PENITENCIA - Parroquia San Nicolas Valencia

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EL SACRAMENTO DE LA
PENITENCIA
PREPARACIÓN PARA LA CONFESIÓN
PUESTO QUE LA VIDA NUEVA DE LA GRACIA RECIBIDA EN EL
BAUTISMO NO SUPRIME LA DEBILIDAD DE LA NATURALEZA
HUMANA NI LA INCLINACIÓN AL PECADO, CRISTO INSTITUYÓ
ESTE SACRAMENTO PARA LA CONVERSIÓN DE LOS
BAUTIZADOS QUE SE HAN ALEJADO DE ÉL POR EL PECADO.
EL SEÑOR RESUCITADO INSTITUYÓ ESTE SACRAMENTO
CUANDO LA TARDE DE PASCUA SE MOSTRÓ A SUS
APÓSTOLES Y LES DIJO: “RECIBID EL ESPÍRITU SANTO.
A QUIENES PERDONÉIS LOS PECADOS, LES QUEDAN
PERDONADOS; A QUIENES SE LOS RETENGÁIS,
LES QUEDAN RETENIDOS” (JN 20, 22-23).
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LOS ELEMENTOS ESENCIALES DEL SACRAMENTO DE LA
RECONCILIACIÓN SON DOS: LOS ACTOS QUE LLEVA A CABO
EL HOMBRE, QUE SE CONVIERTE BAJO LA ACCIÓN DEL
ESPÍRITU SANTO, Y LA ABSOLUCIÓN DEL SACERDOTE, QUE
CONCEDE EL PERDÓN EN NOMBRE DE CRISTO Y ESTABLECE
EL MODO DE LA SATISFACCIÓN (PENITENCIA).
LOS ACTOS PROPIOS DEL PENITENTE SON LOS
SIGUIENTES: UN DILIGENTE EXAMEN DE CONCIENCIA;
LA CONTRICIÓN (O ARREPENTIMIENTO) E INCLUYE EL
PROPÓSITO DE NO VOLVER A PECAR; LA CONFESIÓN QUE
CONSISTE EN LA ACUSACIÓN DE LOS PECADOS HECHA
DELANTE DEL SACERDOTE; LA SATISFACCIÓN, ES DECIR, EL
CUMPLIMIENTO DE CIERTOS ACTOS DE PENITENCIA QUE EL
PROPIO CONFESOR IMPONE AL PENITENTE PARA REPARAR
EL DAÑO CAUSADO POR EL PECADO.
LOS EFECTOS DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA SON:
LA RECONCILIACIÓN CON DIOS Y, POR TANTO, EL PERDÓN
DE LOS PECADOS; LA RECONCILIACIÓN CON LA IGLESIA;
LA RECUPERACIÓN DEL ESTADO DE GRACIA, SI SE HABÍA
PERDIDO, LA REMISIÓN DE LA PENA ETERNA MERECIDA A
CAUSA DE LOS PECADOS MORTALES Y, AL MENOS EN PARTE,
DE LAS PENAS TEMPORALES QUE SON CONSECUENCIA
DEL PECADO; LA PAZ Y LA SERENIDAD DE CONCIENCIA Y EL
CONSUELO DEL ESPÍRITU; Y EL AUMENTO DE LA FUERZA
ESPIRITUAL PARA EL COMBATE CRISTIANO.
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ORACIÓN PARA ANTES DE LA CONFESIÓN
Recibe mi confesión, clementísismo y piadoso
Señor Jesucristo, única esperanza para la salvación
de mi alma. Te pido que me des contrición de
corazón y lágrimas en mis ojos, para que yo pueda
llorar día y noche todas mis negligencias con
humildad y pureza de corazón.
Oh Señor, Dios mío, recibe mis súplicas.
Salvador del mundo, buen Jesús, que te entregaste
a la muerte de Cruz para salvar a los pecadores,
mírame a mí, miserable pecador, invocando tu
Nombre, y no mires mis pecados de modo que
olvides tus bondades; y si he pecado, de modo que
merezca la condenación, tú no pierdas lo que has
decidido salvar. Sé propicio conmigo, Tú que eres mi
Salvador, y ten misericordia de mi alma pecadora.
Rompe mis cadenas, cura mis heridas.
Piadosísimo Señor, por los méritos de la purísima
e Inmaculada siempre Virgen y Madre tuya María,
que Tú nos dejaste como Madre, y de San Nicolás
y San Judas Tadeo, envía tu luz y tu verdad a mi
alma, para que todos mis defectos aparezcan claros
ante mí, aquellos que debo confesar, y que ello me
ayude y enseñe a manifestarlos plenamente con un
corazón contrito. Tú, oh Dios, que vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén.
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EXAMEN DE LA CONFESIÓN
Se deben confesar todos los pecados graves aún
no confesados que se recuerdan después de un
diligente examen de conciencia. La confesión de
los pecados graves es el único modo ordinario de
obtener el perdón. La Iglesia recomienda vivamente
la confesión de los pecados veniales aunque no sea
estrictamente necesaria, ya que ayuda a formar
una recta conciencia y a luchar contra las malas
inclinaciones, a dejarse curar por Cristo y a progresar
en la vida del Espíritu.
1. ¿He vivido como si Dios no existiera?
¿He dudado o negado las verdades de la fe
católica?
2. ¿He practicado la superstición o el espiritismo?
3. ¿Me he acercado indignamente a recibir algún
sacramento?
4. ¿He blasfemado? ¿He jurado sin necesidad o sin
verdad?
5. ¿Manifiesto con mi comportamiento mi condición
de hijo de Dios en la Iglesia? ¿Interpreto la voluntad
de Dios como a mi me conviene? ¿Me construyo un
modo particular de ser cristiano, al margen de la
Iglesia? ¿Soy de los que dicen “creo en Dios pero no
creo en la Iglesia”?
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6. ¿Hago con desgana las cosas que se refieren a
Dios? ¿Solo las hago cuando “me apetece”?
7. ¿He faltado a Misa los domingos o días festivos?
¿He cumplido los días de ayuno y abstinencia?
8. ¿He callado en alguna confesión anterior por
vergüenza algún pecado mortal?
9. ¿Manifiesto respeto y cariño a mis padres y
familiares? ¿Tengo detalles de servicio y sacrificio
por ellos?
10. ¿Soy amable con los demás o me falta esa
amabilidad incluso en la vida de familia? ¿Hablo
bien a mis familiares o soy arisco, intransigente y
egoísta con ellos?
11. ¿He dado mal ejemplo a las personas que me
rodean? ¿Les corrijo con cólera o injustamente?
¿Pierdo la paciencia con los demás fácilmente?
12. ¿Me preocupo de la formación religiosa y
moral de las personas que viven en mi casa o que
dependen de mí?
13. ¿He fortalecido la autoridad de mi cónyuge,
evitando reprenderle, contradecirle o discutirle
delante de los hijos?
14. ¿Me quejo delante de la familia de la carga que
suponen las obligaciones domésticas? ¿Me dejo
llevar por el malhumor en casa?
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15. ¿Tengo enemistad, odio o rencor contra alguien?
16. ¿Evito que las diferencias políticas o profesionales degeneren en indisposición, malquerencia u
odio hacia las personas? ¿Soy rencoroso? ¿Busco
ponerme en el lugar de los demás?
17. ¿He hecho daño a otros de palabra o de obra?
¿Me dejo llevar por las injurias y las calumnias en
comentarios y conversaciones?
18. ¿He respetado la vida como don sagrado de
Dios? ¿Aprecio la vida —la mía y la de los demás—
como algo sagrado? ¿Pienso que “mi cuerpo es
mío y hago con él lo que me da la gana” o soy
consciente de que la vida la he recibido de Dios y la
he de emplear para su Gloria? ¿Creo que mi cuerpo
es “Templo del Espíritu Santo”? ¿Lo respeto?
19. ¿Me he embriagado, bebido con exceso o tomado drogas? ¿Soy adicto al juego?
20. ¿He descuidado mi salud? ¿La perjudico con
sustancias que la ponen en riesgo? ¿He sido imprudente en la conducción de vehículos?
21. ¿He sido causa de que otros pecasen por mi
conversación, mis actitudes, mi asistencia a algún
espectáculo o por el uso irresponsable de internet?
¿He tratado de reparar el escándalo? ¿Me dejo
llevar por la pornografía?
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22. ¿He sido perezoso en el cumplimiento de mis
deberes? ¿Retraso con frecuencia el momento de ponerme a trabajar o a estudiar? ¿Gasto
irresponsablemente el dinero o me dejo llevar por
la mentalidad consumista? ¿Me esfuerzo por vivir
austeramente, desprendido del dinero y de las
cosas de este mundo? ¿Soy un derrochador que
descuida y abandona las cosas? ¿Estoy dispuesto a
compartir mis cosas con los necesitados?
23. ¿He aceptado pensamientos o deseos impuros?
24. ¿He realizado actos impuros? ¿Solo o con otras
personas?
25. ¿He ido a lugares o asistido a espectáculos
indignos?
26. ¿He usado indebidamente el matrimonio? ¿He
respetado la ley de Dios y la dignidad de mi cónyuge en esta materia?
27. ¿He tomado dinero o cosas que no son mías?
¿En su caso, he restituido o reparado?
28. ¿He engañado a otros cobrando más de lo
debido? ¿He sido responsable en mi trabajo?
29. ¿Doy limosna según mi posición? ¿Soy
generoso?
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30. ¿He prestado mi apoyo a programas de
acción social, política o económica inmorales,
anticristianos o contrarios a la dignidad de las
personas?
31. ¿He dicho mentiras? ¿He reparado el daño que
haya podido seguirse?
32. ¿He descubierto por deseo de hacer daño o
venganza defectos graves de otras personas?
¿He pretendido hacer daño a otros con mis
comentarios?
33. ¿He hablado o pensado mal de otros? ¿He
calumniado?
34. ¿Soy ejemplar en mi trabajo? ¿Utilizo cosas
de la empresa en provecho propio faltando a la
justicia? ¿Exijo comisiones injustas? ¿Me siento
responsable del bien común de la empresa, del
barrio, de mi ciudad?
35. ¿Estoy dispuesto a sufrir una merma en mi
reputación profesional o social antes de cometer o
cooperar formalmente en una injusticia?
36. ¿Me preocupo de influir -con naturalidad y
sin respetos humanos- para hacer más cristiano
el ambiente a mi alrededor? ¿Procuro defender a
Cristo y a la doctrina de la Iglesia?
37. ¿Hago el propósito de plantearme más en serio
mi formación cristiana y mis relaciones con Dios?
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DOLOR DE LOS PECADOS Y PROPÓSITO DE LA ENMIENDA
El dolor de los pecados consiste en reconocer la
ofensa cometida (arrepentimiento) y el propósito
de la enmienda en decidir firmemente no volver
a pecar; en estar dispuestos a luchar para evitar
el pecado aun a costa de sacrificios. Se puede
manifestar de muchos modos, también a través de
alguna oración, como la que sigue:
Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón
de haberos ofendido. Pésame por el infierno que
merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me
pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno
y tan grande como Vos. Me duele de todo corazón
haberos ofendido; y propongo firmemente no
pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de
pecado. Amén.
Se puede añadir la siguiente oración, para
implorar el perdón:
Señor, Tú que no quieres la muerte del pecador
sino la penitencia de sus pecados, mira benigno la
fragilidad de nuestra condición humana y haz que
por esta confesión, a la que me acerco para obtener
el perdón, obtenga la absolución de mis culpas y el
premio de la penitencia.
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Decir los pecados al confesor
A continuación acércate al sacerdote en el
Confesionario. Y después del saludo cristiano
(Ave María Purísima) confiesa humildemente ante
Dios tus pecados. No tengas miedo. El sacerdote
es ministro de la misericordia. Te ayudará con
delicadeza para que recuperes tu dignidad y
recomiences de nuevo, con la ayuda de la Gracia, la
lucha cristiana.
Cumplir la penitencia
Después de la Confesión de los pecados y recepción
de la absolución, hay que cumplir la penitencia
que nos impone el sacerdote, con la intención
de reparar los pecados cometidos. Es necesario
cumplir la penitencia, porque es parte del mismo
sacramento. También se puede añadir alguna
oración de acción de gracias, por haber obtenido el
perdón de Dios, como la que sigue:
Gracias, oh Padre Celestial, gracias infinitas te
doy, por el inmenso beneficio que acabas de
concederme. Has purificado mi pobre alma con
la Sangre preciosísima de tu divino Hijo, mi buen
Salvador.
Te ofrezco esta mi confesión y mi penitencia
en unión con todos los actos de penitencia que
hicieron todos los santos y en especial la de nuestro
Señor Jesucristo, su santísima Madre y San José,
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pidiendo a tu bondad paternal que te dignes
aceptarlos y hacerlos meritorios para mi eterna
salvación. Lo que haya podido faltar a la sinceridad
de mi preparación, a mi contrición y a la acusación
de mis pecados, lo pongo todo en el Corazón
adorable de mi buen Jesús, tesoro infinito de todo
bien y de todas las gracias.
ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA CONFESIÓN
Oh Dios, por los méritos de la siempre
Bienaventurada Virgen y Madre tuya María y de
todos los Santos, te suplico te sea grata y aceptable
esta confesión mía. Tu piedad y misericordia
suplan lo que me hubiese faltado de suficiente
contrición, pureza o integridad en esta o anteriores
confesiones mías y, según tu misma piedad y
misericordia, me hagas digno de la perfecta y plena
absolución en el cielo. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. Amén.
Parroquia San Nicolás
C/Caballeros 35, 46001 Valencia.
Tfno. 963913317
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