LA MÚSICA INSTRUMENTAL EN EL CLASICISMO: LA FORMA SONATA. EL CUARTETO DE CUERDA, LA SINFONÍA CLÁSICA. El Clasicismo se da en la segunda mitad del s. XVIII. En un principio cabría decir que es la época de la vuelta a lo clásico; por ello, la música de este período va a ser equilibrada, proporcionada, sencilla... y llena a veces de finalidad educativa. No en vano en esta época de oposición al Barroco se da la Ilustración, que defiende el uso de la razón como herramienta para comprender y transformar el mundo: Montesquieu, Voltaire, Diderot, Rousseau... Y su manifestación política, el Despotismo Ilustrado, en el contexto del cual surge el famoso lema de "todo para el pueblo pero sin el pueblo". Política y socialmente, significa el desplazamiento de la aristocracia por la burguesía, cuyo ascenso culminaría en la Revolución Francesa (1789) y sus ideales de “libertad, igualdad y fraternidad”. Musicalmente, el Clasicismo es época de cambios: el Bajo Continuo tiende a caer en favor de los acompañamientos totalmente escritos por el compositor, las melodías se van deshaciendo de adornos y buscando estructuras más simétricas, las texturas se hacen menos contrapuntísticas y los ritmos menos contrastantes. La plantilla de la orquesta se incrementa y surgen algunos instrumentos nuevos como el clarinete. Se van dando nuevas formas instrumentales, a la vez que van desapareciendo poco a poco algunas de las anteriores como la suite, el concerto grosso, la tocata... Nace entonces la nueva forma sonata que es un esquema que se da en las piezas musicales del clasicismo, sobre todo en los primeros movimientos. La forma de sonata contrasta con los primeros movimientos simples (estructuralmente hablando) del barroco; es una estructura ternaria que sigue el esquema A B A. Consiste en una exposición en la que, a veces, tras una introducción, se presentan dos temas más o menos contrastantes (A y B) enlazados por un puente. Tras esa exposición, viene el desarrollo de los temas, que es la parte más libre, y una reexposición al final, que vuelve a hacer sonar los temas anteriores, y que suele concluir con una coda no obligatoria. Se podría comparar la forma de sonata con la estructura narrativa (exposición-nudo-desenlace). Hay que recordar que la sonata es a la vez una forma musical, muy cultivada en esta época, al igual que en la anterior, el Barroco, que es cuando había surgido. Y conviene evitar la confusión: la sonata es una forma musical en varios movimientos, el primero de los cuales suele presentar el esquema forma de sonata. En este ambiente surge también el cuarteto de cuerda. Aunque tiene interesantes antecedentes barrocos, es sobre todo una forma del Clasicismo y, en segundo término, del Romanticismo; la formación del cuarteto de cuerda consiste en dos violines una viola y un violonchelo, aunque admite diversas variantes. Estructuralmente, una obra para cuarteto de cuerda es similar a la sonata y a la sinfonía, es decir, suele constar de cuatro movimientos: el primero, un allegro en forma de sonata, el segundo un andante, que puede ser un tema con variaciones o presentar una estructura ternaria, el tercero un movimiento lento o un minueto y el cuarto un finale, que a veces presenta forma de rondó (ABACADA...). Grandes compositores para cuarteto son Haydn y Mozart en el clasicismo, Schubert en el romanticismo y Beethoven en la transición de uno a otro período. Y surge una forma de composición grandiosa que pervivirá para el resto de las épocas: la sinfonía clásica, que es como una gran sonata para orquesta; sigue la estructura de movimientos de la sonata y el cuarteto clásicos comentada anteriormente, aunque suele ser un poco más compleja. La sinfonía surge cuando Johann Stamitz aplicó el esquema forma de sonata al formato de la obertura de ópera italiana. También fue Stamitz quien estableció la primera orquesta sinfónica clásica. Estaba formada por unos cuarenta instrumentistas. En otros lugares se usaban orquestas más pequeñas de unos veinticinco o treinta músicos: unos quince instrumentistas de cuerda, cinco o seis de viento madera (flautas, oboes y clarinetes), dos trompas y, en ocasiones, trompetas y timbales. La sinfonía llega a su cumbre con Haydn, al que se le considera padre de la sinfonía. Compuso 104 sinfonías, muchas de ellas conocidas por su sobrenombre: Sinfonía militar, Oxford, De los juguetes, De los adioses, Del reloj, De la sorpresa… Las mejores sinfonías son sin duda las de Mozart, que compuso 41. También, como en el caso de Haydn, muchas son conocidas por sus sobrenombres: Haffner, Linz, Praga, Júpiter... Como toda la música de Mozart, también sus sinfonías rebosan naturalidad y una mezcla de gracia y profundidad que no se ha igualado nunca. Afirmaba: “no sé de dónde ni cómo me llegan las ideas; en ocasiones fluyen abundantes y mejor cuando viajo en coche, paseando o cuando no puedo dormir”. Beethoven marca una transición hacia el Romanticismo. Sus dos primeras sinfonías son de corte más clásico y la Novena es plenamente romántica. La otras tres marcan una interesante transición del estilo clásico al romántico. El Clasicismo significa equilibrio, proporción y armonía, es decir, características opuestas al Barroco. Además de la oposición al Barroco, musicalmente, el Clasicismo tiende a la objetividad y a un equilibrio entre forma y expresión que encontramos roto a menudo también en la estética siguiente, el Romanticismo.