población y consumo. una reconstrucción de las poblaciones

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POBLACIÓN Y CONSUMO.
UNA RECONSTRUCCIÓN DE LAS POBLACIONES
CONSUMIDORAS DE LECHE EN ESPAÑA 1925-19811
Francisco Muñoz Pradas 2
Universitat Autònoma de Barcelona
Bellaterra 2009
1
Trabajo adscrito al proyecto SEJ: 2007/ 60845 Niveles de vida, salud y alimentación: España, en perspectiva
histórica”. Se reconocen y agradecen las observaciones críticas de J. Pujol, X. Cussó. Las orientaciones de
Roser Nicolau sobre la Encuesta de Presupuestos Familiares de 1964-65. Ismael Hernández – que
prepara una tesis doctoral sobre estos temas- ha tenido la paciencia de guiarme por las estadísticas
ganaderas y la generosidad de proporcionarme datos e informaciones diversas. Versiones preliminares de
este trabajo se han discutido en seminarios de la Unidad de Historia Económica de la UAB, y del Insitut
de Recerca Històrica, de la Universitat de Girona. Se agradecen las contribuciones de los participantes.
Como es habitual, cualquier error presente en esta monografía sólo es responsabilidad de su autor..
2
Departament de Geografia (UAB). Dirección electrónica: francesc.munoz@uab.es
1.Introducción
El estudio de la evolución histórica de la alimentación obliga a utilizar estadísticas que
permitan conocer las pautas de consumo de la población. La información básica a
extraer de estas fuentes debe alcanzar, como mínimo, para calcular las medias de
consumo por persona y año. Se trata de uno los indicadores más empleados en la
descripción del cambio alimentario contemporáneo, conocido como transición
nutricional. Las investigaciones sobre la historia de la alimentación de las poblaciones
europeas han hecho un amplio uso del mismo. A partir de este tipo de datos calculados
para una lista de productos de consumo, y aplicando las transformaciones conocidas,
pueden derivarse estimaciones sobre composición de dietas y, en definitiva, primeras
aproximaciones al conocimiento del estado nutricional de una población determinada.
Sin embargo, esta atención focalizada en los consumos medios no constituye la única
perspectiva posible en este tipo de estudios. De hecho, una comprensión más completa
del mismo demandaría complementar este dato con la información sobre las pautas de
distribución del consumo o, lo que es lo mismo, con la estimación de los porcentajes de
población consumidora de los distintos alimentos. En etapas incipientes o, incluso
intermedias, de esta transición alimentaria
no debería
darse por sentado que el
consumo de determinados productos es universal. Ahora bien, este segundo parámetro
resulta más difícil de documentar. Las estadísticas históricas sobre hábitos de consumo,
excepto que correspondan a encuestas específicas, son de hecho excepcionales en la
mayoría de países durante la primera mitad del siglo XX. A pesar de esta limitación, no
parece necesario justificar la importancia crucial de esta información relativa a las
pautas de distribución del consumo de cara a alcanzar una comprensión más completa
de los cambios nutricionales y de sus interrelaciones con otros fenómenos.
Una ilustración de la situación descrita hasta aquí la constituye el estudio de la
transición alimentaria española, donde se aprecia una falta regular de datos sobre las
pautas de distribución del consumo de determinados alimentos básicos. Con excepción
de la información sobre estos aspectos recogida y publicada en las Encuestas de
Presupuestos Familiares (EPF), a comienzos de la década de los sesenta del siglo XX,
las pautas de distribución del consumo alimentario en los primeros pasos en esta
transición, fechados en las décadas anteriores, no estarían disponibles en un grado de
1
detalle semejante 3 .El consumo de leche podría considerarse una excelente ilustración
de esta situación. La información disponible, hasta la publicación de las mencionadas
EPF, incluye básicamente datos relativos a precios y consumo directo de leches de
origen animal –principalmente de leche de vaca y de cabra- . Este material estadístico
permite reconstruir algunos indicadores básicos y altamente informativos como, por
ejemplo, el nivel de precios relativos o el consumo medio por habitante y año, a escala
nacional o provincial e incluso local, en el caso de algunas ciudades –normalmente las
de mayor tamaño-, como por ejemplo Barcelona o Madrid, que llegaron a publicar
regularmente resúmenes estadísticos. Ahora bien, el examen de un indicador tan
utilizado como el mencionado consumo medio por habitante y año deja en evidencia las
limitaciones de su lectura. Si, a modo de ejemplo, en dos lugares o en dos fechas
distintas, los niveles medios de consumo de la leche pasan de 25 a 40 litros ¿Se
extraería la misma conclusión sobre su comportamiento si el porcentaje de población
consumidora hubiera permanecido estancado o, por el contrario, hubiera aumentado en
una proporción semejante?. Sirva como ilustración de este planteamiento recordar que
en una de las primeras indagaciones sistemáticas y científicas sobre el estado nutricional
de la población española en los años treinta del siglo XX, Carrasco Cadenas escribía:
“La realidad no confirmará ni esos 100 gr diarios de leche en la ración media, lo más
importante es considerar que en miles de casas españolas no entra leche más que en
caso de enfermedad. En los mercados de muchos pueblos casi no es producto de venta
corriente” (Carrasco, 1934) 4 . Sea en un plano temporal como territorial, el análisis de
determinados niveles de consumo sin atender a las pautas de desigualdad de su
distribución condicionaría muy directamente la interpretación final de las tendencias de
los cambios alimentarios en la España contemporánea.
Este trabajo plantea el problema de la estimación de la distribución del consumo en
poblaciones sin estadísticas específicas y desarrolla una vía para su solución. No se trata
de un problema nuevo, puesto que la inferencia de dichas pautas del consumo de
alimentos (o de su composición nutricional equivalente) para etapas proto-estadísticas o
para realidades estadísticas sin aquellas fuentes particulares ha ocupado la atención de
3
Ver sobre cronología, información estadística, evidencias y comparación con países europeos de la
transición nutricional española Cussó Segura (2005), Cussó, X y Garrabou, R (2007).
4
Panorámica de los primeros estudios científicos sobre la alimentación de la población española en los
trabajos Bernebeu-Mestre, J et alt ( 2007a , 2007b ).
2
distintos investigadores 5 . En las próximas páginas este asunto se acota al caso
específico del consumo lácteo en España en una etapa que arranca con las primeras
estadísticas de producción y consumo de leche, publicadas en torno a 1925, y culmina
con los resultados obtenidos en la EPF de 1980. Para entonces, dados los niveles
medios de consumo alcanzados por la población española, parece razonable concluir
que la ingesta de este alimento sería prácticamente general entre sus habitantes. Entre
ambas fechas extremas y de acuerdo a las fuentes disponibles se estimará la estructura
del consumo de los años 1933, 1955 y 65. Entre 1925 y 1981 tienen lugar una serie de
cambios cruciales en la historia económica y social española que también repercuten en
la difusión de este alimento. Se trata de unos cambios que abarcan desde el desarrollo de
la actividad ganadera, la formación de la industria láctea o la regulación y control
sanitario e su producción 6 . Como es obvio, está más allá de las posibilidades de este
artículo plantear un análisis en profundidad de este proceso histórico, su propósito se
orienta a proponer y aplicar una metodología de tratamiento de unos datos en una
perspectiva distinta a la empleada hasta ahora. En cambio, si espera contribuir a
mejorar otras investigaciones que relacionen datos de consumo alimentario con
variables de otra naturaleza. De hecho este ensayo se
sitúa en el marco de una
investigación sobre los efectos del consumo y la difusión de la leche en la mejora de las
condiciones de sobrevivencia de los niños y jóvenes en la primera mitad del siglo XX
(Muñoz Pradas, Nicolau (2006)).
Este artículo se organiza en los siguientes apartados. En el primero, se presentan las
fuentes y los datos de las estadísticas españolas sobre consumo de leches de origen
animal y se discute las limitaciones del análisis basado en los valores medios. A
continuación se presentará una metodología de corrección y ajuste de estos indicadores
y a partir de la cual podrán inferirse las distribuciones de consumo del conjunto de la
población española. En el segundo, se sigue con la aplicación de este procedimiento a
los datos provinciales españoles comprendidos entre 1925 y 1981 y se comentan los
resultados básicos obtenidos. Por último, se profundiza en el estudio de las tendencias
de consumo a lo largo de ese período tanto a través del análisis de las estructuras de
consumo
como de sus pautas territoriales. La conclusión situará brevemente los
5
En el caso concreto de las poblaciones históricas una de las aproximaciones más influyentes es la
desarrollada por Fogel, R.W (1992).
6
Panoramas de la historia económica de la ganadería española y de la industria láctea en Grupo de
Estudios de Historia Rural (1985), Garcia Dory M.y Martínez Vicente, S. (1988), Domínguez Martín, R
(2001, 2003).
3
resultados principales en el contexto de la transición nutricional española en el siglo XX
y cerrará con unas observaciones sobre la naturaleza de la metodología aplicada, sus
limitaciones y posibilidades.
2. Fuentes, datos y metodología.
Las estadísticas que permiten conocer a partir de 1925 el consumo de leche de origen
animal entre la población española, para su conjunto y a escala provincial, son de
naturaleza distinta. Éstas pertenecen “grosso modo” a tres modalidades de fuentes, a
saber: las estadísticas ganaderas, los anuarios estadísticos 7
y las encuestas de
presupuestos familiares. En concreto, el conjunto de fuentes utilizado en este trabajo
por orden cronológico es el siguiente:
1.- Año 1925, las estadísticas publicadas por la “Asociación General de Ganaderos del
Reino” (AGGR,1925) 8 .
2.- Año1933, las cifras recopiladas por el Ministerio de Agricultura en el “Censo de la
ganadería en España” (Ministerio de Agricultura, 1934).
3.- Años 1954 y 1955, los datos sobre consumo humano directo de leche de origen
animal provienen de los “Resúmenes estadísticos de la producción, destino y valor de la
leche”, publicados por el Ministerio de Agricultura (Ministerio de Agricultura, 1954,
1955).
4.-) Año1965 y año 1981, las estimaciones del consumo por persona y año a nivel
provincial calculadas en la “Encuesta de Presupuestos Familiares” (INE, 1969, 1983)
Como puede advertirse en este listado existe un apreciable vacío documental que
comprendería el período de la guerra civil y posguerra hasta mediados de los años
cincuenta. Las condiciones de racionamiento impuestas a la población a lo largo de
aquel período lógicamente no hicieron necesarias las estadísticas de consumo 9 . Con la
excepción de las estimaciones de consumo per cápita provinciales proporcionadas
directamente en los resultados de las “Encuestas de presupuestos familiares” (EPF) el
7
Estos anuarios de hecho, suelen recoger, con menor grado de detalle, los datos de las estadísticas
ganaderas publicadas en otras fuentes.
8
Se trata de la publicación habitualmente fechada en torno a 1923. Sin embargo, según consta en la
noticia bibliográfica publicada en la “Revista de Higiene y Sanidad Pecuarias”, Febrero de 1926, pag 138,
la fecha de publicación sería 1925 (Agradezco a I. Hernández la comunicación de este dato).
9
Datos provinciales sobre producción y consumo provincial de leche se publicaron en los primeros
anuarios posteriores a la guerra civil española, pero sólo cubrieron los años 1941 y 1943. Las
estimaciones derivadas de los mismos conducen a resultados que muestran una caída en la producción y
en el consumo de leche fresca cercana al 50 por ciento. La reducción en cabezas de ganado vacuno y
caprino se aproxima al 20 por ciento. Sin embargo, sorprende en este contexto que, según esos mismos
datos, la producción por cabeza de leche de vaca se haya incrementado entre 1941-1943 respecto 1929-33
en casi un 50 por ciento y la de leche de cabra un 30 por ciento.
4
resto de valores se ha calculado utilizando los datos de consumo proporcionados por la
fuente y la población provincial correspondiente a aquel año, obtenida por interpolación
lineal
entre
los
dos
censos
cronológicamente
más
próximos.
No es este el lugar para evaluar en detalle la calidad de esta serie de estadísticas,
particularmente las que preceden a las EPF 10 . En cualquier caso conviene tener presente
las siguientes dificultades:
a) Subestimación de los niveles de consumo. Esta parece ser la situación de provincias
con grandes ciudades en los que se concentraría ganado estabulado en las lecherías
urbanas, como sería el caso de Madrid y Barcelona Una investigación específica sobre
el consumo de este alimento en ambas ciudades en el primer tercio del siglo XX permite
constatar como, en torno a los años 1925 y 1933 la discrepancia entre las estadísticas
ganaderas y las disponibles para entonces es notable 11 . Idéntica circunstancia vuelve a
verificarse de nuevo para los años 1954 y 1955 en Barcelona 12 . El procedimiento de
corrección aplicado en estos casos, dada la naturaleza de los datos disponibles, ha
consistido en calcular medias ponderadas de consumo provincial tomando el nivel de
consumo de la provincia y de la ciudad y ponderándolo por las respectivas proporciones
de población. Desafortunadamente, esta operación no ha podido llevarse a cabo con
otras grandes ciudades españolas que compartirían circunstancias parecidas, como, por
ejemplo Sevilla, Valencia o Bilbao.
En cuanto a las estadísticas de consumo derivadas de las EPF, sólo parece existir un
dato susceptible de corrección y corresponde a la media de las dos provincias canarias
en la EPF de los años 1980-81. La
cantidad publicada, como se observa en la
monografía del estudio nutricional que acompaña a la publicación (INE 1985), no
contabiliza el consumo de leche en polvo, muy elevado entonces en aquel territorio y
de hecho el más alto de todas las provincias españolas. De este modo, los niveles de
consumo iniciales de 46 litros por persona y año se convierten en una media de 274
litros por persona y año.
10
Véase la revisión de fuentes en el Capítulo 2 del trabajo de investigación de Hernández Adell (2005).
Sobre el conjunto de las estadísticas del sector agrario Barciela et alt (2005), en examen más específico de
las estadísticas ganaderas y su calidad en Grupo de Estudios de Historia Rural (1991).
11
Por ejemplo, en 1933 los 43.726.400 litros consumidos de leche de vaca en la provincia de Madrid son
inferiores a los 69.350.000 correspondientes a la ciudad de Madrid, mientras en Barcelona tal diferencia
se establece entre los 64.800.00 litros provinciales y los 73.737.500 de la urbe (Hernández, 2007 ).
12
Según datos de la Estadística Municipal el consumo total de leche de la ciudad era de 896.590 millones
de litros, mientras las estadísticas ganaderas cuantificaban para la provincia un total de 42.723.500
millones ( Hernández, comunicación personal).
5
b) Sobrestimación de los niveles de consumo. Situación que afectaría especialmente a
las provincias productoras en las que se suelen contabilizar en algunas fechas como
1925 y 1933 unos promedios de consumo lácteo poco verosímiles, con magnitudes
superiores a los 200 litros por persona y año. Tal sería el caso de algunas de las
provincias del norte como Lugo, La Coruña, Oviedo o Santander. Estas cantidades
podrían estar contabilizando partes de la producción que no se consumirían en la
provincia. En aquellas fechas ya existían vías de aprovisionamiento desde algunas de las
provincias productoras del norte peninsular hacía ciudades como Madrid y Barcelona.
c) Falta de información sobre comercio interprovincial de este producto. Sólo de forma
regular, a partir de finales los años cincuenta, se publican datos sobre los excedentes
lácteos “exportados” fuera de la provincia, sin concretar las pautas de su distribución
territorial. Con la excepción de las dos provincias con
mayores núcleos urbanos,
Madrid y Barcelona, el peso de este con anterioridad a los años 40 parece poco
relevante 13 . Con la mejora de los medios de transporte y conservación, en cambio,
podría tener un peso mayor en torno a 1955, aunque no existen datos para poder
averiguarlo. Todas estas circunstancias impiden, por tanto, computar el consumo
aparente a escala provincial.
El consumo de leche de origen animal en España a lo largo del período aquí estudiado
suponía de forma preferente el de leche de vaca. De modo que puede estimarse entre un
79 y un 91 por ciento la evolución del porcentaje de esa clase de leche en el total
consumido entre 1925 y 1981. El resto consistía básicamente en leche de cabra. Aspecto
distinto sería la distribución geográfica de los consumos de cada una ellas, puesto que
por razones ancladas en la propia historia de la ganadería española, tenía lugar una
cierta especialización territorial con zonas de mayor concentración de ganado vacuno,
preferentemente en el norte y occidente peninsular frente a otras con mayor presencia de
ganado caprino, hacia el sur y el oriente, presentado con cierta simplificación. El
Cuadro 1 reúne los niveles
de consumo medio por persona y año y la desviación
estándar asociada, calculados a partir de los datos provinciales y el consumo medio
computado para el conjunto de la población española entre 1925 y 1981. De momento
este cuadro permite distinguir dos características de su evolución en el largo plazo. Por
13
El año 1943, único con el de 1941 para el que se proporciona este dato, el “Anuario Estadístico de
España” permite calcular que la leche exportada fuera de las provincias de producción representaba un
22 por ciento de la producida en ese año. En 1954, según el “Resumen Estadístico……” publicado por la
Dirección General de Ganadería, tal proporción era sólo del 4 por ciento. En el primer tercio del siglo
XX, la leche importada en ambas capitales respecto el total de la consumida suponía el 52 por ciento en
Barcelona y el 39 por ciento en Madrid (Véase Hernández, 2007)
6
una parte, el incremento en los niveles medios de ingesta; por el otro, la reducción
progresiva en las diferencias provinciales, muy acentuada en lo que parece ser una etapa
de fuerte crecimiento entre 1925 y 1933, para recortarse progresivamente después en
una dirección que sugiere que las mejoras en los niveles promedios de consumo se
acompañan de una mayor universalización de los mismos.
Cuadro 1
Consumo de leche en la población Española
(litros por persona y año)
Consumo
medio
Pob Total
35,43
65
64,56
79,14
125,2
Año
1925
1933
1955
1965
1981
Consumo
medio
Provincias
33,94
61,66
71,83
78,49
129,19
Desviación
Estándar
38,71
70,10
57,68
40,25
36,14
Fuentes: Estadísticas citadas en el texto
Como acaba de mostrarse, los datos disponibles permiten calcular de modo directo el
consumo medio de leche por habitante y año ( X c ) 14 para el conjunto español y para
cada provincia. En este punto, la observación sobre el contenido de este indicador
permite apreciar que en su formulación:
Cons− Total
XC =
=
Población
__
∑CT ∑(c × p )
j
j
P
j
=
j
P
j
=
(c1 × p1 ) + (c2 × p2 ) + ..........+ (ck −n × pk −n ) + ....+ (ck × pk ) (1)
P
El numerador de esta relación no haría más que expresar el producto del consumo
medio de leche de cada “j-ésima” provincia (cj ) por el total de sus habitantes (pj.) A
14
En este artículo además del consumo medio por habitante y año se empleará a menudo el consumo
diario, que se entiende ilustra mejor la contribución real de este producto a la dieta, se trata del indicador
mas habitual en los estudios de nutrición. De hecho, parecería más apropiado hablar en términos del
consumo diario equivalente. Puede existir un consumo regular, en determinadas condiciones de entorno
ambiental y conservación, que no sea necesariamente diario, por ejemplo cada 2/3 días. De este modo se
hablaría de consumos equivalentes a un tercio o un medio de la ingesta diaria.
7
partir de esta formulación general es fácil ilustrar las consecuencias de la existencia de
sectores en población que no serían consumidores del producto.
k
__
XC =
Cons − Total
=
Población
∑ CT
P
j
=
∑ (c
j
× pj)
P
=
∑ (c
j =1
j
× pj) +
n
∑ (c
j = k +1
j
× pj)
(2)
P
En este caso el numerador quedaría partido en dos agrupamientos, uno, formado por los
consumidores, y el otro, por los no consumidores (para los que cj=0). De cualquier
manera, la cantidad total del mismo no variaría, puesto que el consumo total sólo puede
contabilizarse a partir de la población consumidora. Esta circunstancia, obviamente, no
quedaría recogida en el denominador donde la población incluiría tanto a un grupo
como a otro de la población. Resulta así evidente que, si la población total es igual a la
suma de las poblaciones consumidoras y no consumidoras, entonces, la población total
es mayor que la población realmente consumidora. Una consecuencia de todo esto es
que
el valor medio del consumo corresponde ahora
la población realmente
consumidora:
__
X C −real
∑j CTj
Cons − Total
=
=
Población Consumidora PCons
(3)
Donde la PCons < P del denominador de la expresión (2) y, por lo tanto:
X C −estadístico < X C − real (4)
Esto es, el consumo medio final por habitante y año –computado a partir de las
estadísticas disponibles- sería inferior al que podría denominarse consumo efectivo o
“real”. Emerge aquí, pues, una distinción entre dos mediciones del consumo, la
“observada” o y la corregida o ajustada, que se correspondería a la calificada como
“real”. Esta distinción ilustra el núcleo del problema a resolver, a saber: cómo corregir
determinados niveles promedio de consumo estadístico, que podrían incluso resultar
poco verosímiles,
por otros más reales o razonables. En definitiva se trataría de
transformar la anterior desigualdad en una igualdad como consecuencia de la
introducción de un factor de corrección (fc) en el nivel medio de consumo obtenido a las
estadísticas de modo que:
8
__
X C −estadistico =
Cons − Total
1
Cons − Total
× =
= X Cons − Ajustado
Población Total f c Pob.Consum idora
Donde tal factor, por la propia naturaleza de la relación,
(5)
sería equivalente a la
proporción de población consumidora 15 . Lógicamente, si toda la población es también
población consumidora, tal factor seria equivalente a la unidad. De lo anterior se
desprende, pues, una relación entre los niveles de consumo y la proporción de población
consumidora que no sólo se aplicaría al conjunto de la población sino a cada una de las
provincias.
Gráfico 1
Consumo medio observado: limitaciones y corrección
Ajustada
Cons.Medio
C Medio B´´
C. Medio B
B
Observada
C. Medio A´´
C.Medio A
0
A
A'
B´
100 Pob. Consumidora
(%)
El gráfico 1 ofrece una representación del problema y el planteamiento general que se
seguirá para su solución. De la lectura inmediata de los consumos medios provinciales,
representados aquí por los puntos A y B,
suele seguir aquella interpretación de
acuerdo a la que ambos valores reflejarían los consumos computados para el cien por
cien de los consumidores. Desde esta perspectiva, las diferencias entre las medias
provinciales expresarían diferencias en las cantidades realmente ingeridas y no
15
Si ambos lados de la igualdad en (5) se dividen por la Población Total y se reordenan, quedaría:
Cons − Total ×
1
Pob.Total
=
× Cons − Total
f c Pob.Consumidora
Pob.Total
Después de simplificar da: 1 =
, esto es
f c Pob.Consumidora
9
fc =
Pob. Consumidora
Pob. Total
variaciones en el número de consumidores. Aquello que está sugiriendo aquí es, en
primer lugar, que tal distancia entre niveles medios de consumo provincial también
podría expresar diferencias en las proporciones de población consumidora. En términos
del gráfico, que la distancia entre A - B en el promedio de consumo también supondría
una distancia A´-B” en las proporciones de población consumidora. En segundo lugar
que,
y como consecuencia de lo anterior, los promedios provinciales estarían
subestimando las cantidades realmente ingeridas por la población (A < A”, B < B”), de
modo que como se ilustra en el gráfico la recta observada no se correspondería con la
ajustada. Por tanto, la hipótesis básica inicial de la estrategia de evaluación y corrección
de los datos se centra en partir del supuesto que el aumento en el consumo medio se
acompaña del incremento en la proporción de población consumidora.
El desarrollo de un procedimiento de corrección depende, pues, de cómo se entienda el
comportamiento del consumo de este alimento. Esto obliga a explorar distintos
aspectos.
En primer lugar parece necesario disponer de un modelo estadístico de distribución del
consumo que permita inferir qué proporciones de la población consumirían
determinadas cantidades. En este punto, el uso de la distribución Log-Normal puede la
más apropiada puesto que ha sido empleada a la hora de modelar distintas actividades
económicas, entre las que se encuentra también el consumo de diferentes tipos de
productos o servicios 16 . Así podría estimarse la distribución de población consumidora
de este alimento a partir de la función de densidad siguiente aplicada a los datos de las
estadísticas provinciales españolas:
(6)
f (x j ) =
⎡ 1
(ln x j − m )2 ⎤⎥
exp ⎢−
2
x jσ 2 x
⎣ 2σ
⎦
1
Donde f(xj) correspondería al total de población que consume a diario una cantidad de
leche en una provincia “j”, xj a las medias de consumo de cada provincia “j” y los dos
parámetros “m” y “σ” hacen referencia a la media y desviación estándar de la
distribución obtenidos a partir del conjunto de valores provinciales 17 . Los resultados
siempre se referirán al total de la población española consumidora. Una de las
16
Una revisión de distintas aplicaciones en el mundo de la economía en Lawrence (1988). Una discusión
centrada en la aplicación a datos históricos en Logan (2006).
17
Los parámetros teóricos se estiman a partir de los empíricos de acuerdo a las transformaciones
habituales sugeridas en los textos de estadística, véase Calot, G (1988, 182-197).
10
características a recordar de esta distribución es su naturaleza asimétrica, desviada
hacia la izquierda, y por tanto, en la que los estadísticos de media, moda y mediana no
presentan valores idénticos 18 . Esta propiedad resulta del mayor interés si se plantea un
estudio de la evolución temporal de los hábitos de consumo, puesto que deja abierta la
posibilidad de considerar que las variaciones en medias o modas no tienen porqué ser
de la misma magnitud y, por tanto, seguir trayectorias semejantes .
Obviamente, sería conveniente verificar que el modelo estadístico adoptado para
reconstruir la distribución del consumo de este alimento resulta apropiado. A falta de
datos individuales la única vía para confirmarlo son los valores provinciales. El cuadro
2
reúne los resultados de dos estadísticos encargados de contrastar la hipótesis relativa
a que la distribución de los logaritmos de los mencionados consumos medios
provinciales se ajustan a una distribución normal 19 . En todos los casos, como los niveles
de significación evidencian, debe aceptarse la hipótesis nula. Por tanto, parece razonable
suponer que el consumo de leche sigue este modelo de distribución.
Cuadro 2
España (1925-81)
Distribución del consumo medio provincial de leche
Pruebas de Normalidad
Estadístico
Estadístico
Kolmogorov-Smirnov-Lilliefors
Shapiro Wilk
Año
D (n)
Niv. Signif
W
Niv. Signif
1925
1933
1955
1965
1981
0,086
0,091
0,085
0,100
0,112
0,200
0,200
0,200
0,200
0,169
0,967
0,972
0,983
0,968
0,965
0,181
0,295
0,687
0,198
0,156
Fuente: Elaboración propia
En segundo lugar, conviene fijar la atención en qué pautas de consumo de este alimento
sigue la población. En este punto podría resultar útil distinguir entre dos parámetros: las
cantidades consumidas y la frecuencia. Respecto al primero lo más razonable sería
pensar en unas magnitudes expresables en función de fracciones de una unidad básica
y viable de consumo. En cuanto al segundo, aceptar que en el caso de este alimento
podía producirse tanto un consumo regular –diario- como ocasional o, simplemente, la
18
En la distribución Log-Normal la mediana está comprendida entre la moda y la media, más cerca de
esta última que de la primera. En concreto, la mediana está dos veces más cerca de la media que de la
moda.
19
Recuérdese que una variable aleatoria sigue la distribución log-normal si su logaritmo sigue la
distribución normal. Formalmente, pues, la Hipótesis nula a contrastar es H 0 : ln x ≈ N ( μ (ln x ) , σ (ln x ) )
2
11
ausencia del mismo. La misma evidencia de los datos aconseja tomar en cuenta estos
elementos al interpretarlos. Por ejemplo, si el consumo medio anual por habitante en la
provincia de Almería en 1925 – según la estadística de la época- es de 13 litros, esto
supondría unos 35 ml al día, cantidad irreal en términos prácticos. No parece verosímil
que de consumirse un producto en unos años en los que no era posible una conservación
prolongada del mismo, esto se hiciera en unos utensilios que no fueran tazas o vasos, la
medida normal de los cuales excede, por su propio diseño, tales cantidades. Estas
modalidades de consumo deberían expresarse más bien en equivalencias –o fraccionesde un tazón de leche (250 ml), por ejemplo, medio o un cuarto de su medida. De este
modo, ese nivel de consumo provincial sólo cobraría sentido si se supone expresa una
frecuencia de consumo que no sería diaria, si, por ejemplo, fuera una vez por semana, la
cantidad ya se aproximaría a los 250 ml, o como ya se ha razonado en discusión
anterior, si la proporción de población no consumidora fuera muy relevante.
Tal como el gráfico 1 sugiere la variación de las cantidades consumidas entre la
población aún siendo crecientes deberían estar acotadas entre dos extremos, un consumo
mínimo y otro máximo. Para establecer tales cotas, mínima y máxima, con ciertas
garantías serían necesarias unas informaciones que en las fuentes históricas son apenas
disponibles. Además las dificultades para fijarlas no son equivalentes en ambos
extremos.
Una vía para obtener información de conjunto sobre los niveles mínimos y máximos de
consumo en el caso de la población española puede se la
primera Encuesta de
Presupuestos Familiares del período 1964-65. En ésta se recogió información detallada
sobre cantidades consumidas de leche entre diversos grupos de la población. Los datos
tabulados por categoría socioeconómica del sustentador principal del hogar permiten
estimar –véase Cuadro 3- una horquilla establecida en unos niveles –siempre se trata de
medias en cada categoría- situados entre los 120 ml entre los obreros agrícolas y los
365 ml de los Administrativos; esto es entre el equivalente a media y una taza y media
de leche diaria. Se trataría de la primera descripción más sistemática de las pautas de
consumo en la primera mitad del siglo XX y podría considerarse un modelo de las
disparidades poblacionales de ingesta de leche, esto es, del recorrido desde un extremo
de aquellos que menos al otro de los que más consumen de este producto. Además
constituirían la mejore evidencia que el consumo social de este alimento era desigual y,
por tanto, neutralizarían cualquier posible interpretación de las diferencias entre las
12
medias provinciales de consumo únicamente como efecto de variaciones en los
porcentajes de población consumidora.
Cuadro 3
España (1964-65): Encuesta de presupuestos familiares
Niveles de consumo de leche por categoría socioeconómica del sustentador principal
Tamaño Consumo persona por hogar
Medio
litros
miliitros (gr)
Hogar
Anual
Diario
Categoría Socio-Económica
Agricultores
Obreros Agrícolas
Patrones y trabajadores independientes
Prof liberales
Directores Empresa
Administrativos
Trabajadores Manuales
Personal servicios
Fuerzas Armadas
No clasificables
No activos
4,184
4,302
4,297
4,362
3,968
3,384
4,247
3,699
4,419
3,551
2,216
81,49
43,70
90,29
121,29
115,93
133,27
74,65
73,27
98,67
91,23
90,27
223
120
247
332
318
365
205
201
270
250
247
Fuente: Elaboración propia a partir EPF 1964-65
Cuadro 4
Distribución del consumo de leche según nivel de renta y categoría socioprofesional del jefe de hogar. c1908
Consumo de leche
Nivel de
per cap/año per cap/dia
renta
Categoría-socio profesional
Familias
(%) Individuos (%)
(litros/kg)
(ml/gr)
1
2
3
4
5
6
Trabajador agricola-obreros de fábricas
Artesanos-trabajadores calificados
Empleados públicos.Profs. liberales
Comerciantes, propietarios, profs liberales
Rentistas
Propietarios y rentistas
16
20
11
13
7
9
21,05
26,32
14,47
17,11
9,21
11,84
74
109
60
74
46
60
17,49
25,77
14,18
17,49
10,87
14,18
9,35
10,60
27,33
56,43
88,44
103,87
76
100
423
100
42,47
Total
Niveles de renta media por familia (pesetas 1908): 1= 1.162; 2=2.513; 3=4.445; 4=7.564; 5= 20.394; 6=31.167.
Fuente: Documentos y trabajos de la comisión consultiva para la transformación del impuesto de consumos.
Tomo IV. Madrid 1910 pag 198
26
29
75
155
242
285
116,35
Otros caminos a explorar que podrían proporcionar información adicional, y más
contextualizada en el tiempo, sobre hábitos de consumo serían los procedentes del
ámbito sanitario, sean topografías médicas o estadísticas hospitalarias, en las que se
anotaban también niveles medios de consumo. Obviamente siempre podrían existir
problemas de representatividad y, en algunos casos, confusiones entre cantidades
programadas y efectivamente ingeridas. No es necesario advertir que la recolección y
13
tratamiento de la información en este ámbito resultaría más costosa y complicada 20 . En
el seno de estas fuentes mención especial merece la encuesta de consumo realizada
probablemente en torno al año 1908 y que acompaña la memoria redactada para la
reforma del Impuesto de Consumos (Cuadro 4). Si bien por su tamaño (79 familias, 434
individuos) no puede obviamente considerarse representativa del conjunto de la
población española de entonces, en cambio si ofrece dos tipos de resultados de interés
en la presente discusión. Por una parte, un nivel medio de consumo per cápita anual de
42 litros no sería en exceso superior a los promedios conocidos para principios del siglo
XX, estimados entre 35 o 44 litros (véase más adelante Cuadro 8); por la otra, permite
una aproximación a las diferencias sociales del consumo, expresadas en los distintos
niveles de renta y profesión de los “jefes de hogar”, y, en consecuencia, ilustra las
distintas modalidades de ingesta. De interés especial sería
la notable disparidad
existente entre las medias anuales (y diarias) consumidas de leche de los grupos
sociales de mayor y menor renta. En el caso de los primeros supondría tomar en torno
al equivalente a un cuarto de litro diario, mientras que en el resto de grupos esas
cantidades diarias serían tan exiguas que podrían ser interpretadas como evidencia de
un tipo de consumo irregular u ocasional. Si este punto de vista es correcto, esta
distribución de principios de siglo XX, comparada con la de la primera Encuesta de
Presupuestos Familiares de 1964-65, sería la mejor evidencia disponible que la difusión
del consumo de leche entre la población española partía, por una parte, de la existencia
de
grupos consolidados de consumidores regulares y por la otra, se extendía
socialmente mediante no sólo el incremento en las cantidades ingeridas sino también
en su frecuencia y, en consecuencia, del número de consumidores .
En el caso de los niveles máximos puede acudirse a las estadísticas históricas de países
altamente consumidores o, incluso para las épocas más reciente a la información
recogida en encuestas de consumo. Aquí los datos disponibles parecen sugerir que con
consumos superiores a los 350 ml por día y persona ( 130 litros por persona y año), más
del 90 por ciento de la población debería estar implicada en su consumo (siempre en
términos de valores medios) 21 .
20
Referencias a distintas cantidades de leche ingeridas en localidades y en instituciones hospitalarias
anteriores a 1936 pueden encontrarse en Nicolau, R et alt (2007). En el caso de los datos sobre consumos
de leche en hospitales, las cifras en torno a los 200 litros por estancia y año, serían compatibles con
promedios diarios situados en la cota máxima de los 350 ml adoptada aquí.
21
Datos procedentes de estadísticas de la FAO publicadas en 1953, citados en Ajenjo Sicilia (1957,
315) indican que en el quinquenio 1930-34 los países con consumos superiores a 130 litros/habitante/año
eran Austria, Dinamarca, Irlanda, Holanda y Estados Unidos y con consumos próximos a los 200 litros,
14
El conocimiento de las pautas de consumo, en tercer lugar, tampoco se puede abordar
sin considerarlo, como ya se ha advertido, como un proceso de difusión. La adopción
de la leche como alimento de uso cotidiano en España, por la información cuantitativa y
cualitativa disponible aconseja entenderlo como un proceso de esas características. Un
alimento que por razones tecnológicas, sanitarias y de cultura alimentaria a finales del
siglo XIX y principios del siglo XX era objeto de un consumo restringido, a menudo
relacionado con finalidades terapéuticas, pasará progresivamente a incorporarse a la
dieta de determinados grupos sociales y sectores de la población, por ejemplo, los niños
y los jóvenes (Nicolau R., Pujol J. 2008). Desde esta perspectiva, un proceso de estas
características seguiría una pauta sigmoidea en la que pueden señalarse tres estadios:
inicial, intermedio y final, tanto a escala del conjunto de la población española como de
sus unidades provinciales.
La representación más básica de un proceso de difusión es aquella en la que la
secuencia de adoptantes sigue una distribución normal, en la que se suelen ubicar las
distintas categorías de los mismos. Así, el cien por cien de población comprendido
debajo de la función estaría integrado, en la etapa inicial, por un 2,5 % de innovadores
y 13,5 % de adoptantes tempranos. En esta fase, el resto de la población o practicaría
consumo esporádico o ni siquiera lo haría. En la etapa siguiente, se incorporaría un 34
por ciento de la denominada mayoría temprana y otro 34 por ciento la mayoría tardía de
adoptantes. El consumo se generalizaría así como su intensidad, también podría
aumentar la distancia entre los sectores que consumen más y aquellos que lo hacen en
menor cuantía. Finalmente, en la etapa final, se incorporaría el 16 por ciento de
adoptantes retardados, entonces la generalización del consumo se acompaña de niveles
medios más elevados y una mayor homogeneidad en los hábitos de consumo (Rogers,
2003, 279-283).
De acuerdo a los datos sobre consumo entorno a 1908 ya comentados, por entonces
existirían grupos sociales con hábitos de consumo diarios de este alimento. Que en el
conjunto de la población española, estos grupos pudieran suponer hacia un 16 por ciento
de la misma a mitad de la década de los años veinte parece plausible, por ejemplo, a la
luz de los datos censales de 1920 (Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria, 1922),
Suecia, Suiza, Nueva Zelanda, Noruega y Canadá. De hecho, esta sería una estimación alta, si se tiene en
cuenta datos más recientes, correspondientes al año 2007 que situarían el consumo medio por persona y
año en España en torno a los 88 kg, calculándose que un 96 por ciento de la población la consume a diario
(véase el informe de la FENIL 2008)
15
la fecha más cercana a la estadística de consumo de 1925. Con unos 21.338.381
habitantes, se trataría de aceptar que cerca de unos tres millones y medio formarían
parte de los consumidores diarios. Una pista indirecta para poder calibrarlo es la
clasificación de la población por ocupaciones. A pesar de
los correspondientes
problemas de interpretación, los totales de los inscritos como “patronos” en la
agricultura, industria y comercio, más aquellos vinculados a la administración, las
profesiones liberales y los rentistas sumaban cerca de dos millones de individuos. Si se
interpreta cada uno de ellos como jefe de un hogar, al multiplicar por un número de
miembros, por ejemplo, entre tres o cuatro, resulta evidente que podría alcanzarse un
porcentaje superior al 16 por ciento previsto.
Si el modelo de distribución del consumo, como se ha visto, puede representarse a
través de una distribución log-normal puede resultar de interés observar bajo qué
condiciones de
este modelo pueden obtenerse
unas pautas de consumo que,
aproximadamente, se adaptaran a cada una de las mencionadas etapas y, en definitiva,
ayudarán a
definir unos niveles mínimos y máximos de consumo. Así puede
proponerse un ejercicio de simulación, que parta de la combinación de distintos niveles
medios y de variación del consumo, con el objetivo de determinar qué porcentajes de la
población podría estar practicando unos consumos diarios mínimos y máximos
“razonables” de este alimento.
En lo que respecta a la exploración de los mínimos, el gráfico 2 presenta los distintos
niveles de consumo diario correspondientes al primer, segundo (la mediana) y tercer
cuartil de las distribuciones de consumo, calculados a partir de unos niveles que se
situarían
en los 25, 35, 45 y 55 litros de promedio por persona y año y
unas
magnitudes de desviación estándar de 20, 40 y 60 litros, valores estos últimos que
cubren gran parte de las variaciones provinciales en las pautas de consumo observables
en el siglo XX (véase Cuadro 1).
Los resultados de este ejercicio permiten tomar algunas decisiones en relación al
problema planteado. Así, en los niveles más bajos de consumo, (de 25 y 35 litros por
persona y año de promedio), las distribuciones no alcanzarían cantidades promedio
diarias asimilables a fracciones de 250 ml, equivalente a una taza diaria (marcados los
límites con una líneas discontinuas entre 125 y 250 ml). Estas distribuciones sugieren,
en el mejor de los casos, un consumo esporádico. A lo sumo, según los niveles
correspondientes a los cuartiles superiores, podría hablarse de una cantidad semanal especialmente en los 35 litros- próxima a los tres cuartos de litro. Bajo estas
16
condiciones, pues, no existiría una población consumidora regular y algo estable. La
coexistencia entre unas pautas de consumo ocasional y otras ya diarias quedaría mejor
reflejada entre los 45 y los 55 litros de promedio por persona y año. En ambos casos,
Gráfico 2
Proporciones de población consumidora en cuartiles según niveles medios y dispersión del consumo de leche por persona y año
Consumo anual medio= 35 litr/per/año
300
300
250
250
Cons diario (ml)
Cons diario (ml)
Consumo anual medio= 25 litr/per/año
200
60
150
40
20
100
200
60
150
20
100
50
50
0
0
Cuartil Inferior
Mediana
Cuartil Inferior
Cuartil Superior
Consumo anual medio= 45 litr/per/año
Cuartil Superior
Consumo anual medio= 55 litr/per/año
300
300
250
250
Cons diario (ml)
200
60
150
Mediana
Proporciones de población consumidora (cuartiles)
según tres niveles de desviación estándar
Proporciones de población consumidora (cuartiles)
según tres niveles de desviación estándar
Cons diario (ml)
40
40
20
100
50
200
60
150
40
20
100
50
0
Cuartil Inferior
Mediana
0
Cuartil Superior
Cuartil Inferior
Proporciones de población consumidora (cuartiles)
según tres niveles de desviación estándar
Mediana
Cuartil Superior
Proporciones de población consumidora (cuartiles)
según tres niveles de desviación estándar
17
Gráfico 3
Proporciones de población consumidora en cuartiles según niveles medios
y dispersión del consumo de leche por persona y año
Consumo anual medio= 65 litr/per/año
300
Consumo diario (ml)
250
200
60
150
40
20
100
50
0
Cuartil Inferior
Mediana
Cuartil Superior
Proporciones de población consumidora (cuartiles)
según tres niveles de desviación estándar
Consumo anual medio= 75 litr/per/año
300
Consumo diario (ml)
250
200
60
150
40
20
100
50
0
Cuartil Inferior
Mediana
Cuartil Superior
Proporciones de población consumidora (cuartiles)
según tres niveles de desviación estándar
Consumo anual medio= 130 litr/per/año
500
450
Cons diario (ml)
400
350
300
60
250
40
20
200
150
100
50
0
Cuartil Inferior
Mediana
Cuartil Superior
Proporciones de población consumidora (cuartiles)
según tres niveles de desviación estándar
18
los cuartiles superiores acogerían a poblaciones consumidoras de 125 ml y más. La
diferencia entre uno y otro estribaría en los niveles de consumo en torno a la mediana, y
en el peso de lo que podrían ser las ingestas no diarias. En el marco del consumo de 45
litros, esto podría comprender a más del 50 por ciento de la población resultando menor
el porcentaje en los 55 litros.
Este conjunto de resultados permite ilustrar, como el paulatino incremento en los
niveles de consumo por persona y año conduciría a distribuciones en las que los
cuartiles inferiores, dado los niveles diarios que irían alcanzando, harían posible unos
hábitos diarios de ingesta de leche. La confirmación de esta tendencia puede verificarse
ahora para las distribuciones asociadas a niveles superiores a los empleados hasta aquí,
por ejemplo, de 65 y 75 litros por persona y año (gráfico 3). En ambos casos, un 50 por
ciento, como mínimo, de la población podría estar bebiendo 125 ml o más diarios de
leche. En definitiva, toda esta primera serie resultados apuntarían a niveles de 45 litros
por persona y año como aquellos en los que , al menos un 25 por ciento de la población
podría estar consumiendo unas cantidades mínimas y realizables de leche de origen
animal 22 .
En lo que concierne a los niveles máximos, garantía de
difusión
generalizada del consumo, la simulación se ha aplicado a unos valores medios de 130
litros por persona y año (aproximadamente la media de consumo de la población
española de 1981). Los resultados recogidos en el gráfico 3 muestran como, bajo las
mismas magnitudes de desviación estándar que en los casos anteriores, la práctica
totalidad de la población alcanzaría una ingesta de un cuarto de litro diario de este
producto.
A la vista de todos los resultados y observaciones aportados hasta aquí, la estrategia
metodológica a seguir de cara a obtener una estimación de las pautas de consumo de
leche sería la representada por el gráfico 4. Las características básicas del procedimiento
de evaluación y corrección de datos quedarían del siguiente modo: a) Se acota la escala
de variación del consumo, y con él de la proporción de población consumidora
asociada,
entre un mínimo de 125 ml
y un máximo de
350 ml diarios o sus
equivalentes en términos de niveles promedios de 45 o 128 litros por persona y año.
Adoptar este valor mínimo supone aceptar que en la población de referencia existe un
22
En los 45 litros de media, de hecho, esto implica que al menos un diez por ciento de la población
consumiría el equivalente a una taza de leche al día.
19
grupo de consumidores estable –diario- de este alimento. En cuanto al valor máximo,
se entiende que más allá del mismo no se produciría tanto un incremento del número
de consumidores como de las cantidades ingeridas. b) Las poblaciones no alcanzan un
consumo universal de este alimento. Razones de preferencia o gusto del consumidor o
enfermedades digestivas asociadas impedirán que un determinado porcentaje de la
población pudiera beberla regularmente (aquí se sitúa entre el 95-100%) 23 .c) Como
consecuencia del mismo proceso de difusión, la relación entre los niveles promedios de
consumo y la proporción de población consumidora es cambiante con el tiempo. Así,
como se muestra en el gráfico, con el aumento en los niveles medios de consumo del
total de los habitantes no sólo se reduciría la distancia entre los niveles mínimos y
máximos sino que también cambiaría su pendiente, tendiendo a una mayor
horizontalidad como consecuencia de la creciente homogeneidad de los hábitos de
consumo.
Gráfico 4
Relación entre consumo diario y porcentaje de población consumidora
Consumo/
Diario
Consumo
real -ajustado
350ml
125ml
0
Consumo
observado
Mínimo
Máximo
(95-100%)
Población Consumidora
23
No siempre en las encuestas alimentarias, en el caso concreto del consumo de leche, se recogen datos
sobre la población que no la consume. En el caso español y para el conjunto de la población sólo se ha
podido encontrar la estimación proporcionada por una encuesta del Foro Interalimentario del año 2006
(véase FENIL, 2008) que cifra en el 2 por ciento de la población española aquella que no consume nunca
leche (2, 5% hombres y 1,5 % mujeres, respecto cada sexo por separado). Por otra parte, los estudios
antropológico-biológicos sobre poblaciones adultas de la Península Ibérica se detectan unos porcentajes
no demasiado elevados, respecto las poblaciones nórdicas, de individuos lactosa-positivos –esto es, en
los que persiste la actividad lactasa intestinal iniciada en la etapa infantil-, del orden del 45 por ciento
frente a más del 95% en los países escandinavos. Peña, J.A.; Alfonso-Sánchez, M.A., Garcia-Obregón, S.,
Pérez-Miranda, A.M., (2002). Otras estimaciones para la península ibérica la sitúan en valores del 70 por
ciento (Mace, Jordan y Holden, 2003).
20
Esta formulación permite, en consecuencia, fijar una transformación de los niveles
medios de consumo observados en niveles estimados para cada estrato de población, en
este caso, para cada provincia. Así se establece una correspondencia inicial entre una
escala lineal de consumo entre 125 y 350 ml y los promedios provinciales estimados a
partir de las estadísticas publicadas. En otros términos, se identifica el consumo medio
más bajo con la ingesta media real equivalente a 125 ml diarios y partir de aquí y hasta
los 350 ml diarios se hacen corresponder el resto de valores (véase en el Anexo 1 esta
tabla de equivalencias) de acuerdo a una progresión lineal. En cualquier caso conviene
observar que el procedimiento inicial de ajuste según la escala del Anexo 1 debe ser
objeto de un reajuste posterior como consecuencia, en primer lugar, de asumir que la
distribución del consumo de este producto sigue una distribución log-normal y, en
segundo, que dada la misma evolución temporal de los niveles medios de consumo, la
pendiente de la función que relacionaría ambas variables en el gráfico cambiaría para
cada año sometido a corrección.
Una vez establecidos estos niveles de consumo “real”, el resto del procedimiento es
sencillo. Se puede calcular entonces el total de población consumidora y con él, su
porcentaje respecto la población total de acuerdo a la expresión:
(7)
Pob.Cons
est
j
=
CT j
obs
__
X C− real(j)
Donde el numerador
corresponde al Consumo Total de cada provincia según las
estadísticas publicadas -el observado- y el denominador al nivel promedio de consumo
“real” estimado y ajustado también para cada provincia. De acuerdo a lo que muestra el
gráfico 4 la relación observada inicialmente entre niveles diarios de consumo y
proporción de población consumidora es sometida a un proceso final de ajuste. El
desarrollo del procedimiento y los resultados generales obtenidos son el objeto del
siguiente apartado.
3. La reconstrucción de las poblaciones consumidoras en España (1925-1981):
procedimiento y resultados básicos.
Según los datos del Cuadro 1 el consumo medio de leche entre 1925 y 1981 habría
seguido una trayectoria creciente en el largo plazo con cambios más notables no tanto
en la evolución de sus magnitudes como en la dispersión provincial de las mismas. Así
21
la evolución de las desviaciones estándar muestra una sucesión de
momentos de
expansión y retroceso de tal dispersión territorial del consumo. A la luz de la discusión
metodológica en el apartado anterior, una
interpretación más completa de esta
evolución debería hacerse tomando en cuenta las
relaciones entre los niveles de
consumo y la proporción de población consumidora. Como es sabido, los datos básicos
no permiten contabilizar directamente a esta última. Ahora bien, si se adopta el
supuesto que, en función del mismo rango jerárquico del nivel medio de consumo de
cada provincia, se distribuye tanto el número de consumidores y el peso de los mismos
en el total de la población española, como el de sus habitantes, puede postularse la
relación entre los niveles promedios provinciales de consumo
y la distribución
acumulada de la proporción de la población provincial española. Esta relación permite
alcanzar una primera perspectiva sobre la evolución del consumo de este alimento,
antes de introducir corrección alguna.
Consumo diario de leche per cápita (ml).
Promedio provincial
Gráfico 5
Medias provinciales de consumo y distribución acumulada de la población provincial
900
800
700
600
1925
500
1933
1955
400
1965
300
1981
200
100
0
0,00
20,00
40,00
60,00
80,00
100,00
Porcentaje de población provincial (Acumulado)
Fuente: Estadísticas citadas en el texto.
22
Cuadro 5
España (1925-1981): Niveles máximo y mínimo de consumo en litros persona/año.
1925
Consumo máximo
Provincia
Consumo mínimo
Provincia
Dif Max-Minim
1933
1981
(a)
278,11
201,4
202,94
Lugo Santander
Santander
174,98
308,85
Guipúzcoa
Guipúzcoa
1955
1965
3,63
Cuenca
5,21
Cuenca
13,79
Cuenca
14,6
Cuenca
78,84
Alicante
171,35
303,64
264,32
186,80
124,10
(a) Con la corrección propuesta por Varela (INE 1985) para las Islas Canarias, estas dos provincias
serían las de consumo máximo con 276 litros p/a y la diferencia de 197 litros
Fuente: Elaboración propia a partir de fuentes citadas en el texto.
El gráfico 5 permite apreciar la probable escala de los cambios en la distribución del
consumo de leche en la población española a partir de 1925. Así se observa, en primer
lugar, como en los años 1925, 1933 podría haberse producido una mayor polarización
en la distribución del consumo que la existente en 1965 y 1981 y, en segundo, como,
con el transcurso del tiempo y el aumento del nivel, las distancias entre los promedios
provinciales de consumo se reducen y la curva de la distribución acumulada de
población gana en horizontalidad. De igual modo se distingue – en el eje de las
ordenadas- como el nivel mínimo de consumo va aumentando a lo largo de los distintos
momentos.
El Cuadro 5 reúne el consumo medio máximo y mínimo por provincia y la magnitud de
las diferencias entre ambos de esta serie de años. En
anteriores los datos seleccionados reflejan como
la línea con observaciones
las distancias entre consumos
mínimos y máximos se incrementan entre 1925 y 1933 para ir decreciendo a partir de
1955. También permiten reconocer la persistencia de algunas provincias en los extremos
de la distribución lo que, como se comentará más adelante, refleja unas pautas de
estabilidad territorial del consumo características del proceso de difusión de este
alimento. Si aceptamos, pues, el supuesto expuesto más arriba, el conjunto de los datos
analizados hasta aquí se interpretarían como evidencia de un proceso de difusión del
consumo a través del cual una etapa de consumos medios bajos y homogéneos viene
seguida de otra de expansión acompañada de una disparidad territorial creciente para
terminar en una de consumos medios más elevados y de nuevo más homogéneos. Se
trataría de la típica trayectoria en forma de U invertida, señalada para otros aspectos en
la evolución histórica y económica regional (Williamson, 1965).
23
De acuerdo con el procedimiento de corrección y ajuste de los datos diseñado, los
promedios provinciales de consumo computados a partir de las estadísticas son
corregidos según la escala propuesta en el Anexo 1 y a partir de los promedios y
desviaciones estándar calculados para el conjunto de provincias españolas se generan
los parámetros de la distribución log-normal del consumo de la población española. La
relación entre los niveles medios de consumo corregidos y las proporciones de
población consumidora deben reflejar una evolución aproximada a la observada en los
datos originales, por ejemplo, reflejada en el gráfico 5. Esto es lo que muestra el Cuadro
6 a través de unas funciones exponenciales ajustadas a los niveles de consumo promedio
corregidos y los porcentajes de población consumidora estimadas modelo log-normal.
Estas funciones ponen de manifiesto como, en primer lugar, los niveles básicos de
consumo van aumentando a lo largo de las décadas, como revela el progresivo
incremento de la constante de la ecuación, al
produciendo una
tiempo que, en segundo, se va
incorporación de nuevos consumidores, como así lo indicaría la
tendencia decreciente del exponente y que, en consecuencia, provoca que la relación
entre niveles y proporciones de consumidores se aproxime a una línea horizontal.
El último paso del procedimiento
ha consistido en reajustar la escala inicial de
consumo real -de naturaleza lineal- a la estimada en el cuadro 5 a través de una función
exponencial y, a partir de ésta, recalcular finalmente los niveles de consumo y de
población acordes al modelo Log-Normal. El resultado final ha permitido obtener los
valores del cuadro 7, para los cinco momentos estudiados, correspondientes a los
porcentajes de población consumidora y no consumidora, los niveles de consumo per
cápita observados y los de consumo ajustado del conjunto de la población española.
Estos valores resumen los existentes a nivel provincial, reproducidos en los Anexos 2
y3
24
Cuadro 6
Consumo diario y proporción de población consumidora
(Ajustada a partir distribución log-normal)
Año
1925
1933
1955
1965
1981
Ecuación ajustada
R-Cuadrado
y(j)= 0,0917 exp (0,0118x(j))
y(j)= 0,0864 exp (0,0167x(j))
y(j)= 0,0873 exp (0,0153x(j))
y(j)= 0,1415 exp (0,0104x(j))
y(j)= 0,2629 exp (0,0066x(j))
0,997
0,999
0,995
0,988
0,991
y(j)= Medias corregidas de consumo provincial
x(j)= Proporción de población consumidora según
distribución lognormal
Fuente: Elaboración propia
Cuadro 7
España (1925-1981)
Reconstrucción de estadísticos básicos de indicadores de consumo lácteo de la población
1925
43
1933
56
1955
70
1965
79
1981
95
57
44
30
21
5
Promedio consumo litros/pers/año
(Media estadística)
35,43
65
71,83
78,1
129,19
Promedio consumo litros/pers/año
(Media consumo real estimado))
Fuente: Elaboración propia
66,72
90,47
90,2
91,6
137
Población consumidora(%)
Población no consumidora(%)
25
Finalmente, las distribuciones teóricas asociadas para cada año permiten calcular la
distribución porcentual de la población consumidora de leche a lo largo de distintos
intervalos de consumo, presentada en los Cuadros 9 y 10 y gráfico 6.
Desafortunadamente no existe información estadística suficiente para evaluar la
verosimilitud de esta serie de estimaciones. Para las etapas anteriores a 1950,
prácticamente no hay ningún dato. Una excepción la constituye el estudio sobre la
nutrición de la población rural de la provincia de Jaén los años 30, llevado a cabo por
los doctores Francisco y Manuel Jiménez (Jiménez, F; Jiménez, M. 1934). Los
porcentajes para la muestra de localidades que excluyen la capital y los menores de 8
años estiman en un 48 por ciento para los adultos de ambo sexos y un 35 por ciento para
los niños entre 8 y catorce años, las proporciones de consumidores. En el conjunto de la
población mayor de 8 años supone una proporción de población consumidora del 40 por
ciento. La estimación obtenida en este trabajo sitúa aquella en el 54 por ciento de la
población provincial de 1933. Esta relativa discrepancia de valores podría enjuiciarse
como no tan significativa si se tiene en cuenta, por una parte, que la suma del total de la
población de la capital más el de la población menor de 8 años suponen
aproximadamente un tercio de la población de la provincia y podrían presentar niveles
de consumo superiores; por la otra, que, de hecho, el total de personas encuestadas por
los autores no supuso ni el 0,75 del total de la población mayor de 8 años de la
provincia, sin contar la de su capital. En lo que concierne a las
“Encuestas de
Presupuestos Familiares” no han distinguido en sus tabulaciones entre aquellos que sí
consumían y los que no a diario determinado producto 24 . Aunque estos resultados se
estudiarán con mayor detalle en el próximo apartado ahora se llevará a cabo un primer
análisis de los más básicos.
24
No parece que la pregunta se recogiera en los cuestionarios.
26
Cuadro 8
España (1865-1981)
Evolución del consumo per cápita de leche
(litros/persona/año)
Años
Consum o
1865
1917
1925
1933
1943-49
1950-54
1954-55
1956-60
1960-64
1964-65(EP
1965-69
1970
1975
1980
1981(EPF)
39
44
35
65
46
52
65
65
64
78
70
81
95
104
125
Fuente: Datos 1865 (Cussó,2005), 1917 (Hernández, 2005)
1925, 1933, 1954-55, 1964-65 1981, a partir de fuentes
mencionadas en el texto. De 1943 a 1954 estimación
propia a partir datos Anuario Estadístico asumiendo que
un 65 por ciento de la leche destinada a consumo directo
lo era al consumo humano. 1956-60 Calculada a partir de
de las "Estadísticas de la de la producción ganadera".
1960-69: A partir valores publicados por Contreras (2002)
1970 a 1980: Medias calculadas por Garcia y Martínez (1988)
Los cuadros 7 y 8 reúnen un juego de distintas estimaciones que permiten cubrir, según
los datos disponibles, la trayectoria de consumo de este alimento en la población
española a lo largo del período aquí en estudio. Los valores anteriores a 1925 han sido
calculados a partir de censos ganaderos o de estadísticas de producción. En aquellas
fechas puede suponerse que, en el conjunto de la población, coexistían bajos consumos
con una limitada extensión social de los mismos. Los niveles promedio de consumo no
estaban alejados en exceso de los 35 litros contabilizados para 1925. En los años
anteriores a la Guerra Civil habría tenido lugar una expansión notable del consumo que,
a la vista de las cifras de las décadas de los cuarenta y primera mitad de los cincuenta,
tardaría en recuperarse. Según los resultados presentados en el Cuadro 6 se habría
producido tanto un incremento apreciable en los valores medios como en el total de
27
consumidores. En cualquier caso, las magnitudes obtenidas confirmarían la opinión de
los investigadores contemporáneos antes mencionada relativa a que una buena parte de
la población española no consumiría este alimento (Carrasco Cadenas, 1934), en torno
a un 44 por ciento antes de la Guerra Civil según las estimaciones aquí presentadas .
Los niveles anteriores al conflicto bélico tardarían en recuperarse como se constata a
través del incremento de la proporción de población consumidora, del orden de un 14
por ciento en 22 años (de 1933 a 1955), combinada con un estancamiento en los
promedios de consumo “real” o ajustado. El hecho que la expansión en el número de
consumidores avance en mayor medida que la de los promedios de consumo podría
interpretarse como consecuencia del comportamiento de determinadas capas de la
población que, antes de la guerra, accedían a este producto y que a lo largo de la década
de los años 40 y principios de los 50 habrían transitado desde una fase de abandono a
otra de recuperación de su consumo. A partir de la segunda mitad de los años cincuenta
y primera de la década siguiente, el consumo medio pasa de los 65 a los 78 litros y la
proporción de consumidores entraría en etapa de expansiva, alcanzando según las
estimaciones hechas a partir de la EPF, a casi el 80 por ciento de la población para
desembocar, así, en la fase de consumo generalizado de los años ochenta. Es importante
observar que entre 1965 y 1981 tiene lugar, a diferencia de lo ocurrido en etapas
anteriores, un doble proceso de incremento en el consumo y en el número de
consumidores. No sería, por tanto, hasta los años setenta del siglo XX que la leche de
origen animal habría alimentado a más del 90 por ciento de la población. En este punto,
sin embargo, conviene recordar que el consumo medio estimado para 1981, próximo a
los 130 litros por persona y año, era equivalente al alcanzado por la población alemana ¡
en la década de los años treinta del siglo XX¡ (Ajenjo,1956, 315) .Según sugieren las
estimaciones del Cuadro 7 otra fase de expansión conjunta de ambas dimensiones del
consumo había tenido lugar entre 1925 y 1933.
Una perspectiva diferente sobre la trayectoria descrita hasta aquí puede obtenerse del
estudio de los gráficos 6 y 7. El primero corresponde a la sucesión de las distribuciones
de la frecuencia de consumidores entre 1925 y 1981, al que se adjunta la serie de la
moda y la media diaria de consumo de leche de cada uno de los cinco
28
Gráfico 6
Población consumidora
(porcentaje)
Distribución de las poblaciones consumidoras según intervalos de consumo diario
9,00
8,00
7,00
6,00
5,00
4,00
3,00
2,00
1,00
0,00
1925
1933
1955
1965
1981
0
200
400
600
800
1000
1200
Consumo diario de leche (ml/gr)
Valores modales del consumo diario de leche (ml/gr)
1925
1933
1955
1965
Moda
Media
Dif Media-Moda(%)
134
183
37
132
246
87
162
250
54
215
251
17
1981
351
375
7
Fuente: Elaboración propia
años aquí estudiados. La secuencia general se caracteriza, por una parte, por su
desplazamiento hacia la derecha, por la otra, por una creciente reducción de la asimetría.
En efecto, la serie de los dos estadísticos permite advertir este doble proceso. Así, en
1925, tiene lugar una notable concentración del consumo entorno al valor modal,
distanciado del consumo medio en un 37 por ciento. En los años 1933 y 1955, se hace
evidente una expansión del consumo con el crecimiento de la cola derecha de la
distribución y la notable reducción del porcentaje de población concentrado en la
proximidad del valor modal. En aquellos dos años, la diferencia relativa entre los dos
estadísticos alcanzará su máximo entre todas las observadas en el período aquí en
estudio, un 87 por ciento. Son las distribuciones estimadas para los años 1965 y 1981
aquellas en las que se aprecia, tanto el incremento como la generalización del consumo,
la progresiva aproximación de moda y promedio del consumo así lo revelan. Con
magnitudes que ya superan el equivalente al cuarto de litro diario de consumo por
persona, marcaría el inicio la fase contemporánea en la modalidad de ingesta de este
alimento, es decir, la vigente hasta la actualidad.
29
El gráfico 7 explora estos cambios en una escala provincial. El comportamiento de la
distribución de los puntos deja ver como entre 1925 y 1981 la tendencia general seguida
por la expansión del consumo se ha reflejado a este nivel territorial. . Así de aprecia
como para los años 1925 y 1933 gran parte de aquellos valores ocupan la parte
izquierda e inferior del gráfico y a medida que transcurren los años, estos se desplazan
hacia la derecha concentrándose además de forma prioritaria en magnitudes del entorno
de los 100 litros por persona y año de media.
Gráfico 7
Relación entre consumo real -estimado- de leche y proporción de población consumidora
Consumo real estimado de leche
(litr/pers/año)
350,00
300,00
250,00
200,00
150,00
100,00
50,00
0,00
0,00
20,00
40,00
60,00
80,00
100,00
120,00
Porcentaje población consumidora
1925
1933
1955
1965
1981
Fuente: Datos Anexos 2 y 3
4. Discusión y análisis de resultados: estructuras y comportamiento territorial del
consumo de leche en España 1925-1981
Si en el apartado anterior se ha llevado a cabo un análisis de las tendencias básicas en
evolución del consumo de leche entre la población española entre 1925 y 1981 a partir
de los resultados generales, en éste,
atención a las estructuras
se profundizará en los mismos con especial
y las disparidades territoriales en el consumo de este
alimento. Cada uno de ellos
se abordará por separado y desde una perspectiva
30
puramente descriptiva, una visión de conjunto y su relación con otras características
conocidas de la transición nutricional española se tratarán en el apartado de la
conclusión.
Información adicional a la trayectoria hasta aquí comentada puede obtenerse de los
cuadros 9 y 10. En éstos se señala el intervalo de consumo formado por el grupo de
mayores porcentajes que agrupan al 50 por ciento de la población consumidora. Este
indicador revela una progresión ascendente, desde los niveles inferiores a los 200 ml
del primer tercio de siglo, hasta los mayores de 300 ml diarios de 1981. El examen más
detallado de la estructura de las distribuciones muestra que
en 1925, prácticamente
tres cuartas partes de la población consumidora ingería por debajo de los 225 ml
(menos del equivalente de una taza al día) con un 27 por ciento, consumiendo por
debajo de la mitad de esa cantidad. El cambio que supone la distribución de 1933 reside
básicamente en la extensión del consumo hacia cantidades diarias más elevadas, si bien
siempre debe advertirse que algunos de los datos de las provincias más consumidoras
podrían incluir una parte de leche “exportada” hacia el resto. La comparación de las
cifras de consumo por encima de los 275 ml entre 1933 y 1925 deja entrever que en la
década de los años 30 la generalización del consumo se consolida. Aunque
aproximadamente el 25 por ciento continúa consumiendo menos del equivalente a
media taza diaria, ahora el resto accede a cantidades superiores; destaca en ese punto el
10 por ciento de población que consumiría más de 450 ml diarios, esto es un
equivalente a casi 165 litros por persona y año 25 . El probable estancamiento en los
avances del consumo en la década de los cuarenta y comienzo de los cincuenta tendría
en la distribución de 1955 la mejor evidencia. Si bien un 50 por ciento consumiría por
debajo de los 225 ml (frente a los 200 ml de 1933), casi un cuarto de la población
continuaría tomando un poco más del equivalente a media taza diaria (150 ml) y otro
por encima de los 300 ml, lo que no diferenciaba esta situación en exceso a la
establecida para 1933. Las EPF de 1965 y 1981 permiten inferir distribuciones de
consumo de signo muy distinto a las anteriores. Mientras la distribución de 1955 podría
calificarse de más próxima a las pautas del pasado, la de 1965, aportaría la evidencia de
las nuevas tendencias vigentes en etapas más avanzadas de la transición nutricional. En
25
Magnitudes muy próximas a las medias de consumo los años treinta del siglo XX de Austria y
Dinamarca., véase Ajenjo, C. (1956, 315).
31
Cuadro 9
Población española (1925-1955)
Distribución del consumo diario de Leche
( Porcentaje Consumidores)
Leche
1925
1933
1955
< 125 ml
125-149 ml
150-174ml
175-199ml
200-224ml
225-249ml
250-274ml
275-299ml
300-324ml
325-349ml
350-374ml
375-399ml
400-424ml
425-449ml
>=450ml
27,14
14,63
13,70
11,00
8,69
6,88
4,92
3,57
2,60
1,91
1,40
0,96
0,70
0,52
1,38
23,22
9,51
9,25
8,09
7,16
6,48
5,37
4,52
3,85
3,31
2,86
2,32
1,97
1,72
10,38
15,37
9,56
10,05
9,69
8,73
8,01
6,64
5,54
4,63
3,90
3,27
2,58
2,11
1,78
8,13
50% Cons
55,47
50,07
53,40
< 175 ml
< 200 ml
<225ml
Fuente: Elaboración propia
efecto, en aquellos años una parte substancial de los que consumían lo harían en unas
cantidades
próximas al equivalente a la taza diaria, el 50 por ciento de la población
tomaría entre 175 y 250 ml diarios. Situación que equivalía al 27 por ciento en 1955 .
Hacia 1981, el salto en el consumo se consolida en niveles superiores a los 300 ml y,
sobre todo y como fácilmente puede observarse en las cifras, en una drástica caída de
los bajos consumos, de modo que el porcentaje de población con una ingesta diaria
inferior al equivalente a una taza no alcanzaría ya el 5 por ciento. Definitivamente, se
trataría de la llegada a otra época en la forma de consumir este alimento.
32
Cuadro 10
Población española 1965 y 1981
Distribución del consumo diario de Leche
( Porcentaje Consumidores)
Leche
1965 Leche
1981
< 125 ml
125-149 ml
150-174ml
175-199ml
200-224ml
225-249ml
250-274ml
275-299ml
300-324ml
325-349ml
350-374ml
375-399ml
400-424ml
425-449ml
450-474ml
475-499ml
>=500
2,12
5,27
9,32
12,47
13,68
13,01
11,40
9,14
6,98
5,13
3,66
2,55
1,75
1,18
0,79
0,53
1,03
< 200 ml
200-224ml
225-249ml
250-274ml
275-299ml
300-324ml
325-349ml
350-374ml
375-399ml
400-424ml
425-449ml
450-474ml
475-499ml
>=500 ml
0,23
0,85
2,50
5,23
8,21
10,83
12,85
12,90
11,46
9,66
7,81
5,79
4,00
7,69
50,56 50% Cons
175-250 ml
Fuente: Elaboración propia
48,04
300-400ml
50% Cons
Los Cuadros 11 y 12 reúnen la evolución de los porcentajes de población consumidora
y los promedios per cápita en las regiones históricas españolas entre 1925 y 1965,
respectivamente, mientras el Cuadro 13 ofrece las variaciones temporales de esos
indicadores. Los Mapas 1 y 2 cartografían esos mismos datos básicos pero ahora a
escala provincial. (Datos en Anexo 2 y 3). La evolución de las tendencias territoriales
en el largo plazo que estos datos muestra permite señalar algunas características como
las siguientes.
En lo que concierne a la evolución de la población consumidora. Asturias y el País
Vasco y Navarra, sobresalen en los años 1925 y 1933 por sus altos porcentajes de
consumidores, seguidos de Galicia con el 80 por ciento en 1933. Además de estas
zonas, en aquellos momentos, contienen el 50 por ciento o más territorios insulares,
33
Cuadro 11
Regiones Históricas
Poblaciones consumidoras de leche
(porcentajes)
Regiones Históricas
1925 Ranking
1933 Ranking
1955 Ranking
1965 Ranking
Andalucia
Aragón
Asturias
Baleares
Canarias
Castilla la Nueva
Castilla la Vieja
Cataluña
Extremadura
Galicia
León
Murcia
Pais Vasco-Navarra
Valencia
España -Media
Fuente: Elaboración propia
31,0
37,2
96,5
34,1
43,7
37,6
51,1
47,2
26,6
56,4
33,5
30,1
87,3
25,6
45,6
48,89
48,48
96,89
56,16
59,02
43,53
59,86
55,78
34,11
78,22
46,59
40,30
87,07
48,26
57,4
60,13
53,76
98,35
91,47
71,21
52,65
80,68
51,43
70,40
89,61
82,08
53,96
94,33
55,58
71,8
74,58
75,85
96,28
81,66
87,23
81,69
90,15
78,46
81,89
93,17
84,82
50,19
96,41
45,99
79,9
11
8
1
9
6
7
4
5
13
3
10
12
2
14
8
9
1
6
5
12
4
7
14
3
11
13
2
10
9
12
1
3
7
13
6
14
8
4
5
11
2
10
12
11
2
9
5
8
4
10
7
3
6
13
1
14
Cuadro 12
Regiones Históricas
Promedios consumo de leche por habitante y año (Valores ajustados)
(litros)
Regiones Históricas
1925 Ranking
Andalucia
Aragón
Asturias
Baleares
Canarias
Castilla la Nueva
Castilla la Vieja
Cataluña
Extremadura
Galicia
León
Murcia
Pais Vasco-Navarra
Valencia
España -Media
Fuente: Elaboración propia
53,9
66,9
156,0
60,2
74,8
72,1
85,3
85,8
40,8
85,6
56,5
59,1
145,2
41,7
77,4
12
8
1
9
6
7
5
3
14
4
11
10
2
13
1933 Ranking
74,35
59,12
241,00
55,40
90,29
79,88
123,90
115,05
50,18
164,04
69,61
44,53
193,28
67,93
102,0
8
11
1
12
6
7
4
5
13
3
9
14
2
10
1955 Ranking
68,81
57,56
263,00
107,43
86,68
50,39
114,74
68,64
95,44
145,28
103,58
47,77
134,61
39,73
98,8
9
11
1
5
8
12
4
10
7
2
6
13
3
14
1965 Ranking
71,38
82,28
180,00
86,95
103,74
114,02
125,16
84,85
84,21
112,82
95,31
59,74
149,57
56,43
100,5
12
11
1
8
6
4
3
9
10
5
7
13
2
14
1981 Ranking
123,97
120,01
190,00
104,00
273,75
145,67
170,55
109,98
149,15
156,77
166,40
109,91
167,18
97,39
148,9
9
10
2
13
1
8
3
11
7
6
5
12
4
14
como Baleares y Canarias, y en la península, Castilla la Vieja y Cataluña. El mapa a
escala provincial matiza algo más esta pauta al mostrar como algunas provincias de la
España septentrional (Santander) y central (Madrid) y de la Andalucía Oriental ya
superaban este valor en 1925 o en 1933. En 1955 el grupo de regiones con más de tres
cuartas partes de población consumidora está integrado por un conjunto de territorios
contiguos en el norte peninsular que comprenden Galicia, León, Castilla la Vieja,
34
Asturias y el País Vasco-Navarra, a los que deben añadirse las islas Baleares. El mapa
provincial ilustra esta situación, al tiempo que permite apreciar como en algunas
provincias andaluzas y catalanas, y
en las Islas Canarias las proporciones de
consumidores también son elevadas. De cualquier modo, y visto en términos regionales,
entre 1925 y 1955 (véase Cuadro 12), los mayores avances en este indicador parecen
concentrarse en Baleares, Castilla la Vieja, León y Extremadura. En cambio, en las
regiones productoras del norte peninsular, que ya ostentaban elevados porcentajes de
consumidores, y en los territorios de Aragón, Cataluña, Castilla la Nueva y Valencia,
los incrementos son muy moderados, en particular entre 1933 y 1955, cuando las
magnitudes son inferiores al 10 por ciento e incluso negativas, como en el caso de
Cataluña.
Las estimaciones derivadas de la EPF de 1965 evidencian un notable avance en las
proporciones de población consumidora, puesto que en 10 de las 14 regiones históricas,
los porcentajes son próximos o superiores al 80 por ciento. Entonces las zonas con
valores inferiores al promedio regional se concentraban en Andalucía, Aragón, Murcia y
Valencia. El mapa provincial permite apreciar, dentro de las regiones mencionadas, qué
provincias, a la luz de los datos iniciales de aquella encuesta, presentaban las
frecuencias más bajas de consumidores habituales de este alimento. Conviene observar
aquí que entre aquellas se encuentran algunas de las que
han ido ocupando
históricamente los últimos lugares en los rankings provinciales de consumo, esto es,
aquellos que no alcanzan el 50 por ciento de consumidores diarios, como Cuenca,
Teruel o Cádiz.
En 1981 el consumo se universaliza (próximo al 100 por cien de la población) y, por
tanto, las regiones con los porcentajes más bajos en 1965 serán las que experimentarán
los mayores avances en la década de los setenta, como Murcia, Valencia, Aragón o
Andalucía. En definitiva, y atendiendo al comportamiento de las jerarquías regionales
indicadas en el Cuadro 10, la distribución territorial de los consumidores entre 1925 y
1965
presenta una dinámica en la que se distinguen “grosso modo” tres pautas
distintas: Una de carácter estable, formada por regiones en las que no tiene lugar un
cambio significativo de su posición jerárquica a lo largo del tiempo. Su posición en
1925 no es muy distinta de la de 1965, ahora con independencia de los cambios en sus
valores. En este caso, se encontrarían tanto de las que reúnen elevados porcentajes de
consumidores, Asturias, P. Vasco y Galicia, como, en el extremo opuesto, más bajos,
Andalucía, Valencia o Murcia o intermedios, ambas Castillas y las provincias insulares.
35
Cuadro 13
Regiones históricas: variaciones en las poblaciones connsumidoras y en los consumos medios ajustados
Variaciones de poblaciones consumidoras
1925-33
1933-55
1955-1965
(diferencias valores absolutos)
Andalucia
17,89
11,24
14,45
Aragón
11,32
5,28
22,09
Asturias
0,40
1,47
-2,08
Baleares
22,10
35,31
-9,81
Canarias
15,30
12,20
16,02
Castilla la Nueva
5,89
9,13
29,03
Castilla la Vieja
8,79
20,82
9,46
Cataluña
8,56
-4,34
27,03
Extremadura
7,49
36,29
11,49
Galicia
21,81
11,39
3,56
León
13,08
35,49
2,74
Murcia
10,25
13,66
-3,77
Pais Vasco-Navarra
-0,23
7,26
2,07
Valencia
22,70
7,32
-9,60
España -Media
11,8
14,5
8,0
Fuente: Elaboració propia a partir Cuadros 11 y 12
Regiones Históricas
Variaciones relativas del consumo medio
1925-33
1933-55
1955-1965
1965-1981
37,93
-11,65
54,49
-8,05
20,74
10,75
45,17
34,11
22,86
91,63
23,13
-24,71
33,13
63,07
31,78
-7,46
-2,64
9,13
93,91
-4,00
-36,91
-7,39
-40,34
90,17
-11,44
48,79
7,29
-30,36
-41,52
-3,14
3,74
42,94
-31,56
-19,06
19,69
126,25
9,08
23,62
-11,76
-22,35
-7,98
25,05
11,12
42,04
1,65
73,68
45,86
5,56
19,61
163,87
27,76
36,27
29,62
77,12
38,96
74,58
83,99
11,77
72,58
48,23
La otra, correspondería a trayectorias de mejora, regiones que en los años veinte
ocuparían últimas posiciones y que las remontan a lo largo de los decenios venideros,
como Extremadura y León. Finalmente, el camino inverso, casos de Aragón y Cataluña
que irán descendiendo puestos entre 1925 y 1965.
En lo que respecta a los niveles per cápita de consumo, conviene recordar que los datos
obtenidos deben interpretarse con las precauciones señaladas en su momento respecto
las fuentes estadísticas y la naturaleza de la información utilizada, Además, tampoco
debe olvidarse que se trata de medias de distribuciones log-normales de escala regional
(o provincial) la varianza de las cuales es desconocida. Dadas estas limitaciones, su
utilidad estaría en concentrar el análisis preferentemente en los rankings jerárquicos
regionales. En este sentido se podrían distinguir las siguientes tendencias. Por un lado,
la presencia de unas regiones con unos niveles medios de consumo por encima del
promedio regional de forma regular y estable a lo largo del período en estudio (19251981). Esta sería la situación, básicamente, de Asturias y el País Vasco y Navarra, que
mantienen su posición en el ranking regional; a este grupo de mayores deben
incorporarse Galicia y Castilla la Vieja y a lo largo de los distintos años, Castilla la
Nueva, León y Extremadura. Estos dos últimos grupos de provincias representarán una
progresión notable si se tiene en cuenta que hacia 1925 partían de niveles bajos. El caso
de Canarias sería distinto, sus promedios de consumo parecen ser los más elevados- una
vez contabilizada la leche en polvo- en 1981, a distancia del resto de regiones, pero en
etapas anteriores se mantenía en una situación intermedia, con cantidades anuales de
consumo por habitante cercanas a la media del conjunto regional. Por el otro, la
36
conformación en el transcurso de la evolución histórica en la fachada mediterránea de
un área de consumos por debajo de los promedios regionales. Inicialmente formada por
las provincias valencianas y murcianas en 1925 y 1933, a partir de 1955 se incorporarán
Aragón, Cataluña y Baleares. Las posiciones estables cronológicamente en los últimos
lugares de los rankings regionales de aquellos territorios levantinos es una de las
manifestaciones de este tipo de trayectoria, como en el caso especialmente de Cataluña
y Aragón, su retroceso respecto las posiciones exhibidas en 1925. La evolución del
consumo en Cataluña es uno de los resultados más llamativos de esta parte del estudio,
puesto que revela como pasa de pertenecer de los territorios de mayor consumo, en el
primer tercio del siglo XX, a ubicarse, en su segunda mitad, en posiciones por debajo de
la media regional.
Los mapas provinciales sugieren una evolución en la geografía del incremento del
consumo en la que se aprecia una trayectoria secular desde las provincias con mayores
niveles iniciales en el noroeste hacia las de menor en el sudeste peninsular. Entre 1925
y 1955, las provincias con medias de consumo por encima de los 205 ml diarios (75
litros persona y año), con la excepción de Zamora, se situaban principalmente en la
franja norte peninsular, comprendiendo la facha atlántica, el centro (especialmente la
provincia de Madrid) y el extremo oriental, con Girona y Barcelona. Las excepciones
eran las provincias de Valencia, Granada y Málaga. Entre 1955 y 1965 se consolida la
distancia en el consumo entre las provincias del norte y el oeste frente al levante y el
sur. En este punto interesa subrayar que en 1981, a pesar del notorio aumento en el
consumo para el conjunto de la población, un grupo de provincias del centro y levante
peninsular siguen exhibiendo promedios relativamente bajos (menores a los 100 litros
por persona y año).
37
Mapa 1
España 1925-1965:
Distribuciones provinciales de las proporciones estimadas de consumidores
1925
1933
1955
1965
<30
30 - 50
50 - 70
70 - 90
90>
(porcentajes)
38
Mapa 2
España 1925-1965:
Distribuciones provinciales de consumos promedios estimados
1925
1933
1955
1965
<50
50 - 75
75 - 100
(litros persona/año)
>100
1981
<100
100 - 125
125 - 150
150 - 175
>175
39
(litros persona/año)
En una visión más dinámica, el Cuadro 12 permite apreciar como, de acuerdo a la
cronología general ya esbozada, los avances más notables en la ingesta de leche fresca
tendrían lugar al principio (1925-1933) y final (1965-1981) de este período, mientras
que entre 1933 y 1965 acontece un doble movimiento de retroceso y recuperación del
consumo con efectos diferentes según las regiones. Entre 1933 y 1955, la caída del
consumo afecta tanto a las regiones tradicionalmente más especializadas en la
producción y transformación de la leche en el norte de la península como a las
castellanas o las levantinas y del sur peninsular. En cambio, parecen haber conseguido
mejorarlo en el área formada por Asturias, León y Extremadura. De todos modos, la
lectura de
estas variaciones debe hacerse tomando en cuenta las limitaciones
mencionadas más arriba.
La consideración simultánea de los cambios territoriales en las proporciones de
población consumidora y en los niveles de consumo, permite alcanzar una primera
visión de conjunto del proceso de difusión de este alimento a lo largo de estas décadas
centrales del siglo XX Aquí se podrían distinguir tres tipos de trayectorias. Por una
parte, la existencia de un núcleo de regiones que ya contaban con niveles altos de
consumo y de proporción de consumidores y, por tanto, en las que sus avances al
respecto resultan, vistos en el largo plazo, alejados de la tendencia promedio española.
Las regiones de la fachada atlántica y cantábrica (Galicia, Asturias, País-VascoNavarra) estarían en esta situación. A continuación, podría señalarse a un grupo de
territorios en los que estas dos dimensiones se consolidan antes de 1965, como sería el
caso de Baleares, Canarias y ambas Castillas. De acuerdo a los resultados obtenidos,
incluso en una etapa de relativo estancamiento en los promedios de consumo, estas
regiones
mantienen o mejoran sus porcentajes de consumidores. Finalmente, la
incorporación más tardía, a partir de 1965, de zonas del Mediterráneo
y del sur
peninsular, con la excepción de Aragón y Cataluña que ya en1955 habrían iniciado
avances más intensos en esa dirección.
Una comprensión cabal de esta pauta de difusión descrita exigiría atender a la evolución
histórica de la geografía de la producción y la industria láctea, desde el lado de la oferta,
y de la geografía de los precios y salarios y otros elementos relacionados, desde el de la
demanda. Aunque un examen detallado de todos estos elementos no puede llevarse a
cabo en estas páginas si pueden apuntarse algunos aspectos que podrían proporcionar
unas primeras hipótesis de interpretación de estos resultados. En primer lugar, la misma
40
historia ganadera en las regiones del norte peninsular (Domínguez Martín, 1996)
ofrecería una explicación de los elevados niveles de ingesta como consecuencia de las
prácticas de autoconsumo de las economías campesinas de aquellos territorios. Aunque
en estas zonas también se darán los primeros pasos de la formación de la moderna
industria láctea española, la combinación del tipo de explotación y las condiciones
ambientales de las mismas, unidas al grado de mercantilización de las economías
familiares favorecerían el acceso inmediato, y con relativa abundancia, a este alimento.
Fuera de estas regiones, también una gran parte de la población rural practicaría el
autoconsumo
a partir de su propio ganado (vacuno o caprino según la zona) o
accedería a este alimento en su misma localidad u otra muy próxima. Lógicamente, el
propio desarrollo industrial movilizará los excedentes e incentivará el aumento de la
producción de modo que, al final, no necesariamente una producción elevada supondrá
un consumo igualmente elevado, como el caso de Galicia podría reflejar.
En segundo lugar, la expansión de las grandes ciudades, las mejoras en los niveles de
renta y los cambios de preferencias en el consumo alimentario impulsarían la creación
de una industria láctea. Este proceso, en el caso español, además de ser bruscamente
interrumpido por la guerra civil podría calificarse de particularmente lento. Así lo
reflejarían los porcentajes en las vísperas de aquel conflicto, de la leche consumida en
las ciudades de Barcelona y Madrid que provenía de las vaquerías instaladas en su
interior o de productores situados en un radio de 60 Km a su alrededor, de un 68 y un 40
por ciento respectivamente (Hernández, 2007). En el Bilbao de los años cincuenta, la
leche consumida por sus habitantes -141 litros por persona y año- llegaba en su
totalidad de localidades de la provincia y a través de una red de vendedores ambulantes
y a domicilio (Calcedo Ordoñez 1996). Esta dependencia de un entorno productivo
cercano ayudaría a entender porque en la geografía de difusión de tal producto no son
necesariamente los territorios con mayor grado de urbanización los que más adoptan
este alimento, como el caso de Andalucía mostraría..
En tercer lugar, además del juego de los factores económicos también intervendrían
otros ligados a la modificación de los hábitos alimentarios tradicionales. De este modo
la generalización del consumo de leche también suponía la sustitución de determinados
tipos de leche por otros. Uno de esos cambios habría sido el tránsito desde la leche de
cabra a la de vaca. No puede pasarse por alto que, una buena parte de las provincias que
en la fachada mediterránea (islas Baleares a parte) y el sur peninsular más tardíamente
alcanzan los máximos niveles de consumo
41
corresponden a
territorios donde el
consumo de leche de cabra respecto al de vaca habría sido superior en términos
históricos.
En definitiva, los resultados obtenidos a partir de esta reconstrucción apuntarían a
señalar como un rasgo dominante en el proceso de difusión de la leche como alimento
en España anterior a la década de los años ochenta del siglo XX a su estrecha conexión
con la geografía de la producción y la comercialización a escala local; incluso en los
grandes núcleos urbanos esta dependencia de un “hinterland” aprovisionador sería
notable hasta que en los años sesenta década de los años 60 cuando se consolidarían las
consecuencias de los cambios legales y empresariales inducidos por el “Reglamento de
Centrales Lecheras y Otras Industrias Lácteas” aprobado en 1952 (Domínguez Martín,
2003).
La industrialización del producto (incluyendo la introducción de nuevas clases de leche
)y la ampliación de las redes de distribución y comercialización a partir de entonces
irían erosionando las formas tradicionales e históricas de consumo 26 .
5. Conclusión
El incremento en el uso de lácteos y derivados y, en general, de proteínas de origen
animal constituye uno de los componentes principales de las modernas transiciones
nutricionales (Crigg, 1995). Desde una perspectiva más histórica conviene recordar que
la leche de origen animal – de vaca o de cabra- no parece haber tenido un peso relevante
en la dieta mediterránea tradicional (Nicolau, R. et alt 2007). Habría sido el impulso
combinado de la difusión de nuevos conocimientos médicos sobre su papel en el
crecimiento y la mejora de la salud infantil con los cambios tecnológicos aplicados a su
producción y distribución las que habrían contribuido a la progresiva incorporación de
este alimento a la dieta de gran parte de la población española, especialmente a lo largo
del primer tercio del siglo XX (Nicolau, Pujol 2008). Los resultados obtenidos en este
26
Una evidencia indirecta de la conexión entre la geografía de la producción y la del consumo la puede
proporcionar la siguiente serie de coeficientes de correlación entre la frecuencia de ganado bovino por mil
habitantes y la proporción de población consumidora estimada en este estudio, para las provincias
españolas entre 1925 y 1981. La tendencia decreciente del coeficiente refleja como el número de
consumidores va aumentando con independencia del perfil ganadero del territorio, aunque en el inicio del
período tal asociación resultaba elevada:
Años
1925
1933
1955
1965
1981
Correlación Ganado-Consumidores
0,82
42
0,69
0,63
0,51
0,34
trabajo permitirían afirmar ahora que tal proceso de difusión fue relativamente lento. A
mediados de los años treinta de aquel siglo casi un 45 por ciento de la población no
consumiría leche. Las observaciones, tanto sobre la falta de ingesta como sobre el
déficit en algunos nutrientes aportados por la leche, caso del calcio, realizadas con
pautas bromatológicas modernas, desde la década de los años treinta del siglo XX 27 así
lo ponían de manifiesto. De hecho, esta situación expresaba la existencia de un
problema mayor en la dieta de gran parte de la población española de entonces, como
era la deficiencia de proteínas de origen animal, que estudios estadísticos posteriores
permitieron cuantificar (García Barbancho,1960) . A mediados de los cincuenta las
pautas de consumo parecerían iniciar un cambio, con un avance en el número de
consumidores más que en los promedios de consumo, de modo que ya dos terceras
partes de la población la tomarían diariamente. A partir de los años sesenta, de la mano
de la mejora regular de los niveles de renta, este alimento –como con el resto de los de
origen animal- iniciaría una trayectoria de crecientes promedios de ingesta per cápita y
de universalización de su consumo. Característica esta última que, de acuerdo a los
resultados obtenidos, debería haberse alcanzado en los años setenta. La leche y los
productos derivados suponían, entre 1960 y 1984, una proporción regular, en torno al
cincuenta y cinco por ciento, del total de los alimentos de origen animal consumidos por
persona y año (Moreno et alt 2002), lo que en términos de su aporte calórico
representaba entre un 7 y 9 por ciento de la dieta total (Rodríguez Altalejo, et alt, 1996).
Aunque el consumo per cápita fue aumentando, desde el punto de vista proteínico es
conocido que será la carne, y no tanto la leche, una de las protagonistas del cambio
alimentario en la España de los Planes de Desarrollo (Contreras, 2002; Moreno et alt.
2002 ). Los especialistas, sitúan en las últimas décadas del siglo XX el peso creciente de
estos alimentos lácteos en la dieta (Varela, 2000; Moreno et alt, 2002) En definitiva, el
proceso de difusión y aceptación de aquel alimento iniciado a principios del siglo XX
necesitó en el caso español más de medio siglo y casi el equivalente de dos
generaciones, para consolidarse.
Este trabajo ha reconstruido esta trayectoria sobre la base de la información disponible
en las estadísticas de consumo a nivel provincial entre 1925 y 1981. El impulso a este
planteamiento ha partido de constatar como la falta de conocimiento sobre la evolución
27
Bernabeu Mestre, J et alt (2007b). También puede señalarse el contraste entre las estimaciones de los
requerimientos nutricionales en calcio para la población española entre 1930 y 1960 – en torno a los 850
Mg- y la disponibilidad de la dieta, entre 418 y 518 Mg según los años (Cussó, 2005).
43
de las pautas de distribución del consumo en el seno de una población, puede hipotecar
el estudio de su papel en la transición nutricional. No parece completo un análisis de
los cambios alimentarios sobre la base de medias y sin el conocimiento de las
distribuciones que las incluyen. En el caso de la evolución histórica del consumo de
leche en España esta observación parecería particularmente pertinente. Así, algunos
datos disponibles sobre niveles medios de ingesta, a la vista de sus magnitudes no
resultaban convincentes. En este punto, la distinción entre consumo medio “estadístico”
y “ajustado” o corregido ha permitido introducir una estrategia que ha conducido la
reconstrucción de las pautas de consumo y los probables niveles de consumo “real”
asociados.
Es necesario no olvidar que el conjunto de resultados aquí presentados forman una
reconstrucción sustentada sobre algunos supuestos, básicamente dos. El primero, que la
distribución poblacional del consumo de este alimento queda bien representada por una
distribución log-normal y, el segundo, que existe una relación de dependencia creciente
entre los niveles de consumo y las proporciones de consumidores. Obviamente, a lo
largo de estas páginas se ha intentado argumentar a favor de la verosimilitud de los
resultados. En este punto, sin embargo, tampoco debe perderse de vista algunas de las
limitaciones presentes en los datos básicos y las consiguientes fuentes de error que
puedan haber ocasionado. De igual modo, se ha pasado por alto del análisis de algún
aspecto relevante como el de la interacción entre las pautas del consumo y la
distribución por edad de la población. El procedimiento de corrección propuesto ha
tratado por igual a todas las provincias, con independencia de sus estructuras
demográficas, pero resulta evidente que no podían ser idénticas en sus comportamientos
consumidores las que, proporcionalmente, contaban con más niños y jóvenes o, en
cambio, con más adultos.
De cualquier modo, más allá de las magnitudes concretas
obtenidas en este ejercicio de reconstrucción, los resultados permiten confirmar, por
una parte, la utilidad de distinguir dos dimensiones en el análisis del consumo de
determinados productos alimentarios, esto es, el nivel y su distribución, y por la otra,
la necesaria de ser cautos en el momento de inferir conclusiones generales sobre la
dinámica del consumo a partir de observar únicamente el comportamiento de sus
valores medios.
El enfoque adoptado en estas páginas podría extenderse a otros productos o alimentos
para los que hubiera información disponible, en términos de
cantidades físicas
consumidas a escala provincial. La comprensión de cómo ha ido evolucionando la
44
desigualdad en el consumo muy probablemente ayudaría a entender de qué modo ha
tenido lugar la mejora en el estatus nutricional de la población española a lo largo de la
pasada centuria. En este sentido, facilitaría a una interpretación más cabal de algunos
indicadores básicos y, en definitiva del modo en el que esta transformación en los
hábitos alimentarios se conectaba con modificaciones en los niveles de renta o en la
trayectoria del estado de salud de sus habitantes
45
Anexos
46
Anexo 1
Escala lineal de ajuste del consumo observado al estimado
Observado
Estimado
Litros
Mililitros
Litros
persona/año Diario
Persona/año
5
7,5
10
12,5
15
17,5
20
22,5
25
27,5
30
32,5
35
37,5
40
42,5
45
47,5
50
52,5
55
57,5
60
62,5
65
67,5
70
72,5
75
77,5
80
82,5
85
87,5
90
92,5
95
97,5
100
102,5
105
107,5
110
112,5
115
117,5
120
122,5
125
127,5
130
0,125
0,130
0,134
0,139
0,143
0,148
0,153
0,157
0,162
0,167
0,171
0,176
0,180
0,185
0,190
0,194
0,199
0,204
0,208
0,213
0,217
0,222
0,227
0,231
0,236
0,241
0,245
0,250
0,254
0,259
0,264
0,268
0,273
0,278
0,282
0,287
0,291
0,296
0,301
0,305
0,310
0,315
0,319
0,324
0,328
0,333
0,338
0,342
0,347
0,351
0,356
47
45,6
47,3
49,0
50,7
52,4
54,1
55,7
57,4
59,1
60,8
62,5
64,2
65,9
67,6
69,2
70,9
72,6
74,3
76,0
77,7
79,4
81,1
82,7
84,4
86,1
87,8
89,5
91,2
92,9
94,5
96,2
97,9
99,6
101,3
103,0
104,7
106,4
108,0
109,7
111,4
113,1
114,8
116,5
118,2
119,9
121,5
123,2
124,9
126,6
128,3
130,0
Anexo 2
Distribuciones provinciales de poblaciones consumidoras (ajustadas)
(porcentajes)
Provincia
1925
1933
Provincia
1955
1965
Álava
Albacete
Alicante
Almería
Ávila
Badajoz
Baleares
Barcelona
Burgos
Cáceres
Cádiz
Canarias
Castellón
Ciudad Real
Córdoba
Coruña
Cuenca
Girona
Granada
Guadalajara
Guipúzcoa
Huelva
Huesca
Jaén
León
Lleida
Logroño
Lugo
Madrid
Málaga
Murcia
Navarra
Ourense
Oviedo
Palencia
Pontevedra
Salamanca
Santander
Segovia
Sevilla
Soria
Tarragona
Teruel
Toledo
Valencia
Valladolid
Vizcaya
Zamora
Zaragoza
42,44
11,02
22,68
23,94
38,50
27,27
34,06
56,34
42,09
25,61
25,55
43,71
24,84
23,43
31,83
53,47
10,42
38,09
45,57
24,88
96,67
28,60
33,90
27,45
38,59
33,95
44,92
74,69
54,67
27,16
39,21
80,56
56,98
96,49
27,90
44,36
32,41
96,64
41,24
32,70
32,57
27,08
18,64
32,08
27,29
54,26
96,86
27,03
47,73
53,12
31,92
40,70
40,11
56,85
24,35
56,16
50,71
51,81
49,13
47,82
59,02
46,41
26,18
28,04
96,79
16,23
96,47
50,96
52,36
96,82
34,41
42,34
53,98
42,15
44,65
59,48
96,99
55,02
83,14
44,61
76,55
57,07
96,89
40,90
54,04
51,79
96,32
47,86
44,82
59,33
52,90
54,38
43,14
52,67
48,25
96,03
47,25
48,61
Álava
Albacete
Alicante
Almería
Ávila
Badajoz
Baleares
Barcelona
Burgos
Cáceres
Cádiz
Castellón
Ciudad Real
Córdoba
Coruña
Cuenca
Girona
Granada
Guadalajara
Guipúzcoa
Huelva
Huesca
Jaén
Las Palmas
León
Lleida
Logroño
Lugo
Madrid
Málaga
Murcia
Navarra
Ourense
Oviedo
Palencia
Pontevedra
Salamanca
Santander
Segovia
Sevilla
Soria
Sta.Cruz Tenerife
Tarragona
Teruel
Toledo
Valencia
Valladolid
Vizcaya
Zamora
Zaragoza
98,88
54,97
62,89
74,63
82,84
54,71
91,46
51,32
92,91
93,87
44,37
62,12
63,09
55,21
95,13
42,53
73,51
59,26
54,22
99,03
93,23
60,70
62,36
71,86
97,27
74,87
68,62
98,97
58,28
76,07
60,56
81,82
93,19
98,35
75,51
72,35
80,87
98,18
55,05
58,08
71,65
70,42
64,83
59,04
60,44
63,38
74,30
98,02
63,51
58,91
95,44
43,74
54,13
78,55
91,47
82,73
81,66
78,86
92,47
80,62
52,64
41,91
78,82
80,63
94,68
28,10
93,14
78,38
88,30
96,47
73,68
85,00
79,03
81,11
81,93
77,27
90,89
96,74
86,43
78,74
53,03
95,54
82,15
96,28
81,61
95,71
92,27
96,36
86,50
77,28
80,64
92,69
62,05
49,67
85,18
42,77
89,40
96,98
80,26
80,40
48
Anexo 3
Distribuciones de consumo de leche por habitante y año
(Consumo real ajustado)
(litros)
Provincia
Álava
Albacete
Alicante
Almería
Ávila
Badajoz
Baleares
Barcelona
Burgos
Cáceres
Cádiz
Canarias
Castellón
Ciudad Real
Córdoba
Coruña
Cuenca
Girona
Granada
Guadalajara
Guipúzcoa
Huelva
Huesca
Jaén
León
Lleida
Logroño
Lugo
Madrid
Málaga
Murcia
Navarra
Ourense
Oviedo
Palencia
Pontevedra
Salamanca
Santander
Segovia
Sevilla
Soria
Tarragona
Teruel
Toledo
Valencia
Valladolid
Vizcaya
Zamora
Zaragoza
1925
1933
70,02
35,41
37,12
36,09
64,51
40,49
60,25
95,82
67,47
41,43
50,85
74,78
38,65
38,03
52,50
81,17
34,83
65,64
69,64
39,07
181,00
42,17
55,93
48,50
63,78
59,14
72,86
98,22
86,32
46,55
62,36
100,02
88,27
156,00
47,09
72,09
53,44
121,00
66,25
58,19
53,88
49,41
34,29
55,22
44,48
78,05
159,00
45,14
76,84
116,96
37,39
41,74
44,25
74,47
33,68
55,40
113,24
65,88
62,75
49,90
90,29
60,03
36,52
35,29
170,00
32,08
176,00
84,17
85,39
319,00
38,32
45,04
68,91
40,16
53,97
86,64
240,00
100,25
129,31
47,16
123,81
120,85
241,00
38,88
72,00
116,11
257,00
60,80
52,82
91,30
64,26
73,27
43,17
80,31
58,75
164,00
48,11
57,49
Álava
Albacete
Alicante
Almería
Ávila
Badajoz
Baleares
Barcelona
Burgos
Cáceres
Cádiz
Castellón
Ciudad Real
Córdoba
Coruña
Cuenca
Girona
Granada
Guadalajara
Guipúzcoa
Huelva
Huesca
Jaén
Las Palmas
León
Lleida
Logroño
Lugo
Madrid
Málaga
Murcia
Navarra
Ourense
Oviedo
Palencia
Pontevedra
Salamanca
Santander
Segovia
Sevilla
Soria
Sta.Cruz Tenerife
Tarragona
Teruel
Toledo
Valencia
Valladolid
Vizcaya
Zamora
Zaragoza
49
1955
1965
185,00
68,51
39,81
84,09
102,87
71,56
107,43
63,07
105,01
116,40
33,73
54,22
41,04
65,76
113,08
32,42
97,34
76,65
67,13
124,41
118,77
77,60
42,62
92,70
130,00
82,51
78,55
281,00
47,89
87,54
38,43
101,54
121,69
263,00
93,84
90,72
99,47
187,00
66,45
51,52
79,19
81,09
55,26
48,46
73,57
36,29
95,62
148,00
36,89
53,28
149,00
56,01
59,49
72,18
114,57
75,91
86,95
85,59
104,15
97,12
57,95
55,36
67,62
95,50
111,74
51,96
105,44
74,00
76,90
150,00
62,70
76,47
65,80
90,98
93,13
71,31
102,87
135,00
128,08
64,39
61,09
130,00
98,60
180,00
89,58
108,03
116,07
209,00
99,19
70,52
91,39
113,71
61,88
56,38
100,85
54,71
102,13
159,00
66,41
88,93
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