Tras estos altercados, Cortés partió de Trinidad rumbo a La Habana, donde recogió a más soldados y donde organizó por fin su casa nombrando maestresala, mayordomo, camarero, etc. De esta manera, se le podía considerar como un caballero. Tras un pequeño altercado producido en La Habana, cuyo motivo fue de nuevo la desconfianza de Velázquez hacia Cortés (no tuvo mayor trascendencia, ya que nuevamente Cortés tuvo que escribir a Velázquez para tranquilizarlo), se hicieron a la mar llegando al cabo se San Antón, donde se reunieron con otros expedicionarios y partieron hacia Tierrafirme el 10 de febrero de 1519. la armada constaba de 11 navíos, a bordo de los cuales iban 109 marineros, 508 soldados, 32 ballesteros, 13 escopeteros, 16 jinetes y 200 indios de servicio. La artillería estaba compuesta de 10 cañones de bronce y cuatro falconetes. Al mando de todo iba Hernán Cortés, declarado ya en rebelión contra su gobernador. La flota se dirigió hacia la isla de Cozumel, aunque hubo una nave que se adelantó a las demás y llegó dos días antes; esta nave era la de Alvarado, quien se dedicó junto con sus hombres a robar a los indios (gallinas, oro...). Cuando llegó Cortés, hizo devolver todo lo robado, ya que el tenía la intención de ocupar aquellas tierras poblándolas, mientras que la mayoría de los expedicionarios iban solo a encontrar riquezas. Los naturales de allí, comunicaron a Cortés la presencia de otros españoles o “castilan” en Tierrafirme (Yucatán), lo cual lo pudo confirmar al trasladarse allí (más concretamente en la zona de Tabasco) y ver a uno de los españoles, Jerónimo de Aguilar, el cual había naufragado cuando se dirigía a Santo Domingo en la calavera mandada por Valdivia (1511), y que tras varias semanas a la deriva, llegó a la costa de Yucatán (América Central). De los supervivientes (unos 22), solo quedaron dos, siendo sólo Jerónimo de Aguilar el que se unió a la expedición de Cortés, el cual recorrería toda la costa de Yucatán. Rápidamente, Cortés leyó a los indígenas el Requerimiento, documento jurídico en el que se les invitaba a reconocer pacíficamente los derechos territoriales concedidos por el Papado a España y las razones que les sustentaban desde la creación de Adán y Eva. Tras esto los indios, contestaron tirando flechas y lanzas, provocando el inicio de una batalla que se saldaría con la muerte de dos españoles y 800 indios. Tras esto los indios pidieron perdón por su osadía y se consiguió la paz entre las dos partes. Los indios le dijeron a Cortés que el oro que tenían lo traían de Culchúa y México, aunque Cortés no sabía donde estaban esos sitios. A Cortés se le entregaron muchas mujeres indias, siendo Doña Marina la que contraería matrimonio con él desde 1519 hasta 1525, incluso convivió con ella cuando Catalina Juárez vino de Cuba a México. El Domingo de Ramos de 1519 mandó reembarcar con dirección a San Juan de Ulúa, costeando México y sin nuevas detenciones. Al llegar a San Juan de Ulúa, fueron recibidos por unos indios, los cuales le preguntaron a Cortés, por orden de su señor Motecuhzoma, que quienes eran y que querían. ● Bibliografía BETHELL, L. (coord.), Historia de América Latina, Crítica, Barcelona, 1990. ELLIOTT, J.: Imperios del mundo Atlántico. España y Gran Bretaña en América (1492-1830), Taurus, Madrid, 2006. GARAVAGLIA, J. C. y MARCHENA, J.: América Latina de los orígenes a la Independencia, Crítica, Barcelona, 2005. LEÓN-PORTILLA, M. (ed.): Visión de los vencidos, Dastín, Madrid, 2003. LUCENA, M., Historia de Iberoamérica, Cátedra, Madrid, 1990. RESTALL, M.: Los siete mitos de la conquista española, Paidós, Barcelona, 2004. Publ icacionesDidacticas.com | Nº 20 Di ci embre 2011 26 de 146