bajar pdf

Anuncio
W. Shakespeare
/// Espacios e Identidades: La Irrupción de lo Diverso como
Elemento Perturbador
¿Quién serás esta noche en el oscuro Sueño, del otro lado de su Muro?
Sueño de una Noche de Verano. Sueño de una noche. Sueño que se desplaza e irrumpe en
deseo, olvido, ilusión. Sueño como palabra inaugural, sueño que le abre y cierra el telón a
las vanas sombras. El sueño como espacio ilusorio de la representación.
Las fiestas representan a menudo lo que podría formularse como una semántica de la
incertidumbre. Por la impredecibilidad del desenlace. Entre seres mortales, claro está.
Pero cuando éstos y los sobrenaturales deciden compartir un mismo escenario, la cuestión
cambia, drásticamente. Dos sistemas de vida, dos visiones de mundo con constantes y
leyes propias. ¿Qué sucede, entonces, cuando dos sistemas aparentemente auto
organizativos comparten un mismo escenario? ¿Qué sucede, además, cuando la luz
embrujada de la luna los envuelve? Y es que en Shakesperare "is not that simple".
Bajo la figura de Teseo, se articula la ley racional de Atenas. Es el discurso de un orden,
de una legalización civil en la medida en que contraerá matrimonio con Hipólita. Este
sistema ordenado es, sin embargo, aparente, ilusorio. Porque el pasado está signado por la
usurpación y la violencia. Y el presente, al intentar restituir un nuevo orden, no hace sino
recordar un pasado caótico: "Hipólita, te gané con mi espada y por la violencia conquisté
tu amor" confiesa Teseo (Acto I, esc. 1).
Atenas es la ley del padre y es, según Teseo, la ley de Dios. En el enfrentamiento verbal
entre Hermia y Egeo se patentiza, se manifiesta un quiebre de mirada, de identidad:
"Quisiera que mi padre no mirara sino con mis ojos" (Acto I, esc.1). El secreto impulso
del amor ya estaba operando, atrevidamente, en Hermia y Lisandro.
La respuesta de la ley había sido contundente: muerte o celibato. La opción de los
jóvenes enamorados es la huída, un desplazarse hacia un espacio al margen de la ley,
desafiando la convención de Atenas, pero al mismo tiempo inscribiéndose en la tradición
romántica del amor cortés: " Pues si los verdaderos enamorados han padecido siempre
contrariedades será por Decreto del destino. Aprendamos pues a sobrellevar ese
inconveniente" señala Hermia (Acto I, esc. 1).
Lisandro-Hermia como un espejo en el que ambos se reconocen y se funden. Del otro
lado, la no correspondida Elena, alterada, enuncia el concepto de amor que tocará con su
varita mágica a los personajes: "El amor puede transformar las cosas bajas y viles en
dignas y excelsas. El amor no ve con los ojos, sino con el alma y por eso pintan ciego al
alado Cupido" (Acto I, esc. 1). El amor en Elena es desesperación, y es en la pasión que
la consume cuando la traición jugará una mala pasada.
El rostro del caos va adquiriendo múltiples máscaras.
Con la aparición de los artesanos se ponen de relieve los procesos y las dificultades de
representación de La muy dolorosa comedia de Príamo y Tisbe. Si bien puede ser
considerado como sistema autónomo en tanto discurso sobre la metaficción (se habla
específicamente sobre la puesta en escena de la representación), este "mundo" establece
una serie de relaciones con la ley de Atenas y la ley del bosque. Su funcionalidad dentro
de la obra pone en jaque las fronteras inquebrantables entre realidad e ilusión. La
representación dentro de la representación (Sueño de una noche de verano) dentro de la
representación para la cual estaba escrita la obra de Shakespeare despliega -a modo de
ajedrez infinito- la fractalización de las piezas que irán repitiendo las mismas situaciones,
borrando así los límites entre representación y realidad. Dicha puesta en abismo dispara,
además, ciertas concepciones fundamentales a lo largo del texto. El principio de
verosimilitud simbolizado en el rugido creíble del león, la existencia del muro que separa
a los amantes y la linterna como artificio de la luna no hacen sino parodiar , en el uso
mismo de estos artificios, el principio de la ilusión teatral como un pacto establecido
entre el escenario y el público. Dicho pacto, que en el Acto V, Teseo quebrará
insistentemente.
Ya comienza el Acto II. La naturaleza se abre paso y la historia comienza a
transitar por los caminos laberínticos del azar.
Es bajo la figura de Oberon donde el bosque se hace ley. El bosque es el símbolo de la
encrucijada, espacio impredecible en el que los encuentros y sucesos inesperados son
posibles. El sueño, la magia, el inconsciente, la ilusión, el azar consituyen su único telón
de fondo. Sin embargo, tanto Oberon como Titania habían mantenido - en la prehistoria
del relato - relaciones con los mortales Teseo e Hipólita. El cruce, el contacto entre
sistemas tan antagónicos como Atenas y el Bosque, demuestra que la supuesta autonomía
es ilusoria; durante el vaivén del canto filoso de una moneda, el anverso y reverso pueden
ser, de acuerdo a la perspectiva, caos u orden.
En el proceso infinitamente diverso de la fractalización, la traición de Elena y los celos de
Oberon juegan como fichas disparadoras, pequeños atractores que tuercen, desvían la
historia hacia lo irreversible. Se pone en marcha el juego. Una carcajada estalla en medio
de la noche. El "alegre rondador nocturno" (Acto II, esc.2) con sus múltiples máscaras,
comienza a armar la función:
"¿ Qué rústicos patanes son esos que están charlando a dos pasos del sitio en que reposa la reina de las
hadas? ¡Cómo! ¿Van a representar una comedia? Pues asistiré como espectador y aun haré de actor, si se
presenta el caso" ( Acto III, esc. 1).
Actor y artífice de una comedia mayor, por demás macabra, Puck transformista convierte
a Bottom en asno con el propósito fijado por Oberon de distraer a su mujer y así poder
extraerle el niño. Bajo los efectos alucinógenos del "love in idleness", el deseo se apodera
de Titania a extremo tal de no poder reconocer la nueva identidad de Bottom. El artesano
tampoco percibe su nuevo disfraz.
Bajo la luz de la luna, el bosque es la pintura fantasmagórica del deseo. Las pasiones se
exacerban. Elena persigue sin aliento a Demetrio en una suerte de caza de brujas. El
travieso y maldito Puck vierte el líquido mágico en los párpados de Lisandro, el joven
con traje de ateniense. El error de Puck, sin duda funcional, (atractor que complica aún
más la peripecia) al confundir a Lisandro con Demetrio pone en tela de juicio la identidad
de los personajes ¿Quién es quién en la fuerza incontrolable del caos? ¿Cómo poder
diferenciar y diferenciarse en la ciega neblina del bosque? ¿Cuál es la frontera, el límite
entre ilusión y realidad? Del sueño sólo quedan, siempre quedan, algunos restos diurnos
que emergen al despertar. Así, al menos, lo recuerda Demetrio:
"He tenido la visión mas maravillosa. He tenido un sueño. Todas las facultades del hombre no bastarían a
decir lo que es este sueño (...) Los ojos del hombre no han oído, ni los oídos del hombre han visto, ni la
mano del hombre podría gustar, ni su lengua concebir, ni su corazón expresar lo que era mi sueño" ( Acto
IV, esc, I).
En el escenario del sueño, el deseo estalla y atraviesa todos los espacios, perturbando los
límites entre apariencia y realidad. Frente a este cuadro difuso, no hay lenguaje que pueda
articular aquello que se nombra. La múltiple máscara de Puck es la puesta en escena del
amor que arremete de un modo brutal, borrando las marcas de tiempo y espacio. La
identidad es sólo una mera ilusión. Jan Kott da en la tecla:
"Esta inversión mecánica de los deseos y la intercambiabilidad de los amantes es algo más que
el núcleo de una intriga. La reducción de los personajes a la mera expresión de unas parejas amorosas
parece ser el rasgo más característico de aquel cruel sueño (...) Como en algunas piezas de Genet, no hay
personajes individualizados, sólo hay situaciones. Todo es ambivalente."
Bajo la ley caótica del deseo, la identidad, el conocimiento, el lenguaje, el yo se
fragmentan. Como observa acertadamente Elton, " la crisis epistemológica del
Renacimiento enfatizó la noción de relatividad de la percepción". En un sistema en
proceso gnoseológico de disolución, las fronteras entre verdad e ilusión inevitablemente
se esfuman.
El mundo como teatro de la representación. Sueño de una noche de verano como la
representación del mundo. La ley del deseo y un bellísimo hechizo de luna.
Isabel Ferreira Lamas
Descargar