Antonio Canova Biografia Nace el 1 de noviembre de 1757 en Possagno, Alto Véneto, en el seno de una familia de picapedreros. Su abuelo, un aficionado a la escultura, fue quien comenzó a despertar su afición artística. A causa de sus modestos orígenes familiares, no pudo realizar estudios artísticos y comenzó practicando otros oficios. El senador Giovanni Falier fue su protector y el que pagó sus estudios. En 1768, a raíz de su traslado a Venecia, empezó a dedicarse a la escultura y rápidamente alcanzó una fama y un prestigio que mantuvo durante toda su vida. Sus primeras obras venecianas, como Orfeo y Eurídice o Dédalo e Ícaro, están impregnadas todavía del espíritu barroco que reinaba en la ciudad de la laguna. Cuando era ya un artista consagrado, se estableció en Roma (1781), donde definió el estilo que lo caracteriza, inspirado en la Antigüedad clásica y poderosamente influido por los principios teóricos de Winckelman, cuyas doctrinas se hallan en la base del nacimiento del estilo neoclásico. Sus primeras obras del período romano, como Teseo y el Minotauro, manifiestan ya la maestría técnica y la perfección en el acabado que le eran habituales. De hecho, todas sus obras fueron fruto de una larga elaboración, de una ejecución realizada con un detallismo casi artesanal. No fue Canova un escultor nato y de cincel fácil, sino que se forjó a través del estudio y el trabajo; mediante la práctica diaria del dibujo, por ejemplo, perfeccionó su plasmación del desnudo y superó las deficiencias de sus primeros estudios anatómicos. En su estudio romano desplegó una enorme actividad para poder atender todos los encargos que recibía de las más destacadas personalidades del momento, desde Napoleón hasta Catalina la Grande de Rusia. Era ya por entonces el principal escultor del estilo neoclásico, condición con la que se ha perpetuado su figura en la historia del arte. El nombre de Canova se asocia esencialmente a esculturas de mármol de acabado y pulido perfectos, que encarnan la belleza ideal y son frías y distantes, libres de la expresión de cualquier sentimiento o turbación. Este escultor, que encarna de maravilla el gusto de su tiempo, plasmó la belleza natural en reposo, libre de cualquier movimiento espontáneo y con una monocromía y simplicidad que contrastan vivamente con la etapa precedente. En esta línea se inscriben sus dos creaciones más conocidas: el retrato de la hermana de Napoleón, Paulina Borghese, y las Las tres Gracias. Paulina Borghese está esculpida como una Venus, sobre un diván, con la elegancia y la ligereza características de Canova. Las tres Gracias encarnan el desnudo femenino en toda su perfección, y en ellas el artista parece querer reflejar algo de su mundo interior. Canova tiene, además, el mérito de haber renovado profundamente el género del sepulcro monumental, gracias a los que esculpió para los papas Clemente XIII y Clemente XIV. Entre las muchas efigies oficiales que realizó es particularmente célebre el Napoléon desnudo, cabal ilustración de los ideales neoclásicos. Su fama como artista le abrió numerosas puertas y lo convirtió en un hombre enormemente influyente, a quien el Papado encomendó algunas misiones delicadas, como la recuperación de las obras de arte expoliadas por Napoleón. Winckelmann La estética alemana del siglo XVIII esta influenciada en primer momento por lo que podríamos llamar dos corrientes de pensamientos, una es la corriente francesa que se basa casi exclusivamente en el racionalismo dado por los filósofos y su ciencia de los hechos; la otra corriente en la inglesa que se caracteriza por el sensualismo donde juegan un papel importante los sentidos y el sentimiento. Los estetas alemanes intentaron armar una síntesis original de estas dos grandes influencias. Una vez que los pensadores alemanes lograron hacer confluir estas dos corrientes entendieron el papel que juegan y desempeñan los sentidos en el conocimiento de la belleza y a su vez entendieron que el pensador sería inconcebible sin la sensibilidad.