La indemnización civil de los daños causados a los particulares en el caso Prestige. Las actuaciones gubernativas José Ricardo Pardo Gato. Abogado. Profesor de Derecho Civil de la Escuela de Práctica Jurídica Decano Iglesias Corral Publicación: Aranzadi Civil núm. 15/2004 Parte Estudio Editorial Aranzadi, SA, Pamplona. 2004 Lengua de publicación: Español I. Introducción Un fatídico 13 de noviembre de 2002, un buque de veintiséis años de antigüedad, monocasco y cargado con más de setenta y siete mil toneladas de fuel, sufrió un accidente frente a nuestra tierra gallega 1 , cerca de la costa de Finisterre. Ese barco llevaba inscrito a ambos lados de su proa el nombre de Prestige, denominación que algunos acuñaron tras la desgracia como Desprestige, en clara alusión a las repercusiones negativas que dicha catástrofe trajo consigo para Galicia, al menos en lo que al ecosistema medioambiental se refiere. 1 En concreto, a ciento treinta y una millas de la Costa de Galicia. Y es que, seis días después de su hundimiento 2 , partido en dos y con más de sesenta mil toneladas de combustible aún en su interior, el fuel vertido al mar provocó innumerables manchas negras que asfaltaron las playas, acantilados, diques y otras zonas del litoral y de la costa de Galicia, tiñendo con ello una parte importante de su inmensa riqueza; efectos contaminantes y degradantes que se fueron extendiendo irremisiblemente sobre otros puntos del litoral cantábrico español 3 y a determinados espacios de la costa atlántica francesa. 2 La causa del hundimiento del Prestige se debió a la apertura de una vía de agua en el casco de estribor. 3 Lo que llevó al Gobierno español a publicar el Real Decreto-ley 8/2002, de 13 de diciembre ( RCL 2002, 2916) ( BOE núm. 299, de 14 de diciembre de 2002), que amplía las medidas reparadoras en relación con el accidente del buque Prestige a las Comunidades Autónomas del Principado de Asturias, Cantabria y País Vasco, y por el que se modifica el Real Decreto-ley 7/2002, de 22 de noviembre ( RCL 2002, 2723) ( BOE núm. 281, de 23 de noviembre de 2002). Razones nos sobran, pues, para considerar que este aciago acontecimiento, ya ligado para siempre a nuestra historia, ha devenido a la postre en una de las peores catástrofes ecológicas y medioambientales vividas, siendo no menos grave su negativa repercusión económica, y con independencia de las medidas que al respecto hayan adoptado, o debieran haber adoptado, el Gobierno español y las autoridades competentes, entre ellas, el hasta la fecha no concretado, y aún menos ejecutado, Plan Galicia. Ahora bien, sin perjuicio de las necesarias y obligadas soluciones generales a los grandes males producidos, no son menos relevantes las repercusiones jurídicas que debiera generar el derecho al resarcimiento del daño ocasionado y, en concreto, la imprescindible indemnización de los daños causados a los particulares directamente afectados -en tanto que perjudicados somos todos-, sin olvidarnos tampoco del derecho que también acoge a las Administraciones Públicas igualmente implicadas por el desastre. Todo ello se antoja más grave si nos atenemos al hecho de que transcurrido más de un año y medio desde la tragedia aún no se ha propiciado una salida lo suficientemente satisfactoria y definitiva a esta legítima reclamación desde el punto de vista jurídico, máxime teniendo en cuenta que la incierta solución judicial final no ha tenido lugar hasta el momento y que probablemente la misma sufra una importante dilatación temporal, lo que, de ser así, como mínimo truncará las expectativas de celeridad procesal de los afectados en su reparación patrimonial sufrida. En este sentido, sirviendo a la idea de inmediatez o de que la reparación de los daños ocasionados a los perjudicados se realice lo más rápidamente posible, el anterior Gobierno del Partido Popular, en su empeño por aportar una salida de urgencia al problema, estimó apropiado publicar el Real Decreto-ley 4/2003, de 20 de junio ( RCL 2003, 1582) , sobre actuaciones para el abono de indemnizaciones en relación con los daños ocasionados por el accidente del buque Prestige4 , medida legal acogida con diferente grado de aceptación por los distintos sectores implicados y que llevó, en último término, a la adopción de la misma por parte de unos y al desistimiento o renuncia por parte de los que prefirieron seguir la vía del procedimiento judicial, y sin que estos últimos puedan valerse de las prerrogativas que dicho Real Decreto contempla en su articulado. 4 BOE núm. 148, de 21 de junio de 2003. Resolución de 8 de julio de 2003, del Congreso de los Diputados, por la que se ordena la publicación del acuerdo de convalidación del Real Decreto-ley 4/2003, de 20 de junio ( RCL 2003, 1582) , sobre actuaciones para el abono de indemnizaciones en relación con los daños ocasionados por el accidente del buque Prestige ( BOE núm. 169, de 16 de julio de 2003). Así, con afán de mejora de las condiciones, sobre todo en cuanto al límite máximo de pago estipulado y a efectos de liquidez para facilitar el cobro de las indemnizaciones, el actual Gobierno Socialista, en base a la misma situación de gravedad que originó la aprobación del anticipo de indemnizaciones prevista en la precitada norma, aprobó el Real Decreto-ley 4/2004, de 2 de julio ( RCL 2004, 1532) , por el que también se adoptan determinadas medidas relacionadas con los daños ocasionados por el accidente 5 , decisión que, en última instancia, ha venido a modificar el Real Decreto-ley 4/2003, al derogar dos de sus preceptos y dejar sin efecto determinadas referencias incluidas en su articulado. 5 BOE núm. 160, de 3 de julio de 2004 ( RCL 2004, 2723) . Dejando, por tanto, a un lado el comentario al posible ejercicio de la acción penal, así como el análisis pormenorizado sobre otras disposiciones de ámbito general subsumibles al caso que nos ocupa, como los Convenios de Bruselas de 29 de noviembre de 1969 ( RCL 1976, 467) , sobre la intervención en alta mar en supuestos de accidente y de la responsabilidad civil por daños debidos a la contaminación de hidrocarburos, y el suscrito en la misma ciudad el 18 de diciembre de 1971 ( RCL 1982, 621, 981) , relativo a la constitución del FIDAC o Fondo internacional de indemnización de daños causados por el mismo tipo de contaminación (sobre todo teniendo en cuenta que, en nuestro caso, los daños a los intereses públicos -coste de limpieza de playas y rocas, traslado de chapapote, taponado de las grietas del buque, extracción del fuel aún almacenado en su interior,...- y privados -pérdidas en recursos pesqueros, turísticos,...- alcanzan un valor económico muy superior al máximo acumulativo previsto por estos dos acuerdos internacionales) 6 , mi intención en el presente trabajo, más modesta, se circunscribe, básicamente, en incidir en algunas reflexiones, de tono crítico, vertidas sobre el Real Decreto-ley 4/2003 y de las que, en su mayor parte, ya se ha hecho eco la doctrina 7 , con el objeto de poner en valor las nuevas medidas gubernativas adoptadas al efecto por medio del Real Decreto-ley 4/2004, resaltando, en su caso, la subsanación de los defectos en los que incurría su predecesor y evidenciando, en lo posible, las lagunas de las que sigue adoleciendo la última norma aprobada y que no han encontrado la solución definitiva que, ante las expectativas creadas, se le presumía, pero que a día de hoy subsisten en nuestro ordenamiento. 6 Por lo que respecta al ejercicio de la acción penal y civil y la petición de indemnización de los daños causados por la contaminación de hidrocarburos tomando como base los Convenios de Bruselas, vid.NIETO MARTÍN, F., «Quien contamina, paga. El caso Prestige», Diario La Ley, núm. 5712, año XXIII, 5 de febrero de 2003, ref. D-30, pgs. 1600 a 1607. 7 GARCÍA RUBIO, Mª. P., «El caso Prestige un año después de la tragedia. Algunos apuntes en torno al Real Decreto-ley 4/2003, de 20 de junio», Diario La Ley, núm. 5893, año XXIV, 14 de noviembre de 2003, ref. D-255, pgs. 1812 a 1817. II. Aceptación voluntaria y acuerdos transaccionales. Los sujetos perjudicados 1 Aceptación voluntaria y acuerdos transaccionales Desde un primer momento, el Real Decreto-ley 4/2003 ( RCL 2003, 1582) hacía depender la posible indemnización que en él se previene -la cual, como veremos, ha sido modificada por el Real Decreto-ley 4/2004 ( RCL 2004, 1532) -, de la aceptación voluntaria por parte del afectado, sin que la misma se pueda extender, por ende, al resto de perjudicados que no se acojan a lo estipulado en dicha norma, y, en todo caso, dentro del marco de los acuerdos transaccionales que se formalicen con el Ministerio de Hacienda, siempre y cuando se trate de personas físicas o jurídicas que hayan sufrido daños por contaminación indemnizables de conformidad con los citados Convenios de ámbito internacional. Al respecto, cabe decir, en favor de lo estipulado en el Real Decreto-ley 4/2003, que no se obvia en su contenido la posibilidad de resarcimiento entre administraciones, al prever, por remisión del artículo 1, en su disposición adicional primera, que las comunidades autónomas y las corporaciones locales afectadas puedan establecer y celebrar convenios de colaboración con la Administración General del Estado, en aras a alcanzar dicho objetivo de resarcimiento de los daños causados por el accidente 8 , pero debiendo tener en cuenta a los efectos las ayudas procedentes de fondos comunitarios, de tal forma que la suma de ambas no podrá superar el importe del daño que se trata de resarcir. 8 En cuanto a la adecuación legal de estos convenios de colaboración, tanto entre particulares y el Ministerio de Hacienda, como entre Administraciones Públicas, vid., respecto a los primeros, el artículo 3.d) del Real Decreto Legislativo 2/2000, de 16 de junio ( RCL 2000, 1380, 2126) , por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, y, en cuanto a los segundos, el artículo 6.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre ( RCL 1992, 2512, 2775 y RCL 1993, 246) , de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común. Con carácter general, podemos apostillar que se trata de acuerdos o convenios dirigidos a solventar el delicado asunto de las indemnizaciones de los daños proferidos por el Prestige entre las distintas partes suscriptoras, lo que, como es obvio, en ningún caso puede llevarnos a la conclusión de que con la aprobación de esta normativa se haya pretendido por parte del Estado la asunción de responsabilidad alguna en relación con lo sucedido, tal y como se infiere de las propias palabras del texto legal, donde el Estado se reserva su derecho a reclamar de los responsables el importe de los daños correspondientes. En clara línea continuista, el Preámbulo del Real Decreto-ley 4/2004 reitera, en términos similares, este posicionamiento de evasión de cualquier tipo de responsabilidad respecto a las modificaciones y medidas complementarias por él adoptadas, reconociendo, igualmente, el mismo derecho de reclamación que le asiste al Estado español. Así, en una primera aproximación, como ventajas implícitas de la adopción del Real Decreto-ley 4/2003 por parte de los perjudicados, podríamos señalar, apoyándonos en la figura transaccional en él prevista 9 , la percepción de las indemnizaciones en un período de tiempo relativamente corto, evitando con ello a los afectados largos y tediosos procesos de reconocimiento de indemnizaciones, así como el ahorro que les supondría el coste, en su caso, de afrontar un litigio incierto en cuanto a la cuantía indemnizatoria finalmente resultante; aspectos, en principio, aparentemente beneficiosos que no han sido objeto de alteración por el Real Decreto-ley 4/2004. 9 Cfr. artículo 1809 del Código Civil ( LEG 1889, 27) . Pero estos, a priori, posibles aspectos favorables de cara al afectado que decida adoptar tales medidas normativas, se encuentran en el camino con determinados inconvenientes que podrían llegar a desaconsejar su contemplación. Antes de contrarrestar las ventajas de índole jurídico y económico que supone dicho acogimiento por parte de los perjudicados con los reproches que de su tenor podamos inferir, se hace necesario, previamente, identificar a los sujetos que el texto legal califica como tales a los efectos de su incardinación en la norma. 2 Sujetos particulares perjudicados Cuando en los referidos acuerdos transaccionales participe un particular afectado casuística que más nos interesa a la hora de abordar la cuestión objeto de comentario-, conforme los artículos 1 y 3 del Real Decreto-ley 4/2003, sólo se entenderán como sujetos perjudicados aquellas personas físicas o jurídicas que hayan sufrido daños como consecuencia del accidente del buque Prestige y siempre que se acomoden a la tipología de daños cuya compensación económica se encuentre prevista en los Convenios internacionales mencionados, debiendo, además, como tales beneficiarios, ser comunicados al Instituto de Crédito Oficial (ICO) por el órgano que reglamentariamente se determine; ámbito subjetivo de la norma que fielmente se reitera en el artículo 1 del Real Decreto 1053/2003, de 1 de agosto ( RCL 2003, 2005) 10 , por el que se aprueban las normas de desarrollo del Real Decreto-ley 4/2003. 10 BOE núm. 184, de 2 de agosto de 2003. Este Real Decreto fue objeto de modificación por el Real Decreto 1699/2003, de 12 de diciembre ( RCL 2003, 2902) , que reformó el contenido de su artículo 3, en lo referente a las actuaciones para la valoración de los daños susceptibles de estimación objetiva. De lo que podemos entender, a sensu contrario, que no podrán acogerse al régimen transaccional aquellos otros sujetos que se hayan visto perjudicados por daños cubiertos por nuestro ordenamiento interno que no encajen en el marco del Derecho de los tratados auspiciados por la Organización Marítima Internacional (OMI) y de los que España sea parte 11 . 11 Para un mayor abundamiento sobre el sistema de los Convenios de responsabilidad civil y de creación del FIDAC, vid.GARCÍA RUBIO, Mª. P., «A indemnización dos danos causados polo Prestige», publicado en el libro colectivo, Prestige: a catástrofe que despertou a Galiza?, Santiago de Compostela, Candeia Editora, 2003, pgs. 113 a 139. Asimismo, el artículo 6 del Real Decreto-ley 4/2003, en sus párrafos primero y último, respectivamente, se cuida en prever la suscripción de los afectados a los convenios internacionales, no sólo de manera individual, sino también a través de asociaciones o agrupaciones de afectados, así como de corporaciones de Derecho público (cfr. artículo 2 del Real Decreto de desarrollo), en representación de aquellos damnificados que así lo acepten y en clara referencia a las cofradías de pescadores que actúen en su representación 12 . La explícita referencia a las «agrupaciones de afectados» parece incluir a entes ausentes de personalidad jurídica, lo que refleja una cierta incoherencia con el artículo 1 del propio texto legal, donde se requiere de personalidad jurídica para suscribir el respectivo acuerdo transaccional 13 . 12 El artículo 1.1 de la Ley 9/1993, de 8 de julio ( RCL 1993, 2510 y LG 1993, 195) , de Cofradías de Pescadores de Galicia, califica tales cofradías como corporaciones de Derecho público, dotadas de personalidad jurídica y capacidad de obrar para el cumplimiento de los fines y el ejercicio de las funciones que les estén encomendadas, que actúan a modo de órganos de consulta y colaboración con la Administración en la promoción del sector pesquero y representan intereses económicos y corporativos de los profesionales del sector, sin perjuicio de la representación que poseen las organizaciones de empresarios y trabajadores de la pesca. 13 GARCÍA RUBIO, Mª P., «El caso Prestige un año después de la tragedia...», cit., pg. 1814. III. La cuantía indemnizatoria y los fondos previstos 1 La eliminación del límite máximo y las fuentes de financiación Entrando en el tema económico objeto de regulación y de evidente interés por parte de los distintos afectados reconocidos, como ejemplo de buenas intenciones gubernativas iniciales, ya en el primer precepto del Real Decreto-ley 4/2003 ( RCL 2003, 1582) se autorizaba expresamente al ICO, en su condición de agencia financiera del Estado 14 , al abono de las correspondientes indemnizaciones por los daños y perjuicios que el Prestige hubiere ocasionado dentro del territorio español a los perjudicados que así lo suscribieran, pero, eso sí, en esta norma se establecía expresamente un límite máximo en la cuantía indemnizatoria de ciento sesenta millones de euros 15 , techo que ya se antojaba claramente insuficiente para dar respuesta a los múltiples perjuicios particulares en que derivó la catástrofe, pues la realidad ha demostrado que esa cuantía era sensiblemente inferior a los daños irrogados 16 . 14 Entre las funciones del ICO está, como primera y principal, la de contribuir a paliar los efectos económicos producidos por situaciones de grave crisis económica, catástrofes naturales u otros supuestos semejantes. 15 El importe previsto no llegaba incluso a los ciento ochenta millones de euros que como tope indemnizatorio contempla el marco convencional para el supuesto que nos ocupa. 16 La propia Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, admitió, semanas antes a la aprobación del Real Decreto-ley 4/2004 ( RCL 2004, 1532) , que existía un problema de liquidez para compensar a los afectados por el vertido del Prestige (Diario La Voz de Galicia de 25 de junio de 2004, pg. 14). Además, esta misma normativa, al regular el régimen de pago de las indemnizaciones y la dispensación de los fondos, introducía una segunda limitación, cual era el condicionamiento del pago de las cantidades por el ICO al previo ingreso en dicha entidad de los importes que pudieran corresponder al Estado como consecuencia del siniestro. El propio Preámbulo del Real Decreto-ley 4/2004 ( RCL 2004, 1532) ha venido a confirmar tales extremos, al señalar que ambas limitaciones financieras, unidas a los importantes desembolsos ya realizados para indemnizar a los afectados, están provocando, por una parte, problemas de tesorería que impiden al ICO hacer frente a los pagos que se encuentran en trámite, y ello sin perder de vista el hecho de que las previsiones de los fondos necesarios para poder hacerlos efectivos han puesto de manifiesto, igualmente, una notoria insuficiencia del reseñado límite de ciento sesenta millones de euros. Estas circunstancias han aconsejado, finalmente, al Gobierno actual reconsiderar las condiciones y requisitos de financiación y el pago de las indemnizaciones a las que hacía referencia la primera normativa aprobada, por lo que el artículo 1.1 del Real Decreto-ley 4/2004, además de eliminar y dejar sin efecto el señalado límite máximo que, inadecuadamente, se preveía para el pago de dichas indemnizaciones, establece que, desde su entrada en vigor 17 , las mismas serán abonadas por cuenta del Estado a través del ICO. 17 La disposición final segunda del Real Decreto-ley 4/2004 ( RCL 2004, 1532) previene su entrada en vigor el mismo día de su publicación en el BOE. Por tanto, queda suprimido el requisito de previa disposición del ICO de fondos procedentes del FIDAC u otros mecanismos de financiación especial contenidos en el artículo 2 del Real Decreto-ley 4/2003, precepto que el nuevo texto legal ha derogado, junto con el artículo 7. A partir de ahora, el ICO atenderá por cuenta del Estado el pago de las indemnizaciones contempladas en la anterior normativa, cargando las correspondientes cuantías al fondo de provisión del organismo regulado en el apartado cuatro de la disposición final sexta del Real Decreto-ley 12/1995, de 28 de diciembre ( RCL 1995, 3525 y RCL 1996, 165>) . Ello supone, como es lógico, la necesidad de ampliar la dotación del Estado al fondo más allá del límite previsto en el artículo 53 de la Ley 61/2003, de 30 de diciembre ( RCL 2003, 3092 y RCL 2004, 783) , de Presupuestos Generales del Estado para el ejercicio 2004, con la cantidad que se precise para garantizar la suficiencia de dicho fondo. Asimismo, también ha quedado eliminada, por ende, la referencia contenida en el párrafo segundo del derogado artículo 2, que no tenía reparos en condicionar la consecución del cobro de las indemnizaciones a la efectiva disponibilidad de los fondos por parte del ICO, y que además preveía la posibilidad de que los mismos se llevaran a término en más de un plazo, siempre y cuando se hubieran concretado de forma expresa en el acuerdo o convenio suscrito las condiciones de pago. En cuanto a la financiación especial, la disposición adicional segunda del Real Decreto-ley 4/2003 sólo preveía, a los efectos, los ingresos correspondientes al sorteo especial de Lotería Nacional celebrado el 11 de enero de 2003, así como aquellos que generen las actuaciones del Plan de turismo cultural de Galicia puesto en marcha por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. No se contemplaba, por tanto, como fuente de financiación, la emisión de Deuda Pública ni las aportaciones del Estado español procedentes de un posible adelanto del FIDAC. Sin embargo, en coherencia con los nuevos mecanismos regulados, esta última medida sí aparece recogida en el Real Decreto-ley 4/2004, al disponer, en el apartado tercero de su artículo 1, que los ingresos que en el futuro puedan recibirse por el Estado del FIDAC, o por cualquier otro concepto, se apliquen al presupuesto de ingresos estatales. 2 Las ayudas y compensaciones previamente percibidas El sistema financiero e indemnizatorio descrito será de aplicación a los acuerdos y convenios que se suscriban con posterioridad al 3 de julio de 2004, fecha de la entrada en vigor del Real Decreto-ley 4/2004, de tal forma que no se verán afectados los acuerdos transaccionales firmados hasta ese momento, que ya hubieran sido abonados por el ICO, pues su validez se consideraría plena en todos sus extremos. Por otro lado, no podemos perder de vista que una buena parte de los sujetos privados reconocidos por el Real Decreto-ley 4/2003 igualmente habían percibido ya compensaciones económicas de distinta índole por parte de la Administración, en base a lo estipulado en el Real Decreto-ley 7/2002, de 22 de noviembre ( RCL 2002, 2723) , y en el también Real Decreto-ley 8/2002, de 13 de diciembre ( RCL 2002, 2916) 18 , que, junto con beneficios de tipo fiscal y prestaciones de carácter laboral, contemplan ayudas a los afectados por el cese de su actividad productiva (pescadores, mariscadores, rederos, etc.), así como líneas preferenciales de crédito instrumentalizadas a través del ICO y encaminadas a anticipar la reparación y reposición de las infraestructuras productivas dañadas a consecuencia del desastre. Razón por lo cual, como es lógico, el Real Decreto-ley 4/2003 se refiere a estos últimos créditos en la medida en que las personas que decidan acogerse al régimen por él estipulado recibirán de dicho Instituto carta de pago por el principal e intereses del préstamo concedido, «en el importe correspondiente al de la indemnización que tengan derecho a cobro», constituyendo así una forma legal de saldar las diferencias, en tanto que si la indemnización a la que tienen derecho los afectados es superior al crédito inicialmente acordado tendrán derecho a la variación económica resultante, mientras que, en el caso contrario, los beneficiarios de los créditos que hayan obtenido una cantidad superior vendrán obligados a la devolución del exceso. 18 Vid. nota 3. No obstante, en su articulado no se aclara la situación jurídica de las otras ayudas recibidas por los afectados, me estoy refiriendo, principalmente, a las conocidas como ayudas por cese de actividad, cuyo cómputo a efectos de los pagos hasta el momento previstos no recibe especial atención por parte de la norma. Esta injustificada omisión ha querido paliarse por vía reglamentaria, en concreto a través del artículo 4.3 del citado Real Decreto 1053/2003 ( RCL 2003, 2005) , cuando señala que en la determinación de los importes que se propongan en los acuerdos transaccionales por el Ministerio de Hacienda, «se restarán las cantidades ya percibidas como consecuencia del siniestro del buque Prestige por los mismos daños, por parte del FIDAC, o por parte de cualquier otra entidad o Administración que haya concedido ayudas a los damnificados». Lo que ocurre es que este precepto hace referencia exclusiva a los daños emergentes susceptibles de estimación directa, mientras que, como advierte GARCÍA RUBIO19 , es el artículo 3 del Real Decreto de desarrollo el que alude al lucro cesante y en el que teóricamente cabría enmarcar las ayudas por cese de actividad; lucro cesante que en la norma reglamentaria viene determinado según un régimen de estimación objetiva realizado por el Ministerio de Hacienda, pero en el que nada se dice respecto a las ayudas ya recibidas por los afectados imputables a dicho lucro. 19 Cfr. pg. 814. IV. Tipología de los daños indemnizables Hayan sido o no solicitadas, para poder acceder a las indemnizaciones contempladas por el Real Decreto-ley 4/2003 ( RCL 2003, 1582) y, ulteriormente, por el Real Decreto-ley 4/2004 ( RCL 2004, 1532) , se hace preciso conocer los daños que resultan indemnizables conforme a ambas regulaciones, sobre todo a los efectos, desde el punto de vista práctico, de los acuerdos y convenios que al respecto se formalicen una vez entrado en vigor este último Real Decreto-ley. Teniendo en cuenta la remisión a los Convenios internacionales que realiza el Real Decreto-ley 4/2003 respecto a los tipos de daños susceptibles de ser resarcidos por medio de su acogimiento, además de en lo relativo a la valoración y determinación de las cantidades a abonar, es por lo que debemos tener presente la prevención que el artículo I.6 del Convenio Internacional de 1992 ( RCL 1995, 2618) , sobre responsabilidad civil por daños debidos a la contaminación por hidrocarburos, establece en el sentido de que su cobertura legal abarca exclusivamente a los «daños debidos a la contaminación», los que se deriven de las «medidas preventivas», así como los otros perjuicios ocasionados por tales medidas 20 . 20 Vid.OLMO GARCÍA Y PINTOS AGER, J., «Responsabilidad civil por vertido de hidrocarburos. ¿Quiénes deberían pagar los daños causados por el Prestige?», InDret 1/2003. Respecto a los «daños debidos a la contaminación» éstos son definidos, de acuerdo con el Protocolo de 1984 de enmienda al Convenio de responsabilidad civil por los daños causados por hidrocarburos de 1969 ( RCL 1976, 467) , como el perjuicio o el daño causado en el exterior del buque por una contaminación producida a consecuencia de un vertido o escape de hidrocarburos 21 , llegando a estimar que «la indemnización por deterioro del medio, aparte de la pérdida de beneficios resultante de dicho deterioro se limita al costo de las medidas razonables de restauración efectivamente tomadas o que vayan a tomarse». 21 Al respecto, vid.BRANS, E. H. P., «EC Proposal for an Environmental Liability Directive: Standing and Assessment of Damages», Env. Liability, 2002.2, pgs. 135 a 146; MAGNUS, U., «Damages under German Law», Unification of Tort Law: damages, Magnus, U. (ed.), 2001, pgs. 99 y 100. Por su parte, se entiende por «medidas preventivas» aquellas medidas razonables emprendidas por cualquier persona con posterioridad a un siniestro y que tengan por objeto el prevenir o limitar la contaminación. De la interpretación de esta disposición entendemos, con la generalidad de la doctrina 22 , que quedan, pues, fuera de juego tanto los daños morales, como aquellos daños que podríamos considerar propiamente ecológicos que no se concreten en medidas razonables y específicas puestas al servicio de la consiguiente reparación o restauración , sobre todo si nos atenemos al agravante que ello supone en el caso del Prestige, habida cuenta de los notorios perjuicios de igual tipología a los que nos enfrentamos y sobre los que, consecuentemente, no incidiría esta cobertura legal. 22 Por todos, GARCÍA RUBIO, Mª. P., «A indemnización dos danos...», cit., pgs. 119 y 135 y ss. Pero es que, además, en nuestro supuesto particular tampoco quedarían salvaguardados los daños personales o daños a la salud, incluso aun cuando hubieran conllevado una trascendencia patrimonial directa para los afectados, ya que este tipo de daños no reciben tampoco cobertura por los Convenios de la OMI. En resumen, dada la remisión del Real Decreto-ley 4/2003 en cuanto a los tipos de daños susceptibles de ser resarcidos a los mentados Convenios de ámbito internacional, y teniendo en cuenta que sobre ello nada matiza el Real Decreto-ley 4/2004, podemos concluir que, a los efectos de su aplicación, no se consideran indemnizables ni los daños personales sufridos por los damnificados, ni los morales derivados del padecimiento psicológico que pudiere haberles originado la catástrofe, ni, en todo caso, los daños específicamente ecológicos, lo cual resulta, como mínimo, paradójico si nos atenemos a nuestro sistema interno de responsabilidad civil que, como sabemos, respeta escrupulosamente el derecho de resarcimiento que asiste a los perjudicados en este tipo de daños o, al menos, en su mayor parte. Por otro lado, el último párrafo del artículo 1 del Real Decreto-ley 4/2003, en relación con la valoración de los daños, prevé la suscripción de un protocolo con el FIDAC que determine los métodos de cooperación técnica en la fijación de los daños y en la identificación de los perjudicados. Sin embargo, a la hora del desarrollo reglamentario de esta previsión, por medio del Real Decreto 1053/2003 ( RCL 2003, 2005) , se introdujo, en detrimento de esta medida, la posibilidad de la no suscripción de dicho protocolo, para lo que, en tal caso, se prevé que sea el Consorcio de Compensación de Seguros el que se encargue de la coordinación de las labores de evaluación de los daños susceptibles de estimación directa. V. El desistimiento y la renuncia de los afectados al ejercicio de acciones indemnizatorias La aceptación de los acuerdos transaccionales individuales por parte de los damnificados suscritos con el Ministerio de Hacienda supone, de acuerdo con el párrafo primero del artículo 6 del Real Decreto-ley 4/2003 ( RCL 2003, 1582) , la desistencia y renuncia -incluso frente al propio Estado español- a todas las acciones judiciales que pudieren corresponderles, así como a cualquier reclamación indemnizatoria extrajudicial derivada del siniestro (por tanto, se incluye también la renuncia al sistema de arbitraje o mediación), a cambio -faltaría más- de percibir como contrapartida el importe o cobro efectivo de la indemnización correspondiente de manera anticipada, con un carácter de más o menos inmediatez, pues la norma no determina en su literalidad el momento a partir del cual se procederá al abono de las cantidades respectivas. Con igual orientación, el artículo 5.1 del mismo Real Decreto-ley, después de disponer la subrogación de la Administración General del Estado en cualesquiera derechos o acciones que pudieran corresponder a quienes suscriban los acuerdos o convenios en él previstos contra organismos o entidades nacionales o internacionales, o contra terceros 23 , establece expresamente que los damnificados que reciban el importe de la referida indemnización «desisten de forma irrevocable e incondicional a cualquier acción, recurso o instancia pendiente de resolución, y renuncian, asimismo, a entablar en el futuro cualquier acción, procedimiento o reclamación, cualquiera que sea su naturaleza, carácter o denominación, judicial o extrajudicial, relativos al siniestro del buque Prestige». 23 Respecto a la reserva que el Estado español hace para sí sobre todas las acciones de reclamación, tanto internas como ante tribunales de otros Estados u organizaciones internacionales, que pueden llegar a entablarse frente a sujetos distintos de los aludidos en los Convenios internacionales que a nuestro tema le afectan, vid., como ejemplo, la interposición de una demanda por parte del Estado español ante los Tribunales de Nueva York, frente a la American Bureau of Shipping (ABS), sociedad clasificadora que certificó que el petróleo reunía las condiciones necesarias para permitir su traslado por vía marítima. La trascendencia y repercusión, por tanto, de lo preceptuado deviene obvia para los afectados por el desastre que decidieron acogerse a esta normativa y suscribieron los acuerdos o convenios de referencia respectivos, sobre todo si tenemos en cuenta que el Real Decreto-ley 4/2004 ( RCL 2004, 1532) no ha incorporado modificación alguna al respecto, al menos en lo que a la desistencia y renuncia se refiere. Y es que lo dispuesto por el Real Decreto-ley 4/2003 sobre tal extremo seguirá impidiendo a los sujetos afectados iniciar o acometer cualquier tipo de acción, frente a cualquiera -persona o entidad privada o pública- e, indistintamente, en cualquier lugar del mundo y ante cualquier otra jurisdicción o autoridad resolutoria, nacional o internacional, llegando a extender su imposibilidad de reclamación sobre acciones no estrictamente indemnizatorias (como es el caso de las acciones por enriquecimiento sin causa). Ejemplos de renuncia legal que guardan evidentes similitudes con las aquí comentadas los encontramos en el devenir de nuestro propio ordenamiento jurídico. Y, así, salvando la distancia temática y sobre medidas adoptadas en el ámbito sanitario, podemos traer a colación la aprobación, en base a la previsión del artículo 141.1 de la Ley de Régimen Jurídico ( RCL 1992, 2512, 2775 y RCL 1993, 246) , del Real Decreto-ley 9/1993, de 28 de mayo ( RCL 1993, 1695) 24 , por el que se reconocen ayudas públicas para los afectados por el Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (VIH) como consecuencia de transfusiones realizadas en el sistema sanitario público 25 , o, más recientemente, la Ley 14/2002, de 5 de junio ( RCL 2002, 1459) 26 , por la que se establecen ayudas sociales a las personas con hemofilia u otras coagulopatías congénitas contagiados con el virus de la hepatitis C (VHC) 27 . 24 BOE núm. 130, de 1 de junio de 1993; convalidado por el Congreso de los Diputados el 23 de junio de 1993 ( BOE de 26 de junio de 1993). 25 Un comentario al mismo lo encontramos en SEUBA TORREBLANCA, J. C., Sangre contaminada, responsabilidad civil y ayudas públicas. Respuestas jurídicas al contagio transfusional del sida y de la hepatitis, Civitas, Madrid, 2002, pgs. 369 a 397. 26 BOE núm. 135, de 6 de junio de 2002 ( RCL 2002, 1459) . 27 A estas ayudas sociales habría que añadir la prevista en la disposición adicional 37ª de la Ley 3/2000, de 19 de mayo ( RCL 2000, 1296 y LCAT 2000, 276) , de la Generalitat de Cataluña ( DOGC núm. 3144, de 22 de mayo de 2000), que estableció una ayuda social semejante a la contemplada en la Ley 14/2002 ( RCL 2002, 1459) pero referida al ámbito del sistema sanitario público catalán. Pese a que estos dos ejemplos no se identifican mutatis mutandi con el sistema establecido por la normativa aprobada en torno al Prestige, la cual requiere que existan daños concretos y probados, motivo por lo que concede «indemnizaciones», y en la reseñada regulación de ámbito sanitario el daño se da como presupuesto y lo que se otorgan son «ayudas públicas» 28 , lo cierto es que en ambas regulaciones el Estado español intenta fijar ex ante la cuantía indemnizatoria, con el consentimiento del afectado, y obtener de esta manera su renuncia expresa al ejercicio de una acción judicial (o bien arbitral o de mediación) que, de prosperar, probablemente establecería una indemnización superior a la establecida en la transacción o ayuda, en su caso. 28 Sobre el tema, vid.PARDO GATO, J. R., «La excepción de los medicamentos respecto a las causas de exoneración de responsabilidad civil por riesgos de desarrollo. Un antes y un después de la sentencia de 10 de mayo de 2001 del TJCE», Diario La Ley, núm. 5810, año XXIV, 25 de junio de 2003, ref. D-151, pgs. 1736 y 1737. En efecto, tal vez la cuestión de fondo que ha llevado al Gobierno a decantarse en un tema tan polémico como el del Prestige a adoptar una solución de este tipo, con la concesión de indemnizaciones a cambio de renuncias -lo que incluso ha llevado a algún autor a plantear la inconstitucionalidad de esta clase de medidas- 29 , la encontramos justamente en aspectos de ámbito marcadamente económico, al valerse el Estado de situaciones no siempre equilibradas, o, mejor dicho, casi siempre decantadas a su favor, que le permiten vía transacción obtener una salida claramente menos desfavorable para sus intereses que la que implicaría el ejercicio de acciones judiciales por parte de los sujetos perjudicados 30 . 29 Para el supuesto relativo a las medidas adoptadas en relación a los contagios transfusionales de hepatitis C, SEUBA TORREBLANCA, J. C., «La Ley 14/2002, de 5 de junio ( RCL 2002, 1459) , de ayudas sociales a hemofílicos contagiados con el VHC», InDret 3/2002; para nuestro caso, GARCÍA RUBIO, Mª. P., «El caso Prestige un año después de la tragedia...», cit., pg. 1815, para quien «caben bastantes dudas sobre la constitucionalidad de una norma -el Real Decreto-ley 4/2003 ( RCL 2003, 1582) - donde se establece un sistema de compensación de los perjuicios causados que, con toda probabilidad, no cubre la reparación íntegra del daño y no permite el recurso a otros medios alternativos que complementen su propia insuficiencia». 30 Como han señalado RUBÍ PUIG y PIÑEIRO SALGUERO («El blindaje del Gobierno en la crisis del Prestige. Comentario al Real Decreto Ley 4/2003, de 20 de junio, de ayudas a los damnificados», InDret, octubre de 2003), la incertidumbre sobre el resultado final indemnizatorio del proceso surgido del desastre probablemente nos llevará a que solamente aquellas víctimas optimistas -con previsiones de sentencia o laudo favorable- o aquellas que reciban una propuesta de transacción muy por debajo de los daños sufridos, se encontrarán con fuerzas de pleitear. En su opinión, el Real Decreto-ley 4/2003, si se analiza con profundidad, «se revela como la estrategia del Gobierno para blindarse frente a posibles acciones de responsabilidad civil de los afectados». Mención aparte merece la no previsión indemnizatoria -al menos generalizada-, de los daños futuros, entendiendo por tales aquellos que sin haberse evidenciado inicialmente, o que no llegaron a manifestarse hasta el momento, se reconocen o manifiestan después de haber transcurrido un período de tiempo determinado. Al respecto, el Real Decreto-ley 4/2003 impedía a los perjudicados el emprender cualquier acción por este tipo de daños, en tanto que sólo contemplaba como objeto de reclamación los producidos hasta el año 2003. Sin embargo, y aunque con una limitación temporal también exigua -pues sólo se amplía dicho plazo hasta el 2004-, el Real Decreto-ley 4/2004, de forma complementaria e independiente al sistema de acuerdos transaccionales introducidos por el Real Decreto-ley 4/2003, trata de coadyuvar al resarcimiento de los afectados en el caso de que los efectos del derrame de hidrocarburos del Prestige se extiendan en el tiempo provocando una disminución notoria en el límite de capturas y cultivos en las actividades de pesca, marisqueo y acuicultura. Para lo cual, por medio de su artículo 2, se arbitra un sistema específico de compensación de las pérdidas económicas que puedan producirse en dichas actividades en aquel período en el que, teniendo presente la fecha de la catástrofe, pudiera aún existir una incidencia directa e inequívoca de ésta 31 . 31 La solicitud para solicitar este tipo de compensaciones habrá de presentarse antes del 31 de marzo de 2005. No obstante, se fija un límite máximo de fondos disponibles para esta compensación cifrado en tres millones de euros y únicamente, como hemos adelantado, para las pérdidas producidas en el ejercicio 2004. Esta cuantía podría resultar insuficiente, para cuyo caso no se contempla, en principio, una futura ampliación, sino que se dispone que estos fondos serán distribuidos entre los distintos afectados, atendiendo a criterios de proporcionalidad en los términos que reglamentariamente se establezcan a tenor de las pérdidas comprobadas. Sin perjuicio de esta limitada previsión indemnizatoria introducida por el Real Decreto-ley 4/2004 sobre daños futuros, es evidente que a los efectos se dejan fuera sectores también perjudicados y de gran repercusión económica, como el del turismo, que aunque en el caso gallego quede mitigado por el efecto dinamizador del Xacobeo 2004, la repercusión negativa que el desastre ha traído sobre el sector ha sido innegable. VI. A modo de conclusión Reiterando las palabras iniciales de presentación, los efectos del Prestige permanecen y permanecerán latentes durante largo tiempo en el ecosistema y en el medio ambiente afectado y, como no, en el propio sentir y en la moral de los ciudadanos gallegos y de otras comunidades que se han visto igualmente implicadas. Sin embargo, en el ámbito económico, son los directamente perjudicados los que seguirán, como es lógico, más de cerca las repercusiones que la tragedia les ha proferido, sobre todo aquellos cuyas reclamaciones no han sido hasta la fecha, en su justa medida, correspondidas, o bien a los que les sobrevengan daños futuros con posterioridad al año 2004. Las fundamentadas objeciones de que ha sido objeto el Real Decreto-ley 4/2003 ( RCL 2003, 1582) desde su aprobación, la mayoría de ellas aquí reflejadas, han propiciado finalmente la consiguiente publicación del nuevo Real Decreto-ley. Por ello es de agradecer que esta última norma, que sin duda ha venido a recoger algunos de esos comentarios de tono crítico, no sólo se haya quedado en una mera ampliación del fondo previsto para las indemnizaciones, sino que incluso ha eliminado cualquier referencia a la limitación de la cuantía máxima inicialmente establecida. Sin embargo, se echa en falta en la nueva regulación la subsanación de otros inconvenientes u objeciones que ya venían de la mano del Real Decreto-ley 4/2003 y que, desgraciadamente, no han recibido respuesta por medio de las medidas incorporadas a través del Real Decreto-ley 4/2004 ( RCL 2004, 1532) . Así, el reconocimiento general de los daños futuros derivados de la catástrofe, sin limitación temporal, o por lo menos con una extensión más generosa, debía haber recibido un tratamiento más inclinado a favor de los afectados, abarcando, en todo caso, más allá de la mera compensación a los titulares de actividades de pesca, marisqueo y acuicultura. Pero, significativamente, considero altamente reprochable el que se siga manteniendo la incompatibilidad de acceder a las indemnizaciones contempladas legalmente con el ejercicio de una posible acción indemnizatoria, ya sea judicial, arbitral o de otro tipo, lo que en realidad parece configurarse como una especie de chantaje o soborno legal, actuando dichas indemnizaciones ofertadas a modo de señuelo. Con independencia de lo positivo y negativo de estas decisiones gubernativas, no quisiera concluir sin dejar constancia del efecto revulsivo de actitud activa que supuso la tragedia, y que obligó a movilizar recursos y voluntades en defensa de Galicia y su gente -todos recordamos con emoción la inestimable ayuda de los voluntarios venidos de muy diversos lugares-. En igual sentido, es de elogiar el impulso reconocido de la sociedad civil gallega ante la adversidad y la asunción de su propia responsabilidad colectiva de cara al exterior; energía creadora y de improvisación puesta tan claramente de manifiesto en los días del desastre. Este sincero reconocimiento debe reafirmarnos en la exigibilidad de aquellos recursos que los poderes públicos están obligados a invertir y en la necesaria reparación integral, y en el menor tiempo posible, de los daños ocasionados a los distintos afectados, si es que hasta la fecha no se ha producido, así como de aquellos otros que pudieren llegar a aflorar en el futuro como consecuencia del caso Prestige. . Referencias bibliográficas BRANS, E. H. P., «EC Proposal for an Environmental Liability Directive: Standing and Assessment of Damages», Env. Liability, 2002.2, pgs. 135 a 146. GARCÍA RUBIO, Mª. P., «A indemnización dos danos causados polo Prestige», publicado en el libro colectivo, Prestige: a catástrofe que despertou a Galiza?, Santiago de Compostela, Candeia Editora, 2003, pgs. 113 a 139. - «El caso Prestige un año después de la tragedia. Algunos apuntes en torno al Real Decreto-ley 4/2003, de 20 de junio», Diario La Ley, núm. 5893, año XXIV, 14 de noviembre de 2003, ref. D-255, pgs. 1812 a 1817. MAGNUS, U., «Damages under German Law», Unification of Tort Law: damages, MAGNUS, U. (ed.), 2001, pgs. 99 y 100. NIETO MARTÍN, F., «Quien contamina paga. El caso Prestige», Diario La Ley, núm. 5712, año XXIII, 5 de febrero de 2003, ref. D-30, pgs. 1600 a 1607. OLMO GARCÍA Y PINTOS AGER, J., «Responsabilidad civil por vertido de hidrocarburos. ¿Quiénes deberían pagar los daños causados por el Prestige?», InDret 1/2003. PARDO GATO, J. R., «La excepción de los medicamentos respecto a las causas de exoneración de responsabilidad civil por riesgos de desarrollo. Un antes y un después de la sentencia de 10 de mayo de 2001 del TJCE», Diario La Ley, núm. 5810, año XXIV, 25 de junio de 2003, ref. D-151, pgs. 1736 y 1737. RUBÍ I PUIG Y PIÑEIRO SALGUERO, «El blindaje del Gobierno en la crisis del Prestige. Comentario al Real Decreto-ley 4/2003, de 20 de junio, de ayudas a los damnificados», InDret, octubre de 2003. SEUBA TORREBLANCA, J. C., Sangre contaminada, responsabilidad civil y ayudas públicas. Respuestas jurídicas al contagio transfusional del sida y de la hepatitis, Civitas, Madrid, 2002. - «La Ley 14/2002, de 5 de junio, de ayudas sociales a hemofílicos contagiados con el VHC», InDret 3/2002.