Notas en torno a la obra Nicolás Pineda Pablos, Río abajo

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Notas en torno a la obra
Nicolás Pineda Pablos, Río abajo
(Hermosillo: Imagen Digital del Noroeste, 2003)
Servando Ortoll*
I. Nicolás Pineda Pablos acaba de escribir un libro cuya primera edición amenaza con
agotarse en muy poco tiempo.
Para convencer a mis escuchas de lo que digo, recorreré este libro de afuera hacia
adentro: comentaré primero sus bondades periféricas y, según avance en mi plática, me
centraré en las contribuciones que a mi juicio son centrales en esta obra.
Ofreceré luego mis hipótesis en torno a las razones por las que confío que el libro que
discuto goce de muchas reimpresiones, y concluiré con comentarios que sugieren
cambios –más de forma que de fondo– a las varias ediciones que, estoy seguro, seguirán
a la primera.
II. Empiezo por decir que esta obra se circunscribe, más allá de lo que el propio Nicolás
Pineda Pablos quisiera reconocer en la contraportada de Río abajo, dentro de la ahora en
boga “historia pública”: diseñada para el gran público de masas.
Y es que Nicolás Pineda Pablos, a mi entender, logra lo que historiadores como
Ludmilla Jordanova recomiendan que se haga: que estudiosos de su calibre diseminen
las destrezas y perspicacias metodológicas que poseen a todos aquellos que trabajan la
historia pública: hablo de autores de obras que pertenecen al tipo de historia popular,
pero también pienso ene museógrafos y en productores de documentales históricos, para
mencionar tan sólo unos ejemplos.
III. De la contraportada brinco ahora a otro elemento periférico: los pies de página. La
hipótesis que manifiesto ahora puede ser desatinada, pero quiero presentarla de todas
formas: que Nicolás Pineda Pablos confeccionó este libro sin decidir cabalmente a quién
dirigiría Río abajo.
Quien se detenga a revisar con cuidado los pies de página de esta obra concluirá
conmigo en que el andamiaje que la sostiene es tan sólido como variado: el autor
consultó bibliotecas nacionales y extranjeras, acervos documentales (en papel,
microfilm y disco compacto) de actores laicos, católicos y mormones. Visitó archivos
públicos y privados, de la región y de la capital de la República. Leyó además libros en
inglés y en español publicados durante los siglos diecinueve y veinte en México, España
o Estados Unidos; habló con familiares y amigos que viven dentro y fuera de nuestras
fronteras; rescató fotos, poemas y recuerdos de todos a quienes entrevistó con
paciencia... La lista continúa.
Subrayo los pies de página porque estos indican no sólo las fuentes de información, sino
“el enfoque del autor, sus deudas científicas y su linaje intelectual”. 1 No abundo en este
importante punto pero afirmo que Río abajo se apoya un impresionante acopio de
fuentes documentales.
Programa de Historia Regional, El Colegio de Sonora. El 10 de octubre de 2003, leí una versión
anterior de este texto en la librería Libros y más, sita en Ciudad Obregón.
1
Ludmilla Jordanova, History in Practice (Londres: Arnold, 2000), 102.
*
Pero lo que fortalece este libro también lo carga con un peso académico que quizá
resulte inapropiado para el público general al que trata de alcanzar, o al que debería
dirigirse.
El punto detrás de mi comentario es que el autor de un libro como el que comento debe
decidir, antes de enviarlo a la imprenta, si éste debe ser un texto dirigido a los eruditos
sobre el tema o a un público en general. Si lo segundo, entonces sugiero que para la
segunda edición los pies de página se envíen al final del libro o se eliminen, y que a
cambio se incluya en un apéndice un ensayo bibliográfico que dé cuenta en mayor
detalle de lo que los obstáculos que Nicolás tuvo que salvar para confeccionar un libro
de esta naturaleza. Me parece esto pertinente porque así podría él sugerir a otros
amantes de la genealogía, cómo realizar un estudio similar al que comento.
Nicolás podría reconstruir, en el apéndice que imagino, los pasos que dio para dar con la
información clave que nutre esta obra. Esto, no dudo un minuto, sería de gran interés
para todo tipo de personas interesadas en estudiar la genealogía e incluso podría motivar
a otros a que se adentraran en este apasionante tema.
Otra cuestión clave que amerita ser valorada se relaciona con lo que yo llamo las tapas
de los libros (sigo hablando de los elementos periféricos del texto): la introducción y las
conclusiones o, en este caso, el epílogo del libro. Pues bien, cuando llegué a la última
sección del libro me percaté que ésta contenía una visión panorámica que me hubiera
resultado de provecho si la hubiera leído al principio.
Para el público lector que nos acompaña esta noche, sugiero que, antes de repasar la
introducción de Río abajo y en un ejercicio que debe más a Julio Cortazar que a quien
esto aconseja, lea de entrada el epílogo. Y a Nicolás le sugiero, con todo respeto, que
valore la posibilidad de, en la segunda edición de esta obra, intercambiar los pocos
párrafos del epílogo por las páginas introductorias a Río abajo.
IV. Ahora sí, para retornar a la parte nodal del texto que reseño, quiero asegurar a este
auditorio que Río abajo es más de una cosa a la vez: es un modelo ideal de cómo
presentar los resultados de estudios genealógicos a un público general, y por ello debe
importar no sólo a los miembros de la familia extensa de los Pablos -que deben alcanzar
los cientos- sino a todo aquél interesado en presentar de una manera amena lo que de
otra forma puede convertirse en un recuento árido y fatigante de nombres de una familia
que se sucedieron no sólo a través del tiempo, sino también a lo largo y ancho de la
geografía de una región tan extensa la del estado de Sonora.
Nicolás Pineda Pablos escribió en su libro secciones tales que –si bien rebasan las
fronteras de los cánones “permitidos” de la imaginación histórica–, imbuyen a la obra
con segmentos literarios que evocan el sentir de muchos de aquellos hombres y mujeres
que, como los primeros Pablos, salieron del sosiego y la tranquilidad de una ciudad
como Puebla de los Ángeles, para adentrarse en lo más profundo –y alejado– de la
sociedad de frontera, en el noroeste novohispano, en pos de hazañas sin fin.
Sin estos textos de calidad literaria, y sin su manera apasionada y precisa de
contextualizar y darle vida a los lugares en donde habitaron sus predecesores –todos
ellos hombres y mujeres de carne y hueso–, el libro de Nicolás hubiera dejado de ser lo
que es: un topacio para lectores atraídos por la historia y los penares de las familias
2
pioneras que se atrevieron a convivir con –y en sus momentos a luchar contra– los
antiguos habitantes de Sonora.
No exagero. La semana pasada, cuando visité Colima uno de mis amigos –Enrique
Ceballos Ramos- quien elabora la genealogía de los Ochoa, una de las familias de más
alcurnia de Colima, prácticamente me arrebató de las manos el ejemplar de Río abajo
que traía conmigo, cuando le dije cómo lo había estructurado Nicolás Pineda Pablos y
cómo podría servirle de modelo cuando presentara los resultados de sus pesquisas.
El mismo Enrique ordenó otra fotocopia –con letras agrandadas, por cierto– para la
segunda esposa de un Pablos (José María Pablos Encinas, originario de Álamos, que
posteriormente hizo nombre y fortuna sembrando garbanzo en Culiacán) que más por
accidente que por decisión, acabó casándose con una mujer de Colima.
Según lo que su ahora viuda, doña Lupita Barreto Ochoa le contó a mi amigo Enrique
Ceballos Ramos, ella y José María Pablos Encinas se conocieron en Guadalajara en una
casa de asistencia. Allí Pablos Encinas (quien con su primera esposa, Tranquilina Olea,
apadrinó de bautizo a la mamá de Manuel J. Clouthier) se recuperaba de una lesión en la
columna vertebral.
Y, algo que seguramente resonará en la memoria de todos los Pablos aquí presentes, o
de todos aquellos que ya leyeron este libro, don José María, siguiendo una añeja y
persistente tradición familiar (según la cual, en segundas nupcias los Pablos casan con
mujeres varios lustros más jóvenes) desposó a doña Lupita pese a que él se le
adelantaba por 34 largas primaveras.
“No es la historia la que se repite”, afirmaba el profesor Sigmund Diamond en una de
sus clases: “son los historiadores”.
Pero en este caso particular, las historias que aparecen en estas páginas llenas de
colorido y de tradiciones familiares, con abundantes anécdotas memorables que nos
hablan no sólo de los miembros de esta valiente y numerosa familia sino de sus
creencia s, de sus anhelos y de sus pesares, la historia parece repetirse a cada paso que
dan sus miembros: ya sea río arriba, o río abajo.
Muchas gracias
*Profesor-investigador del Programa de Relaciones Industriales de El Colegio de
Sonora, sortoll@colson.edu.mx
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