“ESCONDIDO CENTRO”. VIAJE AL INTERIOR DE 10 PALABRAS DEL PADRE ANDRÉS COINDRE”. Humildad Todo comenzó de manera muy sencilla, por eso viendo al pequeño grupo de mis hermanos no podía dejar de pensar en las palabras del evangelio «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón». y tomé la decisión que ese sería el lema de los hermanos. Mi más grande deseo era que dedicarán toda su vida a conocer, amar y practicar estas palabras del evangelio. Para poder dedicarse a la educación de los niños es fundamental vivir hasta el fondo, hasta el más escondido centro, lo que significa la palabra humildad. Quizás no te suenen muy bien estas palabras de mi Regla, pero pienso que siguen teniendo validez: “Es una bajeza del orgullo el querer hacerse notar en aquello que creen tener de ventajoso sobre los demás, tanto en espíritu, talentos y éxitos como en los dones naturales de su cuerpo. Se considerarán gozosos de ser tenidos por nada”. Así fue el estilo de Jesús, así tiene que seguir siendo el estilo de los educadores corazonistas. Astucia En ese momento en que hablaba a mis primeros hermanos yo sabía que su misión no iba a ser fácil. Yo, como Jesús a sus discípulos, les enviaba en medio del mundo. No estarían protegidos por los muros de un convento, sino que tendrían que salir a las calles y a las plazas. ¡Cuántas veces se sentirían también como una oveja en medio de tantos lobos dispuestos a devorarlos! ¿Quién les protegería cuando yo les faltara? Les previne de los peligros que iban a presentarse en su vida y les repetí la “fórmula” que el mismo Jesús dio a sus discípulos: “sed sencillos como palomas y astutos como serpientes”. Os invito a descubrir el significado profundo de esa palabra “astucia” que no ocupa un lugar importante en los manuales de espiritualidad. ¿Cómo hacerlo? Yo mismo no lo sabía del todo, pero si se dejaban guiar por el Espíritu él es lo enseñaría y pondrán en sus bocas sus mismas palabras. Escondido Parece que escondido no es una palabra muy en boga hoy en día. Lo importante es la publicidad, el marketing. También en el mundo de la educación Y sin embargo yo invitaba mis hermanos y hermanas a meditar y vivir la palabra de San Pablo: escondido. “Vuestra vida está escondida en Dios con Jesucristo”. Y aunque sea contracorriente yo os invito a que meditéis estas palabras. ¡Qué felicidad, qué tranquilidad! Libres de los juicios de los hombres, ya no nos deslumbran las apariencias, hemos sacudido la servidumbre de las opiniones, mantenemos la unión con Dios que, además de las apariencias, ve también el corazón; sólo dependemos de Él, que no es caprichoso en sus juicios como lo son los hombres. Añadid a vuestro vocabulario íntimo esa palabra:“Vuestra vida está escondida en Dios”. Coraje Cuántas dificultades para poner y marcha y mantener el proyecto del “Pío Socorro”. Problemas económicos, problemas con esos muchas tan necesitados pero tan problemáticos, problemas de desánimo entre los hermanos… Cada una de mis llegadas al establecimiento entre Misión y Misión no era precisamente de descanso sino de infundir ánimos, de incitar a la alegría del evangelio. Qué satisfacción tan grande cuando veía que la sonrisa volvía al rostro de los hermanos. Queridos hermanos y entrañables amigos, les decía, Dios hará algo grande con ustedes; Él ama a los sencillos, a los humildes, a los sacrificados, y espero que ustedes sean siempre de esos con la ayuda de su gracia. Ánimo y confianza, éste es mi lema. Niño Cuando comencé a ocuparme de los niños del Pío Socorro, y más tarde, de las escuelas de los pueblos, los vicarios de Lyon me decían que estaba perdiendo el tiempo con esas “obrillas”. Lo importante para ellos era la predicación. Ser maestro y ser hermano era ser de una categoría inferior. Y sin embargo, ¡era tan importante la educación! Cuando preparaba a mis hermanos para la misión les invité a que contemplaran a Jesús con los niños, a que grabaran en su corazón las mismas palabras de Jesús: “Dejad que los niños vengan a mí”. Que no les importara ocupar en la iglesia un lugar entre los pequeños, porque ese fue también el puesto de Jesús. Por eso escribí en la primitiva Regla: Repetirán a menudo con Jesucristo: Dejad que los niños vengan a mí; el Reino de los cielos es para aquéllos que se les asemejan. Se considerarán infinitamente honrados de participar, por medio de su vocación, en uno de los fines que Jesucristo se propuso al hacerse hombre. Sí, por medio de vuestra vocación, hacéis posible que Jesús siga repitiendo estas mismas palabras a los niños y jóvenes de hoy en día. Fuego Cuando miraba los rostros de mis diez primeros hermanos veía en sus ojos la ilusión por el nuevo proyecto que iban a comenzar, pero también un poco de miedo, de incertidumbre por la viabilidad de ese mismo proyecto. Cuando subía al púlpito para predicar la palabra de Dios sentía en mi corazón como un fuego que me devoraba por dentro y que quería prender los corazones de todos los hombres. Pedí al Señor con todas mis fuerzas para que ellos sintieran ese mismo fuego cuando educaran a los niños que les iba a encomendar. Solamente tenía una preocupación, el momento en que llegara ese gran enemigo que es la rutina, el acostumbrarse, el enfriarse… No olvides nunca el secreto profundo presente en esa palabra, fuego, que escribí en mi Regla para los hermanos y educadores corazonistas de todos los tiempos: Los Hermanos del Corazón de Jesús recordarán a menudo estas palabras de Jesucristo: He venido a traer fuego a la tierra y no deseo sino que arda. Procurarán extender este fuego en todos los corazones, después de haberlo prendido ellos mismos del Corazón sagrado de Jesucristo. Vuestro celo deberá ser siempre instruido, prudente y subordinado a la Regla y a la voluntad de los superiores. Trabajo Si repasáis mis cartas os daréis cuenta que la palabra trabajo es una de las más repetidas. Algunos cuando leen mis cartas piensan que les falta teología, que no hablan mucho de los momentos de oración. El trabajo con los niños y los jóvenes es para un educador corazonista el modo privilegiado del encuentro con el Señor: Tanto para los alumnos como para sus educadores, la actividad y el amor al trabajo constituyen su deber de estado. Los encargados, aunque fueran piadosos y cumplidores, todo eso no les serviría de nada si faltaran a su deber de estado. Por el contrario si son ardorosos en el trabajo encomendado descubrirán los caminos de la oración. Lucha Para escribir a los hermanos, como buen discípulo de San Ignacio, me serví como él del lenguaje militar. Que los Hermanos tengan mucho ánimo. No se sirve a Dios como es debido sino con privaciones e incomodidades como lo hacen los buenos soldados que luchan valientemente. La diferencia está en que mientras unos esperan una condecoración que la muerte arrebata, los otros esperan “una corona incorruptible”, según la expresión del Apóstol. Al buen hermano Borja que en un momento suspiró por la paz de los monasterios le dije: En esta tierra no existe el descanso, sino la lucha. Los que están a la cabeza tienen más pelea que los demás, pero también tienen más mérito en la victoria de la batalla. Hay que trabajar por mantener la unión con Dios no para disfrutar del goce de la paz, sino para sostenerse en el ardor del combate. La paz total la tendremos en el otro mundo. Fieles Precisamente cuando lo estaba pasando tan mal en Blois recibí noticias de los problemas del Hermano Luis. A pesar de que no me quedaba ni un minuto de tiempo, tomé la pluma y le escribe una larga carta. Dejé de lado mis problemas y cargué sobre mis hombros los del hermano que estaba en crisis de fidelidad: “¡Cómo me entristece usted, pobre amigo mío, con su extraño comportamiento! ¡Qué pronto ha olvidado mis paternales consejos y las buenas resoluciones que usted había tomado! Yo siempre fui compasivo con usted, a pesar de sus alucinaciones y sus faltas; hoy en día siento todavía esa misma compasión por usted, por eso me tomo un tiempo que me resulta tan valioso, para escribirle. ¿Será como si predicara en el desierto? Y por todos los medios intenté que comprendiera la importancia de la palabra fidelidad, su escondido centro. Una palabra muy importante, ¡Y qué faltos estamos de fidelidad! Sin querer condenar a nadie a cuántos hemos visto abandonar la Congregación. Son mayoría los que emprendieron otro camino que los que hemos perseverado. Y hoy les repito: Manteneos en una total dependencia de Dios y de su santa voluntad, en todos sus trabajos y en todas sus adversidades; que seáis fieles… Solo con una gran paciencia y una gran entereza se pueden salvar todos los obstáculos. Juntos Los hermanos eran miembros de una pequeña Congregación y para subsistir era necesario permanecer unidos. Por eso una y otra vez les exhortaba a cultivar esa unidad en cada una de las pequeñas comunidades y de unas comunidades con otras. No hay nada más loable, les decía que una santa diligencia en reunirse varias personas con el deseo de la perfección; mutuamente se estimulan, se alientan, se animan mediante el ejemplo, los buenos consejos, la oración, para adelantar en la práctica del bien. Cuando uno hace solo un largo viaje, se siente pronto abrumado por el cansancio y la tristeza; se siente fatigado, con desgana, y muchas veces llega a faltarle el ánimo. Pero, al contrario, si son varios los que van juntos, hay alegría, buen humor, animación; vencida una dificultad, casi se desea que se presente otra; se prestan mutuo apoyo, se sostiene a los que vacilan; y unos a otros se señalan con gozo el término del viaje, ya cercano, y para el que faltan sólo algunos últimos esfuerzos.