Busca a Dios Mateo 13:44 dice: "El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo". Este hombre buscó y encontró algo que era más importante para él que cualquier otra cosa. ¿Qué estás buscando? Hasta ahora, ¿qué has encontrado? Algunos pasan toda su vida buscando algo que nunca encuentran. Algunos buscan dinero, felicidad, amor, éxito, comodidad, placer, o muchas otras cosas. Puede ser que lo que estamos buscando no sea malo en sí, pero los antiguos textos de la Escritura nos impulsan a buscar a Aquel de mayor valor. Buscar otra cosa que no sea Dios es desperdiciar nuestras vidas. Este concepto de buscar a Dios está presente a lo largo de toda la Biblia. Los términos hebreo ( דרׁשdaw RAHSH) y griego ζητέω (zēteō) reciben las siguientes definiciones: buscar diligentemente, estar vigilante, preguntar acerca de, examinar, investigar, buscar, perseguir, desear. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento hay un llamamiento a buscar a Dios. ➢ 1 Crónicas 22.19: "Ahora pues, buscad al Señor vuestro Dios de todo corazón y con toda el alma." ➢ Salmo 105.4: "Recurrid al Señor y a su fuerza; buscad siempre su rostro." ➢ Mateo 7.7-8: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre." ➢ Jeremías 29.13: "Me buscaréis y me encontrareis, cuando me busquéis de todo corazón." ➢ Colosenses 3.1-2: "Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentrad vuestra atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra." Dios está diciendo ansíame. Clama a mí. Ten hambre de mí. Búscame desesperadamente. Dios nos está llamando para que nos alejemos de nuestras tibias búsquedas de las cosas de este mundo y llevemos a cabo una apasionada búsqueda de Dios. 1 En las Escrituras vemos como la gente a menudo era llamada a buscar el rostro de Dios, o su presencia. En nuestro mundo de hoy nos comunicamos con los demás por teléfono, correo electrónico, Facebook, mensajes de texto, Skype y muchos otros medios, pero nada es tan íntimo como una conversación cara a cara. Cuando uno es llamado a buscar el rostro de Dios, es una llamada para estar en la presencia de Dios, cara a cara con Dios. Es más que una invitación a saber más acerca de Dios, es una invitación a conocerlo a través de la experiencia personal. Es a perseguirle con todo el corazón y tener una relación con Él. ¿Pero no estamos en su presencia todo el tiempo? Sí, Dios es omnipresente y su Espíritu está en nosotros: "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20). Pero al mismo tiempo, Dios nos llama a buscar su presencia continuamente. Hay una sensación de distanciamiento cuando vivimos períodos de rebelión o distracción espiritual. Debido a esto, Dios nos llama de nuevo a Sí mismo para que podamos vivir en su presencia continua de una manera práctica. Dios también nos dice que lo busquemos, porque Él sabe cuán desesperadamente lo necesitamos. En el Salmo 63 nos encontramos con los siguientes versos. David, el autor de estos versos, estaba en el desierto de Judá cuando escribió estas palabras. La doctrina defiende que fue escrito durante la rebelión de Absalón. Absalón era el hijo de David, que se había puesto en contra de su padre y tomado el trono de David. De alguna manera, David aún pudo buscar a Dios aun en medio de estas difíciles circunstancias: “Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré. Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca. En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti toda la noche. A la sombra de tus alas cantaré, porque tú eres mi ayuda. Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.” (Salmos 63:1-8) Escucha la pasión y el anhelo con que David escribió. ¡Oh, que nuestros corazones ansíen a Cristo así! Con todo esto en mente, sería bueno tomar Hebreos 12:1-2 en serio. Podemos despojarnos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y centrar nuestra mente en Jesús y en buscarle con todo nuestro corazón. En Él encontraremos el verdadero tesoro de esta vida y sabremos que cada día se vivió por algo realmente importante. 2