LA PRÁCTICA SIGUE A LA CREENCIA La práctica sigue a la creencia Hay abundantes ejemplos de que la creencia es la madre de la práctica, o como reza el título, “La práctica sigue a la creencia”. Por la creencia de que el placer es el fin de la vida, los hedonistas buscan la satisfacción carnal. Por la creencia en el animismo, algunas culturas Sudamericanas reducían las cabezas de sus enemigos. Por la creencia en la depravación total del hombre, se practica el Calvinismo hasta el día de hoy. Saulo de Tarso practicaba lo que él creía correcto, cuando procuraba erradicar el cristianismo, a la vez que mantenía una buena conciencia (Hech. 23:1). Él dijo: “Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret… Yo encerré en cárceles a muchos de los santos… y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí…” (Hech. 26:9-11). Aunque Saulo sinceramente creía “su deber” el perseguir a la naciente iglesia (Hech. 8:3), él estaba totalmente equivocado, su conciencia le había guiado mal a pesar de su honestidad. Una idea o proyecto siempre engendra una práctica En todo ámbito una dada creencia generará una práctica. ¡Toda práctica es el producto de una idea que la engendró! Las ideas son poderosas, siempre se reproducen. Las ideas pueden cambiar el curso de la vida de muchas personas al establecer un marco de prácticas conforme a los conceptos previamente adoptados. Varios se han equivocado al defender un proyecto que es desaprobado a la luz de las Escrituras. La excusa muchas veces ha sido etiquetar al proyecto como un asunto teórico, no práctico, luego dicen “el proyecto aún no se ha materializado… era sólo un proyecto, una idea”. Pero tal cosa no es así. Debemos “controlar” nuestra mente (Fil. 4:8) para no pensar más allá de lo que está escrito (1 Cor. 4:6) y hablar conforme a las palabras de Dios (1 Ped. 4:11). Una idea podría llegar a ser pecaminosa, y si tal es el caso, debe ser abandonada. Muchos hermanos, desde el siglo pasado, han enseñado que la centralización de los fondos de las iglesias es indispensable para la evangelización del mundo. Por lo tanto, para ellos, evangelizar el mundo sin centralizar los fondos de muchas (o todas) las iglesias en una sola iglesia (Patrocinadora), sería imposible. Esta idea dio a luz a la “Iglesia Patrocinadora”. Estos hermanos, nos dicen que todas sus actividades, desconocidas en las Escrituras, son simplemente “métodos” (maneras, formas) de hacer la obra. Pero, tal cosa no es cierta, la iglesia Patrocinadora es totalmente distinta a la obra de la iglesia local, y no son autorizadas por el patrón del Nuevo Testamento. La fundación para la evangelización, que varios hermanos conservadores pensaron establecer, no era una iglesia Patrocinadora, pero sí era una institución distinta a la iglesia local a través de la cual se pensaba evangelizar. La fundación también fue el producto de una idea, y aunque la fundación quedó descontinuada la idea también debe ser abandonada. Nuestra oposición a estas innovaciones no es otra “opinión”. La fundación que se pensó establecer contradecía el patrón del Nuevo Testamento (2 Tim. 1:13). Este es un tema que tiene que ver con “la fe” (Jud. 1:3) no con la opinión (Rom. 14). *** Por Josué Hernández www.JosueEvangelista.com