BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE ROMA 1 y 2 En el siglo VIII a. de C., Roma es una pequeña aldea situada en el corazón del Latium, es decir , de Italia. 3 En el año 275 a. de C. , tras la victoria sobre Pirro, Roma domina toda la península. 4 En el año 31 a. de C Roma ya es dueña de todo el Mediterráneo. 5 Año 116 d. de C. Roma alcanza su máxima extensión: de Escocia hasta Arabia; del Danubio y el Caúcaso hasta el Sahara. 1. Geografía histórica del Imperio Romano. 1 2. Breve Historia de Roma. Según la leyenda, el príncipe troyano Eneas, tras escapar de la destrucción de su ciudad y después de andar errando largo tiempo por el Mediterráneo, acaba por desembarcar en la costa del Lacio, donde reina el rey Latino, con el que forma alianza. Ascanio, hijo de Eneas, venido de Troya en su compañía, funda la ciudad de Alba, donde reina después de él una serie de reyes, descendientes suyos. El último, Procas, deja dos hijos, Numítor y Amulio. Numítor, el mayor y heredero legítimo, es derribado por Amulio, que relega a la hija de aquél, Rea Silvia, entre las Vestales. A pesar de esta precaución, Rea Silvia, fecundada por Marte, tiene dos gemelos, Rómulo y Remo. Amulio manda abandonarlos en las aguas del Tíber. Amamantados por una loba, los gemelos sobreviven y, cuando son mayores, matan a Amulio y devuelven el poder a Numítor, que les concede, para establecer allí una ciudad, el lugar mismo en que habían sido recogidos del río, la colina del Palatino. Así, según esta leyenda, los romanos conectaban su origen con el más prestigioso mito griego, la guerra de Troya, por lo que, en ocasiones, los poetas llaman a Roma la Nueva Troya. Tras matar a su hermano, Rómulo se ocupa en edificar la ciudad. La leyenda dice que la fundación tuvo lugar el 21 de abril del 753 a. C. La fundación de Roma, en la forma que le concede la tradición, representa una verdad simplificada y esquematizada; a la luz de la historia, tal fundación se revela más compleja. Se efectúa en tres etapas: las primeras aldeas romanas, la liga septimontial y la Roma etrusca unificada. Desde el siglo X a.C., el suelo romano vio constituirse una serie de aldeas, colonias latinas que pretenden hacer frente a la expansión etrusca. Desde fines del siglo VIII se opera una transformación capital en la vida de las aldeas romanas: el paso del aislamiento a la vida federativa. Siete de las aldeas situadas en el suelo romano se agrupan en la federación del Septimontium, que se mantendrá hasta la conquista etrusca, a mediados del siglo VII a.C. Esta federación crea una organización centralizada: un rey elegido vitaliciamente, una Asamblea, un Senado y un ejército. 2 A mediados del siglo VII a.C. los etruscos llegan al Lacio. La conquista etrusca representa para el Lacio una inmensa y súbita aportación de civilización: el paso de la vida de tribu a la vida urbana, la sustitución gradual de la vida pastoral por la agricultura, la construcción en piedra, etc. De las humildes aldeas diseminadas sobre las colinas romanas, los reyes etruscos hicieron una ciudad en el sentido material de la palabra y crearon un Estado centralizado. Los latinos daban tradicionalmente a su río el nombre de Rumón; la ciudad creada por los etruscos será la ciudad del río, Roma. La dominación etrusca en Roma duró un siglo y medio, hundiéndose en lo que tradicionalmente se ha denominado revolución del 509, que supuso la expulsión de los reyes etruscos y el comienzo de la época republicana. La constitución de la República Romana se basaba en el equilibrio de tres órganos que se controlaban mutuamente: Magistrados, Comicios y Senado. La unión entre ellos se plasma en la expresión SENATUS POPULUSQUE ROMANUS (SPQR). Tras continuas luchas con los pueblos vecinos, en el año 264 toda la Italia peninsular reconoce la hegemonía romana. Una vez conseguida la unificación de la península italiana, Roma se lanza a la conquista del Mediterráneo, guerreando contra los cartagineses en el Mediterráneo occidental (Guerras Púnicas) y contra los macedonios en el Mediterráneo oriental. Con la victoria sobre estos dos enemigos Roma se convirtió en dueña del Mediterráneo. A la muerte de Julio César (100-44 a. C.), se abrió una nueva etapa de lucha por el poder, que acabó en el 31 a. C. con la victoria de Octavio Augusto en la batalla de Accio. Con Octavio Augusto se inicia en Roma la época imperial. La palabra imperium designaba el mando supremo, el poder de los más altos cargos públicos, que Octavio fue acumulando poco a poco: el emperador será el jefe supremo civil, militar y religioso. En el año 476 d. C. desapareció el Imperio Romano de Occidente, cuando Odoacro, un jefe militar de origen germano, depuso al último emperador, un muchacho de trece años llamado Rómulo Augústulo. Por su lado, el Imperio Romano de Oriente perduró hasta 1453, fecha en que su capital, Constantinopla, fue tomada por los turcos. 3 LA SOCIEDAD ROMANA La población romana está constituida por dos grandes bloques humanos: hombres libres y esclavos. Los hombres libres pueden ser ciudadanos (cives) o extranjeros (peregrini). A estos últimos se les permite residir en Roma, pero carecen de derechos políticos. Los ciudadanos poseen la civitas o ciudadanía, cuyos elementos son: Ius suffragii: derecho de sufragio activo, es decir, derecho a emitir su voto en cuestiones relativas al Estado. Ius honorum: derecho a ser elegido para ocupar cargos públicos. Derechos políticos Ius provocationis ad populum : derecho de apelar, ante la asamblea del pueblo, contra la sentencia de azotes o muerte dictada por un magistrado. Ius connubii: derecho a contraer matrimonio válido según las leyes romanas. Derechos civiles Ius commercii: derecho a la propiedad y al comercio. Ius (legis) actionis: posibilidad de hacer valer sus derechos frente a la ley. Estos derechos pueden adquirirse por nacimiento, por manumisión, por ley o por concesión especial del Estado; asimismo, pueden perderse total o parcialmente. Los ciudadanos se dividían, en un principio, en patricios y plebeyos. Los patricios eran los descendientes de los primitivos romanos, y constituyen la aristocracia de la sangre. Los plebeyos forman la mayoría de la población en Roma, y proceden sobre todo de los pueblos sometidos y de la inmigración; esta masa está separada de los patricios por carecer del ius connubii, pero va conquistando poco a poco, tras largas y tenaces luchas, la igualdad de derechos cívicos, sobre todo debido a la necesidad de su cooperación en el terreno militar. Tras la expulsión de los reyes (509 a. C.), comienzan las luchas sociales entre patricios y plebeyos, con la exigencia de éstos del reconocimiento de sus derechos políticos y civiles. A partir del 302 a. C. la plebe consigue el acceso a todas las magistraturas. Al equipararse políticamente patricios y plebeyos, la antigua nobleza de sangre pierde gradualmente su importancia y deja paso a la nobleza de los cargos públicos (ordo senatorius –orden senatorial-) y a la nobleza del dinero (ordo equester –clase de los caballeros-). El ordo senatorius o nobilitas (acceso al Senado), creado por Augusto como categoría jurídica cerrada y carácter hereditario, está constituido tanto por patricios como por plebeyos, cuyos antepasados habían desempeñado una magistratura del cursus honorum (cuestor, edil, pretor o cónsul). 4 El plebeyo que conseguía llegar a edil curul[1] se convertía en homo novus, y fundaba la nobilitas de su familia. Esta clase senatorial denominaba a sus miembros optimates y boni cives, y representa la primera clase de la sociedad. El ordo equester integró una rica burguesía dedicada a las actividades económicas y judiciales. Como los senadores no podían dedicarse al comercio ni a los negocios, los caballeros se dedicaron al comercio a gran escala, al cobro de impuestos públicos, a contratistas de obras públicas, etc. Otra categoría dentro de los hombres libres la constituían los llamados clientes. Se trataba de ciudadanos libres que voluntariamente se ponían bajo la protección de una persona rica (patronus –patrón-). En los primeros tiempos, la clientela había supuesto una relación íntima y casi sagrada entre patrón y cliente, pero se convirtió durante el imperio en una relación de alquiler: el cliente pasó a ser una figura decorativa, mal pagada y peor tratada, en el séquito de su señor. En el siglo II d. C. hay unos 150.000 clientes en Roma, procedentes de los proletarios[2]. La inmensa mayoría de la población de Roma puede ser englobada bajo el nombre de tercer estado (plebeyos pobres), y en ella predominaba con mucho, sin duda alguna, el proletariado, cuya existencia giraba en torno al lema panem et circenses. Pero al lado de esta pobreza, había entre las gentes de humilde condición quienes disfrutaban de bienestar y de riqueza. Los esclavos eran sólo cosas, no seres humanos. El poder de sus amos sobre ellos era ilimitado, pudiendo incluso darles muerte, si bien en la época de la república su situación se hace más humana. El esclavo carece de bienes personales y no puede contraer matrimonio legal; podían elegir una compañera de esclavitud para celebrar con ella un matrimonio entre esclavos (contubernium). Los esclavos trabajaron en obras públicas, minas, canteras, explotaciones rurales, etc. Al lado de los servi privati estaban también los servi publici, propiedad del estado, que estaban empleados en los servicios públicos, como personal de bomberos, aguas, remeros, ayudantes de sacerdotes y magistrados, etc. Los esclavos podían recuperar su libertad (manumisión), bien como recompensa a una buena conducta bien porque el propio esclavo se la compraba a su amo. El esclavo manumitido se denominaba liberto, que goza de derechos limitados y continúa debiendo a su antiguo dueño respeto y fidelidad. Las actividades comerciales, como también las artesanales, estaban en su mayor parte en manos de esclavos y libertos, porque los hombres libres, aunque fuesen pobres, consideraban estas profesiones como indignas de ellos. La situación de la mujer. En Roma, en los primeros tiempos, el pater familias tenía un completo control sobre su esposa y su familia, pero en general la ley romana concedía a la mujer más derechos que la griega. No vivían recluidas en casa y comían con sus esposos; eran libres para abandonar la casa y visitar no sólo tiendas, sino también lugares públicos como teatros y juzgados. Muchas mujeres romanas de clase elevada eran influyentes y tomaban parte activa en los asuntos sobre los que se discutía en sus casas. La mujer romana se casaba generalmente entre los trece y los diecisiete años. Una vez dentro de su casa, la mujer ocupaba una posición bastante independiente, sobre todo en época imperial, cuando se consideró a la mujer como propietaria de los bienes que ella había aportado al matrimonio. Así era lógico que las mujeres empuñasen con frecuencia las riendas de la casa, mandando en ellas más que el marido e incluso sobre él. 5 La posición independiente que la mujer ocupaba en Roma bajo el Imperio llevaba aparejada una fuerte tentación que la empujaba a veces a romper las trabas impuestas a su sexo. Aunque no llegarían a hacerse frecuentes los casos de mujeres que participaban en torneos gimnásticos o que peleasen como gladiadores, sí fueron más frecuentes los casos de mujeres interesadas por la marcha de los asuntos del mundo y que tomaban parte activa de ellos. [1] Magistrado encargado de la administración municipal. [2] Proletarii: hombres para quienes la única riqueza es su descendencia. 6 RELIGIÓN Y MITOLOGÍA 1. La religión doméstica Aparte de la creencia en los grandes dioses del panteón grecorromano, el hombre en Grecia y Roma, como ha sucedido en todos los pueblos, sintió la necesidad de una relación más privada e íntima con el mundo sobrenatural, una relación de carácter mucho más práctico que le garantizara la protección y el favor de los dioses. Esta necesidad de relación íntima con las divinidades dio origen al culto familiar o doméstico. Todas las prácticas de este culto privado en Grecia y Roma se basan en una misma creencia: la inmortalidad del alma. La creencia en la pervivencia después de la muerte y la consideración de los muertos como seres sagrados dio origen al culto religioso probablemente más antiguo: el culto a los muertos. El culto a los muertos era idéntico en Grecia y en Roma, y se centraba en la necesidad de ofrecerles comidas fúnebres para asegurar su felicidad. El muerto que era olvidado por su familia se convertía en un ser maléfico que castigaba de todas las formas posibles a los vivos; el muerto que era debidamente honrado pasaba a ser un dios tutelar que amaba a quienes le ofrecían los alimentos. En muy estrecha relación con el culto a los muertos se encuentra el culto al fuego, pues era en el hogar, en el sitio reservado al fuego sagrado, donde se guardaba el recuerdo de las almas de los muertos. La casa de un griego o de un romano encerraba un altar, y en él tenía que haber siempre un poco de ceniza y carbones encendidos. Era obligación para el jefe de la casa conservar el fuego día y noche. En esta religión doméstica, el padre era el único sacerdote, era el único que podía enseñarla, y sólo podía transmitírsela a su hijo, sólo se propagaba de varón a varón. Los ritos, los cánticos y todo lo que formaba parte de esta religión doméstica eran una propiedad sagrada de la familia, que ésta no compartía con nadie ni podía revelar a nadie. 7 Los principales dioses del panteón griego, que los romanos asimilaron muy pronto al entrar en contacto con la cultura griega, son los siguientes: EL PANTEÓN GRECORROMANO Nombre griego Nombre latino Identidad y atribuciones Símbolos ZEUS JÚPITER Poder supremo sobre los Águila, cetro y rayo. dioses y los hombres. HERA JUNO Esposa de Zeus. Cuida los Pavo real y diadema. matrimonios. ATENEA MINERVA Diosa de la sabiduría, artes y Lechuza, olivo casco y oficios, y de la victoria en la escudo. guerra. APOLO APOLO Hermano gemelo de Ártemis. Lira, flechas, laurel y Dios de la belleza física y las sol. bellas artes. ÁRTEMIS DIANA Diosa de la castidad y la caza. HERMES MERCURIO HEFESTO VULCANO ARES MARTE Amante de Afrodita. Dios de Casco y armas. la guerra. AFRODITA VENUS Diosa del amor y la belleza. DEMÉTER CERES Diosa de la agricultura, la fecundidad y el amor Espigas de trigo y hoz. maternal. POSIDÓN NEPTUNO HADES PLUTÓN HESTIA VESTA Arco, carcaj creciente. y luna Mensajero de los dioses. Dios Sandalias, sombrero del comercio y la elocuencia. alado y caduceo. Esposo de Afrodita. Dios del Martillo, fuego y los metales. yunque. Concha, manzana. tenazas paloma y y Dios del mar y los terremotos Tridente y caballo. Dios del reino de los muertos. Can Cerbero y trono. Diosa del hogar. Llama. Hija de Deméter y esposa de PERSÉFONE PROSÉRPINA Hades. Diosa de la muerte y Plantas. la renovación. DIONISO BACO Dios del desenfreno. vino y del Viñas, tirso y pantera. 3. Comunicación entre dioses y hombres: plegarias, sacrificios y adivinación. Para complacer a la divinidad y gozar de su protección, griegos y romanos ofrecían a los dioses sacrificios de animales y productos del campo. El sacrificio era un acto litúrgico que tenía que ser presidido por un sacerdote, y que tenía que realizarse escrupulosamente de acuerdo con el ritual tradicional. Acompañando al sacrificio, el sacerdote pronunciaba plegarias dirigidas a la divinidad. Los sacrificios de animales (ovejas, cabras, cerdos, toros, bueyes, etc.) solían terminar en banquete para los participantes. Pero había también sacrificios en los que la víctima debía ser quemada por completo, los llamados holocaustos. En Grecia y en Roma la adivinación ocupaba un lugar muy importante, pues sirviéndose de ella los hombres pretendían conocer la voluntad de los dioses en el presente y en el futuro. La adivinación puede dividirse en dos tipos: natural y artificial. 8 La forma más común de la adivinación natural se basa en los sueños, que el individuo puede interpretar por sí mismo o por mediación de un intérprete profesional. Pero la adivinación natural tiene sus máximos representantes en profetas y profetisas, preparados y expertos, quienes, en un estado de éxtasis, pueden revelar los deseos de Zeus, transmitidos en especial por su hijo Apolo, el dios de la adivinación por excelencia. El oráculo más famoso y frecuentado de Grecia era el oráculo de Apolo en Delfos. Una sacerdotisa, la Pitia, entraba en trance y pronunciaba unas palabras incoherentes que luego eran interpretadas de un modo ambiguo. La adivinación artificial se basa en la observación externa de animales, plantas y objetos. La más conocida es la técnica de los augurios, observación del comportamiento de los pájaros. Tuvo también mucha importancia la observación de las entrañas de los animales sacrificados. 4. Otras creencias religiosas no oficiales. En la religión oficial se ruega a los dioses para la prosperidad de la ciudad; pero muchos hombres permanecían indiferentes ante la religión oficial y muchas veces se inclinaban por otras creencias y corrientes religiosas, creencias que tenían como finalidad la salvación individual de los hombres. Veamos algunas las creencias más extendidas. La astrología, creencia que asegura que la posición de los astros en el firmamento afecta de lleno a la vida de los humanos. Los astrólogos también se llamaban matemáticos, porque para conocer los secretos del horóscopo tenían que hacer cálculos muy complicados. La filosofía, que sustituía a la religión, sobre todo entre las clases acomodadas y cultas de la sociedad romana. Como la religión estatal no ofrecía modelos de comportamiento ni normas morales que obedecer, la filosofía fue un refugio para muchos intelectuales. Las corrientes filosóficas más influyentes en Roma fueron el estoicismo y el epicureísmo. El estoicismo fue la corriente filosófica más popular entre los romanos. Los estoicos creían que el universo estaba regido por leyes fijas e inmutables que controlan la vida de los hombres y, por tanto, no había que preocuparse por el futuro. El epicureísmo fue otra corriente filosófica, menos extendida que la anterior entre los romanos. Sus ideas básicas eran que el mundo estaba hecho de átomos regidos por leyes inmutables, y que el supremo fin del hombre era el placer y la felicidad que se conseguían practicando la amistad y evitando todo lo que se opone a ella, como el temor a los dioses, al destino y a la muerte. No creía en las ceremonias ni en los sacrificios. Las religiones orientales se introdujeron también en Roma gracias a la facilidad de comunicaciones entre las diversas provincias del imperio. Entre las sectas orientales más importantes cabe destacar el culto a Cibeles y a Atis, procedente de Asia Menor; el culto a Isis y Osiris, procedente de Egipto; el culto a Mitra, procedente de Persia. Todas estas 9 corrientes se fundamentaban en los conceptos de la muerte y de la resurrección y de la filiación divina de la humanidad, de la iluminación mística y la redención. También prometían el contacto directo con la divinidad y la esperanza de una vida sobrenatural y feliz. El culto al Emperador. A partir de Augusto, los romanos empezaron a divinizar a sus emperadores. Al morir un emperador se levantaban templos en su honor y todos los habitantes del Imperio tenían la obligación de celebrar su culto. El judaísmo. Los judíos eran exclusivistas, hacían sus cultos privadamente en sus sinagogas. El monoteísmo inflexible de los judíos los distinguía de los devotos de otras religiones, y su consiguiente ausencia de toda ceremonia religiosa pública contribuyó a hacerlos impopulares y a crearles fama de misántropos. Fueron expulsados varias veces de Roma. El cristianismo, probablemente, se introdujo en Roma a través de las comunidades judías establecidas en la capital del Imperio. La adoración a Yahvé debió extenderse del mismo modo que la de las otras divinidades orientales. El cristianismo habría sido aceptado por las autoridades romanas si los cristianos no hubieran rehusado dar culto a los otros dioses ni reconocer a un dios en la figura del emperador, lo que convertía al cristiano en enemigo público. En principio, el cristianismo fue muy impopular entre los romanos, lo que aprovechó Nerón para inculparlos en el incendio de Roma en el 64 d.C. Las gentes cultas los despreciaban por su pobreza, por su ignorancia, por el desdén que mostraban por el arte y la ciencia y por cuanto daba encanto y belleza a la vida, por su falta de patriotismo y por su indiferencia ante los intereses más vitales del estado. Las masas, por su parte, los odiaban: su retraimiento de toda la sociedad no cristiana, unido a su compenetración cerrada entre ellos mismos, su repugnancia a todas las ceremonias relacionadas con el culto pagano, el rigor de sus costumbres, su empeño en amenazar constantemente a los que no profesaban su religión con la condenación eterna, bastaba para que se acusase a los cristianos de "odiar al género humano". El cristianismo fue perseguido con mayor o menor saña hasta la proclamación del Edicto de Milán, promulgado por Constantino en el año 313, a partir del cual hubo libertad de culto. Como todas las religiones orientales, el cristianismo implica una iniciación: una vez instruido de los preceptos de la religión, el iniciando ha de ser bautizado y confirmado. La ceremonia principal del culto era el ágape, comida fraternal en la cual se producía la consagración del pan y del vino, origen de la misa. 10 EL DERECHO ROMANO Y SU PERVIVENCIA EN ORDENAMIENTOS JURÍDICOS POSTERIORES. 1. El Derecho Romano y sus fuentes. Para los juristas romanos, el derecho era el resultado de las leyes, plebiscitos, senadoconsultos, constituciones imperiales, edictos de los magistrados y respuestas de los Prudentes. A esto hay que añadir la fuente del derecho más abundante en su origen: la costumbre. El mos maiorum, esto es, las tradiciones de los antepasados relativas a lo que se estima como justo, sirvió de base a la organización gentilicia y familiar, a todo es sistema de relaciones privadas y a la estructura jurídica, religiosa, cultural y social de Roma, hasta la aparición de la Ley de las XII Tablas (mediados del siglo V a.C.). Mientras no hubo leyes escritas, el dominio de los pontífices sobre el Derecho fue prácticamente total. En los libri pontificales se guardaban los dictámenes sobre cuestiones públicas, y sólo los pontífices podían consultarlos. La primera ley escrita en Roma fue la Ley de las Doce Tablas (Lex Duodecim Tabularum), obra de dos colegios sucesivos de diez miembros (Decemuiri legibus scribundis consulari potestate). El texto íntegro de la Ley no ha llegado hasta nosotros y sólo se la conoce fragmentariamente a través de citas y referencias de autores tardíos. Se trata de un texto muy simple, expresiones imperativas de gran rudeza. Se admite la ley del talión y la pena de muerte para el ladrón de mieses. Redactadas entre 451 y 449 a.C., no fueron derogadas hasta Justiniano, aunque estaban en desuso desde mucho antes. A partir de la Ley de las Doce Tablas, el fas (lo lícito) y el ius (lo justo) se disocian y el Derecho comienza un proceso de secularización. En la época arcaica, además de los mores maiorum y de su fijación en la Ley de las Doce Tablas, tuvieron algún papel como fuentes del derecho las leges. La leges, en términos generales, eran declaraciones de potestad que vinculaban tanto a quien las daba como a quien las aceptaba. Podía tratarse de una lex privata, esto es, la que declaraba quien disponía de lo suyo en un negocio privado, o de una lex publica, es decir, la declarada por un magistrado y recibida por los comicios con su autorización. Esta ley era dictada por el magistrado en los comicios, donde se prestaba la autorización por parte del pueblo para que vinculara a todos los ciudadanos y, era pública, precisamente porque se daba al pueblo y su texto se exponía ante él. Quien daba la lex publica era un magistrado (rogatio) y no el pueblo, que, en los comicios, sólo se limitaba a autorizarla (iussum) o a vetarla, mediante el voto con las palabras uti rogas (como lo dictas) o antiqua. El plebiscitum no afectaba, en principio, más que a la plebe, pero con el tiempo llegó a ser una variante de la lex, ya que la Lex Hortensia (287 a.C.) lo hizo obligatorio para todos los ciudadanos. El senatusconsultum es un dictamen del Senado. Al caer en desuso los comicios legislativos, en el siglo I d.C., el Senado heredó este poder, que el emperador acabó monopolizando. 11 El ius ciuile, derecho civil, es un derecho creado por los romanos sólo para los romanos. El ius gentium regulaba las relaciones entre romanos y extranjeros. En lo sustancial no se diferencia del ius ciuile, pero es más sencillo, menos formalista y prescinde de complicados rituales. En época ciceroniana se identificó el ius gentium con el Derecho Natural, como un conjunto de preceptos jurídicos y éticos dictados por la naturaleza para todos los hombres y pueblos. El ius honorarium se basaba en los edictos de los magistrados, y respondía al derecho que éstos tenían de hacer reglamentos y comunicaciones (ius edicendi). Sólo el veto de otros magistrados (intercessio) podía limitar la libertad del pretor. Esto permitía ir adaptando el derecho al ritmo de las necesidades sociales, y convirtió al ius honorarium en la principal fuente del Derecho y en la creación más original de la capacidad jurídica de los romanos. Ya que ni los magistrados ni los jueces estaban en realidad familiarizados con el derecho, llegaron a ser de gran importancia personas que, aunque no participaban en la administración de la justicia, sí tenían conocimientos legales: eran los iurisprudentes (también llamados iurisconsulti o iurisperiti). Los responsa iurisprudentium eran grabados y editados por los alumnos del experto en cuestión, y tenían autoridad proporcional a su reputación como abogado. El ‘dar respuesta’ conducía a la adquisición de poder, y de algún modo Augusto debió de controlarlo, limitando el derecho de responsa a ciertos juristas, a los que se concedió el ius publice respondendi ex auctoritate Principis, es decir, los responsa de ciertos jurisconsultos debían darse como emanados de su propia autoridad y, en tal carácter, se restringía la libertad del juez que debía preferir sus opiniones a las de aquellos que no contaban con esta facultad. 2. La jurisprudencia en época clásica. La época clásica del derecho romano fue antecedida por la denominada arcaica, que comprendió el período de la Realeza y gran parte de la República (753 a.C.-130 a.C.), y que en cuanto a las fuentes del derecho se caracterizó, entre otras notas, porque su fuente inicial fueron los mores maiorum, luego fijados en la Ley de las Doce Tablas. La época clásica, que correspondió a la de la consolidación del Derecho Romano como un derecho de juristas, se extendió desde el 130 a.C. hasta el 230 d.C. En los siglos I y II d.C. la jurisprudencia alcanza su máximo esplendor. El régimen imperial supo alentar el desarrollo de la ciencia jurídica y aprovecharlo para sus fines políticos y para la administración del Estado. Quinto Mucio Escévola, que fue cónsul el año 95 a.C., escribió la primera exposición sistemática del ius civile en 18 libros, que se ocupaban ordenadamente de las siguientes materias: herencia, personas, cosas, y obligaciones. Las figuras más relevantes al principio de la época clásica fueron M. Antistio Labeón (42 a.C.- 22 d.C.) y C. Ateyo Capitón (muerto en 22 d.C.). El primero era de espíritu innovador y amante de las libertades republicanas; es muy citado por juristas posteriores. Capitón, más conformista, no ejerció influencia posterior. Estos dos juristas fundan dos escuelas rivales: los sabinianos (fundada por Capitón) y los proculeyanos (fundada por Labeón). En la época de los Antoninos (siglo II d.C.) aparecen grandes juristas, entre los que destaca Gayo, el único jurista romano del que se conserva una obra prácticamente completa, Institutiones, que es una exposición sumaria de todo el derecho romano privado. También a esta época pertenecen Juvencio Celso, autor de unos Digesta de gran influencia en escritores posteriores, L. Salvio Juliano, también muy influyente en autores posteriores, y Sexto Pomponio. 12 En tiempos de los Severos (primera mitad del siglo III d.C.) los juristas más importantes son: Papiniano, condiscípulo y amigo del emperador Septimio Severo, miembro del Consilium Principis, Paulo, Ulpiano y Modestino. 3. La jurisprudencia en época postclásica. La época postclásica comprendió el período político llamado Dominado o Bajo Imperio. Comenzó hacia el 230 d.C. con los cerca de 50 años de anarquía política y acabó en Oriente hacia el 530 d.C. con la fijación del Derecho Romano llevada a cabo por Justiniano. La jurisprudencia cedió su lugar como principal fuente del derecho a la legislación Imperial. La intervención del emperador en el campo del derecho acabó por convertirse en la fuente del mismo, mediante las constituciones imperiales. La Constitutio Principis comprende toda clase de disposiciones emanadas del emperador. Su lema era ‘quod Principi placuit legis habet uigorem’. Las constituciones imperiales presentan varias facetas: edictos, decretos, epistulae y mandatos. Junto a estas formas se encontraban los rescripta que, en cuanto emanadas del emperador, se las considera genéricamente como constituciones imperiales, aunque eran una manifestación de la jurisprudencia vinculada al poder imperial a través del consilium del Príncipe. En el siglo V la hegemonía pasa a Oriente sobre todo porque allí se dio un activo cultivo académico del derecho, vinculado particularmente a las universidades de Berito y de Constantinopla, donde hubo toda una escuela de profesores de derecho que mantuvo la tradición clásica del derecho romano. Estos juristas abrieron el camino para la obra de Justiniano. La variedad de las normas jurídicas imperiales se plasmó en las obras que sistematizaban su contenido: el codex. Los primeros fueron fruto de la iniciativa privada de un jurisconsulto, cuyo nombre toman. La primera codificación oficial fue el Codex Theodosianus, ordenada por Teodosio II y que entra en vigor en 439 d.C. Esta labor codificadora culmina en las grandes compilaciones de Justiniano. El conjunto de compilaciones de Justiniano, realizadas entre 528 y 533, se conoce desde el siglo VI con el nombre de Corpus iuris ciuilis, y se reparte en los siguientes bloques: - Institutiones: de carácter elemental, dedicadas a los estudiantes, cuya base son las Institutiones de Gayo. - Digesta o Pandectae: compilación de textos de jurisconsultos clásicos (Ulpiano, Paulo, Papiniano y Juliano). - Codex: compilación de leyes, ordenadas por materias. - Nouellae: constituciones imperiales posteriores a las compiladas en el Codex. 4. Las huellas del derecho romano. 13 El Corpus iuris ciuilis del Imperio Romano de Occidente, en el momento de su desintegración política y de su sustitución por los diversos reinos bárbaros, eran el Codex Theodosianus y las Nouellae. En los nuevos reinos bárbaros el derecho queda plasmado en el Codex Euricinianus (hacia el 476) y en la Lex Romana Wisigothorum (Breuiarium Alaricianum o ‘Códice de Alarico’, de 506). En la España visigótica se va acentuando la desnaturalización del derecho romano en la revisión del Codex Euricinianus y en la Lex Visigothorum, compilación de Recesvinto (hacia el 654). En el siglo XII, la creación de las primeras universidades trae un renacimiento de los estudios jurídicos. La compilación de Justiniano se considera como el derecho usual en el Imperio de Occidente, heredero y continuador del Imperio Romano. Los estudios se incrementaron en los siglos sucesivos, con una orientación teóricopráctica y este mos italicus (sistema italiano) se extiende a todas las universidades de Europa durante los siglos XV y XVI. Los humanistas del siglo XVI aplican a los textos jurídicos los métodos filológicos, en lo que se denominó mos gallicus, por ser Francia el centro de estos estudios en los siglos XVI y XVII. En algunos países pervivió el Derecho Romano como derecho supletorio e incluso como derecho común. La inclusión en los planes de estudio condujo al desarrollo del ‘usus modernus Pandectarum’, que intentaba conjugar el Derecho Romano con el nacional. En la actualidad, el Derecho Romano carece prácticamente de vigencia. Sigue en los planes de estudio de las universidades porque constituye una introducción general y básica para el estudio del derecho privado y explica el origen de muchas instituciones que existen actualmente. 5. Algunos principios de Derecho Romano: los derechos fundamentales del ciudadano. El ciudadano romano en óptima situación jurídica –ciuis optimo iure- gozaba en el orden privado, entre otros, de los siguientes derechos: - Ius connubii: derecho a contraer matrimonio legal. - Ius commercii: derecho a poseer bienes, comprar, vender, etc. - Testamentifactio: capacidad de hacer testamento y ser testigo o beneficiario. En el orden público disfrutaba de: - Ius suffragii: derecho a votar en las asambleas. - Ius honorum: derecho a ser elegido para cargos públicos. - Ius prouocationis: derecho a apelar a la asamblea del pueblo contra la sentencia de un magistrado. En un principio sólo podían ser ciudadanos romanos los que habitaban en el territorio urbano. En el siglo I a.C. se extendió la ciudadanía romana a toda Italia. Ya en el siglo II d.C., el emperador Caracalla nombró ciudadanos a todos los habitantes del Imperio. Los únicos sujetos de derecho con toda plenitud y extensión eran los que reunían estas condiciones: ser libre, ciudadano romano y no estar sujeto a ninguna otra autoridad familiar. Así, los paterfamilias son los únicos romanos con plenitud de derechos, cosa que no ocurría con sus hijos, aunque hubieran llegado a la mayoría de edad, mientras viviera el padre, de cuya autoridad dependían. 14 La mujer romana no gozaba del ius suffragii ni del ius honorum. La situación jurídica de los esclavos fue variando a través de la historia de Roma. En época primitiva eran escasos y su situación era parecida a la de los hombres libres trabajadores. Sin embargo, en los primeros tiempos de la República comienza la cosificación del esclavo (en la Lex Aquila –siglo III a.C.-, las lesiones a un esclavo eran considerados como daños en las cosas), cuando van surgiendo las grandes explotaciones agrícolas, el auge de las manufacturas y la minería. El esclavo es la fuerza del trabajo, y carece de derechos. En época imperial, con la aparición del ideal de humanitas y del cristianismo, las condiciones de vida del esclavo se suavizaron y mejoraron. Aunque no tenía personalidad jurídica, podía realizar negocios, pero todo lo que adquiriera pasaba a ser patrimonio de su dueño. Podía disponer de alguna pequeña cantidad de bienes (peculium) en disfrute, pero no en propiedad. No tenía derecho al matrimonio legal, pero la unión entre esclavos (contubernium) era de carácter estable y monogámica. 15 LOS ESPECTÁCULOS EN ROMA En Roma, los espectáculos públicos que la clase dirigente procuraba al pueblo se llamaban genéricamente juegos públicos (ludi). Eran gratuitos, pues eran un derecho del ciudadano, no un lujo. Los lugares de celebración de espectáculos eran tres: el circo, el anfiteatro y el teatro, cada uno especializado en un tipo de espectáculo. El circo. El circo era un recinto alargado con gradas para los espectadores, y con un pista (arena) dividida por un muro central (spina). El circo más antiguo e imponente de Roma era el Circo Máximo, que contaba con un aforo de más de 385.000 espectadores. Los juegos comenzaban con un desfile inaugural (pompa) por las calles de Roma, desde el Capitolio hasta el Circo Máximo, desfile encabezado por el magistrado que ofrecía los juegos, quien, al llegar al Circo Máximo, declaraba inaugurado el espectáculo. Estos juegos solían incluir las siguientes competiciones: - Ludus Troianus, que consistía en un simulacro de batalla entre los jóvenes de la aristocracia. - Exhibiciones ecuestres, acrobacias a caballo realizadas por jinetes expertos (desultores). - Carreras pedestres, en las que durante horas y horas los participantes daban cientos de vueltas a la pista del circo. - Carreras de carros, que eran el plato fuerte de los juegos. Los carros eran tirados por dos, tres o cuatro caballos. Cada carrera consistía en dar siete vueltas a la pista alrededor de la espina central. Estos espectáculos de carros enloquecían a la multitud, que se dividía en apasionadas facciones, cada una de ellas identificada por un color: los verdes, los azules, los rojos y los blancos. Bajo estos colores latían diferentes tendencias políticas y sociales: los azules solían representar a la aristocracia, mientras que los verdes eran seguidos masivamente por las clases populares. Los aurigas podían 16 convertirse en auténticas estrellas si conseguían muchas victorias, y lo mismo sucedía con algunos caballos, a los que el público conocía y animaba como si fuesen personas. Los juegos circenses servían además para realizar apuestas de grandes sumas de dinero, que enriquecían a unos y arruinaban a otros. [ El anfiteatro. El anfiteatro es una construcción ovalada que recuerda dos teatros unidos. El anfiteatro Flavio, o Coliseo, el edificio más emblemático de Roma, fue inaugurado en el año 80 d. C., y tenía una capacidad para 50.000 espectadores. Este tipo de edificios, que no tiene precedentes en otras culturas antiguas, consta de las siguientes partes: - Subterráneo, galerías que albergaban las salas donde esperaban los gladiadores, un foso y jaulas para los animales, las máquinas que movían los decorados, etc.; - Arena, óvalo central del anfiteatro, donde tenían lugar los espectáculos. - Cávea, graderío dividido en tres sectores, de los que el más cercano a la arena estaba reservado a las clases altas. Se podía disponer de un gran toldo (velum) para proteger al público del sol. En el anfiteatro se ofrecían tres tipos de espectáculos: combates de gladiadores, luchas de fieras salvajes y combates navales. Los combates de gladiadores se convirtieron en el espectáculo preferido por los romanos. Un hombre podía convertirse en gladiador de tres maneras: por ser condenado a muerte o a trabajos forzados, por ser un esclavo castigado por su dueño, o por ser un ciudadano libre que renuncia a todos sus derechos de ciudadano (fundamentalmente por motivos económicos). Los gladiadores se entrenaban en escuelas especiales, propiedad de un empresario (lanista), que alquilaba o vendía los gladiadores al organizador de los juegos. Había varios tipos de gladiadores, según su indumentaria y las armas que portaban. Cuando uno de los luchadores caía al suelo vencido pedía clemencia a la multitud, que decidía perdonarlo o hacía que el vencedor lo degollara. Los vencedores obtenían una palma como premio simbólico, recibían regalos y grandes sumas de dinero; el haber recibido varias palmas convertía a un gladiador en auténtica estrella: su rostro aparecía en monedas, jarrones y otros objetos, las mujeres caían rendidas a sus pies y se levantaban estatuas en su honor. Incluso algunos emperadores, animados por la fama que adquirían ciertos luchadores, se lanzaron a la arena, aunque sus combates estaban, por supuesto, amañados. Ante la expectación que causaban, el número de combates aumentaba constantemente: famoso fue el ofrecido por Augusto, en el que, en ocho días, intervinieron 10.000 gladiadores y, a medida que avanzaba el combate, los esclavos apilaban los cadáveres y renovaban la arena empapada de sangre. 17 Los espectáculos de animales salvajes (venationes) consistían en la exhibición de animales exóticos, luchas entre fieras y luchas entre hombres y bestias. Los animales eran enviados a Roma por los gobernadores de las provincias más lejanas del imperio. Con Nerón se llegaron a sacrificar 400 osos y 300 leones en una sola jornada, mientras que en los cien días que duraron los juegos ofrecidos por Tito para la inauguración del Coliseo murieron 5.000 bestias y cientos de gladiadores. Los combates navales o naumaquias eran simulacros en los que intervenían navíos de tamaño natural, y los combatientes solían ser gladiadores y criminales condenados. El coste de estos espectáculos resultaba tan elevado, que se dejaron de celebrar en el siglo I d. C. [ El teatro. El teatro en Roma fue menos representativo que en Grecia. Las tragedias y comedias eran apreciadas sobre todo entre las clases cultas, pero el pueblo llano prefería otras variantes, como el mimo o la pantomima. Los actores (esclavos y libertos) se agrupaban en compañías (greges), dirigidas por el dominus gregis, que interpretaba los primeros papeles y también hacía las veces de agente. La dura y errabunda vida de estos cómicos mejoró con la relajación de costumbres de la sociedad romana y el apoyo que recibieron de los poderosos. Las funciones teatrales se realizaban en el marco de festivales que tenían relación con fiestas religiosas. La algarabía que se formaba durante estas representaciones debía ser impresionante: el público aclamaba a los cómicos, o pataleaba si no le satisfacía el espectáculo, se llevaba su propia comida o la adquiría en el recinto, y eran frecuentes las peleas y reyertas. Llegó un momento en que la gente acudía al teatro a todo menos a guardar silencio, a lo que también contribuyó algún emperador, como Nerón, que se presentaba en secreto y estimulaba las riñas entre el público. Una vez más el romano daba muestras de sus gustos: jolgorio, obscenidades, escenografía aparatosa y sangre. Durante los festivales solían representarse cada día una tragedia y una comedia, aderezadas con mimos y otras diversiones entre acto y acto. Excepto a los mimos, las mujeres romanas solían acudir a las funciones teatrales. 18