(Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. 2002; 49: 272-275) NOTA CLÍNICA Hematoma epidural tras la retirada de un catéter a un paciente sin transtornos de la coagulación A. Cabreraa,*, I. Ornaquea,**, L. López Obarriob,**, M. Quintanillab,**, A. Gabarrósb,**, J. Fuentesc,**, A. Monteroa,*** Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. bServicio de Neurocirugía. Ciudad Sanitaria y Universitaria Príncipes de España de Hospitalet de Llobregat. Barcelona. cServicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Hospital Pius de Valls. Tarragona. a Resumen Un varón de 69 años, sin antecedentes patológicos de interés, diagnosticado de adenocarcinoma de recto, fue intervenido de resección anterior bajo anestesia combinada. El catéter epidural se retiró a las 48 h, apareciendo de forma progresiva un cuadro compatible con hematoma epidural que se confirmó por resonancia magnética. La última dosis de heparina de bajo peso molecular había sido administrada 8 h antes de la retirada del catéter y la analítica completa fue normal. El paciente se sometió a laminectomía y evacuación del hematoma 31 h después de iniciada la clínica y la recuperación fue ad integrum. Analizamos las circunstancias que pueden llevar a la aparición de un hematoma epidural tras el uso de un catéter, y vemos que incluso con un manejo correcto del catéter y administración de la pauta de profilaxis tromboembólica adecuada pueden aparecer complicaciones, sin poder establecerse las causas. Al mismo tiempo, destaca que la maniobra de retirada del catéter epidural no está exenta de riesgos, por lo que el seguimiento posterior del paciente es muy importante para poder detectar de forma precoz posibles complicaciones. Palabras clave: Hematoma epidural. Anestesia peridural. Catéter epidural. Heparina de bajo peso molecular. Epidural hematoma after removal of a catheter from a patient free of coagulation disorders Summary A 69-year-old man with rectal adenocarcinoma and no relevant medical history was scheduled for anterior resection of the tumor under combined anesthesia. The epidural cathe*Médico residente. **Médico especialista. ***Jefe de Servicio. Correspondencia: A.Cabrera Feixa Llarga s/n. 08907L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Aceptado para su publicación en mayo de 2002. 272 ter was removed 48 h after surgery. A clinical picture consistent with a diagnosis of epidural hematoma developed gradually and was confirmed by magnetic resonance imaging. The last dose of low molecular weight heparin had been administered 8 h before catheter removal and blood analyses were normal. Recovery was complete following laminectomy and evacuation of the hematoma 31 h after the onset of symptoms. Our analysis of the literature on conditions leading to epidural hematoma after catheter insertion revealed that complications may appear for unknown reasons even when catheter management and thrombolytic prophylaxis are appropriate. Nevertheless, the maneuver for removing an epidural catheter is clearly not risk-free and can cause complications. Monitoring after removal is therefore important if complications are to be detected early. Key words: Epidural hematoma. Peridural anesthesia. Epidural catheter. Low molecular weight heparin. Introducción La anestesia combinada (general más epidural) es empleada habitualmente con éxito en pacientes de elevado riesgo anestesico-quirúrgico. El bloqueo peridural permite una lenta instauración de la anestesia segmentaria y progresiva, muy adecuada para la cirugía1, además de proporcionar la posibilidad de administrar analgésicos en el postoperatorio por esta vía. No obstante, la combinación de una anestesia general con un bloqueo peridural no está exenta de la posibilidad de aparición de complicaciones, siendo entre éstas las más graves las de origen neurológico, que pueden ser originadas por procesos traumáticos, isquémicos, infecciosos o neurotóxicos en relación al empleo del anestésico local2. Presentamos un caso de hematoma epidural tras la retirada del catéter, complicación rara y potencialmente grave, en un paciente sin factores de riesgo predisponentes y con pruebas de coagulación normales, con el único antecedente destacable de seguir tratamiento profiláctico para la enfermedad tromboembólica venosa (TVP) con heparina de bajo peso molecular (HBPM). 58 A. CABRERA ET AL.– Hematoma epidural tras la retirada de un catéter a un paciente sin transtornos de la coagulación Caso clínico Varón de 69 años, sin alergias conocidas, fumador de 3 puros al día, con antecedente de apendicectomía hacía 6 años e hiperglicemias ocasionales que trataba con dieta. Fue programado en cirugía electiva para la realización de una resección anterior baja por adenocarcinoma de recto. Ingresó 24 h antes para la preparación de colon según el protocolo establecido del centro. En el preoperatorio tan sólo destacaba en el ECG la presencia de signos de hipertrofia de ventrículo izquierdo, siendo el hemograma, la bioquímica, la coagulación y la radiografia de tórax normales. Se decidió la realización de una técnica anestésica combinada con punción peridural a nivel lumbar en L2-L3, con el paciente en sedestación, aguja de Tuohy 18, según técnica de pérdida de resistencia con colocación de catéter cefálico, siendo administrada como dosis test 3 ml de lidocaína al 2%. La punción se realizó sin ningún tipo de complicaciones y sin evidenciarse punción vascular. La inducción anestésica se realizó con 140 mg de propofol, 0,15 mg de fentanilo y 40 mg de rocuronio, siendo el mantenimiento con perfusión de propofol a 45 ml/h, oxígeno/aire al 50%, y bolos de rocuronio de 20 mg/h, administrándose vía peridural 7 ml de lidocaína al 2% y 7 ml de bupivacaína al 0,5% sin vasoconstrictor. Fueron monitorizados el ECG continuo, la saturación de oxígeno por pulsioxiometría, la capnografia, la tensión arterial de manera no invasiva y la diuresis de manera horaria tras sondaje vesical. Tras la inducción el paciente presentó cuadro de hipotensión arterial con tensión arterial sistólica de 70 mmHg, que respondió a la administración de dos bolos de 20 mg de efedrina. La intervención duró 3,5 h y se le administraron 5 litros de Ringer lactato, sin que destacara ningún otro incidente perioperatorio. El paciente llegó a la unidad de reanimación postquirúrgica extubado, hemodinámicamente estable, consciente y sin reflejos ni función motora en las extremidades inferiores por el bloqueo de la anestesia epidural. Como pauta analgésica en el postperatorio se le administraron a nivel peridural 5 mg de metadona en bolo inicialmente, para seguir con una perfusión continua de 10 Fig. 1. Corte sagital de la secuencia T2 de la resonancia magnética que muestra el hematoma epidural de T6 a T12. 59 mg en 24 h junto con metamizol 2 g/6 h endovenoso como rescate durante 48 h. Durante este tiempo el paciente permaneció estable, no requiriendo transfusiones, recibiendo de manera profiláctica contra la TVP 2500 u subcutáneas de HBPM al día. Dada la buena evolución postoperatoria, se decidió la retirada del catéter epidural a las 8 h de la última administración de la HBPM, en presencia de un hemograma, bioquímica y pruebas de coagulación normales, observándose una pérdida progresiva de fuerza, motricidad y sensibilidad en ambas extremidades inferiores hasta un nivel sensitivo torácico de T8-T9. Ante la sospecha de un hematoma peridural lumbar se realizó una tomografía axial computerizada (TAC) urgente que fue normal, aunque la persistencia de la clínica con paraparesia 2/5 y alteración sensitiva hasta T8-T9 obligó al traslado del paciente al centro hospitalario de referencia para la realización de una resonancia magnética (RM) que mostró un hematoma peridural a nivel de T6-T12 que fue intervenido, practicándose una laminectomía T8-T10 más evacuación del hematoma, 31 horas después de iniciada la clínica. El postoperatorio cursó con una mejoría progresiva del déficit motor y sensitivo, pudiendo realizar deambulación sin ayuda y con recuperación motora y sensitiva ad integrum al alta, 11 días después de iniciada la clínica del hematoma peridural. Discusión Diversos estudios han demostrado que la anestesia regional (epidural y subaracnoidea) disminuye los fenómenos tromboembólicos tanto a nivel venoso como arterial, mientras que la anestesia general provocaría una disminución del flujo sanguíneo de las extremidades inferiores favoreciendo el estasis venoso y predisponiendo a la coagulación vascular diseminada localmente, y por lo tanto, a los fenómenos de TVP y tromboembolismo pulmonar (TEP). Los mecanismos que parecen disminuir el riesgo tromboembólico de la anestesia espinal estarían relacionados con el bloqueo simpático por Fig. 2. Corte axial de la secuencia T1 de la resonancia magnética. 273 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 49, Núm. 5, 2002 aumento del flujo en las extremidades y la disminución de la viscosidad sanguínea, el efecto sobre la agregación, adhesión y liberación de las plaquetas de los anestésicos locales, la hemodilución, y la disminución de la fibrinolisis y de la activación de los factores de la coagulación3. A pesar que desde el punto de vista epidemiológico la frecuencia del hematoma espinal es muy baja, en la actualidad esta complicación se ha ido incrementando como resultado del cambio en las prácticas anestésicoquirúrgicas, especialmente ante la realización de anestesias combinadas y la administración perioperatoria de anticoagulantes y/o antiagregantes como profilaxis de los procesos tromboembólicos. La incidencia del hematoma epidural tras un bloqueo peridural es de 1/150000 casos, mientras que tras un bloqueo subaracnoideo se estima de 1/2200004. En el caso que presentamos se conjugan ambas técnicas anestésicas con sus respectivos efectos profilácticos y factores de riesgo, destacando que la analítica y pruebas de coagulación normales no asegura una ausencia de riesgo frente a la aparición del hematoma epidural, a pesar de la realización de una técnica de punción depurada sin evidencia de salida hemática en ningún momento. La clínica del hematoma epidural causa signos y síntomas secundarios a la compresión medular o de las raices nerviosas5,6. Su presentación es brusca con dolor dorsal irradiado a los miembros inferiores, con debilidad muscular en diferentes grados y manifestaciones sensitivas localizadas a nivel de las piernas principalmente, pudiendo evolucionar hasta la cuadriplejía si el hematoma se extiende desde la región lumbar al extremo dorsal alto de la columna. En algunos casos la dorsalgia no aparece, y tan solo un retraso inexplicable de la regresión del bloqueo motor o un aumento en su intensidad durante el postoperatorio nos haría sospechar esta complicación7,8. Según una revisión de Vandemuelen y col, la sintomatología principal se distriburía en un 46% con debilidad en miembros inferiores, un 38% con dolor lumbar con componente radicular y un 14% con déficit sensitivo9. En nuestro caso, la clínica principal referida se relacionó más con un proceso sensitivo y de déficit motor, con ausencia de cualquier tipo de dolor a nivel lumbo-dorsal o de miembros inferiores siguiendo el predominio referido en la bibliografía. Ante la sospecha de este tipo de complicaciones, debe realizarse para su diagnóstico una RM. El retraso en el diagnóstico empeora el pronóstico y las posibilidades de recuperación. Se ha comprobado que la laminectomía efectuada entre las 6-8 horas tras el inicio de la clínica ofrece las mejores oportunidades de recuperación neurológica completa10,11. Nuestro paciente presentó clínica rápidamente progresiva y de manera precoz tras la retirada del catéter, destacando que la primera prueba radiológica efectuada (una TAC) no mostró signos del hemato274 ma siendo precisa una nueva prueba diagnóstica (una RM) para su confirmación frente a la sospecha. Una vez más, debe ser destacada la importancia de la clínica y de la exploración física de los pacientes, a pesar de que no siempre la confirmación mediante pruebas diagnósticas se produce inicialmente. La laminectomía fue relizada 31 horas después del inicio del cuadro, tiempo no despreciable, aunque debe tenerse en cuenta la necesidad de traslado del paciente a otro centro hospitalario a más de 100 Km de distancia, para la confirmación del diagnóstico y la realización del tratamiento neuroquirúrgico. Una revisión de 4 casos clínicos presentada por Duffin y col, en los que el diagnóstico fue precoz y se disponía de servicio de neurocirugía, el tratamiento con corticoides dio buenos resultados, presentándose como una alternativa a la laminectomía siempre que exista la posibilidad de un control evolutivo con RM y la posibilidad de cirugía si progresa el cuadro11,12. Como factores predisponentes para la aparición de un hematoma epidural asociados a bloqueos peridurales podemos destacar la inserción traumática del catéter, la administración de elevadas dosis de heparina endovenosa en cirugía vascular, las coagulopatías previas, los tratamientos fibrinolíticos, las anomalías vasculares congénitas, la administración de aspirina, antiagregantes u otros antinflamatorios no esteroideos, las profilaxis con HBPM, las trombocitopenias y las movilizaciones de los catéteres cuando se realiza una técnica continua (por riesgo de lesión de un vaso peridural o desprendimiento de un coágulo previamente formado)13,14. No existe consenso a la hora del manejo de la medicación antiplaquetaria en el postoperatorio, aunque la aparición de hematomas espinales espontáneos o tras un bloqueo espinal en pacientes con estos tratamientos parecen ser más frecuentes. El tiempo de sangría sería la prueba diagnóstica para detectar la posibilidad de un sangrado anormal, pero se ha demostrado que no mide de forma fiable la función plaquetaria en su totalidad, pudiéndose normalizar a los tres días de dejar el tratamiento. Sin embargo, pruebas más sensibles muestran la necesidad de una semana para que esto sea así. Son aceptados para poder realizar de manera segura punciones espinales, valores menores de 8 minutos de tiempo de sangría14,15. En cuanto a las profilaxis con HBPM y los bloqueos espinales, se recomienda evitar la anestesia espinal en pacientes que reciban tratamientos que afecten la hemostasia o que tengan predisposición para la hemorragia por historia clinica, realizar el bloqueo 10-12 horas tras la administración de la última dosis de HBPM, evitar las punciones múltiples, vigilar la punción hemática, no administrar la HBPM hasta 12 h después de la finalización de la cirugía, no movilizar los catéteres epidurales hasta pasadas 10-12 h de la administración de la última dosis de HBPM, pudiéndose reiniciar el tratmiento profi60 A. CABRERA ET AL.– Hematoma epidural tras la retirada de un catéter a un paciente sin transtornos de la coagulación láctico 2 h después y vigilar con extrema cautela la posibilidad de aparición de signos de compresión medular y clínica neurológica en los pacientes portadores de un catéter espinal con profilaxis antitrombótica16-23. En nuestro caso debemos destacar el antecedente de la administración 8 horas antes de la movilización del catéter de la HBPM, si bien las pruebas analíticas realizadas en cuanto a la determinación del número de plaquetas y la coagulación fueron normales. Tampoco fue detectada una especial dificultad a la hora de la realización de la punción epidural ni en la retirada del catéter, ni tampoco fue observada la presencia de contenido hemático o punción vascular. Como conclusión, podemos señalar que, a pesar de haberse realizado una técnica sin incidencias, con unas pruebas de coagulación y un número de plaquetas normales y haber transcurrido un tiempo prudencial tras la administración de la última dosis de HBPM y la retirada del catéter, la aparición de un hematoma epidural puede producirse la mayoría de veces por causas desconocidas, aunque hay que tener en cuenta que también pudo aparecer en este caso como consecuencia de una lesión de un vaso epidural al retirar el catéter potenciado por el efecto de la HBPM, y por lo tanto siempre debemos estar alerta para el diagnóstico y tratamiento precoz de posibles complicaciones, teniendo en consideración la importancia y el riesgo que puede tener la maniobra de movilización del catéter epidural y el control posterior. BIBLIOGRAFÍA 1. Morgan G, Mikhail M. Anestesiología clínica. Méjico. El Manual Moderno. 1998; p. 249-289. 2. Ong BY, Cohen MM, Esmaul A. 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