perfiles e historias

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EL NORTE z Domingo 1 de Febrero del 2015
V I DA
PERFILES E HISTORIAS
Editora: Rosa Linda González
¡Inquebrantable!
Tras ser arrollada y permanecer dos meses
en coma, Paola Santos Cantú se recuperó.
Hoy es health coach y comparte
su testimonio para vivir en plenitud
E
jercitarse en el gimnasio
es un ritual para Paola,
la esencia de un estilo
de vida que contagia
como health coach y
en sus charlas motivacionales.
De constitución atlética, parece estar conectada a una fuente de
energía permanente, por eso cuesta creer que hace casi 7 años yacía
inmóvil en una cama de hospital, al
borde de la muerte.
Hay episodios que transforman
destinos, y el de Paola Santos Cantú
está fechado el 4 de julio del 2008.
Esa noche llovía y, como tantas
veces, discutía con su pareja en ese
tiempo. Él había tomado y conducía
su camioneta a toda velocidad por
Avenida Vasconcelos.
Paola le pidió manejar despacio, y él aceleró más. Le exigió detenerse, pero apenas ella descendió y
cerró la puerta, aún con la mano en
la manivela, arrancó veloz.
“Fue como si el vehículo me succionara… Pasó encima de mí. Él ni
se dio cuenta; la gente lo paró más
adelante para que regresara. Luego
supe que lo detuvieron unas horas,
que pagó (una fianza) y salió”, relata encogiéndose de hombros.
Tampoco se hizo cargo de los
gastos médicos, pese a que en el dictamen de la Cruz Roja quedó registrado que manejaba en estado de
ebriedad completa, lo que también
consignaron notas periodísticas.
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Una ambulancia llevó a Paola al
Hospital Universitario, donde la estabilizaron. Antes, un oficial tomó su
teléfono y se comunicó con sus padres, quienes llegaron a Urgencias,
al igual que el traumatólogo David
de la Garza, amigo de la familia. Ahí
decidieron trasladarla al Hospital
Muguerza, donde ya aguardaba un
equipo médico.
A minutos de su llegada sus pulmones se colapsaron, y los especialistas, entre ellos el neumólogo Felipe Villegas, actuaron de inmediato.
Los estudios y evaluaciones
determinaron traumatismo craneoencefálico severo, lesiones agudas
en los nervios espinales –los que
controlan el movimiento esquelético–, fracturas en hombro, cuatro
costillas, pelvis, cadera y fémur, el
tobillo izquierdo deshecho y rotura
de ligamentos cruzados en la rodilla derecha.
“El traumatismo en el cerebro
hizo que los doctores me indujeran
a un coma. Mi cuerpo estaba destrozado y no me contaban. Fue una batalla diaria la que libraron conmigo;
titánica”, narra esta mujer de rostro
anguloso y cabello lacio con luces.
De la Garza detalla que algunas fracturas requirieron de cirugía
y otras de un manejo conservador
a la espera de que soldaran. Aunque el punto crítico eran las posibles secuelas que Paola podría sufrir
a causa de las lesiones cerebrales:
perder la memoria, el habla o quedar cuadripléjica.
Sus padres, Virginia Cantú y
Héctor Santos, temían lo peor. Sólo abrazaban a sus nietas, Renata y
Andrea, al verlas llorar.
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Dos meses después Paola recobró
la conciencia. Intentó moverse y no
pudo; quiso hablar y no le salían las
palabras. La rodeaba una maraña
de sondas y aparatos.
Entre la emoción y la angustia,
su papá insistía en preguntarle si lo
reconocía, si recordaba lo sucedido.
Ella se dio a entender como pudo y,
más tarde, una de sus hermanas le
acercó un pizarrón para que escribiera, pero no controlaba sus trazos.
“Gracias a la fe, a los médicos y
a sus terapias, mi hija empezó a recuperarse, a hablar con dificultad”,
cuenta en su oficina don Héctor, arquitecto de 85 años, franco, alto y
de piel blanca.
“Todavía tiene problema con los
tonos de su voz, algo mínimo, porque no nos daban esperanzas de
que sobreviviera”.
Ya en casa de sus papás, a la
que se mudó con sus hijas, tomaba
terapias, y luego clases de canto para reforzar las cuerdas vocales. Tenía
enfermera las 24 horas porque no
podía valerse por sí misma.
“Muchas veces no quería levantarme, mis días eran largos, agotadores y extremadamente dolorosos.
Las terapias duraban horas. Me daban masajes, toques eléctricos y me
movían las piernas continuamente”.
Durante meses estuvo bajo la
guía del especialista en medicina de
rehabilitación Emilio Frech, y usó andador para comenzar a ca
caminar. Se sentía sola, nadie
ole entendía, no se podía co
municar.
o“A veces me quería mo
e
rir. Decía: ‘Oye, Diosito, me
hiciste el milagro de dejarrme aquí, pero así no quiero
estar, mejor llévame’. Lue-go cambiaba mi actitud,
porque si no ponía de mi
parte, todo seguiría igual”.
Renata, de 24 años,
quien trabaja y estudia
Negocios y Mercadotecnia en Incline Village, Nevada (Lake Tahoe), escribe vía correo electrónico que cuando su mamá se accidentó fue como
si una parte de ella se hubiera ido.
“Fueron meses de ansiedad y
tristeza. Cuando se despertó todos
pudimos respirar profundamente,
aunque la recuperación tardó más
de lo que pensaba”.
Destaca con orgullo que su mamá superó todos los retos, y de ella
aprendió que no hay que dejarse
vencer por muy difíciles que sean
los obstáculos.
elnorte.com/paolasantos
z En lla revista
i canadiense
di
Oxygen se publicó un reportaje sobre Paola.
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Paola es la menor en la familia Santos Cantú. Sus hermanos son Virginia, Alejandra, Héctor y Carla.
De niña era alegre, juguetona
y deportista. Solía trepar por los
árboles y practicaba baile, voleibol,
basquetbol y atletismo. De grande
se inclinó por el tenis, las pesas, la
natación y las carreras.
Aunque en su infancia también
sevolcóenesasdisciplinasparasuperarmiedosysentimientosdeculpaya
que, por desgracia, un allegado de la
familia en ese tiempo abusó de ella y
consiguió su silencio con amenazas.
en señal de victoria.
“Me acerqué a Renata y le dije
que me sentía como una campeona
olímpica, y ella me dijo: ‘No, mamá,
tú eres una campeona de la vida’”,
platica emocionada.
Desde entonces participa en
una carrera anual con los especialistas, aunque en esta ocasión correrá
una de 3 kilómetros con su hija Andrea, de 13 años, y con David de la
Garza, quien está lastimado de la
rodilla; y otra de 10 kilómetros con
Alcaraz, en marzo.
Otro reto cumplido fue que la
historia de su accidente y recuperación se publicó en la revista canadiense Oxygen, enfocada en el
acondicionamiento físico, bienestar
y nutrición, y en la que aparecen modelos de envidiables cuerpos atléticos. También en el suplemento Glutes, de la misma revista.
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Miguel Ángel Chávez / Maquillaje y peinado: Carmen Bravo para Miguel y Rita Estilistas
María Luisa MedeLLín
perfiles@elnorte.com
z Paola Santos Cantú com-
partirá su experiencia en un
libro.
“Eso causó que fuera rebelde,quecometieraerrortras
error y me juntara con gente
n
negativa, hasta llegar al peor
d
de todos, la persona que me
a
atropelló y por la que casi pierd
do la vida”, expresa sin amargura
a antes de la sesión fotográfica
en el gimnasio.
A los 19 años Paola dio a luz
a su primogénita, pero su matrim
monio no funcionó. Luego tuvo
otra hija y hasta muchos años
de
espués decidió revelarle a su familia el terrible episodio del que
fue víctima en su niñez.
“Es una de las personas más
valientes que conozco”, afirma Sofía Segovia de Sada, una de sus
amigas.”Entre más se ha fortalecido nuestra amistad, he comprendido que esa alegría que derrocha
ha sido a base de pura valentía, de
superar muchos problemas.
“El accidente que sufrió pudo
costarle la vida, y en vez de quedarse sentada, lamentándose, tomó
la decisión de levantarse, y no sólo
eso, sino de recuperar a la Paola que
siempre debió haber sido, física e
interiormente”.
Sofía subraya, además, la cercanía con sus hijas, a quienes impulsa
y apoya.
“Hemos hecho muchos viajes
con nuestras hijas, porque desde
niñas eran compañeras del colegio
y del equipo de natación del Campestre.También jugaban futbol y sus
equipos eran muy competitivos”.
Añade que Paola era el alma
en esos viajes, la de las ocurrencias
y simpatía.
Luego del accidente, al buscar
explicaciones y tratar de entender lo
ocurrido,sepropusoescribirunlibroy
empezó a dar charlas motivacionales.
“De inicio, la escritura fue una
gran catarsis, pero ella ha crecido como persona y se ha capacitado para
ayudar a otros a vivir en plenitud”.
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Paola comparte que al salir del hospital en silla de ruedas, un médico al
queveíacuandoestudiabaenfermería,
20añosatrás,sedirigióhaciaella,ysu
mamá le explicó que él había sido fundamental en el equipo que la atendió.
“Me habían dicho que antes del
accidente Paola era muy deportista,
y me acerqué para comprometerla
a correr una carrera conmigo y con
el doctor De la Garza en cuanto estuviera en condiciones”, comenta
días después Héctor Alcaraz, cirujano general, especializado en laparoscopía avanzada.
Esa promesa fue un estímulo para Paola. Cinco meses más tarde estaba en el gimnasio y su entrenador
leindicabarutinasconpesasligerasy
ejercicios de coordinación y balance.
Al sentirse fuerte se comunicó
con los médicos, con ellos y sus hijas
corrió a su paso los 3 kilómetros que
la separaban del inicio a la meta.
“Por asombroso que parezca,
eso ocurrió a siete meses de salir
del hospital”, exclama Alcaraz.
“Pese a tanto daño por el accidente, de sus secuelas neurológicas,
que también la operamos del vientre,
del tórax, tuvo una recuperación fuera de lo usual en la que intervino una
actitud mental positiva”.
Paola relata que al llegar a la
meta, el doctor le levantó la mano
La ilusión de Paola era propagar
su experiencia de vida saludable, y
se convirtió en health coach por el
Institute for Integrative Nutrition de
Nueva York.
“Sielcuerpoesnuestrohogarlas
24 horas del día, ¿qué hacemos para
cuidarlo?Sólosenecesitacomersano
y hacer ejercicio. No me refiero a correrunmaratón,sinoacaminarmedia
hora, o subir por las escaleras”, sugiere Paola, quien a excepción del domingo, corre, hace pesas y otras rutinas de gimnasio durante una hora.
Ella comparte con quien puede
su filosofía de vida, y Alicia Leal, una
de sus alumnas, destaca su mentalidad positiva.
“Sobreponerse a un accidente
como el que sufrió y mantenerse
en excelentes condiciones físicas
es un ejemplo inspirador. Además,
elabora rutinas especiales para cada persona y está pendiente de sus
avances. Envía mensajes optimistas y motivadores por Facebook y
WhatsApp y se preocupa por compartir recetas saludables y tips.
“Yosoysobrevivientedelcáncery
uno de mis proyectos era aprender a
trotar,porquepracticotenis,natación
eInsane,yéstenecesitaotroritmoen
la respiración, así que me empezó a
entrenar, y en marzo voy a correr con
ella en un evento de un club local. Es
muy entusiasta, y aunque a veces tiene leves dificultades en el tobillo que
le reconstruyeron, sólo se ríe, se agacha, mueve el pie y sigue corriendo”.
Paola dice que después de la
tragedia ha ganado un tremendo
aprendizaje.
“Hevaloradoloquenuncavaloré:
misalud,levantarmecadadíasinayuda de nadie… También he aprendido
a ser paciente, a perdonar, a agradecer lo que tengo y a vivir el presente.
“Aunque ya terminé las terapias,
continúoconlasdelenguaje.Muchas
veces mi hija Andrea las hace conmigo, les pone ritmos, como rap, y nos
dan ataques de risa. Por las noches
leo en voz alta para mejorar la coordinación en mi respiración al hablar.
“Antes me daba pena mi voz.
Ahoramepreguntansisoyextranjera
y les contesto que soy rusa o polaca.
Entonces me dicen: ‘¡Qué bien habla
español!’,ymerío,peromirisameda
más risa, porque es como el ruido de
un camión que frena de bajada”.
Ella también trabaja en el área
administrativa del negocio de su papá, y él cuenta que seguido lo felicitan por los logros de su hija.
“Tiene carácter fuertecito, dicen
que heredó el gen de mí, pero nos la
regresaron con más conciencia, con
un entusiasmo y energía tremendos.
“A quienes vienen a solicitar facturas, refunfuñando, les da un dulce con un pensamiento y al leerlo,
sonríen”.
Paola sostiene que no se necesita pasar por una tragedia para
aprender a vivir feliz.
“Con voluntad todo se puede.
Yo soy ejemplo de ello. No fue nada
fácil, pero estoy de pie”.
GabrieLa ViLLeGas
z La expo se exhibe en el café
Las Tapas de Abajo, en Rincón
de San Jerónimo.
elnorte.com/artelunario
Aunque sus manos son pequeñas,
se mueven con agilidad y logran
plasmar al óleo lo que piensan.
Son nueve artistas, quienes
con más de un año en clases de
pintura, lograron ayer inaugurar su
primera exposición en el café Las
Tapas de Abajo, ubicado en el sector San Jerónimo.
Los chicos fueron instruidos
porlaartistaplásticaJulianaAlmiray,
propietaria del taller Arte Lunario.
“Si impones el mundo más rígido de los adultos, puedes acabar
con la creatividad de los niños, lo
que le digo a los niños es que tengan mucha curiosidad”, explicó Al-
miray sobre cómo logró que los niños explotaran su espíritu artístico.
Su alumna más pequeña, Valentina, de 6 años de edad, tiene
muy clara su vocación de pintora.
“Me gusta pintar árboles y
también me gusta pintar gatos”,
comentó la pequeña junto a uno
de sus óleos.
Otra chica con talento es Lulú
Hernández Cisneros, de 11 años,
quien exhibe en la expo cuadros
muy realistas.
“Me gusta pintar fotografías
tomadas por nosotros y paisajes,
también ponerle mi detalle”, añadió Lulú.
Su madre se mostró feliz y orgullosa de que el lado artístico de
su hija se reflejó en sus obras.
“Pintar es como su momento
de paz, como todo es correr correr,
y llegar a la pintura les da cierta sensibilidad”, señaló Lulú Cisneros.
En la casa de la familia Robles Muguerza hay dos artistas,
las hermanitas Valeria y Vanessa.
Ellas comparten el gusto por pintar
retratos y paisajes.
“Aprendí a cómo hacer las líneas para que no se vean como
otras cosas”, externó Vanessa,
quien pintó un autorretrato.
La expo está en Anillo Periférico 1807, en Rincón de San Jerónimo. Se podrá disfrutar sólo por
esta semana y algunas piezas están a la venta.
Francisco Bustos
Arman pequeños una gran expo
z Vanessa Robles Muguerza, de 8 años, posa con una de sus obras.
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