Úlceras venosas de miembros inferiores: fisiopatogenia, manifestaciones clínicas y tratamiento Natalia Mendoza* María Cristina Ronderos* * Centro Dermatológico Federico Lleras Acosta. RESUMEN Muchos médicos encuentran que las úlceras venosas es una patología de difícil manejo. Esta enfermedad no es rara y su tratamiento varía según las características de la úlcera y del paciente. Presentamos una revisión de la literatura en la que se incluyeron aspectos de su fisiopatogenia, semiología, diagnóstico y tratamiento. Palabras clave: úlceras venosas, fisiopatogenia ABSTRACT Many physicians find venous ulcers difficult to manage. This disease is not rare and its treatment depends on the characteristics of the ulcer and the patient. We review the literature that includes its pathophysiology, clinical picture, diagnosis and treatment. INTRODUCCIÓN Las úlceras venosas son una patología de difícil manejo, cuya prevalencia precisa es desconocida. En un estudio reciente en el Reino Unido, se encontró una prevalencia anual de 1,69 en la población mayor de 65 años, con una incidencia de 0,76 para hombres y 1,42 para mujeres por 100 personas-año[32]. En Europa se ha calculado que afecta de 0,15% a 1% de la población; en Estados Unidos, entre 600.000 y 2,5 millones de personas. En el Centro Dermatológico Federico Lleras Acosta de Bogotá, Colombia, representaron el 1,4% del total de consultas del 2000. En general, las úlceras venosas tienen un alto costo para los servicios de salud, no sólo por las múltiples curaciones y controles, sino por su recurrencia. A este problema se ven enfrentados diferentes profesionales como médicos generales, enfermeras, cirujanos vasculares, geriatras, internistas, dermatólogos y hasta psiquiatras[1]. En este artículo se revisan los avances más recientes acerca de su etiología, patogenia y tratamiento bajo la luz de la medicina basada en la evidencia. FISIOPATOGENIA Existen varias teorías que han tratado de explicar los mecanismos involucrados en la formación de las úlceras, algunas han sido rebatidas, otras se encuentran en discusión. En el siglo XX se consideró inicialmente que la ulceración venosa se presentaba como consecuencia de cortocircuitos arteriovenosos. Posteriormente, se pensó que se trataba de una alteración en la difusión de gases y agua a través de los capilares por la formación de manguitos de fibrina su alrededor, lo que alteraba el paso no sólo del oxígeno, sino de los nutrientes y los factores de crecimiento. Sin embargo, estudios posteriores mostraron que el oxígeno y las moléculas de pequeño tamaño eran capaces de difundirse sin mostrar alteración alguna. Las últimas teorías apuntan a la hipertensión venosa en la circulación. El mecanismo por el cual el aumento de la presión venosa causa daño en la piel de los miembros inferiores permanece oscuro. Cheatle, Scott y Stibe postulan que la hipertensión venosa disminuye el gradiente de presión a lo largo de los capilares lo cual permite la marginación y la activación de los leucocitos al contacto con las células endoteliales. Esta activación es seguida por la liberación de enzimas lisosómicas tóxicas y de radicales libres con el daño subsecuente en la piel[1,2]. Otra teoría planteada es la de la neuropatía periférica en la que la hipertensión venosa se asocia con un aumento de la presión transcapilar y genera edema perineural, el cual da como resultado una disminución en el flujo sanguíneo neural — mecanismo similar al producido en los pacientes con diabetes y daño neural. Esta disminución en el flujo sanguíneo neural produce alteración en los controles de la microcirculación y disminuye la respuesta a los requerimientos termorreguladores de la piel. Se ha observado que, en condiciones de injuria, la hipertermia es necesaria para el manejo de las altas demandas metabólicas para reparar el tejido; una respuesta reducida lleva a la cicatrización alterada de heridas[2]. Probablemente, la suma de alteraciones a nivel ‘micro’ derivadas de la insuficiencia valvular, en la mayoría de los casos, resulta en la formación de las úlceras venosas. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Las úlceras venosas se acompañan de diferentes lesiones en la piel, especialmente se asocian con signos de insuficiencia venosa. En algunos casos se inician con edema por dilatación de las venas, el cual se acentúa durante el día, especialmente en personas que permanecen de pie por períodos prolongados de tiempo. Las venas dilatadas empiezan a hacerse evidentes y muestran dilataciones tortuosas que se acompañan de dermatitis ocre o pigmentada (debida a la extravasación de eritrocitos, hemosiderina en macrófagos y depósitos de melanina) o atrofia blanca (capilaritis crónica con disminución de capilares después de un tiempo que da como resultado áreas de piel blanquecina con atrofia epidérmica). Si el estímulo persiste se desarrollará la úlcera[1, 3-5]. La piel perilesional se puede encontrar afectada en mayor o menor medida, dependiendo del momento de la evaluación. En algunos casos, se evidencia edema con lipodermatoesclerosis, la cual se desarrolla en pacientes con edema crónico (invasión de fibroblastos que permiten que el tejido se transforme en un área esclerosada que rodea el tercio distal de la pierna con edema sobre y bajo el maléolo) dando la apariencia de botella invertida; puede presentarse linfedema, eccema por éstasis (asociado con prurito) y la infección tiene un campo abierto. El linfedema se produce por un inadecuado drenaje linfático o por un aumento en la demanda que sobrepasa la capacidad del sistema. En la insuficiencia venosa crónica, el exceso de fluido se acumula, los linfáticos se sobrecargan y se agrupan proteínas, lípidos y detritos. Esto favorece la respuesta inflamatoria y la proliferación de fibroblastos y, además, altera la vía normal de eliminación de bacterias[6,25] (figura 1). Figura 1. Úlcera venosa de miembro inferior con lipodermatoesclerosis. Las características generales de las úlceras venosas son: 1. Tamaño variable, desde pocos milímetros de diámetro hasta varios centímetros. En ocasiones, pueden comprometer la totalidad del diámetro de la pierna. 2. Únicas o múltiples (tienden a unirse), bilaterales o unilaterales, aunque predominan en la pierna con las mayores dilataciones venosas. 3. Forma redondeada, ovalada o irregular. 4. Bordes suaves, discretamente elevados, de color violáceo y brillante; en ocasiones, en las úlceras crónicas se tornan pálidos y firmes. 5. El color del fondo de la úlcera depende del estado en que se encuentre y de su cronicidad. Usualmente es rojo lo cual refleja la congestión, con abundante tejido de granulación, amarillento o con costras hemáticas o meliséricas con secreción purulenta si hay infección sobreagregada. 6. Algunas son moderadamente dolorosas, en especial si hay infección. 7. Se localizan en el área perimaleolar media, preferentemente en la región interna del tercio inferior de la pierna[1,4,5] (figura 2). Figura 2. Úlcera venosa de miembro inferior izquierdo con dermatitis ocre. DIAGNÓSTICO El diagnóstico de las úlceras venosas es principalmente clínico; se basa en la anamnesis y el examen físico. Se suele acompañar de algunas ayudas paraclínicas adicionales que permiten precisar el daño del sistema venoso. Durante la consulta médica es importante lograr la estimación de la gravedad de la enfermedad y establecer los antecedentes personales y familiares, el tiempo de duración de la úlcera (que proporciona un índice pronóstico) y los tratamientos previos. Se debe registrar el tamaño de la úlcera (diámetros mayores en centímetros), la localización, la presencia de dolor, edema, pigmentación ocre, atrofia, eccema, várices, diámetro de la circunferencia de la pierna, estado de las articulaciones, buscar signos de infección y establecer el estado nutricional del paciente. El patrón de oro para el diagnóstico es el scan duplex; este método permite la visualización directa de las venas, identifica el flujo a través de las válvulas y puede realizar un mapa de las venas superficiales y profundas. Otros exámenes que se pueden realizar son la fotopletismografía y la pletismografía de aire, entre otros[7,8]. TRATAMIENTO El objetivo terapéutico es alcanzar la mayor satisfacción del paciente; se busca la recuperación anatómica y funcional del estado físico esperado en relación con la edad, el sexo y el estado general de salud. La comunicación con el paciente es de vital importancia ya que favorece el estado cognitivo y emocional, y se orienta a un objetivo común: la cicatrización de la úlcera. La terapia es interdisciplinaria e involucra en especial al médico y la enfermera, que realiza las curaciones. En general, el tratamiento incluye tres puntos básicos: 1. Tratar los mecanismos fisiopatogénicos; 2. Identificar y corregir los factores predisponentes y contribuyentes, y 3. Proporcionar las medidas que promueven la cicatrización. El tratamiento de los mecanismos fisiopatogénicos incluye el manejo de la hipertensión venosa la cual es el resultado, en la mayoría de los casos, de la incompetencia valvular (factor ‘macro’). Dependiendo de la localización del daño en el sistema venoso, la cirugía se convierte en una herramienta útil para esta patología. Entre los factores predisponentes de las úlceras venosas que pueden agravarlas o volverlas crónicas (alterar la cicatrización) se encuentran la infección, la dermatitis de contacto, las deficiencias nutricionales y algunas enfermedades simultáneas como la insuficiencia cardiaca o la diabetes. El tratamiento médico puede dividirse en tópico o local y el sistémico. Tratamiento local • Desbridamiento y limpieza de la herida: el tipo de desbridamiento se debe realizar en función del tipo, extensión y localización del tejido necrótico, la profundidad y el estado general del paciente. Es importante identificar las zonas superficiales, epidermis, dermis y el tejido subcutáneo. El desbridamiento se puede llevar a cabo por diferentes medios: 1) desbridamiento mecánico que consiste en la aplicación de vendajes seco-húmedos e hidroterapia con irrigación de solución salina normal; 2) desbridamiento autolítico en la cual hay eliminación fisiológica del material necrótico del lecho de la herida llevada a cabo por enzimas proteolíticas; en un medio húmedo, el proceso se realiza a mayor velocidad; 3) desbridamiento enzimático en el cual se realiza la aplicación de enzimas proteolíticas en la herida; 4) desbridamiento quirúrgico que se realiza cuando se evidencia tejido necrótico más profundo[5, 9-11]. • Control de la infección: el diagnóstico es clínico; se encuentra secreción purulenta, calor, dolor y puede acompañarse de síntomas sistémicos como fiebre y leucocitosis. Se controla con el desbridamiento o limpieza de la úlcera y la administración de antibióticos sistémicos o tópicos, según el caso[5,12]. • Oclusión para la cicatrización de las úlceras: el proporcionar un ambiente adecuado es un elemento muy importante. Las úlceras crónicas no tienen una matriz extracelular que permita la liberación de los factores de crecimiento y el disbalance de citocinas y la migración de queratinocitos dificulta el proceso de cicatrización mientras que el ambiente húmedo proporcionado por los vendajes oclusivos facilita la cicatrización. Entre las ventajas de la oclusión se encuentran: prevención de la desecación de la úlcera, aumento de la velocidad de reepitelización, prevención en la formación de escaras, aumento en el reparo dérmico, disminución de la inflamación, mejores condiciones cosméticas, estimulación del desbridamiento autolítico, disminución de infecciones, disminución del dolor, beneficios psicosociales y facilidad para su uso. Entre las desventajas se tienen: la colonización de bacterias (cuando logran penetrar), la formación de hematomas, los seromas, el desarrollo de foliculitis, el trauma perilesional y las alergias. Existen diversos apósitos en el mercado y su uso depende del estado de la úlcera[13,24]. Tabla 1 Tipos de apósitos Tipo Propiedades Proveedor de fluidos Retención de fluidos y absorción Hidrogel Hidrocoloide Absorción de fluidos Alginatos Tabla 2 Indicaciones de los apósitos Indicaciones Alginato Hidrogel Heridas muy exudativas o infectadas Heridas secas Presentación Vendaje, filtros de cavidad Vendaje, gel Hidrocoloide Heridas exudativas Granulación Epitelización Vendaje, pasta polvo Espumas Película Heridas Epitelización exudativas Vendaje secundario Vendaje Vendaje • Coberturas biológicas: son productos relativamente nuevos, cuyo fin es sustituir la pérdida de la piel y estimular el proceso de cicatrización por medio de sustitutos alogénicos de piel. El único aprobado por la Food and Drug Administration es el apligraft. • Terapia de compresión y fisioterapia: la compresión se ha utilizado desde los tiempos de Hipócrates y aún es el pilar en el manejo de esta patología. La compresión es útil en el tratamiento del edema y mejora la insuficiencia venosa al promover el retorno venoso. La compresión se debe aplicar al levantarse de la cama y debe ser retirada al acostarse[14]. Tabla 3 Tipos de compresión Tipo de compresión Características Compresión elástica alta Compresión sostenida: puede usarse de forma continua por 1 semana; puede lavarse y reutilizarse. Compresión baja con crepé Se obtienen presiones bajas; usadas solas proporcionan un soporte ligero. Una sola lavada reduce la presión obtenida cerca de 20%. Soporte de compresión baja Mantiene los apósitos en las úlceras; es un soporte ligero que pierde hasta 40% a 60% de la presión en los primeros 20 minutos. Vendajes cohesivos Autoadherentes, previenen el deslizamiento; usualmente se utilizan sobre otros vendajes; ayudan a mantener la compresión. Compresión alta por multicapas (lámina de algodón, crepé, vendaje compresivo y vendaje cohesivo) Diseñados para proporcionar hasta 40 mm Hg de presión en el tobillo y 17 mm Hg en la rodilla. Se puede mantener por una semana Bota de Unna (compresión inelástica) Poca adherencia, tipo yeso, muy usada en Estados Unidos. Medias Clase I: elásticas de compresión Para tratamiento de venas varicosas compresión baja; proporcionan hasta 14-17 mm Hg. Clase II: soporte mediano; proporcionan de 17 a 25 mm Hg Para tratamiento de varicosidades más graves y para prevenir la formación de úlceras. Clase III: proporcionan de 25 a 35 mm Hg. Para el tratamiento de la hipertensión venosa crónica grave y las dilataciones varicosas graves; ayuda a prevenir las úlceras. En Cochrane se encuentra una revisión sistemática de la literatura en la cual se concluye que la compresión, comparada con su ausencia, acelera la cicatrización y que los sistemas multicapa son más efectivos que los unicapa. Además, concluye que la compresión alta es más efectiva que la baja, pero no se encontraron diferencias en la efectividad en los sistemas de alta compresión[15,16]. La compresión mejora el edema y la insuficiencia venosa y optimiza el retorno venoso. Se debe utilizar durante todo el día y retirarlo únicamente en las noches. El uso de la compresión como terapia no se encuentra libre de riesgos. La aplicación de la compresión externa a presiones muy altas reduce la irrigación sanguínea en la piel lo cual permite que se produzca isquemia local. Igualmente, la aplicación de presiones moderadas a los pacientes con alteración de la irrigación sanguínea en las piernas puede generar daño. A los pacientes con alteración en la irrigación arterial se les debe practicar un examen clínico cuidadoso antes de ser sometidos a tratamientos con compresión (palpación de pulsos y medición del índice tobillo-brazo)[33]. Tratamiento farmacológico sistémico El tratamiento de las úlceras venosas está basado en los principios de compresión y elevación de los miembros inferiores. El tratamiento farmacológico ha sido de poca utilidad; sin embargo, la aproximación a la fisiopatología ‘micro’ ha permitido el avance en esta faceta del tratamiento. • Antibióticos: sólo se encuentran indicados en el caso que exista una infección[12]. • Zinc: durante algún tiempo se pensó que la administración de zinc aceleraba el proceso de cicatrización de las úlceras venosas. Se desarrollaron múltiples estudios que obtuvieron resultados contradictorios. Una revisión sistemática encontrada en Cochrane compara el zinc oral con un placebo y se encontró ausencia de diferencias significativas en la resolución de las úlceras venosas[17]. • Diosmín (fracción micronizada flavonoico)-Daflon 500: no se conoce con exactitud su mecanismo de acción; se ha propuesto que aumenta el tono venoso y aumenta el flujo linfático disminuyendo la hiperpermeabilidad y aumentando la resistencia capilar. Los experimentos aleatorizados controlados con este producto han mostrado diferencias estadísticamente significativas entre los pacientes que recibían el medicamento y los de placebo, ambos grupos con terapia compresiva. Sin embargo, los estudios tienen tamaños de muestra pequeños y su seguimiento ha sido por periodos cortos de tiempo[2,5]. • Pentoxifilina: es un derivado de las xantinas. No se conoce con exactitud su mecanismo de acción, pero fue el primer medicamento al que se le comprobó el efecto reológico (capacidad de alterar la elasticidad del eritrocito). Existe una revisión sistemática de la literatura en Cochrane en la cual se concluye que la pentoxifilina parece ser efectiva en el tratamiento de las úlceras venosas como tratamiento coadyuvante a la compresión, con un número necesario de tratar (NNT) de 7 pacientes. No existen estudios que comparen el costo-efectividad, lo que limita aún el uso de este medicamento[18,19,23]. • Aspirina: es un medicamento ampliamente usado como coadyuvante en el manejo de las úlceras venosas. Existen dos estudios en los cuales se compara la aspirina con un placebo en el tratamiento de úlceras crónicas vasculares; en ninguno de los dos se encontraron diferencias significativas; estos estudios no eran aleatorizados[20,21]. • Suplencia nutricional: en caso de ser necesario[7]. • Tratamiento del dolor: el EMLA se ha evaluado en algunos estudios y ha demostrado disminuir el dolor; sin embargo, la presencia de efectos secundarios, como ardor y quemadura, limitan su uso y se sugieren la realización de nuevos estudios[22]. • Tratamiento quirúrgico: se debe considerar para pacientes en quienes el tiempo de cicatrización sea extraordinariamente largo y cuya condición de salud general sea apropiada para permitir una cicatrización adecuada. Es importante realizar un diagnóstico oportuno del origen de la úlcera y tratar inicialmente la causa principal. La plastia de la piel acelera la reepitelización y reduce la morbilidad y los costos asociados con un tratamiento de larga duración. Los injertos pequeños son seguros; se deben llevar a cabo después de que se haya desbridado la úlcera y se cuente con un fondo con tejido de granulación. Estos injertos son capaces de proporcionar algunos de los factores de crecimiento ausentes en las úlceras crónicas[4,13,26]. PRONÓSTICO Generalmente, las úlceras pequeñas, de poco tiempo de evolución, son de buen pronóstico. Entre los factores que indican mal pronóstico están: tiempo de evolución prolongado, área extensa de la herida, antecedente de ligadura venosa, antecedente de remplazo de cadera o rodilla, índice brazo-tobillo menor de 0,8 y la presencia de fibrina en 50% o más de la superficie de la herida[33]. CONCLUSIONES Las úlceras venosas son una patología con la cual frecuentemente se enfrentan varias disciplinas de la salud; por tanto, se debe hacer un adecuado diagnóstico y tratamiento. Aunque han existido varias teorías sobre su fisiopatogenia, la más importante es la hipertensión venosa que resulta en la insuficiencia venosa crónica. El diagnóstico es principalmente clínico y siempre se deben tener en cuenta las patologías de base del paciente para poder dirigir adecuadamente el tratamiento. La herida debe desbridarse, limpiarse y ocluirse con la compresión requerida. No existe evidencia que favorezca más a ningún apósito, por lo cual su elección se deja a criterio del médico tratante. Sin embargo, la compresión es indispensable para la cicatrización de la úlcera. Se pueden utilizar tratamientos orales como coadyuvantes, de los cuales la pentoxifilina es efectiva si se administra durante largos períodos de tiempo. BIBLIOGRAFÍA 1. Ryan TJ, Burnand K. Diseases of the veins and arteries: leg ulcers. En: Rook A, Wilkinson D, Ebling F, editores. Textbook of dermatology. 6th ed. Oxford: Blackwell Science, 1998; 2227-91. 2. Coleridge PD. 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