Los espantos y aparecidos de la carretera hacia la zona baja La vía que conduce desde Betijoque hasta el eje Panamericano o hacia las poblaciones de la zona baja del estado Trujillo, es una carretera de montaña empinada y angosta que comienza a la altura de lo que se conoce como Las Trincheras y llega hasta la intersección con la carretera panamericana o carretera nacional. Son muchas las historias y los cuentos que se han dejado escuchar a lo largo del tiempo sobre las misteriosas apariciones de espantos y de duendes en varios sitios específicos de dicha carretera que han dejado a más de uno sin habla y sin poder conciliar el sueño durante varios días a raíz de sus experiencias sobrenaturales. El Sr. Ramón Parra, chofer de ruta de la vía panamericana desde San Cristóbal hasta Maracaibo durante muchos años, cuenta que el Sector conocido como la Curva del Modroño cuando algún conductor subía o bajaba solo por las noches encontraba al lado de la carretera a una linda mujer la cual hacía señales para que la recogieran o la llevaran. Quienes ya estaban al tanto de las historias que se contaban hacían caso omiso y haciéndose la señal de la cruz proseguían su camino, mas en muchos casos esto resultaba en vano, pues al instante ya tenían a la dama sentada en el puesto trasero de su automóvil, lo cual era motivo de numerosos accidentes debido al inmenso pavor que sentían quienes tenían la desdicha de toparse cara a cara con el espanto. Por otra parte, habían quienes por ingenuidad, descuido o simple acto de caridad hacia una persona en apuros se detenían para auxiliar a la mujer en cuestión y la llevaban tratando de entablar una conversación amena durante aproximadamente unos treinta y cinco minutos que debía durar el viaje para encontrarse con la fantasmagórica escena de ver como se desvanecía la imagen de esta persona ante sus ojos. Hay quienes aseguran que algo similar le había ocurrido, al Sr. José Rosario Leal, mejor conocido como “Chayo Leal” quien venía subiendo hacia Betijoque en su carro desde Sabana Grande, cuando al llegar al sitio conocido como la Curva de la Miquimbos divisó a una mujer que con gestos le pedía que la llevara; el Sr. Chayo se detuvo y la dama subió al carro en el puesto delantero justo al lado del conductor quien al parecer bajo los efectos de unos tragos de aguardiente que había tomado para ahuyentar el frío imperante a esa hora de la noche comenzó a cortejar a la pasajera la cual permaneció sin decir una palabra hasta llegar al recordado Puente de Hierro (Guerra) y el cual era de una sola vía lugar donde la fisonomía de la mujer cambió repentinamente hasta no tener forma definida, los ojos se incendiaron de fuego y lanzó un grito espeluznante para luego desaparecer en la oscuridad de la noche. Algunos testigos aseveran que Chayo abandonó su vehículo a pocos metros del puente y llegó a Betijoque a pie. Muchas son las hipótesis sobres los orígenes de estas apariciones, siendo la más comentada la que asegura que el espanto corresponde al alma de una mujer muy joven y bonita que había muerto en ese sitio en un accidente y que por las noches oscuras desandaba por la carretera donde había terminado su vida, haciéndole la mala jugada a quien tenía la osadía de viajar solo por esta vía. Por otra parte y en una época más reciente, se conoció sobre el relato del Sr. Rafael Bermúdez quien se desempeñaba como velador del depósito de herramientas y materiales en una obra que se ejecutaba para reparar y ampliar El Puente El Modroño. Se dice que el Sr. Bermúdez comenzó a escuchar unas voces y unos ruidos extraños durante las noches que además eran lluviosas por ese tiempo pero restó importancia al suceso debido a que le atribuyó estos ruidos a la lluvia que golpeaba los techos y paredes de zinc donde se encontraba. Después de varias noches los ruidos indetenibles se fueron convirtiendo en risas, gritos y carcajadas que pedían clemencia y solicitaban auxilio en medio de la oscuridad y lluvia incesante, fue cuando, aferrado a su Rosario y Oraciones decidió salir a ver qué era lo que pasaba. Lo sorprendió ver a unos 50 metros una luz y la figura de un hombre acuclillado y de sombrero, el cual luego se puso de pie y caminó hacia donde él estaba, a medida que la aparición se acercaba iba disminuyendo su tamaño hasta desaparecer completamente frente a él a unos 15 metros de distancia. Dominado por los nervios decide abandonar el rancho donde trabajaba encontrándose con un señor que en ese momento bajaba en un camión por la carretera y se detuvo al verlo solo y bajo aquel aguacero con la intención de ayudarlo, sin embargo, la sorpresa y el miedo se hicieron mayores cuando las luces del camión dejan ver un enorme alud de tierra, piedras y barro que bajaba de la montaña llevándose todo a su paso incluyendo el pequeño rancho de láminas de zinc donde se encontraba en una hamaca el Sr. Rafael solo unos diez minutos antes. El Sr. Bermúdez atribuye la aparición del duende (como él mismo lo llama) a un enviado de su esposa y de su hijo muerto hace poco tiempo para advertirle del peligro que corría y que gracias a lo sucedido logro salvar su vida y la del conductor que seguramente quedaría atrapado durante este desastre que destruyó esta carretera en varios tramos lo que ocasionó su cierre temporal y que aún hoy día se observan sus consecuencias. Relatos como éstos se siguen contando sobre todo de las personas mayores quienes no tienen ninguna duda de que lo que se dice es cierto y comprobado, sin embargo las nuevas generaciones le restan importancia a éstos fenómenos de aparecidos y espantos, pero cuidado, experiencias recientes como la del Sr. Bermúdez nos hacen pensar, que aún en estas épocas de autos modernos y luces de halógeno nos podíamos topar con el trago amargo de conseguir en el asiento trasero a una linda pasajera que se montó en el Puente El Madroño sin ser invitada. Fuente: http://www.betijoque.com