El intercambio de favores en las capas medias en Chile: un marco antropológico para la reforma de la gerencia pública Emmanuelle Barozet 1 El objeto de esta ponencia es el “intercambio de favores”, una forma de reciprocidad entre individuos de un mismo círculo social, que permite, mediante vínculos informales, mantener una solidaridad orgánica entre cercanos 2 . Se trata de una práctica masiva, determinante e indispensable para obtener bienes y servicios -en especial en el sector público- o un trabajo, a los cuales no se podría tener acceso debido a las limitaciones de los servicios públicos o del mercado, a menos que sea mediante la personalización de los vínculos y la instrumentalización de las redes personales. Esta solidaridad orgánica no objetivada descansa en la conformación de lazos de confianza, que tienen un impacto fuerte sobre la forma de operar de la función pública. Nuestra meta en este trabajo consiste en describir y analizar esta práctica desde la perspectiva de quienes la usan para entender el peso que tiene en la vida social en Chile y de esta forma, aislaremos sus rasgos y dar una mirada sobre el contexto antropológico que enmarca la reflexión acerca de la profesionalización de la función pública y la promoción de la gerencia pública. La hipótesis de este trabajo es que para implementar nuevas prácticas en este ámbito, cabe primero objetivar, describir e incluir en la discusión el trasfondo antropológico de los intercambios, pues el intercambio de favores en Chile es una práctica que tiende a reorientar decisiones de carácter técnico que se pueden implementar en el marco de la modernización del Estado. Después de definir esta práctica, mostramos en primera instancia que está vinculada en Chile al desarrollo a lo largo del siglo XX de la clase media, que opera como agente histórico de redistribución del Estado. Luego, en una segunda parte más antropológica, estudiamos la naturaleza y las funciones del intercambio de favores, además de los significados que le atribuye quien recurre a él para conseguir bienes y servicios. También analizamos cómo esta noción explica la conformación de los espacios relacionales de las clases medias y sus relaciones con el sector público. En la tercera parte, examinamos las implicancias que tiene el carácter masivo del uso del intercambio de favores sobre la estructura de la sociedad chilena, en especial el hecho que los vínculos de confianza están limitados a la existencia previa de una relación cara a cara, es decir de una estructuración en red, lo que demuestra la poca confianza social 3 que existe en Chile. En la cuarta parte, profundizamos en la subestructura en la cual descansa esta práctica, el don y el contra-don (Mauss, 1924), lo que permite entender la importancia simbólica del intercambio de favores y la razón por la cual perdura en el tiempo, para posteriormente detallar el impacto de las variables sociales clásicas en este fenómeno. 1 Socióloga, doctora por la Escuela en Estudios en Ciencias Sociales de París (EHESS). Investigadora docente del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago y del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile; ebarozet@usach.cl. 2 Aclaramos de entrada que no estamos hablando de una singularidad de la sociedad chilena respecto a la existencia de una forma de solidaridad orgánica, en comparación con otras sociedades. El intercambio de favores es sin lugar a dudas un universal antropológico y existe en todas las latitudes, con distintos rasgos, distinta importancia y distinto peso en la vida cotidiana. Esta ponencia plantea los resultados parciales de una tesis doctoral (Barozet, 2002). Se trata de un trabajo de corte cualitativo realizado en Santiago de Chile entre 1998 y el 2002. 3 La confianza social es la confianza que se tiene a sistemas abstractos como instituciones o sistemas expertos; la confianza personal es la confianza que se teje cara a cara en relaciones interpersonales (Giddens, 1990). El intercambio de favores es un ejemplo de permanencia de un vínculo afectivo y funcional fuerte, que se fue estructurando en la primera mitad del siglo XX y que perdura hoy a pesar de las profundas transformaciones que ha sufrido la sociedad chilena. La fuerza de las relaciones y los intercambios que implica, no pueden ser dejados de lado a la hora de proponer mecanismos y reformas a la función pública. El intercambio de favores: un lazo social fundamental El intercambio de favores 4 –pituto o compadrazgo en lenguaje coloquial- es una práctica social casi institucionalizada en Chile, debido a su importancia y eficacia. En el seno de las clases medias, consiste en una forma de regulación social, entre la economía de mercado y la redistribución de la parte del Estado, que perdura como un intercambio constante y sistemático de asistencia, ayuda, apoyo entre familiares, amigos y conocidos. Se capitaliza como una deuda simbólica, que genera una reciprocidad importante y obligatoria. Llamado compadrazgo por la antropóloga Larissa Lomnitz a fines de los años sesenta (Lomnitz, 1994) 5 en el caso chileno, esta práctica se presenta como una “institución social” debido a su importancia y su extensión, y esto, desde los años cuarenta. En ese momento, se trata de “un sistema de reciprocidad que consiste en el intercambio continuo de favores que se dan, se reciben y se motivan dentro del marco de una ideología de la amistad. Estos favores suelen ser burocráticos y generalmente consisten en un trato preferencial dado a alguna persona a costa de los derechos y prioridades de terceras personas” (Lomnitz, 1994: 23). Aunque hoy en día los favores no son sólo de naturaleza burocrática -por los cambios ocurridos en la estructura estatal bajo la dictadura y la privatización de gran parte de los servicios públicos- aún permiten obtener no solamente un trabajo, si no también un gran número de bienes y servicios (permisos, documentos, préstamos, cuidados médicos, revisión técnica del auto, inscripción de un niño en un colegio, exención del servicio militar, por ejemplo) que no se pueden conseguir por las vías más formales o más institucionales a causa de las carencias de los sectores públicos y privados, así como a causa de la particular estructuración de la confianza que existe en Chile. A pesar del sentido que adquiere la palabra en este país, cabe recordar que el compadrazgo, en su definición más precisa, es una práctica social común a muchos países latinoamericanos y se puede considerar como un lazo fundamental de las relaciones sociales en América Latina. Posee, sin embargo, diferentes características según los países y las clases sociales; se trata de un objeto polimorfo y complejo, pero las funciones sociales y las significaciones que se le atribuyen son relativamente cercanas. Desde este punto de vista, la versión chilena está bastante alejada del núcleo antropológico: el compadrazgo en antropología se define como “una relación de co-parentezco espiritual, que instituye entre las personas lazos de intercambio y de obligaciones [...] y donde la función principal parece ser la constitución de una red de alianza segura“ (Lavaud, 1976: 106). En un sentido estricto, el compadrazgo se refiere a la relación que existe entre el padrino y la madrina de un niño, y en un sentido amplio, a la relación que existe entre los padres de un niño y aquellos que 4 Por favor, se entiende un intercambio de “servicios” entre dos personas, que es a primera vista voluntario, desinteresado y espontáneo y cuya naturaleza depende en la mayoría de los casos del lugar que los individuos involucrados ocupan en la estructura social. 5 El estudio de los intercambios de favores consiste en un solo artículo, corto. Es el primer y único artículo publicado sobre el intercambio de favores en Chile antes del presente trabajo. 2 asumen el rol de padrino y de madrina 6 . La cita anterior, que proviene de un estudio sobre Bolivia, no es menos válida en el caso de los países vecinos que comparten ciertos rasgos de una cultura relacional 7 fuertemente anclada en esta región. Sin embargo, en el caso que estudiamos, la práctica es distinta al término original: el intercambio de favores es un lazo alejado del ritual católico. Está también mucho menos ligado a las tradiciones indígenas que en otros países de la región, puesto que las capas medias chilenas son mayoritariamente de descendencia europea. Pero sí tiene en común el intercambio de servicios de distintas naturalezas y la existencia de una red de apoyo orgánico basado en claras reglas de reciprocidad. Aunque Lomnitz usa el término compadrazgo en el caso chileno para describir la ayuda mutua informal que existe en el seno de las capas medias durante los años sesenta, llamaremos a este fenómeno “intercambio de favores”, pues la autora utiliza la palabra compadrazgo en un sentido mucho más amplio que el que se usa en otros países y puede crear confusiones en la actualidad. En efecto, si bien el tipo de lazo que describimos aquí posee puntos comunes con el compadrazgo en su sentido antropológico, existen suficientes diferencias entre estas dos prácticas como para utilizar términos distintos. Primero, el intercambio de favores se da entre amigos y conocidos y no se limita a intercambios entre padrinos y padres de un niño. “El compadrazgo [chileno] es esencialmente una relación personal entre individuos que se consideran de igual nivel social. Según un informante, los compadres se reclutan entre « parientes, miembros de un mismo partido político, amigos, conocidos de un mismo nivel social, amigos de amigos, compañeros de trabajo, miembros de una logia masónica, o en general, gente que comparte las mismas aspiraciones intelectuales, una misma ideología política, o intereses similares en la vida»” (Lomnitz, 1994: 29-39). En segundo lugar, el uso de estos términos era efectivamente amplio en los años sesenta en el lenguaje hablado en Chile, mucho más que en la actualidad. Sin embargo, como la práctica permanece, y para evitar cualquier confusión con el intercambio desigual que implica el compadrazgo tal como lo definen Lavaud o Fine para otros países que Chile, utilizaremos entonces el término “intercambio de favores”, que permite destacar la especificidad de la relación y corresponde a la vez a la denominación local actual. Esta expresión se refiere a la relación continua entre dos personas, amigos o conocidos, que comúnmente se hacen favores. El término no se refiere solamente al momento preciso de la transacción, sino al tipo de relación que se establece entre las dos personas. La trayectoria histórica de esta práctica: la estrecha relación entre el crecimiento de las clases medias y la estructura estatal El intercambio de favores nace en los años veinte, período en que el desarrollo de los servicios administrativos del Estado chileno permite la creación de una importante clase 6 “Aparecido al margen de la voluntad de la Iglesia, como sin saberlo, en la época en que se deja de dar para padrinos a los niños a sus propios parientes, el compadrazgo instituye una amistad “hasta la muerte”, obligaciones de solidaridad, de prestación y contra-prestaciones, a menudo de sentimientos compartidos. Si desapareció como lazo ritual en Francia, en Inglaterra o Alemania, aún permanece vivo en una gran parte de la Europa central y del sureste mediterráneo, Balcanes, Italia Meridional” (Fine, 1994: 10). Véase también Ossio, 1984. 7 Por cultura relacional entendemos el conjunto de códigos, reglas y ritos que acompañan la instauración y el mantenimiento de relaciones sociales. 3 media cuya fuente de trabajo es sobretodo la administración pública hasta el año 1973 8 . Durante ese periodo, las clases medias se caracterizan por su carácter más bien urbano, por su aspiración a la movilidad social mediante la educación y por ser agentes estatales, a todos los niveles de la estructura pública. Las capas medias logran su máximo desarrollo entre los años cuarenta y cincuenta. Sin embargo, la integración de las clases populares en el sistema político a partir de los años sesenta y la polarización del debate llevan a un desequilibrio estructural que significa el retraimiento de la clase media a un segundo plano. En todo caso, desde los años cuarenta, el capital cultural 9 de este grupo es determinante para entender cómo se construyó su identidad, al igual que su cercanía con el Partido Radical y con la Democracia Cristiana y por lo tanto su relación con el sector público. Estas dos características son el sustento del capital social 10 de las capas medias en esa época, es decir los amigos de la escuela o la universidad y los amigos del partido. Además, el crecimiento del sector público instaura una relación paternalista desde el Estado, que las sucesivas reformas del aparato estatal no lograrán corregir. Por lo tanto, la gestión de los recursos públicos y el uso del capital social explican el estatus social que se alcanza en las capas medias, por sobre el capital económico, bastante mediocre cuando se analiza el nivel de sueldos. Es más bien mediante el pedido y la devolución constante de favores a los amigos y colegas que los miembros de las capas medias logran mantener cierto status socioeconómico. Respecto a esta época, Lomnitz subraya que el intercambio de favores consiste en “lazos de ayuda recíproca, cuidadosamente administrados y dosificados” (De la Peña, en Lomnitz, 1994: 7). Destaca el peso determinante de las conexiones políticas en el seno de la burocracia chilena y la importancia que éstas adquieren en la construcción de un bienestar material relativo en una sociedad marcada por la falta de bienes y servicios. Sin embargo, la autora condena la práctica de los favores a una muerte segura, en la medida que, ligando de manera rígida el favor a la inserción en la burocracia pública chilena, niega la posibilidad de una continuidad de esta práctica en un contexto diferente, sobretodo en el caso de una reforma del sector público. Con la dictadura, se reduce considerablemente el tamaño del Estado y las capas medias sufren una profunda desestructuración, bajo el doble impulso de la militarización de la vida civil y la privatización de los servicios públicos, lo que genera recorridos sociales descendientes en gran parte de este grupo. Sin embargo, a pesar de los pronósticos de Lomnitz y a pesar de este cambio drástico de la estructura política y económica del país, cuyas consecuencias sociales son aún hoy el objeto de un vasto debate ideológico y sociológico, el intercambio de favores sigue siendo una práctica muy presente y determinante para comprender, desde el análisis del Estado, el funcionamiento del sector público en Chile, y desde la microsociología, las estrategias de adaptación, sean personales, más a menudo familiares o de grupo frente a la transformación masiva del acceso al sector público. Cuando empezamos esta investigación, más de veinticinco años habían transcurrido desde la publicación del trabajo de Lomnitz, entre la tormenta de la Unidad Popular y los años 8 La clase media chilena representaba alrededor del 40% de la población en los sesenta, algo excepcional en América del sur, donde las desigualdades sociales son en general mucho más visibles. 9 Nivel educacional y cultural. 10 Extensión y calidad de la red social. 4 negros del inicio de la dictadura, luego los años grises que precedieron al plebiscito de 1988 y los años inciertos de la transición. Sin embargo, la casi perfecta adecuación de su análisis con las prácticas de los años noventa abrió nuevas interrogantes. A pesar de esta transformación profunda, muy corrientemente reconocida por los chilenos, cualquiera sea su tendencia política, la continuidad de la práctica de favores es más que evidente y sigue siendo el marco antropológico en el cual se inscriben los intercambios, en especial respecto a la función pública. Caracterización del intercambio de favores: una práctica masiva, eficiente, continua, recíproca y no objetivada El intercambio de favores es una práctica determinante hoy, ya que a través de ella los chilenos y chilenas de clase media 11 obtienen más rápidamente o con más facilidad ventajas y beneficios; de la misma forma, encuentran trabajo de manera sistemática, sin que existan otras formas de reclutamiento tan eficaces. Esto significa que aquellos y aquellas quienes necesitan realizar un trámite piden a sus amigos que los ayuden o los recomienden si el trámite es más complicado o su resolución más incierta 12 . Se trata de un vector particularmente eficaz para obtener los bienes y servicios a los cuales la administración pública, los servicios privados o la cobertura social de uno, que a menudo es insuficiente, no le dan acceso, sobretodo en el ámbito de la educación y la salud. Cabe señalar que existe una diferencia estricta entre el pituto 13 y el intercambio de favores, aunque se usen a menudo los dos términos como sinónimos, puesto que el segundo significa una relación continua (no puntual), que se da en un plano más bien horizontal y que es objeto de una reciprocidad obligatoria. En cambio, el pituto significa un empujón puntual de parte de una persona bien ubicada en la estructura donde el postulante desea insertarse, sin que esta transacción signifique una forma de igualdad entre los dos, ni la necesidad de una retribución posterior. A pesar de la cultura muy legalista que existe en Chile, el intercambio de favores no está penalizado por la ley, aunque constituye un incumplimiento flagrante de la imparcialidad del funcionamiento de las instituciones, de la justicia social y hasta de la justicia en sí. Se tolera en la medida en que representa una forma de ayuda mutua más eficaz contra las limitaciones de la economía de mercado y de los servicios básicos tanto públicos como privados, así como la ausencia de protección social. Por otra parte, se encuentran en esta práctica los roles tradicionales del intercambio afectivo característico de la amistad, además de las estructuras de prestigio implícitas y explícitas en la construcción de las redes sociales, en función del tipo de favor que se puede hacer; la calidad y el tamaño del favor implican mayor o menor prestigio. Se considera que se trata de una práctica institucionalizada, por ser 11 Limitamos este estudio a la clase media chilena, puesto que como lo mencionamos anteriormente, el intercambio de favores surge en este grupo específico. Para tener un análisis más preciso, decidimos centrarnos en un solo sector social, lo que permite aislar con más precisión prácticas y significados. Esto no implica que el intercambio de favores no exista en otros grupos sociales chilenos. Existe, pero con características distintas, aunque la base del intercambio sea la misma. 12 “Recomendación: 1) Acción de recomendar alguien; palabras, escritos por los cuales se recomienda. V. Apoyo, protección; pituto [...] 2) Acción de designar (una cosa) a la atención favorable de alguien, destacando los méritos, las ventajas. 3) Acción de aconsejar con insistencia [....]”. Diccionario Petit Robert. La segunda definición es muy cercana a la acepción chilena del término, salvo que se refiere a una persona y no a una cosa. No se trata de una presión real, pero sí del hecho de dar a conocer las cualidades de una persona para un empleo específico. 13 “Pituto: apoyo, protección, recomendación, que decide un nombramiento, un ascenso”, Diccionario Petit Robert. 5 masiva y tolerada, incluso hasta valorada como una forma local de solidaridad. Desde este punto de vista, matizamos la afirmación de Lomnitz acerca del hecho que el intercambio de favores sería sobre todo un vínculo horizontal. Claramente, no se trata de un vínculo vertical como puede ser el clientelismo, pero a pesar del discurso sobre la amistad, existen jerarquías sutiles que no dejan a todos en el mismo plano ni borra las diferencias sociales solamente porque se intercambian favores. Más allá del modelado de los espacios relacionales de las capas medias, el intercambio de favores posee un rol importante tanto en el ámbito económico o público de la transacción de bienes y servicios como en el ámbito de las negociaciones profesionales. Afirmamos incluso que el universo de esta práctica estructura la realidad social de las capas medias chilenas. Puede ser considerada como una forma de regulación social, si se entiende esto último como una forma de negociación permanente entre actores sociales a todos los niveles, en la cual las normas y las reglas sociales son reinterpretadas y reapropiadas. En efecto, “la confrontación de las lógicas contradictorias empleadas en el seno de toda sociedad, la existencia de estrategias múltiples empleadas por los actores sociales en su heterogeneidad, la incompatibilidad entre los universos” (Commaille, Jobert, 1998: 22). Contribuyen a la creación de un equilibrio dinámico en los sistemas sociales complejos. Otra característica del intercambio de favores consiste en su ausencia de objetivación en tanto práctica social, es decir que no existe una conciencia acerca del hecho. Se trata de un tema del cual no se debate abiertamente, ni en las conversaciones cotidianas ni en los medios sociológicos y muy poco en los espacios en los cuales se trata de la modernización del Estado. Incluso, esta práctica está muchas veces opacada por un auto convencimiento de los méritos propios, del peso de los diplomas y de la regulación liberal del mercado. Además, existe una contradicción discursiva en el intercambio de favores, que, si bien perpetúa cierta solidaridad entre las personas, se opone al “subsidio de bienes y servicios por intermedio del mercado” pregonado por los cantores del neoliberalismo y los promotores de la imagen de Chile “jaguar” de América, aunque este optimismo soberbio esté de capa caída desde finales de los noventa. Existe una incongruencia recurrente entre el discurso público neoliberal muy presente en Chile durante la dictadura y los gobiernos de la Concertación, y la existencia de un sistema de favores muy extendido en la mayoría de las capas sociales por otra parte. Cabe subrayar que los entrevistados de esta investigación tendían a transitar desde un discurso sobre sus propios méritos, el peso de su formación y una crítica hacia quienes han beneficiado de apoyos, a una toma de conciencia –mientras avanzaban en el relato de su experiencia- del peso de los intercambios de favores en su propia trayectoria y de las consecuencias que esto significa tanto para ellos mismos como para sus cercanos y la sociedad chilena en general. Además, estos dos discursos, de la eficacia del mercado en su versión neoliberal y de la obtención de un empleo o de un beneficio público por medio de la red informal más que por el peso del currículum o por el uso del canal burocrático tradicional, cohabitan sin contradicción aparente, en la medida en que uno se remite al dominio público y el otro al dominio privado. La persistencia del intercambio de favores responde también a la tensión que existe en una sociedad entre derechos y privilegios 14 . Este discurso público se basa en la idea de la eficacia del mercado y 14 El término compadrazgo, en su sentido chileno, puede asemejarse al término mayorazgo, que designa el conjunto de privilegios de los hijos primogénitos establecido en el siglo XVII para evitar la división de las grandes propiedades hipotecarias y la proliferación de los títulos de nobleza. Este sistema fue abolido a inicios del siglo XIX, sin embargo duró hasta comienzos del siglo XX. El término compadrazgo se refería entonces a los privilegios de los compadres, de la misma manera que el mayorazgo se refería al derecho de los hijos primogénitos. 6 de la inserción competitiva de Chile en los mercados internacionales de materias primas. Omite completamente todos los temas que pueden aproximar al país a sus vecinos (Perú, Bolivia y Argentina, donde la inestabilidad política y económica es permanente o crónica), entre ellos el intercambio de favores, el clientelismo o la corrupción 15 , temas sobre los cuales prácticamente no existe estudio sociológico alguno en Chile. Para el observador, se trata de una situación hasta cierto punto incongruente, que refleja una superposición de representaciones de la historia política de Chile de los últimos cuarenta años. El intercambio de favores como ritual amistoso del don Esta práctica, la que ha resistido al paso de los años y a las reformas, descansa en un ritual del don. Se trata de una característica fundamental, que consiste en obtener satisfacción para sí solamente cuando los intereses de los demás están también satisfechos en función de un intercambio constante, razón por la cual está profundamente enraizada. En efecto, corresponde a un ciclo de don y contra don, centro mismo de la reciprocidad, punto sistemáticamente destacado por los entrevistados; no se trata solamente de un intercambio contractual, sino más bien de un ritual, que permite mantener en el tiempo la relación de manera activa, con un contenido fuerte. Las formas del discurso empleado al momento de pedir o de hacer un favor, las formas de sociabilidad asociadas pueden ser entendidas como diversos aspectos rituales del intercambio. Una de nuestras metas en este trabajo consistió en reconstituir cada uno de los aspectos que lo componen y le dan su sentido: “Comprender la practica ritual, darle no sólo su razón, si no que su razón de ser, sin convertirla en construcción lógica o espiritual, no significa solamente reconstruir su lógica interna; es necesario restituirle también su necesidad práctica en la reunión de las condiciones reales de su génesis, es decir, de las condiciones donde se definen no solamente las funciones que ella asegura, si no también los medios que ella utiliza” (Bourdieu, 1991: 163). Esta práctica se basa también en una ideología de la amistad y une dos individuos o sus círculos sociales. Este lazo presenta además una característica fundamental de transitividad, que es sin lugar a duda la explicación última de la eficiencia del intercambio de favores en la vida social de los chilenos: los favores no se producen solamente entre dos personas que se conocen; también pueden existir entre dos desconocidos, si un amigo o un conocido común garantiza a la persona que va a hacer el favor que el individuo que se va a beneficiar de él es digno de confianza. Por lo tanto, se puede hacer un favor a una tercera persona desconocida si un amigo hace de intermedio y pide que se le haga un favor a esa tercera persona. En este caso, quedan dos deudos: quien se benefició del favor y el intermedio. Esta característica permite acceder a círculos sociales más lejanos y donde se transa otro tipo de información o ventajas, es decir recurrir a vínculos débiles 16 además de los vínculos fuertes 17 , según la distinción operada por Granovetter (1982) 18 . Los primeros son los que cementan la sociedad, pues establecen puentes entre camarillas o círculos sociales más estrechos compuestos por 15 Quizá los últimos acontecimientos que han afectado al gobierno empiecen a generar un interés más profundizado de los cientistas sociales acerca de la corrupción. 16 Los vínculos débiles corresponden a los vínculos más distantes, establecidos con conocidos, gente a quien no necesariamente se conoce profundamente pero sí se “ubica”. 17 Los vínculos fuertes corresponden a los parientes, amigos y personas muy cercanas, de quien se conoce en general detalladamente la vida, pero que por vivir en el mismo círculo social, maneja la misma información que maneja uno. 18 Granovetter demostró la eficiencia de los vínculos débiles a la hora de buscar un trabajo. También estableció que los vínculos débiles son más numerosos mientras más elevada la categoría socioprofesional. A cambio, los vínculos fuertes están más presentes mientras más bajo el nivel de estudios y el estatuto profesional. 7 amigos cercanos y familiares. Facilitan la difusión de la información y de las opiniones de manera informal pero no menos eficiente. La transitividad de los intercambios de favores es por lo tanto, además de la razón de la eficiencia de esta práctica, uno de los elementos que fortalece la estructura social, al poner en contactos círculos separados mediante fenómenos de reciprocidad y deudas simbólicas. La deuda simbólica es otro aspecto importante de esta práctica, debido a que nunca se sabe si se saldó o no la deuda inicial, lo que se transforma en una fuente inagotable de reciprocidad, base de la antropología del don. Vimos que la amistad es el sentimiento que motiva el intercambio –cualquiera sea su vertiente, más bien afectivo o instrumental- pero existen matices importantes y el no-cumplimiento de la reciprocidad puede significar que uno pase de ser amigo a simple desconocido, como castigo por no haber cumplido con la expectativa de devolución del favor o “de la mano”. El intercambio de favores establece derechos y deberes fuertes que insertan en individuo en una red segura. Los usos del intercambio de favores en función de las variables explicativas Después de esta descripción genérica del intercambio de favores, cabe ahora ahondar en las variables sociales que permiten aislar grupos específicos en función del uso que hacen de los favores así como de las distintas estrategias que se pueden aislar al respecto. En cuanto a las variables que más pesan, cabe señalar que la categoría socio profesional asociada al nivel educacional por un lado y la edad por el otro lado, son las dos variables explicativas de mayor peso. Primero, las fluctuaciones de la intensidad de la vida social y de los contactos con los demás en función de la edad son bien conocidas, en especial respecto a los ciclos de vida (Bidart, 1997). Desde este punto de vista, las capas medias chilenas no escapan a este esquema general. Lo que sí cabe subrayar es la capacidad que tienen los chilenos para mantener en el tiempo relaciones establecidas mucho tiempo antes, como reafirmación constante de los vínculos establecidos en una primera parte de la vida, en especial en el colegio o la universidad. Aquí entra en consideración la segunda variable, del nivel educacional, pero sobre todo del establecimiento en el cual uno se educó. Es bien conocido el hecho que los círculos sociales de una persona suelen ser más amplios y diversos mientras más nivel educacional y estatus profesional tiene (Bidart, 1997). Esta tendencia está reforzada en el caso chileno por la diferenciación muy fuerte que existe entre escuelas privadas y públicas y también entre escuela privadas, en función de niveles de prestigio, lo que a su vez determina el ingreso en las distintas universidades. Es en la escuela y en la universidad que se van formando los vínculos que serán determinantes en la edad adulta para conseguir favores, razón por la cual se cuidan tanto estos lazos, mediante rituales como la llamada o el mail semestral, las reuniones de promociones del colegio. Esta pertenencia inicial es un sello imborrable, razón por la cual la segmentación de la sociedad chilena desde tempranas edades impide fenómenos masivos de movilidad social. El género también es una variable influyente, pero más clásica y de menor peso, en la medida que hombres y mujeres no solicitan los mismos círculos ni los mismos favores, en función de la tradicional separación de los roles, lo que lleva las mujeres a solicitar más favores relacionados a la salud y la educación de los hijos, mientras el universo de los hombres está más orientado a los favores laborales, a grosso modo. Por último, cabe subrayar en el caso chileno la pertenencia política como variable explicativa, en especial para los grupos que han sufrido la represión de la dictadura, sea mediante exilio, restricción 8 laboral, persecuciones de varios tipos, lo que en concreto ha significado por años una drástica reducción de sus círculos sociales, lo que a su vez significa una muy limitada posibilidad de entrar en el intercambio de favores. Finalmente, la sociabilidad partidaria, si bien tuvo mucho peso en los años anteriores a la dictadura como espacio privilegiado de intercambio de favores, ya no cumple ese papel, al igual que la afiliación a sindicatos. A partir de estas variables, elaboramos una tipología de los usos del intercambio de favores. Cada una de las categorías presentadas a continuación corresponde a experiencias sociales distintas, así como a cierta jerarquía de los estatutos sociales: Los “integrados” son quienes usan el intercambio de favores de manera recurrente y tienen una sociabilidad importante y multipleja 19 , desde la infancia en muchos casos. Valoran el uso de esta práctica, en especial su contenido afectivo, y manejan bien las ubicaciones personales y profesionales de todos sus conocidos. Los “normativos” son quienes condenan el uso de los favores y suelen afirmar en primera instancia que no los usan. En la mayoría de los casos, se trata de personas que trabajan en la docencia o en el mundo militar, espacios normativos por excelencia. Tienden a criticar los efectos colaterales que tiene esta práctica, en especial la injusticia que significa para terceras personas que no tienen los contactos adecuados y la poca eficiencia que acarrea en lo laboral. Lo que no impide que también los usen en caso de necesitarlo. Los “independientes” son poco numerosos. Se trata de personas, que por diversas razones no necesitan pedir favores, como por ejemplo las dueñas de casa acomodadas, debido que son más bien los maridos quienes usan sus contactos, lo que les da la sensación de no necesitar favores. Sin embargo, apenas necesitan resolver un problema en el sector público o buscar trabajo, suelen reactivar redes antiguas. Los “desafiliados sociales” son quienes han sufrido un descenso en la estructura social durante la dictadura y se diferencian de las clases populares por el nivel de educación más que por los ingresos. La pauperización ha significado la desaparición de muchos de sus vínculos sociales o cierta dificultad a encontrar nuevos, lo que reduce drásticamente el círculo de personas a quienes pueden pedir favores. Rasgos de carácter como la timidez refuerzan este encierro. Este grupo vive en una situación de gran precariedad y suele estar consciente de la falta de vinculaciones. Los “desafiliados políticos” son quienes han visto cortarse bruscamente su vida social debido a la represión durante la dictadura, por ser de izquierda, como lo mencionamos anteriormente. La vuelta a la democracia no siempre ha coincidido con la posibilidad de reintegrarse plenamente a los círculos sociales. Pertenecen a la “generación perdida”. En general, en las clases medias chilenas, las redes sociales tienden a ser densas y 19 La multiplejidad en las redes se refiere a que un vínculo social puede tener varias funciones. Por ejemplo, un colega, puede ser a la vez amigo o incluso ser un pariente. Se refiere por lo tanto a la complejidad de la red, según los matices de las relaciones (amistad, parentezco, vecindario, trabajo, etc.). 9 multiplejas, en especial en los tres primeros grupos de la tipología, además de verse activadas cada cierto tiempo. Sin decir que se trata de una práctica meramente utilitaria, se puede afirmar que corresponde a la necesidad de rodearse de nexos de confianza, lo que se traduce en general en los primeros encuentros por una conversación alrededor del lugar donde uno trabaja, en qué establecimiento o universidad estudió, en qué barrio se crió para al final encontrar por lo menos un conocido en común, lo que sella el pacto de confianza. Además, se tiende a saber en qué trabaja cada miembro de la red, el nombre de la institución o empresa y en qué puesto, base que permite luego pedir el favor adecuado a la persona adecuada. Existe por lo tanto en los vínculos una tensión constante entre amistad afectiva y amistad instrumental. Más allá de la descripción antropológica del intercambio de favores, subrayamos que a través del análisis de una práctica específica, de sus mecanismos de funcionamiento, del significado que los actores le atribuyen y de las consecuencias que tiene sobre el conjunto de la estructura social chilena, queremos contribuir a la sociología chilena con dos reflexiones entrelazadas; por una parte examinar la autonomía relativa de los actores en comparación con las normas y reglas que ordenan los sistemas sociales, a la negociación de estas normas y a la regulación de las estrategias contradictorias de los actores. En este punto preciso, existe en Chile maneras de administrar socialmente una situación de carencia relativamente generalizada sobre la base de un conjunto de relaciones sociales, lo que nos “permite pasar del nivel micro (propuestas y estrategias de los actores) al nivel macro (arquitectura de la organización como sistema social). La identificación de los modos de regulación abre el camino a la demostración de que un sistema, si existe, se compone de algo más que la sola yuxtaposición de actores singulares y de relaciones bilaterales” (Commaille, Jobert, 1998: 41). Por lo tanto, los modelos relacionales de regulación en el seno de los sistemas sociales no pueden ser obviados a la hora de repensar los entornos institucionales de la administración pública: el establecimiento de lazos personales y la conformación de redes responde también y de manera compleja a problemáticas sociales de envergadura, como puede ser la carencia de bienes y servicios, la repartición o la redistribución de estos últimos en función de criterios que no son sólo económicos, la importancia de una solidaridad orgánica y su perennidad en los sistemas que se conciben como modernos. El ejemplo que desarrollamos aquí es particularmente esclarecedor, debido a su carácter masivo en un contexto que se piensa eminentemente neoliberal, y en el cual el funcionamiento del sector público estaría cada vez más sometido a las reglas de eficiencia del sector privado. Esto permite mostrar cómo, en el seno de sociedades complejas, se articulan de manera dinámica la producción de normas, el respeto de éstas, el diseño más o menos conciente de estrategias personales, familiares o de grupo respecto a una estructura social, la satisfacción de necesidades personales y sociales, en un espacio donde se encuentran el Estado y los servicios, la economía de mercado y el mundo de las relaciones informales. Este espacio que se encuentra al margen de los grandes espacios institucionales y económicos ha sido revalorizado por la sociología estos últimos años y nuestra reflexión se inserta plenamente en esta perspectiva. Finalmente, llama la atención la carencia en confianza social que existe en la sociedad chilena, y particularmente en el seno de sus capas medias. Al estudiar las redes y los círculos sociales de este grupo, se ve claramente que la casi totalidad de las transacciones de la vida cotidiana se realizan entre conocidos, lo que mantiene la necesidad del cara a cara, cuando la existencia de un “espacio público” (Cottereau, 1992) real y el paso a la modernidad descansan en la capacidad de confiar en personas anónimas, por la función que 10 ejercen en la sociedad. Esta estructuración de la confianza según redes personales, sin cristalización de una forma de confianza social, nos parece una de las consecuencias centrales de la existencia del intercambio de favores y uno de los puntos a profundizar en la reflexión acerca de la profesionalización de la función pública en Chile. En esta ponencia, quisimos traer a la luz una práctica ligada a la sociabilidad de las clases medias chilenas, la que no es objetivada a nivel de sentido común, pero que es clave para interpretar el funcionamiento de la sociedad chilena. El intercambio de favores, que puede parecer en un primer momento una simple ayuda entre amigos, tiene sin embargo un uso mucho más significante y profundo para quienes recurren a él así como para el conjunto del edificio social, en el sentido que se encuentra en el corazón de la creación y de la mantención de relaciones sociales diversas y ricas, tanto desde el punto de vista afectivo como económico o simbólico, siendo uno de los elementos que obliga a entender de forma contextualizada la ejecución de servicios públicos en Chile. Bibliografía Barozet, Emmanuelle (2002), L’échange de faveurs au sein des couches moyennes chiliennes: de l’entraide informelle à la régulation sociale, tesis doctoral, mimeo. Bidart, Claire (1997), L’amitié, un lien social, París, La Découverte. Bourdieu, Pierre (1991), El sentido práctico, Madrid, Taurus Humanidades. Commaille, Jacques y Jobert, Bruno (editores) (1998), Les métamorphoses de la régulation politique, Paris, L.G.D.J., Maison des Sciences de l’Homme. Cottereau, Alain (1992), « "Esprit public" et capacité de juger », en Raisons pratiques, Paris, EHESS. Fine, Agnès (1994), Parrains, marraines. La parenté spirituelle en Europe, Paris, Fayard. Giddens, Anthony (1990), The Consequences of Modernity, Stanford, Stanford University Press. Granovetter, Mark S. (1982) « The Strengh of Weak Ties. A Network Theory Revisited », en Lin, Nan y Mardsen, Peter, Social Structure and Network Analysis, California, Sage Publications. Lavaud, Jean-Pierre (1976), « Compérage, stratification sociale et rapports de pouvoir : une enquête à La Paz », en Cahiers des Amériques Latines, n° 13-14, Paris. Lomnitz, Larissa (1994), “«El compadrazgo», reciprocidad de favores en la clase media urbana de Chile”, en Redes sociales, cultura y poder: ensayos de antropología latinoamericana, México, FLACSO. Mauss, Marcel (1924), « Essai sur le don. Forme et raison de l’échange dans les sociétés archaïques », en Mauss, Marcel, Sociologie et anthropologie, Paris, PUF. Ossio, Juan M., (1984) « Cultural Continuity, Structure and Context : Some Peculiarities of the Andean Compadrazgo », en Smith, Raymond T. (editor), Kinship Ideology and Practice in Latin America, Chapel Hill and London, The University of North Carolina Press. Reseña biográfica Emmanuelle Barozet es francesa, socióloga, doctora en sociología por l’Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS) de París, diplomada del Instituto de Ciencia Política de París y postdoctorada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia. Sus líneas de investigación son análisis de redes sociales, patronazgo político y redes de ayuda en 11 movimientos políticos. Trabaja actualmente en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago (http://lauca.usach.cl/~idea/) y el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile (http://www.uchile.cl/facultades/inap/cienciapolitica/index.html); ebarozet@usach.cl 12