Comorbilidad de trastornos del eje I y II en la depresión unipolar con ataques de cólera. Joyce Tedlow, Vinita Leslie, Bronwyn R. Keefe R. Keefe, Jonathan Alpert, Andrew A. Nierenberg, Jerrold F. Rosenbaum, Maurizio Fava Objetivo: Evaluar si los ataques de cólera en pacientes con trastorno de depresión mayor (DM) se asocian a una tasa superior de trastorno de pánico u otros trastornos comorbidos del Eje I o II. Métodos: 306 pacientes a régimen abierto (163 mujeres, de edad media 39.5 años ± 10.5) con DM a las que les administró la Entrevista Clínica Estructurada para Trastornos del Eje I y II (ECET) y el Cuestionario de Ataques de Cólera (CAC). Resultados: Las pacientes con ataques de cólera mostraron únicamente una tendencia hacia una tasa superior de trastorno de pánico (p=0.06) pero no se detectaron otras diferencias en la comorbilidad del Eje I. Además, las pacientes con ataques de cólera presentaban una depresión de gravedad ligeramente superior pero significativa. En concordancia con estudios anteriores, también se observó que las pacientes deprimidas con ataques de cólera presentaban tasas superiores de trastorno de personalidad dependiente, de evitación, narcisista, límite y antisocial en comparación a las pacientes sin ataques de cólera. Conclusión: Los ataques de cólera no parecen estar asociados a un patrón específico de comorbilidad del Eje I, pero ciertamente están asociados a ciertos trastornos de personalidad. Es posible que el estado agudo de depresión confundiera la evaluación de las tasas de trastorno de personalidad, así como la presencia de ataques de cólera. Por otro lado, los dos grupos de pacientes deprimidas (con o sin ataques de cólera) estaban sujetos al mismo efecto de confusión, ya que la gravedad de la depresión era comparable, limitando así el impacto de este sesgo potencial. Palabras clave: Ataques de cólera; Depresión unipolar, Comorbilidad. Introducción Fava y col. (1990) describieron los ataques de cólera como explosiones de cólera y furia acompañados de síntomas autonómicos de activación como taquicardia, temblores, rubor facial, sudor y opresión torácica. Estas explosiones se viven como egodistónicas y los ataques muestran una buena respuesta al tratamiento antidepresivo (Fava y col., 1990). A pesar de la activación autonómica en los ataques de cólera, éstos no presentan las emociones predominantes de miedo y ansiedad típicos de los ataques de pánico. Nuestra hipótesis es que los ataques son variaciones de un trastorno de depresión mayor o de un trastorno de pánico (Fava y col., 1990). Un estudio desarrollado en un único centro y otro estudio multicéntrico hallaron que la tasa de prevalencia de los ataques de cólera se sitúaRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 22 - 2000 ba en el 34-44% entre los pacientes deprimidos tratados a régimen abierto que participaban en ensayos clínicos (Fava y col., 1993, 1997). Un estudio desarrollado en dos centros con población clínica halló que aproximadamente un tercio de los pacientes con trastorno de pánico sufría ataques de cólera, proporción similar a la de otros grupos de pacientes con trastornos de ansiedad (Gould y col., 1996). Sin embargo, los pacientes con trastornos de ansiedad y ataques de cólera estaban significativamente más deprimidos que aquellos sin ataques de cólera y entre los pacientes con trastornos depresivos presentaban la tasa de prevalencia de ataques de cólera era el doble a la de los Este artículo se ha publicado en la revista Journal of Aftective Disorders en 1999 23 pacientes con tratemos de ansiedad (Gould y col., 1996). Para los pacientes cuyo diagnóstico primario no era la depresión, la severidad de los síntomas depresivos era el único predicotr significativo de ataques de cólera (Gould y col., 1996; Fava y col., 1995). Un estudio previo entre pacientes deprimidos tratados a régimen abierto sin fármacos (Fava y col., 1993) también halló que la presencia de ataques de cólera se asociaba a una frecuencia significativamente superior de ciertos trastornos de personalidad como el límite, narcisista, his-triónico y antisocial (Grupo B). Dado que la cólera patológica y la depresión pueden ser rasgos de los trastornos de personalidad límite y antisocial estos hallazgos no eran raros. Sin embargo, dado que el instrumento de evaluación utilizado en el estudio de Fava y col. (1993) era una escala de autoevaluación de elevada sensibilidad y baja especificidad (Golomb y col., 1995) se hace necesario repetir esta investigación utilizando un instrumento más específico, evaluado por el clínico y no por el paciente, para la evaluación de los trastornos de personalidad. Siever y Davis (1991) han propuesto un modelo psicopatológico basado en dimensiones unidas a los trastornos del Eje I y II. En su modelo, el rasgo característico de activación autonómica se relaciona a los trastornos de ansiedad y los trastornos de personalidad por evitación, dependiente y obsesiva-compulsiva (grupo de trastornos de personalidad ansiosos). De modo similar, los rasgos característicos de la irritabilidad y agresión se asocian a los trastornos del Eje I de descontrol impulsivo y trastornos de personalidad límite y antisocial (grupo de trastornos de personalidad dramáticos). Ante las hipótesis mantenidas sobre anormalidades en la neurotransmisión serotoninérgica asociadas a la patofisiologia del trastorno de pánico (Kahn y van Praag, 1988), de los trastornos de personalidad (Coccaro y col., 1989) y trastornos depresivos y agresión patológica (van Praag, 1986), queríamos evaluar si los pacientes deprimidos con ataques de cólera era más probable que cumplieran criterios de trastorno de pánico y de trastornos de personalidad (tanto de los grupos ansioso como dramático) en comparación a los pacientes deprimidos sin ataques de cólera. Como hemos mencionado más arriba, mientras nuestro estudio previo con pacien- 24 tes deprimidos con ataques de cólera se había centrado únicamente en los rasgos de trastorno de personalidad, evaluados mediante una escala de auto-evaluación, el presente estudio supera este abordaje al evaluar mediante entrevistas clínicas estructuradas las diferencias entre los pacientes deprimidos con y sin ataques de cólera tanto en la comorbilidad de los trastornos del Eje I como de los trastornos de personalidad. La muestra de pacientes cuyos rasgos de trastornos de personalidad fueron investigados por nuestro equipo (Fava y col., 1993) es completamente independiente de la muestra reclutada para el presente estudio, sin que se solape la población de pacientes, aunque ambos deriven de participantes de ensayos clínicos sobre antidepresivos. Un objetivo secundarios del presente estudio era evaluar las diferencias en las tasas de comorbilidad de los trastornos del Eje I, además del trastorno de pánico, entre estos dos grupos de pacientes deprimidos. 2. MÉTODO. 2.1. Sujetos Se consideraron elegibles pacientes ambulatorios de edad comprendida entre 18 y 65 años que participaban en un estudio doble ciego sobre la fluoxetina en el Programa de Investigación y Clínica de la Depresióndel Hospital General de Massachusetts. Los participantes en el estudio cumplían criterios DSM-III-R de trastorno depresivo mayor (TDM) determinada por la Entrevista Clínica Estructurada para DSM-III-Revisado - Edición del Paciente (SCID-P) (Spitzer y col., 1989) y habían obtenido en la visita de inclusión en el estudio y en la visita basal una puntuación igual o superior a 16 en la Escala de Depresión de Hamilton de 17 ítems (HAM-D-17) (Hamilton, 1960). Un total de 306 pacientes ambulatorios (143 hombres y 163 mujeres, de edad media 39.5 ± 10.5 años) se ofrecieron voluntarios a participar en el estudio. Todos ellos firmaron el consentimiento informado aprobado por el Subcomité de Estudios Humanos del hospital. Los criterios de exclusión contemplaban el embarazo y periodo de lactancia, riesgo severo de suicidio, enfermedad médica severa o inestable, antecedentes de trastorno epiléptico, trastornos mentales orgánicos, trastornos por RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 22 - 2000 abuso de sustancias (incluyendo el alcohol) durante el año previo, esquizofrenia, trastorno delirante, trastornos psicóticos no clasificados, trastorno bipolar, trastorno de personalidad antisocial significativo, falta de respuesta a los antidepresivos en ensayos previos, antecedentes de reacciones adversas múltiples o intolerancia o falta de respuesta a la fluoxetina, consumo actual de otros fármacos psicotropos y evidencia clínica o de laboratorio de hipoti-roidismo. Se excluía también los sujetos en psicoterapia concomitante, excepto cuando ésta no se centraba en la depresión, se había suministrado durante 3 meses y la frecuencia de las sesiones no excedía una mensual. los clínicos participaron en entrevistas en directo y grabadas durante las cuales estos dos instrumentos eran administrados por un clínico experto que había recibido entrenamiento completo por parte de los autores de los mismos. Al participar en dichas entrevistas así como al administrar bajo supervisión las entrevistas, los clínicos obtuvieron un entrenamiento completo. Finalmente, se alcanzó un mayor consenso sobre cómo deberían administrarse estos instrumentos mediante repetidas discusiones en grupo entre todos los clínicos. Los clínicos evaluadores desconocían el estado del paciente en cuanto a la presencia o ausencia de ataques de cólera determinada por el Cuestionario de Ataques de Cólera. 2.2. Procedimientos. 2.3. Análisis de los datos. Los pacientes debían pasar un "periodo de lavado" sin antidepresivos durante al menos 2 semanas antes de entrar en la etapa abierta del ensayo durante la cual recibían 20 mg. diarios de fluoxetina durante 8 semanas. Cada dos semanas se realizaba una evaluación de la eficacia, que incluía el HAM-D-17 y la Escala de impresión global de severidad (CGI-S) (Guy, 1976). En la visita de selección se realizaban pruebas rutinarias de laboratorio, incluyendo un hemograma completo, un análisis de orina, SMA-20, pruebas de funcionamiento tiroideo, y electrocardiograma. En la visita basal se administraba a cada sujeto el Cuestionario de Ataques de Cólera (Fava y col., 1991). Se trata de un instrumento de autoevaluación diseñado para evaluar la presencia o ausencia de ataques de cólera durante el mes previo. Los pacientes se clasificaban como "con ataques de cólera" si cumplían los siguientes criterios: (1) irritabilidad, (2) reacción exagerada a pequeñas molestias durante los 6 meses previos a la evaluación, (3) ocurrencia de al menos un ataque de cólera durante el mes previo y (4) durante uno de los ataques de cólera el paciente había experimentado al menos cuatro síntomas autonómicos o conductuales de una lista de 15, (Fava y col., 1991). De acuerdo con la clasificación del DSM-III-R la comorbilidad de los trastornos del Eje I se diagnosticó mediante la SCID-P, mientras la comorbilidad de los trastornos de personalidad se diagnosticó con la Entrevista Clínica Estructurada para los Trastornos del Eje II del DSM-III-Revisado (SCID-II) (Spitzer y col., 1990). Todos RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 22 - 2000 Se utilizó el test U de Mann-Whitney para evaluar las diferencias entre los pacientes con y sin ataques de cólera. El test exacto de Fisher para compara la prevalencia basal de comorbilidad de trastornos del Eje I y II entre los pacientes deprimidos con y sin ataques de cólera. Este mismo test se utilizó para comparar las tasas de ataques de cólera entre los varones y las mujeres deprimidos/as. Se estableció a priori que si se detectaban diferencias significativas en la edad o el sexo entre los pacientes deprimidos con y sin ataques de cólera, se aplicaría el método de regresión logística para evaluar las diferencias en las tasas de trastornos del Eje I y II entre estos dos grupos de pacientes deprimidos tras ajustar por una de las dos variables demográficas. 3. Resultados Como se describe en la Tabla 1, no se detectaron diferencias significativas en la edad, sexo, edad de aparición del trastorno de depresión mayor, la duración del episodio actual, y el número de episodios previos entre los pacientes deprimidos con y sin ataques de cólera. Por este motivo, no fue necesario ajustar por la edad o el sexo en la comparación entre grupos de las tasas de los trastornos del Eje I y II. Se observó una ligera, aunque significativa, diferencia en la gravedad de la depresión, siendo los pacientes deprimidos con ataques de cólera los que obtenían puntuaciones superiores en la escala HAM-D-17. 25 Tabla 1. Características clínicas y demográficas de los pacientes con y sin ataque de cólera. Edad Sexo (mujeres) Edad de aparición Número de episodios Duración del episodio actual Grado de severidad de la depresión (puntuación HAM-D-17) Pacientes deprimidos con ataques de cólera (N=129) n(%) Pacientes deprimidos sin ataques de cólera (N=177) n (%) Grado de significación P 39,2±10,3 71 (55%) 25,4±12,6 3,1±4,6 (w=103) 3,3±5,7 20,4±3,8 39,7±10,6 92 (52%) 25,0+13,7 4,5±7,4 (n=147) 3,2±5,3 19,1±3,1 ns ns ns 0,008 ns 0,0018 Tabla 2. Tasas de comorbilidad actual y comorbilidad a lo largo de la vida de los trastornos del Eje I entre los pacientes deprimidos con y sin ataque de cólera. Trastorno de pánico actual Trastorno de ansiedad a lo largo de la vida Trastorno de pánico Fobia social Agorafobia Trastorno de Ansiedad Generalizada Trastorno Obsesivo Compulsivo Fobia simple Abuso/dependencia de sustancias a lo largo de la vida Abuso/dependencia de alcohol a lo largo de la vida Trastorno de la conducta alimentaria a lo largo de la vida Bulimia nerviosa Anorexia nerviosa Pacientes deprimidos con ataques de cólera (N=129) n(%) Pacientes deprimidos sin ataques de cólera (N=177) n (%) Grado de significación P 10(8%) 5(3%) 0,06 15(12%) 41(32%) 7(5%) 21(16%) 11(8%) 13(10%) 32 (25%) 20(11%) 52(29%) 10(6%) 22(12%) 9(5%) 20(11%) 42 (24%) ns ns ns ns ns ns 47 (36%) 50 (28%) ns 9(7%) 5(4%) 12(7%) 2(1%) ns ns Como muestra la Tabla 2, los pacientes con ataques de cólera mostraron únicamente una tendencia hacia una probabilidad significativamente superior a cumplir los criterios de trastorno de pánico actual (p=0.06), mientras no se detectaron diferencias significativas entre los dos grupos en las tasas de "prevalencia a lo largo de la vida" de trastornos de ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria ni abuso de sustancias/alcohol. La Tabla 3 presenta las tasas de comorbilidad de los trastornos de personalidad entre los dos grupos de pacien- 26 tes deprimidos. Los pacientes deprimidos con ataques de cólera presentan una tasa significativamente superior de trastorno de personalidad dependiente, por evitación, narcisista, límite y antisocial en comparación a los pacientes deprimidos sin ataques de cólera. 4. Discusión Nuestros hallazgos sugieren una relativa ausencia de patrones específicos de comorbilidad del Eje I entre los pacientes deprimidos con ataques de cólera. Las diferenRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 22 - 2000 Tabla 3. Tasas de comorbilidad de los trastornos del Eje II entre los pacientes deprimidos con y sin ataque de cólera. Trastorno de personalidad Evitación Dependiente Obsesivo-Compulsivo Pasivo agresivo Auto-derrotista Paranoide Esquizotípico Esquizoide Histriónico Narcisista Límite Antisocial Pacientes deprimidos con ataques de cólera (N=129) n(%) Pacientes deprimidos sin ataques de cólera (N=177) n (%) Grado de significación P 49(38%) 27(21%) 46(36%) 22(17%) 19(16%) 40(31%) 5(4%) 4(3%) 9(7%) 23(18%) 31(24%) 13(10%) 39(22%) 16(9%) 49(28%) 19(11%) 10(10%) 38(21%) 7(4%) 11(6%) 4(2%) 16(9%) 14(8%) 7(4%) 0,003 0,004 ns ns ns ns ns ns ns 0,03 0,0001 0,03 cias no significativas dependientes del estado del paciente halladas en las tasas de trastorno actual de pánico entre los pacientes deprimidos con y sin ataques de cólera (8% ver-sus 3%) son demasiado pequeñas para desencadenar conclusiones. Dado que la tasa global de comorbilidad de trastorno de pánico en pacientes deprimidos es relativamente baja, la presencia de trastorno de pánico en este estudio no parece contar en la tasa de 42% de ataques de cólra en nuestro grupo de pacientes deprimidos. En coherencia a nuestras observaciones previas (Fava y col., 1993) los pacientes deprimidos con ataques de cólera tienen una probabilidad superior de cumplir los criterios diagnósticos de trastornos de personalidad. En concreto, los trastornos de personalidad dependiente, de evitación, narcisista, límite y antisocial eran significativamente más frecuentes entre los pacientes con ataques de cólera que entre los pacientes sin dichos ataques. Parece que los pacientes deprimidos con ataques de cólera que cumplen los criterios de trastornos de personalidad del grupo B o C pueden clasificarse en tres grupos: aquellos que cumplen criterios de ambos, los que cumplen criterios de los trastornos de personalidad del grupo C y los que RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 22 - 2000 cumplen los criterios del grupo B. Por ejemplo, 30 (61%) de los 49 pacientes deprimidos con ataques de cólera y trastorno de personalidad por evitación no cumplían criterios del trastorno de personalidad límite, 12 (39%) de los 31 pacientes con ataques de cólera y trastorno de la personalidad límite no cumplían criterios de trastorno de la personalidad por evitación y 19 pacientes cumplían los criterios de ambos trastornos de la personalidad. Aunque se podría argumentar que un aumento en la tasa de comorbilidad de trastornos de ansiedad puede aumentar la probabilidad de cumplir criterios de los trastornos de personalidad por evitación y por dependencia, es poco probable que esta pequeña y no significativa diferencia detectada provoque nuestros hallazgos. Además, no detectamos diferencias significativas entre los dos grupos en referencia a las tasas de comorbilidad con otros trastornos del Eje I. Por lo tanto, la superior frecuencia de trastornos de personalidad del grupo B observada en los pacientes deprimidos con ataques de cólera es poco probable que sea debida a un efecto de confusión provocado por comorbilidad específica de trastornos concretos del Eje I. 27 Una cuestión metodológica que concierne a nuestros hallazgos sobre los trastornos de personalidad es que la cólera y agresión patológica representan algunos de los síntomas esenciales del trastorno de personalidad límite. Por lo tanto, es posible que los resultados referentes a este trastorno de la personalidad simplemente reflejen la presencia de ataques de cólera en estos pacientes. Por este motivo, realizamos un análisis post-hoc donde no contamos tres ítems del módulo de trastorno de personalidad límite que evalúan la presencia de cólera y agresividad patológica. Utilizando este método, en lugar de 45 pacientes con trastorno de personalidad límite, identificamos un total de 28 pacientes deprimidos con este diagnóstico, de los cuales 18 (16%) tenían ataques de cólera y 10 (6%) no sufrían dichos ataques (p<0.01). De este modo, vemos que la presencia de ataques de cólera en pacientes ambulatorios con depresión se asocia a unas tasas significativamente superiores de trastorno de personalidad límite comórbido incluso tras omitir del diagnóstico los ítems referentes a la cólera y agresividad patológicas. Podríamos cuestionarnos si dichas diferencias en las tasas de depresión atípica juegan un papel en los resultados obtenidos en la comorbilidad del Eje II. Sin embargo, un estudio previo realizado por nuestro grupo en una muestra similar de pacientes halló tasas de depresión atípica bastante comparables entre los pacientes deprimidos con y sin ataques de cólera (56% versus 57%). Además, es posible que algunos pacientes clasificados como con depresión unipolar con ataques de cólera hayan desarrollado más tarde un curso bipolar del trastorno. Por otro lado, la tasa de cambio hacia un estado de hipomania/mania durante el desarrollo del estudio fue extremadamente baja, solo un paciente de 306, y dicho paciente no sufría ataques de cólera. Por último, recientemente se ha observado que la tasa de ataques de cólera entre los pacientes con depresión unipolar es significativamente superior a la tasa de ataques de cólera observados entre pacientes con depresión bipolar (Jain y col., 1997) Una limitación importante de nuestro estudio proviene del hecho de que los pacientes fueron evaluados en un momento en que cumplían criterios de un episodio de trastorno depresivo mayor. Los pacientes deprimidos con ata- 28 ques de cólera solo estaban ligera, aunque significativamente, más deprimidos que aquellos sin ataques de cólera (diferencia en la media de la puntuación: 1.3). Por este motivo, es posible que el estado agudo depresivo haya confundido la evaluación de las tasas de trastornos de personalidad, ya que se sabe que dichas tasas disminuyen tras recibir tratamiento antidepresivo y obtener mejoría clínica (Fava y col, 1994). Por otro lado, los dos grupos de pacientes deprimidos (con y sin ataques de cólera) estaban sujetos al mismo efecto de confusión, dado que su grado de severidad de depresión era comparable, limitando así el impacto de este potencial sesgo. Puede aplicarse la misma consideración a los resultados del Cuestionario de Ataques de Cólera, ante la pequeña diferencia detectada en el grado de depresión de los dos grupos. Aunque uno de los criterios de exclusión de nuestro estudio era la presencia de un trastorno de personalidad antisocial significativo, no tuvimos que excluir ningún paciente seleccionado para el estudio por este motivo. Por esta razón, creemos que la existencia de este criterio no sesgó la muestra contaminando los análisis al utilizar el trastorno de personalidad antisocial como variable dependiente. Otra limitación de nuestro estudio es que contemplamos la relación entre los ataques de cólera y el trastorno de pánico global sin considerar las distintas versiones de los subsíndromes de ataques de pánico. Los ataques de pánico que no cumplen completamente los criterios del trastorno son relativamente frecuentes entre los pacientes deprimidos y es posible que existan diferencias notables en las tasas de ataques de pánico entre los dos grupos. Las implicaciones clínicas de este estudio son principalmente que la presencia de ataques de cólera en pacientes deprimidos se asocia a trastornos de personalidad específicos (Fava y col., 1996). No está claro si esta conducta patológica proviene de la depresión crónica acompañada de irritabilidad y tendencia a las explosiones de cólera o si dichos trastornos de personalidad representan factores de vulnerabilidad específica que llevan al desarrollo de depresión con ataques de cólera. En cualquier caso, las tasas de trastorno de personalidad límite y antisocial (24% y 10% respectivamente) observadas en nuestros pacientes deprimidos con ataques de cólera sugieren que estos trastornos de personalidad pueden explicar úniRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 22 - 2000 camente una pequeña proporción de pacientes con dichos ataques. Se necesita desarrollar más estudios para clarificar la naturaleza de esta relación. En resumen, nuestros resultados confirman las observaciones clínicas previas que relacionan los ataques de cólera con los trastornos de personalidad límite y antisocial. En este estudio nosotros hemos hallado una relación significativa no únicamente con los trastornos de personalidad límite y antisocial sino también con los trastornos de personalidad narcisista, por evitación y dependiente. 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