pirata de nación holandés casado en islas de Canaria (…) siendo que ay una Armada de seis navíos que llaman de Barlovento y en cinco años ha que vino a estas partes no ha hecho acción ninguna, más de gastar a Su Majestad 500 mil pesos cada año, que con estas y otras cosas está acabado este reino. Son pecados nuestros y Dios nos quiere castigar con 185 Orbis Incognitvs. Avisos y Legajos del Nuevo Mundo colmo, y cuando la ineficiente Armada de Barlovento arribó, ante la queja de los principales de la ciudad que se habían quedado sin sus esclavos y sirvientes, ésta misma vendió, a un precio elevado, a los negros de Curazao capturados en Jamaica. Lorencillo escapó, la ciudad se repuso poco a poco, atacó dos años después el puerto de Campeche y el gobernador inculpado y los Oficiales Reales se pasaron 23 años en el presidio de San Juan de Ulúa, acusados de complicidad en el asalto13. Mientras, el llamado “rescate”, el robo directo que caracterizó desde la conquista la acumulación primitiva en las cuencas ribereñas del Sotavento, seguía siendo practicado por los tratantes de poca monta y constituyó también ya, desde fines del XVI, parte del encuentro cotidiano de los indios con los piratas, a los que Dampier llamó baymen y privateers. Sólo que el original era considerado “lícito” y el segundo “ilícito”, en tanto realizado por los enemigos de la Corona: herejes, luteranos y calvinistas de nación francesa, holandesa, inglesa, o por sus aliados “zambos mosquitos” del litoral atlántico centroamericano. Michel Bertrand, quien ha estudiado los libros de sobordo y las cuentas reales y de los principales comerciantes del puerto de Veracruz en el período de 1660 a 168014 considera también que el fraude comercial en la segunda mitad del siglo aparece como una “estructura permanente” del comercio del puerto, constituyendo una verdadera “economía sumergida” que fortaleció las rutas del contrabando, tuvo tratos con la piratería y evidenció las debilidades de los sistemas de defensa en un puerto en el que se concentraba la plata de la Nueva España para su traslado a la metrópoli y a los situados15; siendo muchos los medios utilizados por los maestres de navío, los comerciantes y los Oficiales Reales para defraudar a la Real Hacienda. Utiliza también los informes del contador Sebastián de Guzmán y Córdoba sobre el papel jugado por los barcos de la Armada de Barlovento en el fraude marítimo y el contrabando. Por ejemplo, el cacao llegado ilegalmente a Veracruz entre 1666 y 1673 alcanzaba los tres millones de libras, es decir, el 40 por ciento del total del cacao llegado a Nueva España, y que para pagar menos derechos, se le consignaba como “cacao de Guatemala” (Soconusco), siendo en realidad venezolano. Estos análisis permiten establecer claramente la amplitud del fraude, que enviar estos piratas para que nos enmendemos y mucha de la gente que vino a la Veracruz son españoles de todas naciones y algunos mulatos de la tierra, todos mal contentos, con que se han hecho piratas, y como saben la tierra y entrada de puertos se arrojan a hacer lo se ha visto”. El informe culpa además a un espía portugués, Antonio Melo (corredor de Lonja en Lisboa), quien embaucó a las autoridades del puerto, haciéndose llamar Antonio de Benavides Pimentel, con plaza de Maestre de Campo y Visitador de las Cajas Reales. Este personaje logró hacerse de plata labrada y sobornos, ser capturado y preso, y ya en Puebla, liberado por el ataque a Veracruz, a donde dijo volverse para defender a Su Majestad. Es interesante notar que este personaje, a quien se conoció en México como El Tapado, estuvo a punto de unirse a los piratas. Su proceso fue interrumpido a raíz del ataque, pero después se prosiguió y fue ejecutado en circunstancias misteriosas. 13 Indulto al Gobernador y Oficiales Reales de la Veracruz implicados en el ataque de Lorencillo de 1683. AGNM, Reales Cédulas Originales. Vol. 33, exp. 20. ff. 98-98v. 29 de octubre de 1706. 14 Citado también por el mismo autor: Michel Bertrand, “Sociétés secrètes et finances publiques: fraudes et fraudeurs à Veracruz aux XVIIe et XVIIIe siècles”. Mélanges de la Casa de Velázquez. T. XXVI/ 2, 1990. Paris. Diffusion de Boccard, 1990. pp. 103-128. 15 Los situados eran los suministros de plata, que para el pago de la administración española, se enviaban desde Veracruz a La Florida, Campeche, La Habana, San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, Isla de Margarita y Cumaná. Desde Acapulco, otros situados partían a Manila, en las Filipinas. Otro situado era el de las harinas de trigo, para el abasto de las naos y la población española del Caribe. 186 XII Congreso Internacional de la AEA en Veracruz oscila entre la mitad y las tres cuartas partes de las mercancías introducidas en la aduana, amplitud sobre cuyas redes florecía el contrabando y una acumulación de riquezas que no tenía proporción comparada con la escasa y mala defensa del puerto. Esta permanencia de la relación compleja entre fraude, contrabando y piratería, era debida en general a varios factores, y explica mucho de lo que ocurrió durante el siglo XVII. Sus causas podrían remitirse así: · A las debilidades del sistema mercantil español, caracterizado por la lentitud, el alto costo del transporte, los impuestos, un complejo sistema de recaudación, la ineficiencia y la corrupción. · A la existencia de una demanda creciente, aumentada por el ascenso de la población desde 1660, insatisfecha por las políticas restrictivas o represoras de la Corona, acompañada de un aumento de la capacidad adquisitiva y de las necesidades de una población cada vez más ávida de consumo. · El contrabando, en gran medida controlado por los holandeses y por sus intermediarios ingleses, ofrecía cada vez más una creciente variedad y cantidad de productos. A gran escala, se vivía una caída del imperio español, que transfería sus excedentes en metálico al norte de Europa, financiando con el tesoro americano, entre otras cosas, la revolución industrial inglesa o las sofisticaciones del comercio holandés: “Uno debe comprender”, decía Daniel Defoe poco después, “a los holandeses tal como ellos son realmente, los intermediarios del comercio, los comisionistas y los negociantes de Europa [...] Ellos compran para revender y la mayor parte de su vasto comercio consiste en aprovisionarse en todas las partes del mundo con el fin de poder, a su vez, aprovisionar a todo el mundo entero”16. Para principios del siglo XVIII, y una vez resuelta la Guerra de Sucesión a favor de Inglaterra –y cuando los tratados de Utrecht obligaron a la desocupación de la Laguna de Términos por los filibusteros ingleses-, el capitalismo adquiría una esencia que le ha permitido sobrevivir, la de la competencia a ultranza, haciendo de lado a los piratas y filibusteros que ya no eran necesarios para el control de los nuevos mercados. Por sobre los recuerdos de sus hazañas, bulle un mundo que ha perdido la memoria de los orígenes de la riqueza de las naciones, de cuando los tesoros se amasaban con sangre, de cuando la riqueza original, como en los rescates de los filibusteros, aumentaba poco a poco, en la progresión de los robos y los despojos. Y como la historia gira en espiral, allí están de nuevo las mismas pasiones en nuevas escalas, desatadas y sin control, en un mundo moderno que no ha dejado de basar su supervivencia en la ley del más fuerte… 16 Daniel Defoe, citado por Celestino Arauz Monfante, El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. 2 Vols. Caracas, 1984: pág. 22. 187 Orbis Incognitvs. Avisos y Legajos del Nuevo Mundo Archivos mencionados: AGI Archivo General de Indias. Sevilla AGNM Archivo General de la Nación. México, D. F. BM Biblioteca del British Museum. Londres BNM Biblioteca Nacional. Madrid MN Archivo Histórico del Museo Naval. Madrid En especial: Colección de documentos manuscritos de Martín Fernández de Navarrete y los 9 tomos de Cesáreo Fernández Duro. 188