OPINIÓN Dimitir no es un nombre ruso Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña Presidente de Capital @alejandrosuarez V ivimos en un país en el que ni siquiera los pocos que deciden irse pueden hacerlo tranquilos. Un día vi en una foto de una manifestación a una persona con una sugerente pancarta. Recuerdo su mensaje: “Dimitir no es un nombre ruso”. Me pareció una pataleta simpática. Una de las pocas personas que un día se ha levantado, ha decidido renunciar a su posición, e irse a su casa es el Rey Juan Carlos. Curiosamente, quienes demandan más ‘Dimitris’ entre nuestras autoridades, este hecho no es suficiente. Tras una dimisión de un cargo público, si no hay causas judiciales que lo desaconsejen, debe llegar la calma. Juan Carlos I ha tenido una trayectoria magnífica estos 39 años de reinado, enturbiada con algunas situaciones rocambolescas en los últimos años. Si para un político 8 ó 10 años en el poder son muchos, tal vez para un Rey, casi 40 de reinado, también sean demasiados. Llega el momento de dar la bienvenida a Felipe VI, y dejar descansar a su padre. Aunque los que solicitaran ese descanso no parezcan hacerlo ellos mismos tras su marcha. Tantos años pidiéndola, y ahora, se quedan sin discurso. Por eso no les parece suficiente. Hay que saber parar. El nuevo Rey tiene por delante enormes retos, como recuperar el prestigio de la Corona. Recibe el coche con el depósito medio lleno, o medio vacío, según se mire. Yo lo veo medio vacío, pero 98 soy optimista de cara al futuro. De sus actitudes, y de sus gestos en los próximos años, especialmente en los primeros meses, va a dibujarse en buena manera su imagen pública, y esta le acompañará las próximas décadas. A mí, en lo personal, no me cabe duda que va a tener la inteligencia suficiente para no cometer errores que le sitúen ante los caballos. Los personajes que no dejan descansar al padre, una vez que ha abdicado, son los mismos que esperan el primer resbalón del hijo para salir a las calles bandera y pancarta en mano con el “ya lo decía yo”. Le deseo la mayor de las suertes, por el bien de todos, y espero que se convierta pronto en el primer embajador del empresariado español en el exterior, figura que ocupaba su padre. Ello requiere de habilidades personales que hay que desarrollar recorriendo mundo, no se estudian en la Universidad de Georgetown. Es una figura necesaria y demandada por nuestras empresas, y debe haber un inmediato inicio de actividades en ese plano sin que se note vacío de actividad alguno. Espero que el Rey saliente pueda, aunque sea en la distancia, facilitar a su hijo está función que tan buenos resultados han dado en la última década. También espero que configure un equipo de trabajo capaz y, sobre todo, más activo y audaz que en la última época, en la que ha sido un auténtico desastre. Un ejemplo: la política de comunicación y su relación con los medios de comunicación.