Autor: Jorge KIELMANOVICH. Tema central: Garantías procesales en la adopción. 1.Citación de los padres biológicos Establece el art. 317, inc. a), CCiv., que el juez debe citar a los progenitores del menor para que presten su consentimiento con la guarda con fines de adopción, dentro de los sesenta días del nacimiento del menor, o, agregamos, dentro del plazo que en definitiva corresponda, teniendo en cuenta los antecedentes de la causa y, por supuesto, la edad del adoptando al momento en que se solicita el discernimiento de la guarda. No será necesario el consentimiento, dice el citado dispositivo legal, ni por ende, la citación, cuando el menor estuviese internado en un establecimiento asistencial y los padres se hubiesen desatendido totalmente del mismo durante un año; cuando el desamparo moral o material resultase evidente, manifiesto y continuo y ello hubiese sido comprobado judicialmente; cuando los padres hubiesen sido privados de la patria potestad o hubiesen manifestado judicialmente su expresa voluntad de entregar al menor en adopción (art. 317, inc. a, CCiv.). Si bien es cierto que la ley 24.779 reemplazó acertadamente la más que cuestionable y crítica facultad que acordaba el art. 11, ley 19.134, por un deber de citación a los padres del menor en resguardo de su derecho de defensa en juicio, estimo, privilegiando derechos y garantías constitucionales, que el juez deberá disponer, como regla, su citación al proceso de guarda aun en las condiciones previstas en el art. 317, inc. a), segunda parte, CCiv., para acordarles así la posibilidad de demostrar, por ejemplo que no medió desatención de su hijo o que ello obedeció a causas ajenas a su voluntad, debiendo, no obstante. Por otra parte, también pienso que debe admitirse la intervención de los padres en el procedimiento de adopción cuando éstos no pudieron comparecer en la guarda por razones no imputables a aquéllos o cuando fueron citados por edictos y dicha circunstancia no obedeció a su propia culpa o imprevisión, en miras al resguardo del debido proceso legal de dichas personas y las consecuencias que de ello se derivan . Considero además, que la citación deberá efectuarse por cédula o, en su caso, mediante la publicación de edictos en dos diarios y durante cinco días en caso de ignorarse su paradero, y que deberán observarse respecto de ella los mismos recaudos que atañen a la notificación de la demanda, particularmente, en lo que respecta a la obligación de dejar el aviso del art. 339, Código Procesal, frente a las gravísimas consecuencias que se derivan de la incomparecencia de los padres, por más que ella no importa en sentido estricto un traslado de demanda. Si bien la citación tradicionalmente se ha entendido, antes que para que los padres expresen o den su "consentimiento", para que puedan formular su oposición a la guarda y adopción propuesta -pues, en definitiva, la procedencia de ella habrá de ser juzgada teniendo en cuenta los intereses del menor, más allá de que el mismo se hubiese prestado o rehusado- la misma, en ausencia de todo procedimiento específico, tramitará por las normas de los incidentes, por lo que entiendo que sería conveniente, teniendo en cuenta la exigüidad de los plazos y las sensibles restricciones probatorias que este procedimiento apareja, que dicha "oposición" fuese objeto de una regulación concreta dentro de un marco de una mayor amplitud de debate y prueba. 2.El derecho del niño a ser oído La ley 26.061 establece en su artículo 27, inciso a) el derecho de la niña, niño o adolescente a "ser oído ante la autoridad competente cada vez que así lo solicite" sin que el mismo, a diferencia de lo que acontece con la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (aprobada por la Ley 23.849) (art. 12, inc. 2), pueda efectivizarse "por medio de un representante o de un órgano apropiado, en consonancia con las normas de procedimiento de la ley nacional", desde que la inteligencia de la ley (arts. 2, 19, 24 y ss., Ley 26.061) parece inclinarse por una verdadera inmediación en este contexto, superando así las múltiples alternativas que la Convención establece, más cuando ese derecho debe conjugarse con el de participar "activamente" en todo procedimiento que lo afecte -como lo dispone el inciso e) del artículo 27 de la ley- participación que en tal orden de ideas, supone o autoriza ese contacto directo e inmediato. De ello se sigue, que cuando el niño lo requiera, el juez deberá escucharlo sin poder reemplazar este contacto, "escuchando" en su lugar a su representante o a un órgano apropiado, así, al Defensor de Menores o a informes de auxiliares del tribunal, mientras que cuando se trate del deber del juez que contempla el artículo 12 de la Convención en cuanto a "dar" al niño "oportunidad de ser escuchado", el juez podría hacerlo directamente pero también por medio de un representante o de un órgano apropiado en atención a la naturaleza de aquél tratado y de lo que dispone la Convención de Viena del Derecho de los Tratados (aprobada por la Ley 18.865) en cuanto a que las normas del derecho interno nacional no pueden oponerse a lo establecido en los tratados (art. 27) -sin perder de vista además su jerarquía supralegal (art. 75, inc. 22, Const. Nacional)- si bien debería prohijarse, cuando fuese conveniente y útil, el contacto directo con el niño, solo o en presencia de los auxiliares que disponga el juez (v.gr. un perito psicólogo), de acuerdo con las circunstancias de la causa, su edad, madurez y desarrollo. Por otra parte, si bien el artículo 321 inciso c) del Código Civil dispone que en la etapa del procedimiento de adopción el juez o tribunal podrá oír al menor en forma personal si lo juzga conveniente, de acuerdo con su edad y situación personal, y a cualquier otra persona, v.gr., los padres biológicos, maestros, médicos, familiares y demás que estime conveniente en beneficio de aquél (art. 321, inc. c], CCiv.) -sólo es un deber en la etapa de guarda (art. 317, inc. b], CCiv.), CCiv.)-, de tratarse de un menor de 18 años de edad estimo que el mismo debería ser oído también en la etapa de la adopción, a la luz de lo que dispone la Convención sobre los Derechos del Niño y el artículo 27 de la Ley 26.061. 3.El Registro de Aspirantes a Adopción Establecen los artículos 316 y 318 del Código Civil que la guarda deberá ser otorgada en forma judicial, con lo que se deja de lado imperativamente la entrega de menores mediante escritura pública o acto administrativo, y se priva de toda eficacia a las guardas de hecho, fuera del caso de la adopción del hijo o hijos del cónyuge. No obstante, pienso que a la luz del interés superior del niño, no correspondería privar de eficacia a las guardas de hecho o por entrega directa -máxime cuando se repara que justamente el fin de los guardadores de hecho es que el magistrado, previa sustanciación del proceso pertinente, les otorgue la guarda judicial que la ley determina y que los padres tienen el derecho a elegir el guardador de sus hijosprivilegiando su interés, conforme lo autoriza el artículo 3.1. de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y lo reafirman los artículos 1 y concordantes de la Ley 26.061, máxime que, a tenor de lo que dispone el artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (aprobada por la Ley 19.865), ningún país signatario puede oponer su derecho nacional en contra de los Tratados, sin perder de vista la jerarquía constitucional de la primera. 4.El derecho a la identidad del adoptando Si bien el artículo 321, inc. h) del Código Civil señala que en la sentencia deberá constar que el adoptante se ha comprometido a hacer conocer al adoptado su realidad biológica, tanto sea en la adopción simple como en la plena, este compromiso se ha dejado librado, en definitiva, al buen sentido y honorabilidad del adoptante, ya que nada asegura que se habrá de cumplir ni ninguna sanción se ha establecido para ello. Entiendo que debería regularse la obligación de información por los adoptantes en este sentido, y que ello debería concretarse a partir de cierta edad o de acuerdo a la madurez e interés del adoptando, debiendo ponerse este hecho en conocimiento del juez que otorgó la adopción. A mi criterio, la adopción plena no violenta el derecho a la identidad del niño, a poco que se repare que el propio artículo 11 de la ley 26.061 dispone que si bien las niñas, niños y adolescentes tienen derecho al conocimiento de quiénes son sus padres y a la preservación de sus relaciones familiares de conformidad con la ley y a preservar su identidad e idiosincrasia, dejan a salvo la excepción prevista en los artículos 327 y 328 del Código Civil.