C O L · S L E G I A N A N T O N I O F R A N C I S C A N S L E N G U A D E P A D U A C A R C A I X E N T C A S T E L L A N A Y L I T E R A T U R A I Lee estos fragmentos de textos picarescos y contesta lo que se propone a continuación. a. Lazarillo de Tormes. Se han atribuido distintos autores. Sobre esta cuestión se puede leer otro archivo adjunto que apareció el año pasado. Usaba poner cabe sí85 un jarrillo de vino cuando comíamos, y yo muy de presto le asía y daba un par de besos callados86 y tornábale a su lugar. Mas turóme87 poco, que en los tragos conocía la falta y, por reservar su vino a salvo88, nunca después desamparaba el jarro antes lo tenía por el asa asido89. Mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja larga de centeno90 que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino, lo dejaba a buenas noches 91. Mas como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió y dende en adelante mudó propósito y asentaba su jarro entre las piernas y atapábale con la mano, y así bebía seguro. Yo, como estaba hecho al vino92, moría por él, y viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla y agujero sutil y delicadamente con una muy delgada tortilla de cera taparlo 93; y al tiempo de comer, fingiendo94 haber frío, entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor della, luego derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme en la boca, la cual yo de tal manera ponía, que maldita la gota se perdía. Cuando el pobreto95 iba a beber, no hallaba nada. Espantábase, maldecíase, daba al diablo, el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser. ANÓNIMO: Lazarillo de Tormes, Madrid, Cátedra, col. Letras hispánicas, pág. 115-116, 1979. Notas 85 'A su lado'. Lázaro toma unos tragos del jarrillo. Covarrubias: «dar besitos al jarro, menudear el beber poco a poco» (pág. 712). Las alusiones al vino en Erasmo son muchísimas. Véase el coloquio «Convivium profanum» que trata el tema en parte, y sobre todo en relación con un criado poco educado [puer... inurbanum]. Merece citarse en parte: «An. Tienes ahí a un criado graciosísimo. Ch. Es el hombre más desgraciado del mundo [«veterator nequissimus»] An. ¿Por qué no le enseñas mejores modales? Ch. Es ya demasiado viejo para aprender. Es difícil mudar las costumbres de un pecador empedernido... A lo cual contesta «Tal es el amo, tal el criado». Sobre el papel del vino véase J. Molino, quien lo compara con el papel de las rosas de El asno de oro («LdT et les Metamorphoses d'Apulée», BHi, LXVI [1965], 322). 87 'duró'. Cfr. Diál. de la lengua. «Marcio: Son duro y turo, y trasquilar y desquilar. Cor. ¿Qué dezís? ¿vos no veis que turo y duro no son una mesma cosa? Mar. ¿Cómo no?» etc, pág. 104. 88 'Guardarlo para sí', `fuera de peligro'. 89 «El asa, parte que sobresale del cuerpo de una vasija, cesta, bandeja...», DRAE. Paronomasia. 90 Véanse las ilustraciones que acompañan al artículo de R. Foulché-Delbosc («Remarques», pág. 94 y ss.). Quiere mostrar que las láminas de los Decretales de Gregorio IX (primera mitad del siglo XIV) que muestran a un niño chupando el vino de su amo con una paja, prueban la existencia de los motivos tradicionales del LdT. 91 El «lo» se refiere sin duda al jarro. Guillén lo explica «sin nada», `lo deja sin gota en él'. A. Rumeau supone que el «lo» se refiere al Ciego, creando la posibilidad de un doble juego («Notes au Laz., 'lanzar'», pág. 234, nota 13). 92 `acostumbrado y aficionado a beber vino'. 93 Con el propósito de hacer sobresalir la genialidad artística y no una comprensión exagerada del realismo de la obra, González Palencia abogó por un concepto de la «irrealidad» del LdT, sugiriendo que la obra no es un fiel reflejo de la sociedad. Encuentra inverosímil la perforación del jarro, como también la posición que asume Lázaro. Tampoco cree realistas las habilidades de Lázaro y las del Ciego con referencia a la medicina y las oraciones en latín. Cree asimismo que el ayuno de ocho días con el Escudero es también poco real. Azorín, siguiendo este mismo razonamiento, encontró poco realista la treta de la tortilla de cera y también otras. Se pregunta Azorín «¿Cuándo tenía el Ciego tiempo para enseñar a Lázaro a ayudar a misa? ¿Por qué llevaba jarros de loza cuando podía llevarlos de cuero?» Cree que la tortilla de cera es un embeleco y el episodio del arca (cap. II), un absurdo. Sobre el quinto capítulo se pregunta ¿por qué el Buldero ofrece lechugas de Murcia y adónde las consiguió? A. Castro relega este episodio, como algunos otros, a un estilo particular de la obra -un «estilo aniquilador de realidades» (v. g., las mañas del ciego para engañar a los crédulos, la desaparición de las limosnas y el vino mediante la astucia, la «conversión» de una longaniza en un nabo («LdT», pág. 96). Para M. R. Lida de M., el episodio del jarro se convierte en elemento estructural («Función», pág. 352). 94 Bur. Al., «fingendo»; Am., «fingiendo». Blecua explica: «fingiendo por asimilación de la yod a la sibilante. Es forma perfectamente documentada en la época» (LdT, pág. 100, nota 74). Cfr. también J. Caso G., página 71, nota 63. No debe desconocerse que bien puede ser italianismo de fingere, fingendo. 95 Evidente italianismo. Del italiano, poveretto. Cfr. Guillén, LdT, página 143, nota 85, NPE, pág. 18, nota 54. 86 b. La vida del buscón. Quevedo (1580-1643) debió de escribir esta novela picaresca en torno a 16041605. Se caracteriza por ofrecer una visión del mundo extremadamente grotesca, cruel y distorsionada. CAPÍTULO I: EN QUE CUENTA QUIÉN ES EL BUSCÓN Yo, señora, soy de Segovia; mi padre se llamó Clemente Pablo, natural del mismo pueblo (Dios le tenga en el cielo). Fue tal como todos dicen, de oficio barbero, aunque eran tan altos sus pensamientos que se corría de1 que le llamasen así, diciendo que él era tundidor de mejillas 2 y sastre de barbas. Dicen que era de muy buena cepa3 y, según él bebía, es cosa de creer. Estuvo casado con Aldonza de San Pedro, hija de Diego de San Juan y nieta de Andrés de San Cristóbal. Sospechábase en el pueblo que no era cristiana vieja 4 (aun viéndola con canas y rota), aunque ella, por los nombres y sobrenombres de sus antepasados, quiso esforzar 5 que era decendiente de la gloria. Tuvo muy buen parecer 6 para letrado; mujer de amigas y cuadrilla, y de pocos enemigos, porque hasta los tres del alma 7 no los tuvo por tales; persona de valor y conocida por quien era. Padeció grandes trabajos recién casada, y aun después, porque malas lenguas daban en decir que mi padre metía el dos de bastos para sacar el as de oros 8. Probósele que a todos los que hacía la barba a navaja, mientras les daba con el agua, levantándoles la cara para el lavatorio, un mi hermanico de siete años les sacaba muy a su salvo9 los tuétanos de las faldriqueras. Murió el angelico de unos azotes que le dieron en la cárcel. Sintiólo mucho mi padre, por ser tal, que robaba a todos (las voluntades). Por estas y otras niñerías estuvo preso, y rigores de Justicia (de que hombre no se puede defender) le sacaron por las calles10. [...] Hubo grandes diferencias entre mis padres sobre a quién había de imitar en el oficio 11, mas yo, que siempre tuve pensamientos de caballero desde chiquito, nunca me apliqué a uno ni a otro. Decíame mi padre: —Hijo, esto de ser ladrón no es arte mecánica sino liberal. Y de allí a un rato, habiendo suspirado, decía, de manos 12: —Quien no hurta en el mundo, no vive. ¿Por qué piensas que los alguaciles y jueces nos aborrecen tanto? Unas veces nos destierran, otras nos azotan y otras nos cuelgan. (No lo puedo decir sin lágrimas, lloraba como un niño el buen viejo, acordándose de las [veces] que le habían batanado13 las costillas). Porque no querrían que, donde están, hubiese otros ladrones sino ellos y sus ministros. Mas de todo nos libró la buena astucia. En mi mocedad, siempre andaba por las iglesias14, y no de puro buen cristiano. Muchas veces me hubieran llorado en el asno, si hubiera cantado en el potro15. Nunca confesé sino cuando lo mandaba la Santa Madre Iglesia. Preso estuve por pedigüeño en caminos, y a pique de que me esteraran el tragar 16 y de acabar todos mis negocios con diez y seis maravedís: diez de soga y seis de cáñamo17. Mas de todo me ha sacado el punto en boca, el chitón y los nones18. Y, con esto y mi oficio, he sustentado a tu madre lo más honradamente que he podido. —Cómo, a mí sustentado? –dijo ella con grande cólera–. Yo os he sustentado a vos, y sacádoos de las cárceles con industria19, y mantenídoos en ellas con dinero. Si no confesábades, ¿era por vuestro ánimo? o ¿por las bebidas que yo os daba? ¡Gracias a mis botes20! Y si no temiera que me habían de oír en la calle, yo dijera lo de cuando entré por la chimenea y os saqué por el tejado. Metilos en paz, diciendo que yo quería aprender virtud resueltamente, y ir con mis buenos pensamientos adelante; y que para esto me pusiesen a la escuela, pues sin leer ni escribir no se podía hacer nada. Parecióles bien lo que decía, aunque lo gruñeron un rato entre los dos. Mi madre se entró a dentro, y mi padre fue a rapar a uno (así lo dijo él) no sé si la barba o la bolsa, lo más ordinario era uno y otro. Yo me quedé solo, dando gracias a Dios porque me hizo hijo de padres tan celosos de mi bien. [La vida del buscón, Madrid, edición de Celsa Carmen García Valdés, Bruño, col. «Anaquel», 1991.] NOTAS 1 se corría de: se avergonzaba de. 2 tundidor: el que corta el pelo de los paños para igualarlo; de ahí que el barbero se pueda considerar «tundidor de mejillas». 3 de muy buena cepa: de muy buen linaje. 4 Cristianos viejos eran los que no tenían en su ascendencia sangre mora o judía; el no contarse entre ellos era motivo de deshonra. 5 esforzar: demostrar. 6 Parecer: es, al mismo tiempo, «la opinión que alguien de sobre algo que se le consulta» y «aspecto, apariencia». 7 Se refiere al mundo, el demonio y la carne. 8 Metía dos dedos para sacar dinero, es decir, era ladrón. 9 a su salvo: con facilidad, sin peligro. 10 A los condenados se les paseaba por las calles montados en un asno para exponerlos a vergüenza pública. Un pregonero voceaba sus delitos, mientras el verdugo les iba azotando las espaldas. Su padre era ladrón, y su madre, bruja y alcahueta. 12 de manos: de buenas a primeras, de repente. 13 batanado: golpeado, azotado. 14 Los delincuentes se acogían a sagrado para evitar el castigo, ya que la justicia no tenía jurisdicción dentro de los templos. 15 El potro era un instrumento de tortura en el que se obligaba a cantar (confesar) a los delincuentes. 16 me esteraran el tragar: me ahorcaran. 17 Se refiere al precio de la cuerda con que lo hubieran ahorcado. 18 nones: noes, plural de no. 19 industria: ingenio, maña. 20 botes: tarros en que guardaba los preparados para los hechizos. 11 Como ya sabrás, la ascendencia deshonrosa es rasgo común de los pícaros. Compárese la condición social de los padres de Lázaro y del Buscón. El texto está plagado de equívocos. Coméntese cada uno de ellos. ¿Encontramos alguno en el Lazarillo? ¿Qué diferencias de tono se observan entre el relato de Lázaro y el del buscón? ¿Dan muestras los dos pícaros de tener el mismo carácter? c. Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes. En 1944 Cela lleva a cabo un experimento de actualización de la novela picaresca. El protagonista, descendiente de Lázaro, es un pícaro de nuestros días. En este fragmento lo vemos al servicio de tres viejos músicos. Entre sí se llevaban mal, pero preferían no separarse porque formaban buena cuadrilla. Cuando armaban bronca, ya era sabido que quien acababa llevándose los golpes era yo, pero por ello no les guardo rencor, porque la cosa no dejaba de ser natural. Al andar de los años, cuando llegué a tener criado, hice lo mismo, y no creo que tampoco a éste le haya parecido mal; de momento a nadie gusta que le peguen un revés en el pescuezo o un punterazo en el trasero, pero a la larga, si uno es criado, acaba por reconocer que para eso está, y se aguanta. En general, la vida que me daban era aperreada, pero se podía soportar. No siempre se comía pero, eso sí, siempre había emoción. En aquella comarca, en cuanto que nos arrimamos a la frontera, el negocio estaba en robar a unos contrabandistas para vender a otros. La cosa no era demasiado difícil; los contrabandistas eran gentes sencillas, vecinos de aquellos pueblos, que guardaban la mercancía en las covachas de las barrancadas y no las iban a recoger hasta haberlas vendido sobre seguro. El secreto estaba en entretenerlos, y de ello se encargaban Carneiriño Brarico con su flauta y Cachimbo con su fagot, mientras Abraham y yo los desvalijábamos. Encontrar las cargas era cosa fácil para Abraham, que conocía de memoria unas cuevas que había por la parte de Fuentes de Oñoro1. Lo difícil venía después, cuando había que vender, y más de una vez hubo que tuvimos que tirar con todo en mitad del campo por miedo de caer en manos de los carabineros. Cuando apañábamos alguna ganancia limpia ya era sabido que nos esperaban días, y a veces hasta semanas enteras, de holganza, porque mis amos, como es de ley entre artistas, hurtadores y atrapadores de fortunas, más tenían ciertamente de distraídas y alocadas. cigarras que de industriosas abejas o de previsoras hormigas2. Con ellos adquirí el mal hábito de no guardar para el mañana –que Dios ya parece querer que vaya siendo el presente– y así hoy me encuentro pobre como los topos, después de que por mis manos pasaron a lo largo de mi vida buenas pesetas, siendo lo más grave que a ellas no se pegó ninguna, ni a mi bolsillo tampoco, y lo más doloroso todavía el que no pueda uno decirlo con la cabeza en alto y achacarlo a honradez. Que robar y gastar es lo que deja: pobreza y amargor. [Cela, Camilo J.: Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes. Barcelona, Planeta, 1977, págs. 58-60.] NOTAS 1 Fuentes de Oñoro es un pueblo de la provincia de Salamanca. 2 Recuérdese la fábula de la cigarra y la hormiga, en la que cada uno de estos animales ejemplifica un tipo de conducta: la alegre despreocupación y el esfuerzo para prevenir las necesidades futuras, respectivamente. ¿Qué rasgos de este fragmento nos permiten identificarlo inmediatamente como novela picaresca? Compárese la actitud del personaje con la de su antecesor. ¿Por qué se caracteriza el estilo? ¿Tiene algo en común con el texto de 1554?