ANTROPOLOGÍA CRISTIANA: LA VIDA CRISTIANA COMO VOCACIÓN Introducción Detrás de la crisis vocacional hay una deficiente comprensión de la antropología y teología de la vocación cristiana y de las vocaciones particulares. La vida cristiana es constitutivamente vocacional. 1. Situación actual. Predomina un modelo antropológico de “hombre sin vocación”: renuncia al sentido de la vida como vocación (llamada y respuesta). Muchos jóvenes no conocen la “gramática elemental” de la existencia; esto hace que el futuro sea una fotocopia del presente. ¿Por qué determinadas teologías y praxis vocacionales no dan vocaciones? Son las grandes preguntas las que hacen grandes las pequeñas respuestas. Dar respuestas a expectativas y guiar búsquedas. Se necesitan personas que, con amor, “sepan echar puentes”. Promover la “cultura vocacional”: apertura a la vida, gratuidad, confianza, disponibilidad, etc... 2. Concepto. La revelación tiene por objeto a Dios mismo, y el hombre es el destinatario de esta revelación y salvación. El conocimiento de Dios y de la salvación en Cristo nos descubre la definitiva vocación del hombre: “Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (GS 22). A partir de la revelación el cristianismo reivindica una noción propia del hombre. En este sentido hablamos de antropología cristiana. 3. El hombre creado a “imagen y semejanza de Dios” y llamada a ser hijo de Dios en Cristo Gen 2-3: el hombre aparece como centro de la creación y recibe la vida del aliento divino. El NT afirma que la imagen de Dios es Cristo (2Cor 4,4; Col 1,15; Heb 1,2; Flp 2,6). El hombre ha sido llamado a convertirse en imagen de Jesús. La conformación con Cristo constituye lo más profundo de su ser. La teología patrística ha desarrollado este aspecto: El hombre, en sentido estricto, no es imagen, sino que ha sido hecho “según la imagen”. Ningún elemento del hombre queda excluido de esta condición, ya que ha sido llamado a participar de la resurrección de Cristo Por eso el hombre es capaz de conocer y amar a su creador (LG 12), es decir, es capaz de entrar en relación personal con Él (leer juntos LG 12 y 22; RH 8,2; 13,13; 28,1). Magisterio: Al acoger la revelación de Dios en Cristo, el hombre encentra respuesta a sus preguntas. GS 41: quien sigue a Cristo, el hombre perfecto, se hace también él más hombre. El pecado se ha dado desde el principio, pero la naturaleza humana no ha sido corrompida de raíz. 4. El hombre, ser personal abierto a la trascendencia. El hombre no es un objeto más en el mundo, es un sujeto irrepetible. La noción de “persona” desarrolla este carácter del hombre. Tiene dignidad y valor en sí mismo, no en función de lo que hace o de la utilidad que aporte a los demás. GS 24: el hombre es la única criatura a la que Dios ha amado por sí misma. El hombre tiene un valor absoluto para el hombre porque lo tiene para Dios (última fundamentación de la dignidad humana). A lo anterior va unido necesariamente su libertad entendida como la capacidad de configurarse a sí mismo según sus propias opciones. El hombre no tiene libertad, es libre porque tiene capacidad de autodeterminarse en el proyecto humano que ha de realizar. 1 Las limitaciones humanas, sobre todo la muerte, nos coloca ante el sentido de la vida. La esperanza cristiana da una respuesta a los interrogantes más profundos y angustiosos del ser humano. Comunión con Dios por Cristo y comunión con los hermanos en la Iglesia hace que seamos “instrumento de la plena unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). 5. Dios crea llamando: La llamada de Dios constituye la realidad de las cosas En la mentalidad semita el nombre de una cosa, al notificar la identidad, le otorga capacidad funcional, es el ser mismo de la cosa. Por eso la llamada vocacional va acompañada de un nombre nuevo. La llamada y a elección gratuita por Dios de Israel para establecer con Él una alianza, es un factor determinante de la identidad y de la propia existencia en cuanto pueblo. 6. Una antropología vocacional. La antropología bíblica entiende a la persona desde lo que la persona está llamada a ser: reproducir la imagen del Hijo. La persona realiza lo que es desde el principio (imagen) a través de un proceso de despliegue a lo largo de su vida (semejanza) Al hombre creado se le impone un mandamiento: ha recibido la vida y la conservará en obediencia (dando como sujeto una respuesta). Es antropología obediencial y vocacional. 6.1 Reconocer a Dios como Creador y Señor revierte sobre la persona humana. La abre a una relación obediencial con Dios como lo más suyo propio. La respuesta a Dios es constitutiva del fundamento metafísico de la libertad humana. La antropología obediencial se torna en antropología vocacional. El proyecto vocacional concreto y personal es la realización más auténtica y verdadera del propio ser, el logro personal más profundo. Estos elementos se visibilizan plenamente en la imagen de Jesús de Nazaret: vive la relación de filiación con Dios a quien llama Abbá y responde con toda su vida a la voluntad del Padre (“fue obediente hasta muerte en cruz”) (Flp 2,8). 6.2 Aportación del NT. Col 1,15-20: Cristo como la imagen arquetípica según la cual se realiza la creación. El ser propio de la persona humana es alcanzar a ser verdaderamente imagen de Cristo (Rom 5,12-19; 1Cor 11,7; 15,49; 2Cor 3,18; 4,4.6; Flp 3,21; Col 3,10). La formulación más lograda es la de Rom 8,29-30: El hombre es camino hacia un destino, una finalidad. En el corazón de la persona está grabada una finalidad escatológica. Dios llama a cada uno hacia su destino. Dios activa lo que somos mediante la llamada. La llamada está acompañada de la oferta de la gracia de la justificación, del perdón, de la reconciliación gratuita con Dios en Cristo mediante el Espíritu (acontece en el Bautismo). La finalidad, la meta que hay que conseguir es la recepción del don de la glorificación. 6.3 La vida cristiana consiste en la disponibilidad y la apertura al plan de Dios. La vida humana aparece como respuesta responsable, sostenida y ayudada por la gracia a la llamada de Dios, es decir, como vocación. En esta andadura caben itinerarios diversos. Conclusión: Dios actúa llamando y eligiendo. La libre respuesta vocacional no solamente se sitúa en el plano de la intersección entre la libertad humana y la divina, sino que configura la columna vertebral del plan salvador de Dios. ¿Acaso hay algo que dé más peso e importancia a la cuestión vocacional? ¿Cabe un marco más grandioso que este para la respuesta vocacional? “Salto de calidad” de la pastoral vocacional: la pastoral vocacional es la perspectiva globalizadora de toda la acción pastoral. Del “cirineo vocacional” (que echa una mano) al acompañamiento vocacional 2