Propiedades textuales, ejercicios

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TLRIID 1
Profa. Leonor Ortega Gutiérrez
Propiedades textuales. Ejercicios
1. Lee con atención los siguientes textos, resalta con algún color todas aquellas
expresiones inadecuadas (por ser vulgares y coloquiales) y con otro aquellas que
presenten problemas de cohesión y coherencia. Posteriormente reescribe dos signos
zodiacales (el tuyo y el de tu compañero de banca) de manera que ahora sí cuenten
con adecuación, cohesión y coherencia.
H ORÓSCOP OS
DE L CHI NGONARI O
Aries: egoísta de la chingada. ¡Ola ke ase!, ¿haciendo lo que le da su rechingada
gana, o ke ase? Eres un signo de fuego, masculino y tu planeta es el Marte
chingador. Muy extrovertido, querible como la chingada, espontáneo. ¿En quién
piensas a diario y a cada rato? En yo, yo y mi otro yo. Eres mandón y te crees muy
chingoncito. Tienes huevos… o sea que en sociedad, tú ordenas y los demás
obedecen.
Tauro: terco hijito de la chingada. Ya sabemos que eres muy celoso de tu deber,
pero a veces vale la pena bajar la guardia. Eres un signo femenino y de tierra, te
rige el planeta Venus, ¡ay, sí!, el del amor. Pero eso no te quita lo agresivo y luchas
por lo que chingados quieres; en sociedad estableces reglas y las sigues a la
perfección. Te gustan las relaciones estables. Eres leal y confiable como la chingada,
pero te emperras y luego explicas.
Géminis: socialito nato e insoportable llamador de atención. Estoy viendo
doble… ¡ah no, eres tú, querido Géminis! Un signo masculino de aire regido por
Mercurio, el planeta de los temperamentales. Muy ameno y comunicativo, sabes
escuchar, te entregas un chingo. Sigue socializando, mientras no enseñes tu otro
yo tan cambiante, tú pones la pauta de pa’ dónde van los demás.
Cáncer: sentimental y sensible como la chingada. Una piedra en el camino te
enseñó que tu destino era quejarte y quejarte. Eres un signo femenino de agua,
regido por la Luna, lo que te hace muy atractivo y romántico como la chingada;
en resumen, la insoportable levedad del ser. Sufres, pero te portas enigmático y
tierno. Para ti «todo lo hondo es bien profundo», tú sientes y vibras y —según
tú— los demás no.
Leo: ególatra jijo de la chingada. «Qué lindo soy, qué bonito, cuánto me quiero,
sin mí me muero…!» es tu rola favorita. Hablas y te voltean a ver, porque eres
atractivo y apasionado como la chingada. Signo masculino, de fuego y regido por
el Sol, oséase que gozas de ser el centro de tu universo. Te encanta el
protagonismo: tú brillas y los demás observan.
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Profa. Leonor Ortega Gutiérrez
Virgo: chingaquedito. El orden de los factores sí te altera y mucho. Eres dominante
pero leal, lo quieres todo aquí y ahora. Eres el más eficiente, a lo mejor por ser un
signo femenino, bien plantadito en la tierra y regido por Mercurio. Siempre te
andas preguntando, «¿por qué chingaos nadie hace nada bien?». Perfeccionista
como la chingada, tú corriges y arreglas a todos los demás.
Libra: entre negligente y dudoso. Tus ideales tan ideales no existen, confórmate
con lo que hay. Eres buena onda con cualquier persona, divertido y un chingao
dulcecito,pero te cuestionas hasta lo incuestionable. Signo masculino, de aire y
regido por Venus, eres indeciso y muy idealista. Buscas el equilibrio y lo bonito de
la chingada vida. Titubeas, pero siempre aciertas, pones el orden y el equilibrio, los
demás tantean.
Escorpión: Obsesionado como la chingada. Haz lo que quieras y como quieras,
porque de todas maneras vas a hacer lo que quieres y como quieres. Signo
femenino de agua, tu planeta regente es Plutón —o lo era. Eres el más sexy del
zodiaco, te gustan las bromas y el buen sentido del humor. Estás muuuy cabrón,
no te ganan una y primero muerto que dar tu brazo a torcer. Tú dices y los demás
se callan.
Sagitario: Imprudente e inmaduro. Olvídalo, el mundo no es Disneylandia. Eres un
signo de fuego, masculino y regido por Júpiter, por tanto, espontáneo como sólo
tú, chingao. Lo máximo para ti es la aventura y vas de lo volátil a lo voluble. Te
gusta la vida loca, amas viajar y eres como niño chiquito, o sea, no maduras, Peter
Pan de la chingada. La neta, tú vas y vienes cuando los demás se quedan.
Capricornio: interesado y bueno pa’ la chingada lana. Vas derecho, no te quitas y
si te pegan, te desquitas. Eres un signo femenino de tierra y regido por Saturno, lo
que te vuelve inteligente y organizado, esto quiere decir que tú resuelves y logras,
mientras los demás crean problemas. Buena onda y te encanta dar en el chingado
blanco. Eres de toma y daca, por lo que no das paso sin huarache y logras siempre
lo que quieres; además, te gusta guiar el barco.
Acuario: pervertido e incomprendido hijito de la chingada. Eres confiable como
la chingada, bien atractivo, gran besador, muy creativo; pero también
contradictorio, inestable, terco e infantil. Eres un signo masculino de aire, regido
por Urano, así que vives en busca de la clave de la felicidad, pero, ¿quién chingados
te dijo que eras taaan especial? Te crees mesiánico, profético, iniciado, elegido…
tú guías, los demás te siguen.
Piscis: Entre iluso y valemadres. ¡¡¡Come back pliiiiis!!! Eres muy atento a los
detalles, listo como la chingada y muy buena onda. Sigue viajando en el cosmos,
te conviene. Signo femenino de agua, tu planeta regente es Neptuno, por lo que
fluyes con la vida y vives en Babia o en… Neptuno. Vas por la vida fresco como
lechuga sin aderezo. Tú sueñas, los demás lloran.
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Profa. Leonor Ortega Gutiérrez
2. En el siguiente texto se han alterado completamente las secuencias de la narración. Lee
con atención y ordena los párrafos colocando sobre la línea el número que le
corresponda de tal manera que tenga coherencia.
DULCE PESADILLA , ABNEL
Mayra Santos-Febres
______
Y pensó en cómo todos los días de la semana a las 6:15 en punto ella se
acercaba a la ventana de su apartamento de solterona y detrás de la cortina liviana se ponía
a mirar hacia el edificio de enfrente para verlo salir del baño, húmedo, buscar sus pantalones
y camisas en el closet, vestirse lentamente y salir a quien sabe qué. A veces, daba el frente a
la ventana y le regalaba con su pubis enmarañada, hasta con su culebra tierna para que
tuviera pesadillas aquella noche. Siempre soñaba lo mismo: ella, la bibliotecaria fea,
chumba, flaca, era rescatada por Abnel en toalla, que se la llevaba de los anaqueles hasta su
cuarto. Allí le besaba los pezones suavemente; le pasaba la lengua por el vientre hasta el
ombligo, suave, suave. La besaba y de repente se convertía en bestia que la quería fajar a
toda costa, desmadejarle la vulva a mordiscos y dejarla rota, adolorida por atreverse a sonar
con su ternura, una mujer tan fea como ella, tan tonta y desabrida. Verlo desnudo, secándose
el cuerpo y luego vestirse sin premura era su consuelo. No podía perderse a Abnel aquella
tarde. Él la sacaba, aunque fuera de mentira, de su aburrimiento.
______
Las 6:25. La puerta de la guagua se abre en la parada. Ella se arroja de aquella
inmensa lombriz rodante y corre, corre desaforada escaleras arriba. Tira los paquetes al piso;
el bulto y la cartera se desparraman de alivio por todas partes. Ella se lanza, desfigurada, a
su ventana. Está tarde, tarde, diez minutos tarde. Se olvida de mantenerse oculta detrás de
la cortina. Casi la arranca de un manoplazo. Se lanza bocafuera a su ventana para tratar de
recuperar aunque sea un celaje de Abnel. Jadeante, llorosa, para en seco.
______
Al fin, carajo. ¡Y a era hora!" pensó tan alto que segundos después juraba que
el señor de al lado la había oído. Llevaba casi 45 minutos esperando la guagua. Al verla,
automáticamente sacó una peseta de la cartera y se preparó para el simulacro de guerra
venidero: meterse en la guagua a como diera lugar para luego pelearse hasta la muerte por
el último de los asientos disponibles. Ella era una experta en eso. Años de práctica habían
fortalecido sus codos y rodillas, agilizado su torso y cintura. Conocía todas las contorsiones
eficaces para llegar al asiento. Dos veces al día las había practicado. Así ha bía llegado a la
perfección.
______
Y de súbito, un milagro. A las 6:15 en punto el tránsito comienza a moverse,
poco a poco al principio. Se limpia la Loíza, dándole esperanzas a la desesperada. Va a llegar,
unos cuantos minutos tarde, pero llega. Quizás alcance tan sólo el celaje de las nalgas
húmedas de Abnel hacia el cuarto, quizás un rabito raudo de toalla abandonada al paso, pero
no importa. Dos semáforos más y estaría en la esquina de su casa. "Avanza, chofer. Cómete
la luz. ¡Avanza!" La súplica en los labios, los ojos salidos de sus órbitas, esperando permiso
para salir disparados hacia la ventana. "¡Avanza, chofer, otro semáforo más, la próxima
parada!" Y el chofer se deja dirigir por esa mano que no ve, la de la voluntad de ella, más
fuerte que el acero, más fuerte que un tapón citadino, más fuerte que el tiempo medido por
alarmas y reloj.
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Profa. Leonor Ortega Gutiérrez
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Una curva la sacó de la alta abstracción que la calentaba. Se asustó del
delicado sudor que perlaba su pecho. Paseó su vista por las paredes intestinales de la guagua:
Cristo te ama, Cógele el culo al prójimo, Libertad para los presos políticos, Carmen y Caco
forever. Carmen y Caco, Romeo y Julieta, ella y Abnel forever: para siempre.
_____
Calculó el tiempo. Y a estaba retrasada por la espera, pero si la guagua se
comía la luz, si doblaba por la Loíza vertiginosamente y si el conductor no hacía todas las
paradas, ella llegaría a tiempo, correría escaleras arriba, abriría la puerta y abandonaría su
cuerpo al éxtasis de verlo. El, hasta el delirio, su pelo negrísimo, su paso nervioso, verlo salir
mojado y en toalla de baño. Abnel Nieves su caja de correo lo dice, lo dice la placa del
intercomunicador, la curvatura de su espalda lo dice, el aire que raja de perfil y las gotitas
de agua resbalando por la entrepierna Abnel Nieves. "¡Avanza conductor!"
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Al otro lado del vacío, en el apartamento de enfrente, Abnel Nieves está
desnudo, mirando el reloj, de pie en medio de la ventana corrediza. Lentamente levanta los
ojos del reloj hacia el hueco donde aparece la vecina. Abnel la mira y sonríe malicioso
señalando el reloj, haciendo muecas de "¡Estás tarde!" Luego, siempre sonriente, procede en
su ritual, caminando despacio hacia el cuarto a vestirse deliberadamente para ella.
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Como de costumbre, resultó la feliz poseedora de un descascarado asiento al
lado de la ventanilla trasera de la guagua. Se había librado del chinazo abrumador, del
toqueteo y el roce en cada parada, Jesús, María y José, y de las axilas en déficit de
desodorante de aquéllos que, como ella, practicaban el ritual guagüero todas las tardes a las
5:00. Se acomodó bien en su parcelita de plástico y colocó su cartera en la falda,
aguantándola con ambas manos, por si acaso. La rutina la llevó a un breve examen de sus
compañeros de travesía: parejita de estudiantes tocándose los muslos de soslayo,
muchachita como de veinte años con dos nenes chiquitos, don que pregunta por la calle
Vinyater en alguna urbanización con nombre de leyenda española. "Jesús, María y José",
pensó aturdida.
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Las 5:50. La guagua vira vertiginosa la Loíza; todo parece ir bien. Pero de
repente el vehículo se encuentra de frente con tremendo tapón. Pasan tres minutos... cuatro.
La guagua no se mueve. Permanece encajada como un quiste putrefacto. "Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?" piensa, suspirando. Las 6:05. ¿qué sería de ella si la guagua no llega
a tiempo? ¿Cómo llenaría su tarde, su noche? ¿Con qué soñaría? Y para colmo, Abnel se
enojaría con ella y cerraría la ventana para siempre. Le cortaría de cuajo sus pesadillas para
dejarla más sola aún. "¡Las 6:10! ¡La vida me maltrata!" La vida la maltrata por vieja, por
fea, por plana; ella lo sabe bien. La vida le quiere quitar lo último que le queda. Ella está a
punto de llorar. Jesús, María y José. El conductor es el Anticristo.
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