Luego de un 2011 lleno de contradicciones, decepciones, frustraciones, esperanzas y desesperanzas me encontraba enfrentada alrededor de 12 estudiantes como yo, que provenían de diversos grupos y cursos, dónde hasta quizás, ninguno de nosotros esperaba encontrar al otro en un lugar como este, era la “academia de filosofía” el espacio que nos acunaba. Por alguna razón todos nos sentimos atraídos por este nombre, probablemente ninguno de nosotros entendía el real significado; personalmente, viví solo el impulso de ese tan anhelado sentimiento de curiosidad. Asistí. Una vez encontrados nuestros rostros tímidos y curiosos, intentamos expresar desde la máxima introspección lo que era el sentir y pesar. Sesión a sesión se calmaba nuestro temor y la confìanza en el otro nacía repentinamente en un acto de complejidad; nuestras ideas, temores, frustraciones, alegrías y nuestros pesares tomaban un ritmo propio, tanto así que no podíamos callar, nos costaba escuchar, era un vómito de emociones contraídas, apretadas, encarceladas, hasta olvidadas, las que buscan tener palabras para salir como cohetes de nuestras mentes aturdidas y alucinadas. Eran esos cuerpos volátiles, decolorados y sin forma que buscaban concretarse con otros, en esa tan profunda soledad de adolecer, en este egocentrismo irónico; sentíamos la necesidad de entrelazarnos con otros, rimar. Fue ahí cuando nos encontramos. Al fin nos hallamos. Pasaban las semanas y este encuentro se hacía cada vez más esperado, éramos tan distintos unos de otros, nada tenía sentido, era rima, solo rima. Junto a la Marce (la profesora de filosofía) nos percatamos que nuestras tan egocéntricas emociones no provenían solo de nosotros, que nuestras dudas ya habían sido formuladas cientos de años atrás y miles de veces habían sido retomadas para buscar una respuesta satisfactoria, surgían nombres tales como Sartre, Nietzsche, Platón, entre otros. Aprendimos que no es necesario que exista una verdad absoluta, ni menos una respuesta definitiva a alguna pregunta, pues el camino a la respuesta nunca es lineal, sino circular, quizás volveremos al mismo lugar de inicio, lo importante será la trayectoria por la cual “avanzaste” y te tropezaste. 31