mÚSiCa de CÁmaRa CuaRteto QuiRoga Cuarteto en residencia Salón de ColumnaS PalaCio Real de madRid miércoles 4 de noviembre de 2015 e sta extraordinaria partitura constituye la cuarta entrega de la colección de los seis cuartetos de cuerda que mozart compuso entre 1782 y 1785 y que dedicó a Franz Joseph Haydn. Se han hecho célebres los términos de la dedicatoria, en la que mozart pide a Haydn clemencia y comprensión para con su obra, que ha nacido fruto de un largo y penoso trabajo. en ese reconocimiento se mezclan el recuerdo de los duros momentos de estudio y ensayo con el orgullo de la obra bien hecha; basta analizar cualquier fragmento de estos cuartetos "a Haydn" para comprender cuánto se distancian de los anteriores escritos por mozart, quien trabajaba en aquel tiempo, hasta dominarla, la escritura cuartetística. no queda en dicha colección ningún rasgo juvenil y abundan, por el contrario, los hallazgos armónicos y tímbricos y los golpes de talento formal. lo más extraordinario, con todo, es la maestría en el trenzado de las voces que sitúa a estas partituras en el olimpo del género camerístico. no se conoce muy bien en qué momento se compuso el Cuarteto K 428. Probablemente nació entre el verano de 1783 y el invierno siguiente. la obra comienza con cuatro compases en unísono, es decir, con todos los instrumentos tocando la misma música. al desplegarse las voces en el quinto compás, se produce un efecto de claroscuro, un chorro de luz que corta la oscuridad y muestra con gran impacto expresivo la amplitud de la estancia armónica que vamos a habitar. el tema, heredero del Sturm und Drang haydniano, camina desde los saltos y violencias de su primera mitad hacia una resolución serena y delicada. la música prosigue con paso austero y con una contención exterior que contrasta eficazmente con su pujanza interior. en el segundo movimiento —en inusual tonalidad de la bemol mayor— se produce un contraste parecido: el discurso apacible se ve inquietado una y otra vez por una armonía que lucha por desbordar los moldes establecidos. Halbreich y ménétrier encuentran en este Andante con moto premoniciones wagnerianas, nada menos, y sitúan entre sus cromatismos las raíces del tristán. la obra se resuelve con Menuetto de aires populares y un Allegro vivace entregado al gozo rítmico. anton Webern dio número de opus, es decir, aceptó como obras suyas dignas de ser publicadas, muy pocas obras. Concretamente, treinta y una, todas ellas breves y muchas brevísimas. en el ámbito del cuarteto de cuerda fueron asumidos los Cinco Movimientos op. 5 de 1909, las Seis Bagatelas op. 9 de 1913, y el Cuarteto op. 28 de 1938. Webern es, seguramente, el compositor más esenciado de la historia. Su obra completa podría hacerse sonar en un solo concierto maratón, que serviría de perfecta ilustración musical a la conocida máxima de Baltasar gracián: vale más quintaesencias que fárragos. Pero Webern no fue siempre un miniaturista. en 1965, veinte años después de su muerte, aparecieron entre sus papeles algunas partituras de gran interés en las que Webern despliega su discurso en minutajes más amplios y en estructuras más relajadas. entre esas partituras inéditas hay tres para cuarteto de cuerda: un Movimiento lento y un Cuarteto de cuerdas de 1905, y el Rondó de 1906 que oiremos hoy. en ellas vemos a un Webern previo al dodecafonismo, cercano a los aleteos finales de la estética tardoromántica, la de su maestro arnold Schönberg, también de Richard Strauss y del último mahler. la pieza tiene, efectivamente, estructura de rondó, con un estribillo en ritmo de vals vienés que Webern entrega en cada aparición a un instrumento. entre estribillo y estribillo hay episodios bien contrastados. destacan el fugado central y para finalizar la coda, en la que aparecen entrelazados los temas que han sonado anteriormente. los seis cuartetos de cuerda op. 18 fueron publicados en 1801 con dedicatoria al príncipe lobkowitz y fueron compuestos en los dos años anteriores. Representan el desembarco de Beethoven en un género que, en sus manos, acabaría corriendo la misma suerte que los demás (la sonata, la sinfonía): primero el pleno dominio, luego la producción de tesoros y, por fin, la trasfiguración del género y su ascensión, por escaleras de contrapunto, a alturas misteriosas. aún hoy nos miran desde arriba los últimos cuartetos, las últimas sonatas y la última sinfonía de Beethoven. en el veni, vidi, vici de este césar de la música, los cuartetos opus 18 representan el veni, que no es aprender, sino hacerse una composición de lugar. Por otra parte, estos cuartetos no nacieron de la nada, sino de la experiencia que el Beethoven treintañero había acumulado previamente componiendo tríos de cuerda y sonatas para violín y violonchelo. Había aprendido mucho de su querido amigo, el violinista ignaz Schuppanzigh, del cuartetista aloys Förster, y conocía los seis cuartetos de la magistral op. 76 de Haydn, además de los seis de mozart dedicados al propio Haydn. los cuartetos op. 18 se compusieron entre 1798 y 1800. es muy probable que la primera interpretación ocurriera en casa del Príncipe lichnovski a cargo del Cuarteto Schuppanzigh. las partituras están dedicadas, sin embargo, a otro príncipe, lobkowitz, que recibiría más tarde la dedicatoria de otro cuarteto, el op. 74, y la Sinfonía núm. 3. el cuarteto en fa mayor, aunque situado al principio de la colección, fue en realidad el segundo por orden de composición. le precedió el núm. 3 en re mayor. empieza exactamente con el mismo efecto de claroscuro del Cuarteto en mi bemol de mozart que abrió nuestro concierto. los cuatro instrumentos entonan el motivo principal al unísono, en blanco y negro podemos decir. inmediatamente, en el compás quinto, se despliegan sus voces en armonía, en colores. el efecto se repite y da lugar a un movimiento magnífico, pura música de cámara con contribución imaginativa de los cuatro instrumentos a la conversación común, y puro Beethoven. la omnipresencia del pequeño motivo inicial le sirve al compositor para construir con técnica parecida a la del albañil que hace crecer la pared con ladrillos pequeños. asombrosa mampostería musical que alcanzaría pocos años después su cénit en la Quinta sinfonía. el Adagio affettuoso ed appassionato responde literalmente a su título. la melodía que expone el primer violín nos captura desde el principio y parece haber inspirado al célebre Après une rêve de Fauré. de principio a fin, la pieza está dominada por la emoción. los dos últimos movimientos levantan un poco el pedal: suavemente lúdico el Scherzo y brillante, como corresponde, el Allegro final. Álvaro guibert asesor de música de Patrimonio nacional Programa Wolfgang amadeus mozart (1756 - 1791) Cuarteto núm. 16 en mi bemol mayor, K 428 allegro non troppo andante con moto menuetto - trio allegro vivace anton Webern (1883 - 1945) Rondó ludWig van beethoven (1770 - 1827) Cuarteto núm. 1 en fa mayor, op. 18/1 allegro con brio adagio affettuoso ed appassionato Scherzo: allegro molto allegro Con los Stradivarius de la Colección Real Cuarteto Quiroga aitoR Hevia: violín CiBRÁn SieRRa: violín JoSeP PuCHadeS: viola Helena Poggio: violonchelo Exquisito: interpretaciones frescas, precisas y perfectamente equilibradas, trazadas con tonos consistentemente cálidos. the new York times, 17 enero, 2012. el Cuarteto Quiroga está considerado hoy como uno de los grupos más singulares y activos de la nueva generación europea, internacionalmente reconocido entre crítica y público por la fuerte personalidad de su carácter como grupo y por sus interpretaciones audaces y renovadoras. el grupo nació con la voluntad de rendir homenaje a la figura del gran violinista gallego manuel Quiroga, uno de los instrumentistas más sobresalientes de la historia musical española junto con Pau Casals y Pablo de Sarasate. Formado desde sus inicios con el maestro Rainer Schmidt (Cuarteto Hagen) en la escuela Superior de música Reina Sofía de madrid, el cuarteto prosiguió sus estudios en la musikhochschule Basel y en Pro Quartet-CemC con Walter levin (Cuarteto laSalle) y finalmente en la eCma con Hatto Beyerle (Cuarteto alban Berg). otros grandes maestros que han influido en la personalidad musical del cuarteto son Ferenc Rados, györgy Kurtág, andrás Keller, Johannes meissl y eberhard Feltz. múltiplemente galardonado en los concursos internacionales para cuarteto más relevantes (Bordeaux, Borciani, Beijing, genéve, Fnapec-Paris, Palau de Barcelona, etc.), el cuarteto es un habitual de las salas y festivales más importantes de europa y américa (Wigmore Hall london, Philarmonie Berlin, lincoln Center nY, Frick Collection new York, Heidelberger Frühling, Concertgebouw amsterdam, de doelen Rotterdam, auditorio nacional madrid, nybrokajen estocolmo, les invalides Paris, auditori Barcelona, gonfallone di Roma, martinu Hall Prague, Quincena musical donostiarra, Buenos aires, teatro Solís montevideo, national gallery Washington dC, etc.), y sus conciertos han sido grabados y retransmitidos por Rne, Radio France, BBC3, Rai, mezzotv, RadioSueca-P2, SWR2, WdR3, Sony, etc. en 2007 recibió el Premio Ojo Crítico que otorga anualmente Radio nacional de españa. en junio del 2014, como responsable del ciclo Contrapunto de verano del Cndm, en el auditorio nacional de madrid, ofreció seis conciertos con los op.20 de Haydn, los cuartetos de mozart dedicados a Haydn y la integral de g. Kurtág para cuarteto de cuerda, hasta entonces nunca interpretada en concierto. entre sus colaboradores habituales en escena están músicos de la talla de Javier Perianes, valentin erben, Richard lester, vladimir mendelssohn, alain meunier, Jeremy menuhin, Chen Halevy, david Kadouch, el coreógrafo Hideto Hesiki, el dramaturgo Peter Ries o el actor José luis gómez. Fuertemente implicados con la enseñanza de la música de cámara, son profesores cada verano en el Curso internacional de música de llanes, responsables de la Cátedra de Cuarteto de Cuerda del Conservatorio Superior de música de aragón e invitados regularmente a Conservatorios y universidades de españa, Holanda, Suecia, ee.uu., emiratos Árabes y latinoamérica. Sus discos “Statements”, “(R)evolutions” y “Frei aber einsam” grabados para la discográfica holandesa Cobra, han cosechado el aplauso unánime de la crítica especializada y el público a nivel internacional y han sido galardonados con el Premio al mejor Álbum de música Clásica 2012 por la unión Fonográfica independiente, varios sellos Excepcional (2013, 2015) de la revista Scherzo y otras tantas menciones de Disco para la historia de la revista Ritmo (2013, 2015). Su último trabajo discográfico, en colaboración con el pianista Javier Perianes, acaba de salir al mercado editado por Harmonia mundi y está dedicado a los Quintetos de Joaquín turina y enrique granados. el Cuarteto Quiroga tiene su residencia habitual en la Fundación museo Cerralbo de madrid. desde octubre de 2013, el Quiroga es el cuarteto en residencia en la Colección de Stradivarius del Palacio Real. una ColeCCión úniCa antonio Stradivari (Cremona, 1644-1737) fabricó más de mil instrumentos de cuerda que han corrido suerte varia. Han sobrevivido alrededor de seiscientos cincuenta, prácticamente todos de factura perfecta y sonido prodigioso. el propio Stradivari decoró algunos de ellos primorosamente, fileteando el contorno de las tapas superior e inferior con incrustaciones de marfil y cubriendo de arabescos y figuras de animales y de cupidos los aros y clavijeros. de estas maravillas han llegado a nuestros días únicamente once: los cinco de la Smithsonian institution (los violines greffhule, ole Bull, Hellier y Sunrise y la viola axelrod), el violín Potter del museo ashmolean de la universidad de oxford, el violín Rode de un coleccionista privado y, naturalmente, el conjunto de dos violines, viola y violonchelo del Palacio Real de madrid, los instrumentos llamados “españoles”, “palatinos” o “de la Colección Real”. once, no hay más. de ahí su incalculable valor, que se añade al ya de por sí inmenso que tienen todos los stradivarius por serlo. nótese que, entre los relacionados, solo existe un violonchelo, el de madrid, lo que convierte al de la colección palatina en el único cuarteto de stradivarius decorados por su autor. existe también el llamado “Cuarteto axelrod”, hoy en la Smithsonian, cuyo violonchelo es el marylebone, un stradivarius cuyo dueño hizo decorar recientemente tomando como patrón los arabescos del violonchelo de madrid. Y hablando de violonchelos, el Palacio Real custodia otro, un espléndido stradivarius sin decorar de 1700. lo verdaderamente importante desde el punto de vista musical es que el de madrid es, propiamente dicho, el único conjunto de instrumentos de cuerdas, ornamentado o no, creado por Stradivari como conjunto, con el propósito de que sonaran a la vez. no son cuatro instrumentos reunidos por coleccionistas, sino un cuarteto, un conjunto, y nació para serlo. lo que significa que en este caso —y solo en éste— la consecución de un color sonoro común, que es una de las tareas más difíciles que afrontan los cuartetistas, no es solo cometido de ellos, sino también, a trescientos años de distancia, del constructor de los instrumentos. aunque su etiqueta indique 1709, Stradivari construyó estos instrumentos seguramente en la última década del seiscientos, quizá en dos impulsos creativos, puesto que en los dos violines la decoración de los aros está inscrustada, mientras que en la viola y el violonchelo está dibujada con tinta china. el conjunto nació como quinteto con dos violas, una de ellas tenor y la otra contralto. en 1702, estando en Cremona el joven rey de españa, Felipe v, Stradivari le ofreció el quinteto, pero la operación no llegó a completarse por motivos aún no aclarados. los instrumentos no salieron del taller familiar de los Stradivari hasta que, tres cuartos de siglo después, en 1772, Paolo, hijo de antonio, los vendió a la corte española para el servicio del Príncipe de asturias, el futuro Carlos iv, violinista aficionado y gran amante de la música de cámara. desde entonces, el conjunto se conserva en este Palacio Real, salvo por la peripecia de las violas, que desaparecieron con la retirada de las tropas napoleónicas. de una de ellas, la grande, no se ha vuelto a saber. la otra, más pequeña, tuvo diversos dueños hasta que fue comprada por Patrimonio nacional a la casa Hill de londres en 1951, por gestión del violonchelista Juan antonio Ruiz Casaux. desde entonces, españa vuelve a ser sede de un conjunto que es, por una parte, testigo de la historia y, por otra, magnífico instrumento de cultura. los stradivarius de Palacio dan testimonio del prestigio histórico de la monarquía española (ni el patriarca antonio ni sus hijos quisieron vender los instrumentos sino al rey de españa) y de la importancia musical que tuvieron la Capilla Real y la Cámara del Príncipe de asturias en el último tercio del siglo Xviii. el cuarteto se convierte, además, en instrumento vivo de cultura al estar expuesto habitualmente a la admiración de los visitantes del museo de Palacio Real y al sonar regularmente, en conciertos abiertos al público. el régimen de “cuarteto en residencia/cuartetos invitados” asegura, además, que los stradivarius estén siempre puestos a punto en cuanto instrumentos musicales en uso y puedan sonar en todo su esplendor en las manos de músicos que han tenido tiempo suficiente para compenetrarse con ellos. Se trata de que todos podamos acceder a la experiencia de los stradivarius de Palacio en su máxima expresión: la belleza de sus líneas y ornamentos, la excepcionalidad de su condición y razón de ser y el carácter literalmente único de su sonido conjunto. Álvaro guibert