Todos los `Jackson` de Latinoamérica

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ESPAÑOL CORRECTO: EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA. Curso 2013-2014
TEMA 1. (I). LA NORMA. ORTOGRAFÍA DE LOS FONEMAS. ANEXO I
ORTOGRAFÍA DE LOS NOMBRES PROPIOS
1. LOS NOMBRES PROPIOS EXTRANJEROS
1.a) Antropónimos extranjeros
Históricamente, era habitual someter los antropónimos de personajes históricos extranjeros a un proceso de
hispanización (por traducción o equivalencia o por adaptación al español): Juana de Arco (Jeanne d´Arc),
Martín Lutero (Martin Luther), Alberto Durero (Albretch Dürer), Mahoma (Muhammad), Confucio (Kung FuTzu)… Sin embargo, en la actualidad la tendencia (y recomendación de la RAE) es la conservación de las
formas originales, siguiendo las reglas de ortografía propias de su lengua de origen: Marie Curie, Simone de
Beauvoir, Henry Miller…
Sin embargo, existe una serie de antropónimos que aún se hispanizan:
- El nombre que adoptan los papas: Juan XXIII, Benedicto XVI…
- Los nombres de los miembros de las casas reales: Diana de Gales, Isabel II de Inglaterra… (aunque
cada vez es más común encontrarse con casos de conservación del original: Harry de Inglaterra…).
- Los nombres de santos, personajes bíblicos, históricos o célebres: san Juan Bautista, Herodes, Julio
César, Miguel Ángel….
- Los nombres de los indios norteamericanos: Toro Sentado, Caballo Loco…
- Los nombres propios motivados (históricos o de ficción); es decir, aquellos que poseen una
connotación semántica que es necesario o recomendable conservar: Iván el Terrible, Catalina la
Grande, Eduardo Manostijeras, Harry el Sucio, el Hombre Araña, el capitán Garfio…
El problema de los nuevos antropónimos
Todos los 'Jackson' de Latinoamérica
'Barack Obama' es ahora un nombre muy común en la América hispana.
Alberto Rodríguez Aróstegui | Madrid. EL MUNDO - 08/07/2009
Un camello blanco que nació en un zoo de Nuremberg fue inmediatamente bautizado como "Michael Jackson",
como un homenaje al rey del pop, quien había abandonado nuestro mundo apenas horas antes. Si ésta nos parece una
anécdota insólita, nos sorprenderíamos aún más al darnos cuenta de que 'Jackson' es un nombre muy común en
Latinoamérica, incluso desde antes de que saltara a la fama el cantante que cambió su color de piel.
Más aún, la historia se queda pequeña al lado de todos los "Clinton", "Nixon" y "Kennedy" que existen en los
países de habla hispana del nuevo continente. Sólo podemos imaginarnos el número de niños llamados "Barack
Obama" que ahora deben existir.
Muchos de los nombres propios latinos, efectivamente, no son comunes en España. Lo primero que salta a la
vista es una profunda influencia del mundo anglosajón. Predominan, por ejemplo, en países como Venezuela,
Colombia, México y gran parte del Caribe y Centroamérica, nombres de presidentes de los EE. UU. La lista es bastante
completa: Washington, Jefferson, Jackson, Madison, Kennedy, Nixon y Clinton.
Existen otras extrañas particularidades: la peculiar ortografía, la abundancia de nombres de celebridades y un
amor desmesurado por la letra 'y'. No es extraño conseguirse en estas latitudes con un Yacson Jesús González, un
Kevincostner de Jesús o con un Yeferson Franklyn García.
De lo que no se les puede acusar a los latinoamericanos es de falta de creatividad. En la Península Ibérica jamás
hallaremos nombres inventados, ni combinaciones del nombre del padre y el de la madre. En cambio, una gran
cantidad de Yorvin, Yorman, Tyson, Yuleisi, Mileidi, Yuribitsay y Winkelman aparecen en los documentos de identidad
de países como Venezuela.
Las combinaciones son virtualmente infinitas: si el padre se llama John y la madre Haidé (o 'Aidé'), existe una
gran probabilidad de que el hijo o hija se llame Yonaidi (muchos nombres son unisex). Pero la imaginación no termina
ahí. Existen casos de niños llamados 'Usmail' porque los padres observaron, en alguna película norteamericana, un
buzón que decía 'U.S. Mail' ('correo de los EE. UU.'), o de niñas llamadas 'Usnavi' porque sus progenitores vieron la
inscripción 'U.S. Navy' ('Marina de los EE. UU.') en un barco.
Este tipo de nombres abundan más en los estratos bajos de la sociedad. Hace unos tres años, por cierto, estuvo
muy de moda una canción panameña de reggaetón que parodiaba a la gente de los barrios humildes de Panamá. En el
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tema, una chica cantaba rapeando "mi nombre es Yasuri, Yasuri Yamilé. Te metes conmigo y te seco la 'yilé'"(Gilette).
Sin embargo, nombres quizá menos estrambóticos pero igual de poco comunes en España se pueden encontrar
también en las clases medias y altas de los países caribeños: Cristian, Yaneth, Yesica, Kelly, Yenny, Britney, etc.
Cabe también destacar que, en materia de nombres, EE. UU. no es la única influencia que ha tenido la América
tropical. También lo es, extrañamente, Rusia. Existen, así, todas las 'eska' las 'uska' y las 'aska': Katiuska, Nadeska,
Yaneska, Yuleska, Dubraska y pare de contar. También es muy común Vladimir, Iván, o llich. Incluso es posible saber
quiénes son hijos de comunistas: hombres llamados Lenín, Stalin o Che que, por cierto, abundan. Sin embargo, no
todos ellos siguen el camino ideológico de sus padres.
Resulta curioso como, a veces, los nombres sacados de personajes famosos de diferentes épocas se
corresponden con la edad de las personas que los lucen. Así, los Kennedy o Nixon pasan de los 40 o 50 años, las
Nadia tienen treinta y pocos, los Tyson rondan los 20, los Clinton se pellizcan el acné y los Barack Obama, que
seguramente existen, son unos bebés.
En defensa de los latinos, no todos los apelativos que se ponen en España resultan normales para los oídos de
los hispanoablantes del Nuevo Mundo. Nombres como Paloma, Gema y Rocío suenan algo exóticos e incluso, en
algunos casos, subidos de tono. La palabra 'paloma', por ejemplo, se utiliza en Venezuela para referirse al órgano
reproductivo masculino.
Bien es cierto, no obstante, que sobre gustos y colores no hay nada escrito, y la preferencia hispanoamericana
por nombres originales que no suenan muy castizos está profundamente arraigada. En esto, han jugado un gran papel
las influencias norteamericana, indígena, africana, italiana y otras. Por extravagantes que puedan parecer, no se puede
negar que estos apelativos requieren de una buena dosis de audacia, originalidad, e incluso de un toque de humor,
elementos característicos del carácter latino.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/06/26/internacional/1246032806.html
NOTA: se respeta la ortografía y puntuación del original
Como hemos visto, la RAE recomienda, en primer lugar, la conservación de las formas originales, pero ¿qué
hacemos con estos casos? La RAE en su Ortografía de 2010, dice lo siguiente (p. 635):
La hispanización o adaptación a la ortografía española de nombres extranjeros ha quedado restringida en la
actualidad a las transcripciones de aquellos antropónimos que procedes de lenguas que se escriben con
alfabeto no latino, así como a los casos en que un nombre de otra lengua se incorpora a nuestro repertorio
onomástico y comienza a imponerse a hispanohablantes nativos. Cuando ello ocurre y dichos nombres no
presentan secuencias problemáticas o ajenas a la ortografía española, adaptarlos solo requeriría aplicarles
nuestras reglas de acentuación: Íngrid Rubio, Dónovan Peralta, Édison Méndez. No se consideran admisibles,
sin embargo, grafías híbridas, que no son ni extranjeras ni españolas: *Christiano, *Stiven, *Yénnifer, *Yéssika,
*Yónathan o *Yoshua.
1.b) Topónimos extranjeros
En muchas ocasiones, el nombre propio que existe en español para un enclave geográfico no coincide con el
que le asignan sus propios habitantes en su lengua materna. El primero recibe el nombre de exónimo, y el
segundo, se denomina endónimo. Ejemplos: Egipto (exónimo español para el endónimo Misr), Croacia
(exónimo español para el endónimo Hrvatska), India (exónimo para Bharat). En otras ocasiones, el exónimo
se asemeja más al original, por adaptación: Mozambique (por Moçambique); o por traducción: Nueva Jersey
(por New Jersey).
De forma general, con referentes geográficos de gran magnitud (países, regiones, grandes ciudades) se tiende a
hispanizar la forma extranjera, bien por traducción (la Selva Negra por el alemán Schwarzwald), bien por
hispanización de su grafía (París por el francés Paris). Por el contrario, con topónimos menores se tiende a
conservar la forma extranjera original (Plymouth, Montpellier…).
En todo caso, si existe una forma tradicional española ya asentada (un exónimo tradicionalmente utilizado), la
RAE recomienda usar esa forma y no la original (Belgrado y no Beograd, Milán y no Milano, etc.).
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1.c) Los nombres propios y las lenguas cooficiales
Los antropónimos
Siguiendo la tendencia general que aplicamos a otras lenguas extranjeras, lo recomendable sería
conservar la forma original (con sus reglas de ortografía y acentuación propias). Así, sería aconsejable
no hispanizar formas como Bittor, Izaskun, Adrià… Sin embargo, en muchos de esos casos existe una
forma equivalente en español: Víctor, Adrián… Según la legislación española, la persona que los lleve
podrá elegir entre ambas formas, respetando siempre las convenciones ortográficas de cada una de
ellas: Icíar (cast.) / Itziar (eusk.); Luis (cast.) / Lluís (cat.); Maruja (cast.) / Maruxa (gall.).
Los topónimos
De la misma manera, en las zonas bilingües del territorio español, la legislación permite elegir entre la
forma castellana o la vasca / gallega / catalana. Sangenjo (cast.) / Sanxenxo (gall.); Lérida (cast.) /
Lleida (cat.); Bilbao (cast.) / Bilbo (eusk.)
2. LOS HIPOCORÍSTICOS
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Los hipocorísticos de nombres tradicionales españoles terminados en consonante + /i/ deben escribirse
con i latina y no con y (ye). Conchi, Javi, Juani, Loli, Mari, Choni… y no *Conchy, *Javy, *Juany,
*Loly, *Mary, *Chony…
La norma de escritura de m ante p y b debe respetarse, aún cuando el hipocorístico se haya formado
por la unión de dos nombres simples en los que no se diera esta circunstancia.
Juampe / *Juanpe (< Juan Pedro); Juampa / *Juanpa (< Juan Pablo).
NOTA: la acentuación gráfica de los hipocorísticos debe seguir las normas generales a partir de su propia
forma (y no de la forma completa de la que proceden). Así: Álex / *Alex (< Alejandro); Róber / *Rober (<
Roberto); Mariló / *Marilo (< María Dolores).
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