LUNES, 12 DE MAYO, 2014 15 INFORMACIÓN Alicante SU MAJESTAD EL PRISIONERO Momentos de Alicante Gerardo Muñoz E l monarca se asomó al balcón para tratar de calmar los ánimos de los amotinadores, que perseguían a sus oficiales y al mismísimo virrey de Nápoles, Carlos de Lanoy, quien se vio obligado a huir del muelle a través de las huertas, saltando las tapias como un vulgar ladronzuelo. Pero no solo las palabras del rey no fueron oídas por los alborotadores, sino que hasta una bala fue a aplastarse en el marco del balcón, al parecer de manera accidental, pero que provocó la alarma entre los caballeros que le acompañaban, por lo que le urgieron a adentrarse en el edificio. Francisco accedió, confundido y sorprendido, no tanto por haber visto peligrar su vida, como por el afrentoso hecho de que su ejército hubiera sido vencido por una soldadesca tan indisciplinada como aquélla. Francisco I, rey de Francia, había llegado al puerto de Alicante el día anterior, el último del mes de junio de , a bordo de la nave capitana del vizcaíno Rodrigo de Portuondo, general de la Armada imperial. Los alicantinos asistieron fascinados a la arribada de la flota. Las galeras españolas, embanderadas y luciendo coloridos paveses y galas, contrastaban con las seis francesas, que llevaban los palos, remos y costados pintados con el mismo color que el de las banderas y tendales, el color del duelo y la tristeza: el negro. Cuatro meses antes, el de febrero, el ejército francés había perdido ante las tropas germano-españolas del emperador Carlos V una batalla crucial en las proximidades de la ciudad italiana de Pavía. El rey francés había combatido junto a su escolta como un oficial más. En un momento determinado, Francisco I cayó al suelo y, al incorporarse, se encontró con un estoque español en su cuello. Había sido hecho preso por Juan de Urbieta, un soldado vasco de infantería, a quien auxiliaron en seguida sus compañeros Diego Dávila, granadino, y el gallego Alonso Pita da Veiga. Por su rica vestimenta éstos dedujeron que debía tratarse de un gran señor, pero no supieron que habían apresado al césar francés hasta que lo entregaron a sus superiores. El emperador Carlos V encargó la custodia de su «primo» preso al virrey de Nápoles, Carlos de Lanoy, ordenándole que lo condujera a la fortaleza napolitana de Castilnovo, pero colmándole de todas las atenciones que merecía como rey de Francia. Sin embargo, Francisco propuso ser llevado a Madrid, para poder tratar su liberación de manera más rápida y directa con el emperador, en vez de esperar a que se resolviera el asunto a través de los ministros de ambas Coronas. Lanoy trasladó la propuesta a Carlos V, quien la recibió con agrado, aunque sus consejeros más su hermoso porte. Francisco era un gigante de años de edad, medía más de dos meBatalla de Pavía. tros de altura, poseía una Escuela holandesa magnífica musculatura y (Ashmolean). una gran anchura de hombros. Su rostro estaba adornado con cuidada barba y su vestimenta sedosa era tan elegante como lujosa. Sobre el pecho de su jubón, de anchas mangas, lucía un medallón de oro en el que estaba grabado su emblema: una salamandra con la divisa «Nutrisco et extinguo» («Alimento y apago»), que simbolizaba su poder sobre el fuego, sobre los hombres y sobre el mundo. Fue hospedado en el palacio del marqués de Elche y duque de Arcos, situado junto a la puerta Ferrisa, a cuyo balcón se asomó cuando oyó las priíntimos le advirtieron de una puerto genovés (Lanoy lo hizo en la grave dificultad: la escuadra francesa nave del comendador Icart), casi todos meras voces de los amotinados. Resultó que las gentes de las galeras llevaban era muy superior a la española y sería los presentes, incluidos el duque de imprudente darle la oportunidad de Borbón, el marqués de Pescara y Lope tiempo sin percibir sus sueldos y, viendo los preparativos del inminente viaje rescatar a su monarca al paso por la de Soria (embajador imperial en Gécosta provenzal. Así que el emperador nova), creyeran que el prisionero regio por tierra que iba a emprender su general, acompañando al rey preso hasta dio instrucciones a Lanoy para que ob- iba a ser trasladado a Nápoles. la Corte, temieron que se fuera sin que tuviera del soberano francés las oportuLa flota española, compuesta por nas garantías. galeras, una carabela y algunos bergan- ellos recibieran satisfacción de las pagas atrasadas. De modo que se amotiFrancisco I convenció a Lanoy con las tines, costeó hasta Portofino, donde se siguientes precauciones: El capitán ge- presentaron las galeras francesas, sien- naron. Lanoy trató de apaciguar los ánimos prometiendo que se pagarían neral de la Armada francesa, mariscal do seis en vez de las diez pactadas, depronto las pagas, pero la paciencia de Anne de Montmorency, pondría a bido a que Andrea Doria se negó a endisposición del virrey diez galeras artregar las suyas. Las naves galas fueron los amotinados se había agotado y madas, provistas de patrones, pilotos, ocupadas por la guarnición española y rompieron el fuego contra el virrey y los oficiales que les ordenaron depomarineros y forzados, con víveres, mu- las proas pusieron rumbo al Poniente. ner su levantisca actitud. Solo se calniciones y velas, para que fueran guarArribaron las embarcaciones el de necidas por capitanes y soldados espa- junio al puerto de Barcelona, de donde maron cuando recibieron los dineros que entregaron los vecinos de Alicante. ñoles; y el monarca francés se compro- zarparon el rumbo a Valencia. Y de Más que por las súplicas con que les metía personalmente a que la escuadra allí, el , partieron hacia Alicante. de escolta que le llevaría a la Península Para los alicantinos fue todo un acon- instó Lanoy, los Pasqual, Mingot, FerIbérica no sería hostilizada en modo al- tecimiento la llegada a su ciudad del rey nández de Mesa, Vallebrera, Burguguno, tampoco en el viaje de vuelta al francés. Aunque prisionero, fue tratado ño, Martínez de Vera y demás alicantinos dieron aquél dinero por temor al puerto de Génova. Como garantía de con solemnidad y como un monarca cumplimiento, quedarían en poder de amigo. La aristocracia y las autoridades posible saqueo de la soldadesca soliviantada. Lanoy el mencionado mariscal Montlocales lo recibieron con todos los hoAfortunadamente, nadie perdió la morency, el conde Juanetin Doria (so- nores, obsequiándole con diversos rebrino del almirante genovés Andrea galos, al mismo tiempo que admiraban vida como consecuencia de aquel motín de galeras en el puerto, que causó Doria, al servicio entonces de la sin embargo un injusto Corona francesa) y otras persoquebranto económico en nas allegadas a este almirante, el bolsillo de los contrijefe de la escuadra gala. Por su buyentes alicantinos, así parte, el virrey se comprometió a como una desagradable y devolver las galeras prestadas duradera impresión en el quince días después de la llegarey francés. da de Francisco I a Madrid y a Francisco I y sus custodios poner en libertad a los rehenes, continuaron su viaje hacia entregándoles salvoconductos Madrid. para que viajaran sin dificultad El episodio aquí referido hasta el destino que les desigdel motín de las galeras en nara su soberano. Alicante y en presencia de La negociación se llevó en Francisco I de Francia está resecreto, de cuyo resultado únicogido en la Historia Maríticamente se enteraron la reina ma de España (tomo I, capíturegente de Francia, Hernanlo XI), redactada por Cesáreo do de Alarcón (general espaFernández Duro, capitán de ñol encargado de la guarda navío y secretario perpetuo de del prisionero) y Hugo de la Real Academia de la HistoMoncada, quien se hallaba ria, cuyo original se conserva preso en Francia pero que fue Retrato de en el Instituto de Historia y Culpuesto en libertad sin rescaFrancisco I, de Jean tura Naval. te, para que llevase la noticia Clouet, 1525 por tierra a Carlos V. De ahí (Louvre). www.gerardomunoz.com que, cuando el rey francés También puedes seguirme en embarcó el de mayo en la www.curiosidario.es capitana de Portuondo en el