Iv LA SENTENCIA DE "DECLARACION DE SIMPLE O DE MERA CERTEZA` La teoría integral del proceso civil que a mediados del siglo pasado comenzó a desprenderse de la disciplina - del derecho privado y a tomar contornos propios, está todavía en pleno desarrollo y elaboración científica. Si a esta altura de nuestro tiempo no sería justo decir que la "teoría del proceso civil vive esencialmente del crédito", no puede negarse que muchos de los conceptos fundamentales están todavía urgidos de reelaboración conceptual y de precisión técnica. El rescate de la teoría de la acción de las manos de los pandectistas y civilistas fue el primer paso dado en el camino de la independencia científica. Luego fue la teoría misma del proceso, considerado corno desarrollo histórico y dialéctico de las actividades de las partes y del tribunal, la que empezó a enjuiciar los fenómenos procesales a la luz de ideas verdaderamente filosóficas, lo que permitió penetrarlos en su íntima estructura y naturaleza. Por último, la teoría de la jurisdicción dejó de ser considerada como actividad extraña a la El ensayo que sigue ha sido tomado de la obra Estudios de Derecho Procesal en honor de HUGO ALSINA, Buenos Aires, 1946, págs. 409-438, publicada por un grupo de 24 juristas hispanoamericanos, como homenaje de simpatía y admiración al ilustre maestro argentino en la ocasión del aparecirneinto de su monumental "Tratado de Derecho Procesal". Ha sido reproducido en Estudios de Derecho Procesal Civil. Vol. XIII, Universidad Central de Venezuela, 1956. Frase de DEGENKOLB, Einlassungswang ucd Urteilsnorm (Leipzig, 1877), pág. 2, refiriéndose a la descripción que hace WETZELL, segiin la cual la teoría del proceso ha recibido el concepto de acción del derecho civil y el de la jurisdicción del derecho constitucional. Sólo desde el punto de vista de sus aplicaciones prácticas, la jurisdicción pertenecería al derecho procesal. 144 Luis LORETO urdimbre y vida del juicio, para analizársela en sus estrechas conexiones con la esencia y los fines de la acción y del proceso. Para lograr tales resultados ha sido necesario trabajar sin descanso ya-que, solucionado un problema, surgían luego otro y otro que era menester estudiar como los que le habían precedido y originado, pero siempre con fe en los resultados y cariño en la intención investigadora: Quando l'una paglia é tritta, quando la sua semenza égia riposta, a batter l'altra dolce amor m'invita. (DANTE, Paradiso, XIII, 34). Con todo, ese inmenso material de doctrina jurídica no ha logrado alcanzar todavía en muchos puntos fundamentales fisonomía distinta, y caracteres definidos en manos de los procesalistas. Movidos todos por una honda preocupación científica, se han elaborado en estos últimos tres cuartos de siglo las más geniales y atrevidas construcciones, formándose así un vasto cuerpo de teorías que ha sido menester depurar de extravíos conceptuales y desbrozar de discusiones bizantinas. En su parte más seria y atendible, este anhelo constructivo ha llevado a los estudiosos de todos los países a la concordia de opiniones sobre muchos puntos esenciales; a reivindicar para su campo de investigación zonas de conocimiento propias de su especialidad y a afirmar la necesidad de adoptar un método de trabajo que asegure a sus resultados solidez filosófica, fuerza sistemática y unidad técnica en la expresión'. Uno de los terrenos donde más se ha elaborado con resultados provechosos, ha sido en el de la teoría general de la sen2 Han sido tantas y de tan hondo alcance las reivindicaciones científicas hechas por la teoría del proceso a la diuturna y pacífica posesión de las ideas por parte de los civilistas, que no exagera mucha el gran filósofo y jurista JULIO BINOER al afirmar que actuamente la teoría del derecho privado, cuando se ve obligada a ocuparse del derecho de acción, lo recibe de manos de los procesalistas tal como ellos lo han forjado, de modo tal que es ella ahora la que vive del "crédito". Prozess und Recht (Leipzig, 1927),. pág. 3. Los mismos derechos reales de garantía parece que habrían de irlos a buscar en el dominio de los procesalistas, si el movimiento en contra de su efectiva naturaleza real, iniciado por CARNELUTTI Lezioni di diritto processuale civile (Padova, 1929), vol. V, N? 586, y afirmado en América por MORETTI, La Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administración, Montevideo, . 1940, N' 9, págs. 241 y sig., llega a imponerse y a prevalecer. LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 145 tencia. El detenido estudio de su realidad ha permitido desentrañar su verdadera naturaleza y las funciones propias que realiza como remate de la actividad que en el proceso se desarrolla y cumple. Los fines normativos de la sentencia de fondo están íntimamente vinculados a los fines que persigue el derecho mismo de acción y la función jurisdiccional. Frente a la concepción simplista y empírica de la teoría clásica que veía en toda sentencia de fondo o una absolución o una condena', la moderna ciencia procesal ha colocado otra, compleja y varia, que se inspira en la función jurídica esencial que mediante la sentencia se actúa en el proceso. Paia la doctrina dominante existen tres clases de sentencias de fondo, a saber: las declarativas, las de condena y las constitutiva?. Estas expresiones pueden considerarse hoy como generalmente aceptadas. Sin embargo, la denominación de sentencia declarativa ha sido objeto de discusión entre los escritores, y, recientemente, se la ha sometido a críticas severas. El deseo, por demás justificado, de que la expresión verbal corresponda exactamente a la esencia misma del concepto significado, ha hecho pensar a algunos procesalistas que la denominación de "sentencia declarativa" no da el sentido cabal de su función y contenido. Entre ellos se destaca últimamente WETZELL, System des ordentlichen Zivilprozesses (Leipzig, 1878), pág. 540, dice: "Así, pues, en correspondiencia con la litis Contestación, la sentencia definitiva se mueve en una doble alternativa. Ella debe contener: a) o una decisión negativa, esto es, una liberación del demandado (absolutio ab actione) cuando fracasa la prueba de la acción; b) o una decisión positiva, esto es, una condena (condemnatio), cuando la misma ha sido suministrada. De una condena sólo puede hablarse en sentido propio, cuando se trata de la obligación a una prestación, en oposición con la adjudicación y el reconocimiento de un derecho absoluto. Sin embargo, se usa la expresión a falta de otra aún en esa significación general". Estas ideas ortodoxas del gran procesalista pueden considerarse ya como definitivamente superadas. Con todo, no es extraño encontrar autores que las defiendan con ahinco y Códigos modernos en los cuales dichas ideas se fijan y promulgan. Las investigaciones científicas realizadas en los últimos diez lustros sobre la naturaleza de la sentencia han venido a confirmar el peligro señalado por SAVIGNY, de aceptar sin crítica las ideas, reglas y términos técnicos que nos han sido trasmitidos por nuestros predecesores, y lo acertado de su recomendación de que es necesario, para evitarlo, someter de tiempo en tiempo a minucioso examen la masa tradicional de ellos, ponerlos en duda y buscarles su origen. CHIOvENDA, Istituzioni, di diritto processuale civil¡ (Napoli, 1933), vol. i, pág. 169 y sig.; ROSENBERG, Lehrbuch des Deutschen Zivilprozessrechts (Berlín, 1931), pág. 161; ALSINA, Tratado teórico práctico de derecho procesal civil y comercial (Buenos Aires, 1942), vol. II > pág. 552 y sig.; COUTURE, Fundamentos del derecho procesal civil (Buenos Aires, 1942), pág. 174 y s1. - 146 Luis LimeTo el magistrado Santiago Sentís Melendo, de la Carrera Judicial Española. En una serie de trabajos originales y densos, el ilustre procesalista hispano ha anotado e insitido en la impropiedad de esa expresión castellana para denotar lo que, según él, debería exactamente expresarse con la frase "sentencia de declaración de simple o de mera certeza". La observación terminológica ha sido extendida por él a la acción declarativa y al proceso declarativo. En este estudio limitaré mi investigación sólo a la sentencia En la amplia y erudita reseña que dedicó al primer volumen del Tratado teórico práctico de derecho procesal civil y comercial de Alsina, apuntaba ya la conveniencia de sustituir los términos "declarar" y "declaración" por otros apropiados para expresar el genuino sentido de la ideas'. Igual opinión sustenta poco después en la extensa nota de doctrina que dedica a la misma obra desde las páginas de una autorizada publicación argentina', y en la cual insiste enfática5 Mundo Forense, Buenos Aires, 7 de noviembre de 1941, N 9 1994, pág. 5. "El doctor ALSINA, dice, tiene buen cuidado, al tratar de la acción que llama declarativa (cap. III, N? 18, pág. 198), de advertir que toda sentencia aun la condenatoria, es declarativa. Y es que la ciencia italiana a las sentencias en cuestión no las llama sentencias de mera declaración, sino sentencias declarativas de "mera certeza", de igual manera que llama a las otras sentencias declarativas de condena, y declarativas de "accertamento" constitutivo. "Difícil es saber, continúa, si hoy, generalizada esa errónea terminología castellana no constituirá perturbadora innovación al intentar traducirla con exactitud idiomática. Así lo ha debido entender el autor al aceptar los moldes ya trazados. Yo apunto mi opinión de que los vocablos declarar y declaración son tan amplios que resultan inadecuados para aplicarlos a una clase de sentencias mediante las que se persigue establecer la certeza en cuanto a una determinada relación jurídica, operación intelectual que la lengua italiana representa mediante el verbo accertare y el sustantivo accertamento que, sin duda, caben dentro de los más amplios de declarar y declaración, pero que significan matices de éstos de igual entidad que la condena a una determinada prestación o que la constitución de una relación jurídica que con anterioridad a la sentencia no existía. Se viene, pues, confundiendo, lastimosamente, la parte con el todo, obligando a aclaraciones como lo apuntaba, cuando acaso fuera más cómodo y, sobre todo más claro denominar esos tres grupos de sentencia con los siguientes términos: sentencia declarativa de condena; sentencia declarativa de constitución y sentencia de mera certeza". 6 Jurisprudencia Argentina, Buenos Aires, 3 de diciembre de 1941, N ? 1143, pág. 6: "No quiero terminar esta parte del examen de la obra del doctor ALSINA sin insistir sobre una cuestión que ya expuse en la nota bibliográfica y que tiene para mí carácter . obsesionante, sin duda derivado de la condición de traductor de obras de derecho procesal. Me refiero al hecho de que en nuestro idioma no se haya conseguido reflejar con precisión la terminología científica italiana, por no haberse logrado encontrar las palabras que correspondan con exactitud de matiz a las que aquella lengua utiliza para LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 147 mente sobre la necesidad de afinar la terminología transmitida por nuestros antecesores para denotar conceptos que en Italia han recibido ya una acabada denominación. Transcurrido un año de la publicación de esas dos notas, Sentís vuelve sobre el mismo problema terminológico. "El concepto, dice, de declaración (acción declarativa, sentencia declarativa o proceso declarativo) es un concepto genérico; el concepto de mera certeza es un concepto específico; y se presta a gran confusión utilizar para ambos el mismo vocablo, como viene haciéndose corrientemente, debido, como muy bien explica Couture, a la carencia en nuestro idioma de un vocablo que traduzca el italiano accertamento o el alemán Feststellung. El sentido literal de estas palabras no se presta a que se traduzcan por declaración, ya que ningún parentesco existe entre ésta y aquéllas. Accertamento (o el verbo accertare) se refiere a hacer cierto, a establecer certeza o a declararla; y lo mismo Feststellung. Etimológicamente, habrían de traducirse por acertar y acertamiento o aciertamiento, y acaso al hacerlo no se violentarepresentar ciertos conceptos. El mismo fenómeno puede observarse en Francia donde tampoco los procesalistas han sabido ir más allá de las palabras déclarer y déclaratoire. Yo creo que el fenómeno debe atribuirse, lo mismo en castellano que en francés, no a una falta de preparación idiomática de los traductores, y de los importadores en general de la terminología extranjera, sino a un descuido técnico que los lleva a estimar sus diferencias lingüísticas carentes de repercusiones científicas. En cuanto a lo primero, no está de más recordar la opinión magníficamente orgullosa de GABRIEL D'ANNUNZIO, para quien los sinónimos no existían. En cuanto a lo segundo, no debe olvidarse que la ciencia es, ante todo, método y que el método exige claridad absoluta, la cual se pierde o disminuye cuando para contemplar una idea se utiliza el cristal de una palabra inadecuada. "Cuando los procesalistas que manejaban simultáneamente estudios traducidos y en idioma original se pudieron dar cuenta del escamoteo, no sólo idiomático, sino técnico, que suponía privar al público del verdadero sentido de una institución, acaso creyeron que era tarde para rectificar y que convenía más perpetuar la limitada terminología creada como resultado de las primeras traducciones. Ya en 1903, en su célebre prolusión, decía CHIOVENDA: "accertamento indica el objeto y el resultado más consante de la declaración judicial, por lo que es término preferible a este último, y justamente adoptado por nuestra doctrina", y marcaba con ello, no sólo la diferencia entre los vocablos, sino la imperiosa necesidad de evitar la pobreza de léxico. Se declara el derecho de imponer una condena a quien dejó de cumplir determinada obligación; se declara el derecho para constituir una nueva situación jurídica que modifique la existente; se declara el derecho (¿para declararlo nada más?). No. Para establecer la certeza en cuanto a una determinada relación que presentaba elementos dudosos. "Si es necesario retroceder cuarenta años para comenzar de nuevo en nuestra lengua la elaboración de algún aspecto del derecho procesal, hágase sin miedo; todo menos utilizar para la nueva ciencia procesal la terminología, tan pobre, de los estudios del pasado siglo". 148 Luis LORETO ra la naturaleza de estas palabras y la esencia del idioma. Pero, indudablemente, nos alejaríamos de lo que es uso corriente; y el inconveniente, puede evitarse -dando a estos tres tipos de sentencias, acciones o procesos las denominaciones de: declarauvas de condena, - declarativas de constitución y declarativas de certeza; con lo cual se recoge el concepto genérico y se establece una especificación correcta. Todo menos aceptar una terminología tomada de autores franceses e ingleses para instituciones que son de origen italiano y alemán; y menos aún perpetuar, a sabiendas, en nuestra lengua, una terminología defectuosa y .confusa, que todavía estamos a tiempo de rectificar`. En dos trabajos magistralmente escritos, intitulado el primero El juicio de jactancia y el otro La demanda por daños y perjuicios'. Sentís emplea la nueva terminología ideada por él. Al reseñar la obra de Alfredo Buzaid intitulada Açao declaratória no direito brasileiro, recalca una vez más la importancia científica de una ajustada denominación e insiste en la necesidad de sustituir la expresión tradicional por la que él considera verdaderamente exacta9. Percatado de lo que considera una deficiencia idiomática fundamental, no es de extrañar que en la óptima versión castellana de las Instituciones de Calamandrei 10 , encontremos usada la terminología forjada por Sentís en su doble condición de procesalista y de traductor. El ilustre prologuista del libro llama particularmente la atención sobre las innovaciones técnicas introducidas, en los siguientes términos: "Sin embargo, ci traductor se aparta, a ratos, de la senda por donde se ha caminado hasta ahora, para ajustarse a las que considera interpretaciones más estrictas de la moderna técnica procesal. El ha cui7 La ciencia procesal argentina, en Revista de Derecho Procesal (Buenos Aires, aflo 1, 1943), Segunda Parte, pág. 55. 8 Revista de Derecho Procesal, citada, págs. 113 y 533, respectivamente. 9 Ibídem, pág. 374 y sig. 10 Instituciones de Derecho Procesal Civil según el nuevo Código. Traducción de SANTIAGO SENTIS MELENDO. Prólogo de HUGO ALSINA, Editorial Depalma, Buenos Aires, 1943. Aparte de toda lisonja, considero que SENTIS podría muy bien decir de su obra de traductor lo que VITT0RI0 SCIALOJA expresó en el Prefacio de la traducción italiana del Sistema del Derecho Romano Actual de SAVIGNY: "La cualidad principal que he querido dar a mi traducción es la fidelidad. En efecto, es necesario que quien lea la verSión de un libro científico, encuentre allí todo lo que encontraría leyendo el original, nada de más ni nada de menos". - LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 149 dado de señalarlo en alguno de sus escritos; pero no está de más que yo, al presentar en estas líneas la obra de Calamandrei,y la versión de Sentís, destaque una de las particularidades más importantes: la que se refiere a la terminología que comprende la clasificación de acción, proceso y sentencia. Mediatizados por una dificultad idiomática, hemos aceptado todos la expresión de sentencias, de acciones y de procesos de mera decldración. Sobre Sentís, en cambio, influye el concepto de Chiovenda, quien dijo que "accertamento indica la finalidad y el resultado más constante de la declaración judicial, por lo que es término preferible a este último y justamente adoptado actualmente por nuestra doctrina". Con una constancia, que es ya meticulosidad, Sentís se abstiene de utilizar en castellano los términos declarar y declaración fuera de aquellos casos en qüe son traducción literal de sus equivalentes etimológicos italianos; y ante la dificultad, ante la imposibilidad, de hallar en nuestra lengua una voz que refleje la que antes indicamos, no ha vacilado en traducirla por la correspondiente frase; lo que ha venido denominándose sentencias, o procesos, o acciones, de mera declaración, para Sentís es, sentencias, procesos o acciones de declaración de mera certeza; lo que venía traduciéndose por "declarar", para Sentís es declarar (o establecer, o, en ocasiones, adquirir) la certeza. Podrá discutirse si con ello se beneficia o se perturba el sentido de los conceptos ya admitidos entre nosotros; no se puede negar, sin embargo, que esta manera de traducir es de gran exactitud técnica". La novedad introducida por Sentís en la terminología recibida y generalmente aceptada, sube de pronto en su valor científico al ver que un eminente procesalista español, el Profesor Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, le ha prestado el apoyo de su autoridad, al decir: "me apresuro a manifestar que reputo por completo correctas las voces empleadas por Sentís", entre las cuales se encuentra la de declaración de certeza". 11 Revista de Derecho Procesal, citada, pág. 397, nota bibliográfica a la traducción castellana de las Instituciones de CALAMANDREI. Sin embargo, en las Adiciones de Derecho Español compuesta por ALCALÁ-ZAMORA para la traducción del Sistema de CARNELUTTI (efectuada por él, en colaboración con SENTÍS), aquél opta por la palabra acertamiento (cfr. supra), si bien su elección se halla condicionada por peculiaridades del texto traducido. Aun cuando la correspondiente Adición se redactó en 1940, 150 Luis LORETO Tal es el nuevo panorama terminológico que Sentís ha presentado a la consideración de los procesalistas. Queda ahora por discutir, como dice Alsina, si con la nueva terminología se beneficia o se perturba el sentido de los conceptos ya admitidos. Por mi parte, me permito dudar del beneficio recibido por la ciencia con la nueva 'denominación, y también tengo serios temores a las perturbaciones conceptuales. Considero que solamente la necesidad de extirpar un verdadero error científico puede legitimar la modificación de expresiones que tienen el respaldode una vetusta tradición`. En el caso de las denominaciones "sentencias de mera declaración" ¿existe un verdadero error de significación, a tal punto de hacerse necesario sustituirlas por otras mejor acuñadas en cuanto a la expresión? Las ideas emitidas en las páginas que siguen constituyen una modesta contribución al interesante problema científico planteado por Sentís a los estudiosos de habla castellana, y sólo aspiran a que tengan la fuerza suficiente para abrir la discusión sobre la materia. Considero que no podría contribuir de manera mejor al justo homenaje que los procesalistas americanos preparan al eminente Profesor Hugo Alsina, con motivo de la publicación de su Tratado de Derecho Procesal, sino discutiendo los problemas que tanto la técnica como la dogmática del proel retardo con que ha aparecido la edición castellana del Sistema ha hecho que conozca su existencia después de escrito mi trabajo. • A continuación reproducimos la aludida Adición: "Los autores de habla castellana han solido denominar acciones o sentencias declarativas a aquellas que, hecha la referencia al proceso, designa CARNELUTTI como de "mero accertamento". Mas, he aquí que, el autor, apartándose de la doctrina más generalizada, engloba cómo de accertamento al constitutivo. Desde ese instante, era preciso, modificar la habitual traducción de accertamento, para evitar dudas y confusiones. Tras haber vacilado un momento en torno a afirmación y a aseveración y haberlas rechazado, por emplearse ambas con significado específico en la teoría de los actos procesales (cfr. núm. 399), he optado en definitiva por acertamiento, que aún siendo palabra poco usada y un tanto anfibológica en alguna de sus acepciones castellanas (acertar-adivinar), responde en la etimología a la finalidad que el autor le asigna (cfr. núms. 7 d, B, y 40 a), y supera a otras posibles traducciones como constatación (galicismo al que para este caso acude la sent. de 21-II1941) o adveración (que no sería incorrecta ni extraña —cfr. art. 13 L. Just. Municipal de 1907 y sent. de 8-XI-1921, en relación con' el art. 1 Cód, pen.—, pero que resulta distante) ", Sistema de Derecho Procesal Civil, vol. 1 (Buenos Aires 1944), pág. 181, Ad. a los núms. 45 y 46. 12 Cossío, La sentencia criminal y la teoría jurídica (Buenos Aires, 1942, pág. 16), refiriéndose a la expresión "norma individualizada" empleada por los traductores de KELSEN, dice: "En cuanto expresión ya acuñada, no me he apartado de ella en homenaje a la uniformidad del lenguaje técnico, cuya anarquía es siempre de lamentar". • LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 151 ceso plantean al estudioso de su disciplina, en la cual él nos ha dado ya, en su enseñanza y en sus libros, un monumento imperecedero. Al propio tiempo, expreso así a Sentís Melendo la admiración y honda estima que tengo por la obra que está realizando en América. Para enfocar el problema planteado, considero necesario deslindar campos colindantes y someter la realidad así aislada a un severo análisis epistemológico. Estimo que el campo de investigación teórica del derecho es muy distinto del que observa y maneja el traductor de una obra científica. El primero encara la realidad directamente; el segundo la ve a través de los ojos del autor. El uno entra en relación inmediata con el fenómeno observado en su realidad viviente; el otro sólo mediatamente. El primero tiene que ascender de las vivencias a las expresiones significativas; el segundo descender de éstas a aquéllas. En toda traducción cabe distinguir dos partes igualmente interesantes: el contenido ideológico de la obra misma, su acervo espiritual, y los módulos idiomáticos de que se ha valido el traductor para vaciar aquel contenido ideológico. Para que el pensamiento sea comunicable y pueda transmigrar de una persona a otra, es menester que se encarne en expresiones que tengan sentido auténtico para los demás. De ahí la necesidad en que se encuentra muchas veces el autor de valerse de las definiciones nominales para explicar el sentido de las nuevas expresiones usadas por él o de las viejas que se desvían de su uso, ordinario. Si así no fuera, los resultados obtenidos en investigaciones prístinas quedarían perdidos y baldíos para la cultura, por faltar a las palabras empleadas la justa concordancia entre la vivencia interior y la expresión empleada para denotarla. Todo orden de conocimiento tiende inexorablemente a organizarse en un sistema significativo que, si se le considera teóricamente. en su aspecto ideal y acabado, vendría a constituir un cosmos de 'significaciones universalmente inteligible y válido". 13 Trabajando sobre el pensamiento de HUSSERL, ha dicho justamente PIEROLA: "Normalmente las fallas de una ciencia residen en los medios a los cuales el hombre apela para asegurar su integridad primigenia. Así ninguna ciencia ha escapado a la seducción emanante del lenguaje hablado y escrito. Por su misma función significativa la palabra posee la tendencia a perder su f52 Luis LORETO Dado que el traductor trabaja con palabras que son símbolos de vivencias ajenas, su labor tiene necesariamente que ser delicada y difícil. El traductor y el retratista se esfuerzan en reproducir algo que está fuera de ellos; pero mientras éste debe representar algo que pertenece al reino de la naturaleza, aquél trabaja sobre un objeto ideal, como son las significaciones. Valiéndome de un símil podría decir que la palabra es como una moneda: ideografía de un valor ideológico dado. El traductor como el cambista honesto no hace, en realidad, sino transmutar una moneda extranjera por otra nacional de idéntico valor. En la conformidad significativa de los términos transmutados, es donde reside la dificultad y el precio de toda traducción. En su relación con el original, la versión no es, en realidad, sino un conjunto ordenado de sinónimos. Aparece así de este análisis elemental, que lo que es difícil para el traductor, puede no serlo para el autor. Para éste la perspectiva sobre la realidad puede obtenerse desde distinto ángulo, sin que por ello se modifique la esencia del objeto observado. Para denotar esas diversas perspectivas, pueden existir expresiones distintas en sus "vivencias físicas" que coinciden, no obstante, en sus "funciones notificativas" u objetos denotados. Un ejemplo de ello nos lo dan los términos empleados por la escuela alemana para denotar lo que nosotros llamamos "sentencias de condena". Los procesalistas alemanes se valen generalmente de dos expresiones: Leistungsurteile y Verurteilungsurteile. Esta última correspondería exactamente a la nuestra de "sentencias de condena". La otra, por el contrario, no coincide en su sentido literal con nuestra nomenclatura científica. Si el traductor se ciñera en este caso al cuerpo físico de las palabras, habría de traducir dicha expresión por "sentencias de prestación", lo que, si no es un error, sí es una novedad terminológica que no hay necesidad de introducir. Y es que aquellas palabras de la ciencia alemana responden a dos puntos distintos desde donde se otea un mismo fenómeno. La expresión Leistungsurteile denota la realidad vista desde un ángulo cuyo vértice está en las vivencias del actor y en su dirección carácter revelador. La gran mayoría de los hombres está acostumbrada a la palabra como palabra. Sólo una ínfima minoría percibe su significado total y preciso". Apuntes dispersos sobre Fenomenología, en Universidad (Santa Fe, agosto 1943), N 15, pág. 139 in fine. LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 153 hacia el obligado; la expresión Verurteilungsurteile, en cambio, descuida estas vivencias privadas, para sólo apreciar el fenómeno desde el punto de vista del Estado al otorgar la tutela jurídica14. Volviendo a nuestro tema, puede decirse que la doctrina sudamericana ha tenido también dudas en cuanto a la terminología que debe emplearse para designar aquellas especies de sentencias que tienen por función única y esencial expresar lo que en la doctrina procesal alemana se denota con la palabra Feststelungsurteile y en la italiana con la locución sentenze di mero accertamento15. Al enmarcar justamente la teoría de la sentencia dentro de la doctrina general del proceso, los autores han hecho bien en estudiarla en sus estrechas conexiones con las teorías de la aplicación de la ley, de la prueba y de la cosa juzgada. El proceso civil, ha. dicho Chiovenda 16 , es el conjunto de ]os actos coordinados al fin de la actuación de la voluntad concreta de la ley (respecto a un bien que se pretende garantizado por ésta), por parte de los órganos de la jurisdicción ordinaria. Es el instrumento por excelencia forjado por el Estado para que el ordenamiento jurídico positivo se haga realidad operante entre los sujetos privados que de la tutela jurisdiccional han de menester. La concepción subjetiva de los fines del proceso puede considerarse como definitivamente abandonada. El fin de la acción, dice Wach, no es el fin del proceso. Aquélla op. Cit., pág. 259 in /ine. Esta diferencia terminológica trasportada a la teoría de la acción ha dado origen también en alemán a las expresiones Leistungsklagen y Verurteilangsklagen que son ambas traducidas por "acciones de condena", como lo hace correctamente PRIETO CASTRO en los Elementos de derecho procesal civil de Kisci-s, Madrid, pág. 175, pero sin que haya puesto de manifiesto lo que el mismo autor dice en el original (vol. II, pág. 51) de que la primera expresión es menos exacta que la segunda. También como KISCH opina GOLDSCHMIDT, Zivilprozessrecht (Berlín, 1932), pág. 212. CHIOVRNDA dice: el concepto de condena es correlativo al de prestación, Istitazioni, cit., pág. 169. 15 Así, por ejemplo, COUTURE, op. cit., N? 140 nota 1; BUZAID, A açao declaratória, no direito brasileiro (Sao Paulo, 1943), N' 67. Ambos autores se deciden por seguir empleando el término "declaración", ora por ser tradicional (CouTuRE), ora por encontrarse, además, empleado en textos legales (BuzAs»). En cuanto al uso del término "declaración" aplicado a las ac ciones, lo encontramos en los recientes Códigos del Proceso Civil del Brasil (Arts. 2 y 290), de Portugal (Art. 4?) y de la Provincia de Córdoba (Art. 1 ? ); y en el novísimo Código Civil venezolano (Art. 507, 29). 16 Op. cit., pág. 32. 14 ROSENBERG, 154 - Luis LORETO determina su objeto, no su fin. Este consiste en la defensa del Derecho por el ejercicio de la jurisdicción. La destinación constante del proceso es la actuación de la voluntad de la ley`. Todo proceso, como toda actividad humana, tiende a un fin, a un resultado práctico. Pero la variedad de intereses que aspiran a realizarse mediante el proceso, permite que se les pueda apreciar desde distintos puntos de vista: el de las partes y el del Estado. Se trata de dos perspectivas coordinadas sobre la realidad en función solidaria. La concepción pragmática que de la vida tienen los litigantes les lleva al campo del proceso a luchar por sus derechos no por el Derecho. En cambio, el Estado no va al proceso movido por la defensa de tal o cual derecho sino que su misión esencial es la de realizador del derecho. De aquí su posición neutral, su condición de tercero imparcial en el debate judicial, que le lleva a tener, como afirma Stein 18, no interés en el proceso sino al proceso. Este interés sustancial que mueve a las partes a provocar la actividad jurisdiccional es de la más variada naturaleza. El op. cit., pág. 40; CALAMANDREI, op. cit., pág. 95; WACH, Handbuch des Deutschen Zivilprozessrechts (Leipzig, 1885), pág. 4. Más adelante, pág. 7 nota 7, el gran maestro de Leipzig agrega: "Dentro de la dogmática tenemos que buscar no el concepto empírico del objeto, sino la idea adecuada a su esencia, esto es, el concepto metafísico. La confusión de ambas maneras de considerar las cosas es una falta que no pocas veces origina controversias metodológcas y errores. El "concepto metafísio" del proceso es en toda sentencia el de la aplicación del derecho, no su creación ni su "libre producción". La sentencia tiene idealmente por fin, y siempre lo ha tenido, sólo aquel concepto, no este último, y saca su fuerza y legitimación de su destino fundamental". • Al ocuparse ROSENBERG, op cit., pág. 2, de los fines del proceso civil, dice: "El proceso civil, no sirve únicamente a las partes para el logro de sus derechos sino que la decisión pasada en autoridad de cosa juzgada sobre la relación litigiosa a que aspiran va más allá, al servir a los intereses estatales mediante la realización del orden jurídico, el restablecimiento y la preservación de la paz jurídica y el aseguramiento del derecho entre las partes. Este es el fin para el cual la institución del proceso ha sido creada por el Estado. La tutela de los intereses privados por el proceso civil, que para las partes está en primer plano, es —visto desde aquí— sólo medio y efecto, como que el orden jurídico privado que concede los derechos particulares peligra él mismo, es transgredido y tutelado, por la amenaza, • la transgresión y la tutela misma de esos derechos". En concordancia con los anteriores principios, ha dicho justamente SAUER, Grandiagen des Prozessrechts (Stuttgart, 1929), pág. 16 y sig., que conocemos la esencia de un fenómeno sólo por su idea no por su objeto; y que el fin del proceso no es nunca el de producir puramente la certeza jurídica. Véase, además, LASCANO, Jurisdicción y competencia (Buenos Aires, 1941), págs. 14 y sig. 18 Op . cit., pág. 2. 17 CHIOVENDA, LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 15 vendrá a constituir el incentivo práctico de la acción y el contenido sobre el cual se ejercen los posibles efectos de la tutela jurídica. La actuación de la voluntad de la ley se verifica por medio de la jurisdicción en dos momentos significativos: el de conocimiento y el de ejecución. Por el primero —que es el que interesa a nuestro estudio— se aspira a declarar o a determinar jurídicamente lo que por el acaecer histórico y las imputaciones normativas a los hechos es la voluntad de la ley`. La voluntad abstracta hecha concreta antes del proceso se individualiza en la sentencia que la patentiza y proclama como verdad oficial (pro veritate accipitur). En cuanto a la sentencia se limita a la mera declaración de la relación material preexistente (excluidos los posibles efectos constitutivos y reflejos que de aquella declaración pueden derivarse), nihil novi statuit, sed quod ¡uit declarat, como decían los juristas del derecho procesal común. La sentencia declara consecuencias jurídicas anterior19 WACH, op. cit., pág. 6 y sig.; HELLWIG, Lehrbuch des Deutschen Zivilprozessrechts (Leipzig, 1907), vol. II, pág. 160: "Estas consecuencia jurídicas (el nacimiento o la modificación de relaciones jurídicas) se efectúan en el derecho vigente por sí mismas. En este sentido puede decirse que la ley se aplica por sí misma: la constitución de la relación de la vida que quiere el orden jurídico privado, no necesita ayuda judicial". STEIN, Grundriss des Zivilprozessrechts ucd des Konkarsrechts (Tübingen, 1928), pág. 10; CrnovENDA, op cit., pág. 35; CALAMANDREI, Instituciones citadas, págs. 83 y sig. BETTI, Ragione e azione, en Rivista di Diritto Processuale Civile (Padova, 1932), vol. IX, Parte 1, pág. 207; COUTURE, op. cit., N 136 y sig.; VON THUR, Der Aligemeine Teil des Deutschen Bürgerlichen Rechts (München und Leipzig, 1914), vol. II, pág. 4. Este último autor dice: "Cuando nos encontramos en presencia de un hecho concreto previsto por una norma, la consecuencia jurídica aparece con necesidad lógica, consistiendo esencialmente la aplicación del derecho en la comrobación de hechos y su subsunción bajo la norma". Para una concepción distinta, DANZ, Einfürung in die Rechtssprechung (Jena, 1912), págs. 4 y 75, quien sostiene que el texto Tuerto de la ley no puede operar automáticamente la creación de las relaciones jurídicas establecidas por ella, sino que es solamente el juez quien tiene poder para dar vida y realizar el derecho prometido por la ley al actor. Con ocasión de la sentencia y basándose en el derecho objetivo, el juez dieta la norma judicial con efecto retroactivo. Para KELSEN, Aligemeiner Staatslehre (Berlín, 1925), págs. 233 y sig.: "Sin la sentencia, el derecho abstracto no podría adoptar la forma concreta. Por eso la sentencia que declara como realizado en el caso concreto un hecho legal y pronuncia una consecuencia legal concreta, no es otra cosa que una norma individualizada, la individualización o concretización de la norma jurídica general o abstracta". MERKEZ, Prole gomena einer Theorie der rechtlichen Stufenbaues, en el volumen en honor de KELSEN, Gesellschaft, Staat ucd Rech (Wien, 1931), págs. 282 y sig. dice: "El proceso de aplicación del derecho corre paralelo al de su creación, de modo tal que mediante todo acto normativo de aplicación del derecho se crea una nueva norma (o un complejo de normas) ". 156 Luis LORETO mente realizadas que, a su vez, fueron preestablecidas in thesi, por el orden jurídico`. Las consecuencias jurídicas vienen así a ser el resultado del connubio de los dos elementos que las condicionan: la norma y el hecho histórico concreto. Estas consecuencias no son de naturaleza material, perceptibles por los sentidos, sino que pertenecen al mundo del espíritu, son juicios lógicos (Manigk). La consecuencia jurídica concreta, no se desprende de la norma abstracta "como el relámpago se desprende de la nube" (Calamandrei). Ella no es un fenómeno que esté presente a nuestros ojos, sino sólo a nuestra inteligencia. Esta esencia de las consecuencias jurídicas condiciona necesariamente los modos de entrar en contacto con ellas y conocerlas. La lógica que preside la formación de las consecuencias jurídicas no es explicativa o del ser, sino que es una lógica normativa o del deber ser, con lo cual su radio de acción es mucho más amplio que el de aquélla, por cuanto permite a la voluntad ordenar el mundo en función de pasado, de presente y de porvenir?' . 20 Esta última afirmación es la consecuencia de la oposición fundamental que existe entre las leyes de la naturaleza y las normas jurídicas. Las primeras son leyes del ser; las segundas del deber ser. Aquéllas son explicativas; éstas ordenadoras de efectos jurídicos. El orden jurídico no tiene otro método de ordenación sino el de establecery regular efectos jurídicos. KELSEN, Hau ptprobl eme der Staatsrechtslehre (Tübingen, 1932, passim, particularmente el Capítulo 1 del Libro 1; MANIGK voz "Rechtswirkung" en Handwórterbuch der Rechtswissenschaft (Berlín und Leipzig, 1927), pág. 756; Cossio, La valoración jurídica y la ciencia del derecho (Santa Fe, 1941), Capítulo II; AFTALION, El derecho como objeto y la ciencia del derecho, en Curso Colectivo de la Filosofía del Derecho (Buenos Aires, 1943), pág. 43 y sig. Para CARNELUTTI, Instituciones del nuevo proceso civil italiano, pág. 54, el juez declara los efectos de los mandatos jurídicos existentes. 21 Razonando sobre la concepción teológica del mundo, el gran filósofo NIc0LAI HARTMANN, Móglichkeit and Wirklichkeit (Berlín, 1938), pág. 263, ha dicho: "A la voluntad pertenece, en general, sólo el futuro. Ella no puede querer ni crear allí donde todo tiene ya su forma estable, donde sobre todo ser y no ser ya se ha decidido, como en el pasado y en el presente. Ella tiene sólo libertad donde puede pronunciarse todavía una decisión. Su esencia está, precisamente, en decidir sobre el ser y el no ser de lo que no ha sido todavía. Ella puede sólo insertarse donde la cadena de las condiciones está todavía incompleta; donde la posibilidad real y la necesidad real no se han efectuado todavía, esto es, ahí donde no coinciden. Solamente aquí puede ella contraponer a la necesidad real otra necesidad... La forma categorial de esta auto-determinación anticipada de la vida (sích-selbs-Vorauslebens) es la teleología: libertad de establecer fines y realizarlos. La teleología es la forma de la actividad del hombre". El haber diferenciado las ideas de fin (Zweck) y de deber ser (Sollen), lo teleológico de lo normativo, es, desde el punto de vista filosófico y de la teoría general del derecho, el mérito más grande de KELSEN y su Escuela. Véase Hauptprobleme citado, pág. 57 y sig.; Cossio, La valoración jurídica, cit. pág. 55 y sig. LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 157 La estructura de los ordenamientos jurídicos modernos de tipo fundamentalmente latino en la formulación del derecho, en los cuales toda consecuencia jurídica es el resultado de una imputación normativa sobre un hecho o complejo de hechos, no deja espacio, cuando se trata del ejercicio de la jurisdicción contenciosa, para que el libre poder discrecional deljuez se aparte de la norma' establecida y se erija, para el caso de especie, en voluntad general. A diferencia de lo que acontecía en el derecho romano de la era clásica, en el cual el pretor no se hallaba vinculado estrechamente al derecho constituido sino que tenía un amplio poder discrecional, el juez moderno, cuando obra en función jurisdiccional contenciosa, no tiene otra misión que la de aplicar el derecho al caso controvertido. Es la voluntad de la ley en el caso concreto lo que él está llamado a conocer y a formular, no una voluntad propia`. La disquisición de la doctrina moderna acerca de los elementos que integran la sentencia civil, el lógico y el volitivo, creo que debe conducir —por necesidad inmanente de los ordenamientos jurídicos modernos— a la afirmación doctrinal que advierte esencialmente en toda sentencia los elementos de un juicio lógico-normativo`. La creazione del diritto nella "Inrisdictio" del pretor romano, en Studi di diritto processuale in onore di Chiovenda (Padova, 1927), pág. 18; CHIOVENDA, Istituzioni, cit., pág. 35 y sig. 23 ROCCO, ALFREDO, La sentenza civile (Tormo, 1906), pág. 33. En el estudio Citado en la nota anterior, ibidem, BETTI ha respondido autorizadamente a las afirmaciones de CARNELUTTI y CALAMANDREI que sostiene la teoría de los dos elementos, en los siguientes términos: "El elemento volitivo es inmanente a la misma actividad teorética del juzgar, puesto que el juicio es esencialmente afirmación, adhesión, asenso: asenso que nuestro espíritu —en cuanto voluntad— da a un contenido de conocimiento, a inedida que ese espíritu —en cuanto intelecto— va elaborando y presentando a sí mismo tal contenido... La voluntad personal del juez no funciona diversamente de la de un jurista cualquiera en cuanto aplica la ley al caso concreto. Esa voluntad entra en juego no ya a decisión alcanzada —como sostiene CALAMANDREI- sino antes de conseguirse la decisión, y aparece precisamente a fin de llegar a una decisión que responda a la voluntad de la ley. No es verdad, precisamente, que el juez ponga en movimiento su voluntad aun cuando se trate de "imponer el sello de la autoridad del Estado al producto de una argumentación lógica". Es justamente durante la argumentación que el juez valora y quiere: valora y quiere a fin de llegar a una conclusión que refleje la voluntad de la ley. Una vez alcanzada la conclusión, él no quiere más y no tiene necesidad de querer más nada. Es menester distinguir bien entre el efecto jurídico y el hecho específico que de aquélla es causa. La eficacia vinculante de la decisión es un efecto que el mismo orden jurídico (no la voluntad del juez) atribuye —como hecho específico suficiente— a la voluntad de la ley, como tal, autoriza- 22 BETTI, 158 Luis LORETO Dado el elemento declarativo que se advierte analizando la estructura y función de todas las decisiones que acogen la demanda`, se ha pensado, justamente, en la doctrina más evolucionada, que siendo la voz "declaración" un término genérico, no puede servir .para denotar una especial categoría de sentencias. El término "declaración', en una de las acepciones en las cuales se le usa en nuestro lenguaje corriente, significa la manifestación o explicación de lo que otro u otros dudan, sin eficacia obligatoria. Aplicado a la sentencia judicial de fondo expresa la manifestación, con fuerza vinculante para las partes, de lo que en el caso concreto es la voluntad de la ley en forma estable. En esta última acepción, la declaración no tiene el propósito de conseguir una manifestación teórica, sic el simpliciter, de lo que es dudoso, sino que ella es práctica normativa. -En el derecho romano clásico las acciones prejudiciales remataban en sentencias que tenían una función puramente declaratoria de la relación controvertida. El término técnico propio para denotar esta función específica de la declaración era el de pronuntiatio25 . Esta palabra vino a ser luego sinónima damente formulada. Y lo atribuye en cuanto esa voluntad de la ley así formulada parte del órgano competente del Estado para pronunciarla, y de allí que sea referible al Estado, gracias a su carácter autoritario. Esto es, debe considerarse como acto propio del Estado mismo, en cuanto constituye el ejercicio de una competencia normativa reservada a aquel órgano determinado. El pronunciamiento es vinculante, no porque el órgano quiera vincular a las partes sino porque las partes están objetivamente sujetas a la competencia normativa de aquel órgano; competencia que el órgano ejerce al declarar no una voluntad propia, sino la que, a su parecer, es la voluntad de la ley". STEIN, dice, loc. cit.: "Sin embargo, la limitación a la pura subsunción no significa que la búsqueda de la sentencia sea como la de un ejemplo matemático". No se niega, ciertamente, que en la formación crítica y dialéctica que precede, a la formación de la sentencia la voluntad del juez sea extraña, lo que sería ir contra la realidad, sino que los momentos prácticos que ha recorrido esa voluntad en el proceso no son capaces de crear la voluntad jurídica del caso, que está ya en el efecto jurídico como voluntad de la ley. La voluntad personal del juez acendra, prepara Y vigoriza en sus razones lo que va a ser declarado como efecto individualizado, pero ella es incapaz de transformarse en voluntad de la ley. Para la concepción de la teoría pura del derecho, Cossio, La Sentencia criminal, citada pág. 21 y sig. 24 CHIOVENDA, Op Cit., pág. 178; COUTURE, Op. Cit., pág. 175; LIEBMAN, Execuçao e açao executiva, separata de Revista Forense, Maio, 1943, pág. 215. 25 SAVIGNY, Sistema del diritto romano attuale, traducción italiana de ScIAL0JA (Tormo, 1896), vol. VI, pág. 347; BETHMANN-HOLLWEG, Der rómische Zivilprozess (Bonn, 1865), Vol. II, págs. 240, 262; KELLER-WACH, Der. rómische Zivilprozess und die Actionen (Leipzig, 1876), págs. 130, 316; LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 159 de sententia como se advierte en varios pasajes de las fuentes`. Sin embargo, en textos clásicos relativos a la fórmula petitoria, se encuentran empleadas inflexiones del verbo declarare en la misma acepción típica de pronuntiatio27. Mediante un proceso de evolución propio de muchas significaciones originarias, al constituirse las lenguas romances —y tal vez antes de su formación— la palabra pronuntiatio perdió su primitivo y peculiar sentido romano, para venir a denotar la sentencia misma y el acto de publicarla. Ocupó su lugar el término declaración, derivado, sin duda, de aquella acepción no técnica que se encontraba en las fuentes. Es así cómo en castellano las voces declarar, declaración, declaratorio han venido a usarse en el lenguaje del foro para significar, propiamente, la manifestación en la sentencia definitiva de lo que es derecho en el caso concreto y nada más`. Einlassungszwang und Urteilsform (Leipzig, 1877), págs. 146 y sig. Este último autor, al tratar de los efectos jurídicos de la pronuntiatio dice que "la sentencia no suministra prueba sino auténtica declaración...". Por su parte, un ilustre jurista norteamericano, refiriéndose a la sentencia declarativa ha dicho: "Su característica está en el hecho de que constituye una certificación auténtica de relaciones ya existentes" (BORCHARD). 26 Entre otros, MODESTINO, L. 1 D. 42, 1; MARCIANO, L. 1 § 4 D. 48, 16. 27 PAULO, L. 35 parágrafo 1 D. 6, 1: Ubi autem alienum fundum peti et judex sententia declaravit meum esse ... ; ULPIANO, L. 8 parágrafo 4 D. 8, 5: quia per sententiam non debet servitus constitui, sed quae est declaran. Véase SAVIGNY, Op. Cit., pág. 344 y texto y nota (e); BETHMANN-HOLLWEG, Loe. Cit. 28 Con respecto a la voz "declaratorio", y sin ir lejos en la búsqueda de su sentido forense, el Diccionario de la Lengua Española, décima sexta edición, explica el siguiente: "For. Se dice del pronunciamiento, que define una calidad o un derecho sin contener mandamiento ejecutivo". Así, pues, el pronunciamiento declaratorio vendría a ser sinónimo de sentencia de mere declaración de la doctrina procesal moderna. El verbo "declarar" se encuentra empleado en este propio sentido en algunos pasajes de autoridades, como son los siguientes, tomados del Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana de don RUFINO JOSÉ CUERVO (París, 1938), Vol. II, pág. 829 y sig., voz "Declarar": "Se pronunció la sentencia cuya sustancia fue declarar por buen ministro y fiel vasallo de su Majestad a Hernán Cortés"; "Don Jaime, rey de Aragón, en Roma, donde era ido llamado del Papa, fue declarado por rey de Cerdeña y Córcega"; "Trató con los otros jueces. . . que declarasen por su sentencia que el condestable se partiese de la corte". Se ve por estos pasajes, de los cuales los dos últimos son del período anteclásico, que el término declarar y sus derivados eran empleados desde antaño, para denotar la función típica de la pronuntiatio romana, la cual venía a ser la decisión correspondiente a fórmulas provistas sólo de intentio. El uso, pues, por los autores modernos de la palabra declaración para denotar un tipo especial de sentencias, no responde a una bastarda traducción, casi literal, de voces francesas o anglosajonas, sino que él tiene una ascendencia filológica e histórica vetusta y respetable. La ciencia procesal moderna no ha hecho sino analizar el objeto a que su significación se refiere y descubrir dentro de ella nuevas categorías. DEGENKOLB, 160 Luis LORETO La misma esencia procesal alemana,' tan cuidadosa en el uso y fijación del sentido de las palabras, emplea la voz Faststelung como sinónimo de declaración. Ella se usa en un sentido amplio y en otro restringido o técnico. Al ocuparse Roberto Coester29 de precisar, el concepto de "decisión" (Entscheidung), y después de afirmar que es una expresión ambigua, dice: • . para nosotros decisión significa un acto del Estado que expresa un conocimiento (Erkenntnis), ya puro, como en la Feststellu'n,gsurteil, o unido a una constitución de derecho, como en la Gestaltungsurteil. Lo esencial está en que cuando un acto del Estado debe llamarse decisión, un declaraturn (eststellun,g) debe estar contenido en él". Guillermo Kisch en su célebre estudio sobre la teoría de la sentencia`, las agrupa en dos grandes categorías: declarativas, de un lado, y constitutivas, de otro. Las primeras, que actúan una voluntad de ley preexistente, las encierra bajo la denominación de Feststelungsurteilen im Weitern Sinne (para comprender como sub-especie de ella a las de condena y a las declarativas en sentido estricto); las segundas son las que crean una relación o estado jurídico nuevo. Es así como no causa extrañeza que rubrique a las primeras declarativen Urteile3t. Entre ambas palabras tal vez podría advertirse un matiz de significado, y es que mientras el término declaración denota - y pone de relieve la función de que por la sentencia no se crean consecuencias jurídicas nuevas sino que se limita a manifestar o patentizar oficialmente lo que es la voluntad de la ley preexistente, el término Feststellung, en cambio, carga el acento significativo de la expresión en la fijeza y estabilidad que la voluntad de la ley declarada logra por la sentencia". Se trata, - 29 Die Rechtskraft der Staatsakie (München und Leipzig, 1927), pág. 20. HELLWIG, Op. Cit., Vol. II, pág. 38. 30 Beitráge zur Urteilslehre (Leipzig, 1903), pág. 11. 31 Op. cit., 14 ROSENBERG, Op. Cit., 267, dice textualmente "Die Verurteilugs —und Feststellungsklagen machen eme berits ausserhalb des Proz. es eingetreten Rechtsfolge geltend; die Verusteilungs—. und Feststellungsurteile stellen sie rechtskrafahig fest und sprechen aus, was, ist, sind also dccl arativ". 32 En su interesante contribución al estudio de la sentencia de reconocimiento, y en relación con la función del juez en tal clase de sentencia, dice DEGENKOLB: "Festgestellt en sentido técnico es lo que, visto desde afuera, está colocado en una posición estable, sin vacilación ni discusión, pero no lo que se refiere a la situación interna del proceso que ha de servir de fundamento al juez para pronunciar una sentencia" Das Anerkenntnsurteil, en Beitráge sum Zivilprozess (Leipzig, 1905), pág. 117. LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 161 en suma, de ver una misma moneda por sus dos caras. Y es que la declaración judicial que se efectúa por la sentencia, en tanto que emanada de un órgano provisto de jurisdicción, no puede positivamente concebirse sin que lo declarado mismo quede fijo y cierto, valiendo como expresión individualizada y obligatoria de lo que es la voluntad de la ley en el caso concreto. Este efecto peculiar que tiene toda sentencia de fondo, constituye la cosa juzgada sustancial y hacia la cual tiende todo el proceso en una relación de medio . a fin. Esta aspiración de la sentencia de fondo a resolverse en una declaración prácticamente estable, con validez objetiva, es precisamente lo que jurídicamente distingue la declaración contenida en la sentencia de la de un simple parecer privado 33 . Este efecto de fijeza y estabilidad que procura a la sentencia el hecho de haber pasado en autoridad de cosa juzgad ?, es una cualidad ínsita en ella, su esencia misma, de modo que cuando se habla de sentencias. declarativas en los sistemas modernos o en la doctrina procesal, se representa el concepto de que lo declarado no puede ser de nuevo discutido legalmente entre las partes, puesto que se lo da como firme y positivo. La doctrina italiana, después de Chiovenda, ha venido empleando la palabra accertamento en los mismos sentidos en que los alemanes emplean la voz Feststellun,g. Al ocuparse Enrico Tullio Liebman de la resolución convencional del proceso, dedica párrafos notables a precisar los conceptos que se expresan con los vocablos "accertare" y "accertamento". A este respecto enseña: "En un primer sentido (por así decir histórico), el accertamento es un acto de inteligencia; accertare significa indagar y verificar la realidad de los hechos realizados en el pasado. . . En un segundo significado (que yo llamaría jurídico), accertare significa poner con un acto de voluntad una determinada situación jurídica para 33 CALAMANDREI, Instituciones, Cit., pág. 84; WAcH, Op. Cit., pág. 9; HELLWTG, Op. Cit., Vol. 1, pág. 38; OERTMANN, Grundriss des deutschen Zivilprozessrechts (Leipzig, 1930), pág. 38. 34 Rivista di Diritto Processuale Civile, Vol. IX, 1932, 1, pág. 274. Es inte- resante observar que el ilustre procesalista traduce al portugués la expresión italiana mero accertamento por mera averiguación, lo que no me parece correcto ( CHIOVENDA, Instituiçoes de direito processual civil, traducción portuguesa de GUIMARAES MENEGALE con notas de LIEBMAN (Sao Paulo, 1942, Vol. 1, pág. 302, nota 2), 162 Luis LORETO que se sustituya a otra anterior que parecía incierta, sea en cuanto a la existencia, sea en cuanto a su modo de ser. Este resultado es posible siempre que el orden jurídico reconozca a la voluntad misma la potestad de producir tal efecto. . . Es en este sentido que puede hablarse de accertamento y de negocio de accertamento". Al tratar enseguida de la diferencia que existe entre estos dos últimos actos, agrega: "Puesto que preexiste al proceso la voluntad de la ley que debe ser interpretada y aplicada por el juez el cual debe considerar la relación sometida a su examen en un momento anterior al proceso, el derecho considera que la voluntad de la ley, con respecto a la relación accertata, ha sido siempre tal como el juez la ha declarado e indiscutiblemente afirmado. Esto es lo que se entiende cuando se habla de eficacia declarativa de la sentencia". Para Carnelutt05 accertamento significa hacer obligatoria una aplicación de la ley, y accertare "integrar o concretizar el mandato para caso dado, hacer concreto el juicio hipotético contenido en la norma instrumental o material". En un trabajo posterior" el egregio maestro de Milán expresa que "objeto del accertamento judicial no es, al menos según el derecho vigente, la existencia material de un hecho, sino su eficacia jurídica, o, en otros términos, las situaciones jurídicas que de él se derivan". Obsérvese que no se hace referencia alguna a la noción de certeza, sino a la obligatoriedad normativa. Con el accertamento jurisdiccional el actor se propone conseguir la certeza sobre la existencia de la relación jurídica dudosa (accertamento positivo) o la no existencia (accertamento negativo)`. La escuela italiana moderna desarrolla toda su teoría alrededor de la noción de "certeza" que por la sentencia se alcanza. Considero que este punto de vista merece alguna rectificación. La certeza expresa o algo de absoluto y 35 Lezioni di diritto processuaie civile (Padova, 1926), vol. 1, N? 45, in fine. 36 Accertamento degli e!feti civil¡ del reato estinto, en Rivista di Diritto Processuale Civile, Vol. XV, 1938, Vol. 1, pág. 4. 37 Cabe advertir con SAUER, Grundiagen des Prozessrechts (Stuttgart, 1929), págs. 81 y 91, que la diferencia entre posibilidad, verosimilitud y certeza sólo se encuentra en el dominio de los hechos y no en el de las ciencias del espíritu. En éstas, solamentepuede alcanzarse una verosimilitud en / el más alto grado favorable, no siendo la certeza en el proceso, en realidad, sino verosimilitud. Sin embargo, se habla de certeza en el proceso aun cuando no esté excluida la posibilidad contraria, en razón de que para la generalidad de los hombres se tienen los efectos como prácticamente ciertos. LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 163 es la verdad, o algo de relativo al sujeto y es la /irme persua sión 38 . Como contrario al concepto de certeza está el de incertidumbre la cual es siempre subjetiva, no objetiva`. Ahora bien: siendo el orden jurídico un cosmos normativo, impersonal, no puede haber para él ni certeza ni incertidumbre. Para el Estado que es ese orden jurídico mismo, el derecho concreto es el que debe ser de conformidad con las imputaciones normativas a los hechos acaecidos en el mundo de relación. El juez, que es uno de los órganos por los cuales ese orden se actúa o realiza, se limita, en realidad, a declarar consecuencias jurídicas surgidas en el acontecer histórico, a manifestarlas, a patentizarlas, y, cuando el ordenamiento jurídico lo dispont, a crear, modificar o extinguir consecuencias jurídicas. En virtud de la estructura normativa del orden jurídico, el derecho declarado o constituido por la sentencia no puede ser distinto de como ha sido ya o debe ser para el futuro. Jurídicamente la voluntad concreta de la ley es lo que el juez afirma ser la voluntad de la ley. Si para las partes en causa puede haber incertidumbre sobre loque es el derecho en el caso, por faltarles la firme persuasión de la realidad jurídica concreta, para el Estado, en cambio, no existe incertidumbre alguna, ya que admitirla equivaldría a negarle su estructura normativa, que es neutra, e interferirle elementos psicológicos de valoración que ontológicamente le son completamente extraños. No se niega, ciertamente, que la necesidad de obtener seguridad y certeza sobre la existencia o no existencia de una relación jurídica, constituyael incentivo práctico que lleva al actor al terreno del proceso, para alcanzarlas en él; pero no puede tampoco negarse que esa seguridad o certeza, como resultado práctico, no puede conseguirse sino como consecuencia ulterior de haberse declarado en la sentencia cuál es la voluntad de la ley. Se ha dicho ya que el efecto típico de toda sentencia es el de producir la cosa juzgada sustancial que "es el valor normativo que tiene la sentencia, como regla ahora indiscutible para las partes en sus relaciones 38 R0sMINI, Logica (Napoli, 1857), N? 1.604. 39 CARNELUTTI, Lite e funzione processuale, en Rivista di Diritto Processuale Civile, 1938, 1, pág. 24. 40 CHIOVENDA, Op. Cit., pág. 39. 164 Luis LORETO recíprocas y como criterio obligatorio para el juez en cualquier juicio futuro sobre el mismo objeto"`. Puesto que en el sistema lógico de los ordenamientos positivos modernos el derecho concreto es el que ha sido declarado 41 BETTI, Cosa giudicata e ragione fatta valere in giudizio, en Rivista del Diritto Commerciale, 1929, Vol. 1, pág. 545. El desarrollo hecho en el presente trabajo debe conducir a afirmar la unidad integral y orgánica del ordenamiento jurídico positivo como realidad lógico-normativa, y a excluir la dualidad tradicional del mismo: ordenamiento privado y ordenamiento procesal o de tutela jurídica, como oposiciones reales y estáticas. La representación mental de la existencia de estos dos ordenamientos separados —uno que se da fuera del proceso y otro en el proceso— permite la posibilidad teórica de sus contradicciones dialécticas, con antinomias inmanentes que ninguna de las doctrinas hasta hoy elaboradas permite superar racionalmente. A la' oposición fundamental entre esos dos ordenamientos se ha venido sustituyendo desde hace algún tiempo en la doctrina –a-con logradas razones en su punto de partida bien que con divergencias en sus resultados y conclusiones— una noción unitaria o monista. Esta postura metodológica fundamental debe conducir, por necesidad lógica insoslayable, a negar la existencia de relaciones jurídicas o derechos subjetivos per se, como entidades jurídicas que tienen una realidad propia fuera del proceso que pueda desconocer o menguar la sentencia que recaiga en éste cuando se las enjuicia. La concepción unitaria y dinámica del orden jurídico no permite hacer aquella disección de la realidad, que es siempre una e indivisible en su realización histórica. No existe ni puede existir una experiencia jurídico-material que desde el punto de vista de validez normativa pueda ser desconocida o menguada por la experiencia y la realidad procesal. La concepción unitaria y orgánica del orden jurídico conduce, por lo tanto, a rechazar la bondad científica de las dos teorías formuladas para explicar la naturaleza de la cosa juzgada. Admitir la posibilidad de que existan - sentencias que nieguen el derecho material preexistente o que reconozcan el que no existe, esto, es, sentencias injustas, es una palmaria contradicción lógico-normativa. Aceptar, por el contrario, que la sentencia judicial sólo tiene influencia exclusivamente en el campo procesal, sin que se toque para nada la situación materialextraprocesal, equivale a admitir la pos¡bilidad, no solamente fáctica sino normativa, de que existan sentencias • cuyo contenido no corresponda a la realidad jurídica concreta, lo cual es • negar la función misma del proceso como instrumento exquisito de realL zación del orden jurídico integral. Las relaciones jurídicas concretas, los • derechos y facultades que de ellas dimanan, no son lo consecuencia de imputaciones normativas a los hechos apreciados en un momento estático • de su vida, sino que ellas son tales como aparecen en la plenitud y acabamiento del acontecer dentro del orden jurídico total (material y procesal). • Mientras haya para las relaciones jurídicas y derechos subjetivos la posibilidad de ser enjuiciados y sometidos al derecho objetivo, ellos no están acabados, sino in fien. Si el proceso se aprecia en su función esencial de actuar el orden jurídico objetivo, como un todo unitario y armónico, del cual la actividad jurisdiccional no es sino un peculiar momento de realización, la sentencia no puede ser sino declarativa de relaciones preexistentes y no puede ser sino declarativa también la naturaleza de la cosa juzgada llamada material. Sobre el problema en general de la unidad del orden jurídico KELSEN, Allgemeine Staatslebre, Berlín, 1925, pág. 47 sigs.; BINDER, Op. Cit., págs. 46 y 310 y sig.; AMILCAR MERCADER, Layacción (Buenos Aires, 1944), passirn; NEUNER, Privatrcht und Prozessncht, 1925, página 11. LA SENTENCIA BE DECLARACIÓN ' 165 como tal por la sentencia y no existe otra posibilidad, es manifiesto que, para el Estado el problema de la duda que origina la incertidumbre de las partes no se plantea. En tal sistema carece de sentido hablar de "sentencia injusta", de "casos patológicos aberrantes". La presunción atribuida por la ley a la sentencia de que lo declarado en ella es la voluntad de la ley, excluye terminantemente del dominio de las decisiones judiciales de fondo toda posibilidad teratológica. Aun considerando la sentencia en un momento anterior al de alcanzar la autoridad de cosa juzgada, ella produce efectos declarativos sujetos a la contingencias del proceso. Esta eficacia declarativa de la sentencia de. fondo se hará firme y estable. tan pronto como consiga la autoridad de cosa juzgada. En ambos momentos habrá eficacia declarativa de la voluntad de la ley, sólo que de certeza únicamente podrá hablarse (y esto desde el punto de vista de las partes) después que la sentencia haya pasado en autoridad de cosa juzgada, por ser ésta la que le comunica su inmutabilidad. Los efectos de la tutela jurídica solicitada por los litigantes en las acciones de mera declaración les son conseguidos por la sentencia que declare la existencia o no existencia de la relación jurídica que ha formado objeto del proceso, ora como consecuencia de su pura eficacia declarativa sujeta a rectificación, ora de manera estable y permanente, como consecuencia de la autoridad de la cosa juzgada. En.este último caso, que es cuando la sentencia desarrolla su plenitud de efectos, ella no declara la certeza de algo, sino que se limita a patentizar, con fuerza imperativa, lo que es la voluntad de la ley en el caso de especie. Como resultado ulterior de esta fijación normativa de lo declaradó, surge en el ánimo de las partes, aún recalcitrantes, la necesidad jurídica de tener como cierta la voluntad de ley declarada por la sentencia, de modo que la certeza misma es un momento secundario al de la declaración con fuerza imperativa. Se trata, en suma, de un momento psico42 LIEBMAN, Ancora sulla sentenza e sulla cosa giudicata, en Rivista di Diritto Processuale Civile, 1936, 1, pág. 237 y sig. CARNELUTTI, Bilancio di una polemica, en la misma Rivista, 1937, 1, pág. 78; BAPTISTA MARTINS, Comentários ao Código de Processo Civil (Río de Janeiro, 1942), Vol. [JI, N0 238 y sigs. 166 Luis LORETO lógico, no normativo en cuanto a los efectos empíricos del estado de certeza. Es interesante observar que la ciencia alemaná emplea el término Feststellungswirkung para denotar la eficacia declarativa de la sentencia, expresión en la cual se hace manifiesta la función de establecer firmemente (stelt fest) lo que ha sido objet9 de la declaración. En nada se hace referencia en su contenido significativo a la noción de certeza. Si la' clasificación procesal de las sentencias de fondo se hace tomando como fundamentum divisionis el interés psicológico que mueve al actor a provocar la actividad jurisdiccional, el que estimula y da vida a las de mera declaración sería indudablemente el interés a la simple certeza jurídica, así como lo sería en las de condena, el interés a la prestación del deudor, y la nueva denominación propuesta por Sentís sería correcta. Estimo, sin embargo, que este criterio subjetivo de clasificación de las sentencias de fondo no responde a la noción de los fines característico y esenciales del proceso civil. Admitir tal criterio equivaldría a construir el sistema del proceso sobre supuestos subjetivos exclusivamente, los cuales, por ser resabios de una visión privatística de la realidad jurídica, pueden considerarse hoy como definitivamente desechados. Es menester hacer descansar todo el sistema del proceso civil sobre los firmes fundamentos de la concepción objetiva de sus fines que postula como criterio preponderante y decisivo, el que se deriva de un enfoque neutral y trascienden de los intereses individuales. Expresión de aquel subjetivismo de los fines procesales, es la concepción que aparece en la doctrina cuando se aprecia la sentencia en su función psicológica de procurar la certeza sobre la relación jurídica y no en su función normativa de actuar el derecho objetivo por la mera declaración de la voluntad de la ley. Desde el plano filosófico y dogmático, no pueden existir sentencias judiciales de "declaración de simple o de mera certeza", porque esa estimación axiológica de la realidad no existe para el mundo jurídico. Solamente consecuencias normativas son susceptibles de ser objeto de declaración. 43 Se confunde generalmente el interés de las partes a la certeza jurídica sobre la existencia o inexistencia de una relación —que constituye el interés a obrar y a contradecir en el actor y en el demandado a la mera declaración- LA SENTENCiA DE DECLARACIÓN 1 167 Aun abandonando el rigor de las razones que anteceden, se encuentran a menudo sentencias en las cuales no se resuelve propiamente hablando una controversia de incertidumbre entre las partes, por lo cual no existe una necesidad práctica de lograr la certeza. Igual cosa se advierte en todos aquellos casos en los cuales se alcanza con la sentencia la declaración de inconstitucionalidad de una ley, sobre la cual puede no existir incertidumbre alguna. En estas hipótesis no nos encontramos ante un problema de certeza que haya de fijar la sentencia, sino simplemente ante la necesidad de poner en movimiento el aparato jurisdiccional competente para la actuación del orden jurídico, encontrándonos en presencia no de una cuestión de certeza sino de validez44. Surge de todo cuanto precede que el sistema de las sentencias y su clasificación dogmática debe erigirse tomando únicamente en cuenta la función objetiva, no subjetiva que ellas realizan en el proceso. Esta función objetiva es una sola: la actuación de la voluntad de la ley. Esta voluntad genéricamente apreciada, puede tener por finalidad proteger situaciones jurídicas ya existentes o crear situaciones nuevas predeterminadas en sus contenidos y efectos por el derecho objetivo. En el primer caso, nos encontramos en presencia de la función declarativa en sentido amplio; en el segundo, ante su función constitutiva. El interés del actor a provocar del Estado el ejercicio de la función declarativa puede provenir, ya de simple duda o incertidumbre acerca de la existencia o inexistencia de una relacon el interés objetivo del Estado a la realización de la garantía jurisdiccional. En el proceso civil moderno a tipo dispositivo, el interés subjetivo de las partes constituye la condición previa y necesaria para que la actuación del interés objetivo y eminente del Estado a la realización del orden jurídico pueda funcionar. Aquel interés se protege a través de la realización de este último que es el determinante en la construcción de un verdadero sistema científico del proceso. El interés subjetivo, en cambio, es decisivo para la construcción de la teoría del negocio jurídico, en la cual sí puede hablarse, en sentido estricto, de "negocios de mera certeza" (negozii di accertamento), por oposición a los "dispositivos". Véase STOLFI, Natura giuridica del negozio di accertamento, en Rivista di Diritto Processuale Civile, 1933, 1, pág. 132 y aig. Sobre la noción del interés procesal a la simple declaración, MACHADO GUIMARAES, Revista Forense, Río de Janeiro, 1940 Vol. 81, pág. 38 y sig.; TORCUATO CASTRO, Açao declaratória, Sao Paulo, 1942, pág. 80 y sig. 44 GOLDSCHMIDT, R., La sentencia declarativa, Separata de Revista de Derecho Procesal, citada, págs. 9 y 23; JAFFIN y JIMÉNEZ DE ARECHAGA (h.), en La Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administración (Montevideo, 1939), N 5, págs. 129 y sig. 168 Luis LORETO ción jurídica concreta, a del hecho de hallarse incumplido el derecho a una prestación. En ambos casos, la sentencia declara cuál es el derecho existente entre las partes; pero mientras que en el primero la función de la sentencia se agota y cumple íntegramente en la pura declaración y afirmación de lo que es derecho, en el segundo, en cambio, además de esa declaración se determina, fija y actúa in concreto la orden de prestación contenida en el derecho declarado, surgiendo así un título ejecutivo qué no existía concretamente antes del proceso`. De allí que encontremos en la sentencia de condena un plus que no hallamos en las simplemente declarativas, lo cual ha obligado a subdividir las sentencias declarativas en sentido amplio, en dos categorías que en la doctrina han adquirido cierta autonomía, a saber: sentencias declarativas en sentido estricto y sentencias de condena. Ambas sentencias son declarativas, pero en las de condena se advierte un aliud significativo que no encontramos en las de simple o mera declaración. En la teoría radical de Ricardo Schmidt la tutela jurídica que se obtiene por la mera declaración no es cualitativamente distinta de la que se alcanza con la condena, siendo solamente en aquélla más limitada y restringida que en ésta, de modo que, si se las compara, resulta que la mera declaración es un minus respecto a la condena, no un aliud. En los dos casos hay un momento común que es el declarativo de la voluntad de la ley. Esa declaración constituye la esencia misma del efecto jurídico característico conocido con el nombre de autoridad de cosa juzgada sustancial. Al lograr este efecto, la sentencia misma consigue su finalidad declarativa de modo indiscutible y vinculante. Pero mientras que en un caso la tutela jurídica solicitada por las partes se logra y perfecciona con la pura y solitaria declaración, en ci otro se requiere, además, un desarrollo ulterior de actividad jurisdiccional encaminada a realizar prácticamente el mandato concreto contenido en el derecho declarado. Esta peculiaridad de la declaración en ambas decisiones, que en la una tiene valor autÓCit., pág. 56. Para otras teorías, CALAMANDREI, La condanna, en Studi (Padova, 1934), Vol. III, pág. 179; LIEBMA, Execuçao, Cit., pág. 215. Véase, además, mi estudio La sentencia constitutiva, en Revis ta de Derecho Procesal (Buenos Aires, 1944). Parte Primera, N' 1, pág. 5, nota 8. 46 Lehrbuch des deutschen Zivilprozessrechts (Leipzig, 1910), pág. 703. 45 GOLDSCHMIDT, Op. LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN . - 169 nomo y primario, y en la otra dependiente y secundario, legitima en teoría sus clasificaciones como sub-especies de las sentencias declarativas en sentido amplio. De allí que estime como equívoca e impropia la denominación, muy generalizada en la doctrina, de "sentencia declarativa" para designar la decisión de fondo que otorga la tutela jurídica, limitada exclusivamente en sus efectos a aquéllos que surgen de la sentencia en su pura. función declaratoria contenida en la autoridad de la cosa juzgada sustancial. Las expresiones apropiadas y correctas para denotar esta función específica de la sentencia de fondo, serían las siguientes: mera declaración, mera declarativa, simple declarativa, puramente declarativa, locuciónes todas éstas en las cuales los vocablos empleados ponen de manifiesto el sentido estrictamente declaratorio de lo que es derecho en la especie, con exclu-, Sión de todo elemento de condena o constitutivo, que le es completamente extraño. Para facilitar el manejo de los vocablos antes indicados estimo conveniente estructurar con ellos palabras compuestas por el sistema de yuxtaposición del adjetivo mero o del adverbio mere y el adjetivo declarativa, y decir sentencia merodeclarativa o sentencia meredeclarativa, como las encontramos a veces empleadas en algunos autores modernos. Al genio de nuestra lengua, fundamentalmente analítica, no repugnan en forma absoluta las estructuras sintéticas de las palabras, antes las admite dentro de ciertas reglas etimológicas para ampliar el campo de las significaciones verbales con elegancia y precisión acabadas a un tiempo mismo. Es oportuno advertir en apoyo de la tesis aquí sustentada, que en la declaración formulada por el Congreso Internacional de Derecho Comparado, que se celebró en La Haya en 1932, la expresión usada en el texto francés para las sentencias de que se trata fue la de "jugement purement déclaratoire". En la notable Relación general que presentó a dicho Congreso el propio Chiovenda se usa la frase "sentenze puramente dichiarative"47. Y es que esta locución así como las indicadas en los párrafos anteriores denotan a cabalidad el sentido exacto de la función 47 Rivista di Diritto Processuale Civile, 1933, Vol. 1, pág. 3 y sig. 170 Luis LORETO objetiva que mediante la sentencia realiza el Estado al actuar la garantía jurisdiccional solicitada por las partes. Es lógico dentro de esta concepción que la idea de certeza no tenga cabida alguna. Esa noción aparecerá como secuela psicológica y de hecho de la sentencia definitiva. , La certeza misma no integra la relación jurídica cuya existencia o inexistencia se debate en juicio y, por lo tanto, no puede ser materia de declaración. El declaraturn constituye el alma misma de la sentencia. Sólo mediante él se realiza la tutela jurídica concreta. No siendo la certeza relación jurídica sino lógica, es manifiesto que ella no es objeto del proceso y que su declaración está fuera del alcance normativo de la decisión. La sentencia no declara el derecho concreto en función subjetiva de certeza, sino en función objetiva de validez obligatoria. Partiendo de esta construcción, podría llegar hasta decirse, en forma un tanto paradójica, que la sentencia merodeclarativa en vez de declarar la certeza la constituye. Si la naturaleza jurídica de las decisiones de fondo se deriva de la función objetiva que la tutela jurisdiccional cumple en el proceso, parece evidente que no existen razones científicamente atendibles que aconsejen la introducción de nuevos giros para sustituir a los ya conocidos. Juzgo que la locución de la nomenclatura tradicional de sentencia de mera declaración, o las formas afines logradas por yuxtaposición de términos expresivos, son suficientemente exactas y correctas para denotar el fenómeno de que se trata. Las formas neológicas derivadas de la voz accertamento, a la vez de ser conceptualmente erradas en sus intenciones notificativas, no responden a las reglas o bases de una normal estructura etimológica. Hay que tener siempre presente que los giros nuevos son de empleo delicado y difícil en el lenguaje científico. Todo neologismo debe responder en su estructura a ciertas necesidades y principios que le permitan elevarse de su natural bastardía a legítima expresión del lenguaje y del pensamiento. 'Si, como ha dicho Duguit, hay siempre gran interés en• tener ideas teóricamente exactas, no lo hay menos en fijarlas 48 Véanse las bases que para la adopción de neologismos en el lenguaje jurídico ha elaborado ALCALÁ-ZAMORA Y CASTILLO, Orientaciones para una reforma del enjuiciamiento civil cubano, en Ensayos de Derecho Procesal - Civil, Penal y Comercial (Buenos Aires, 1944), pág. 137. LA SENTENCIA DE DECLARACIÓN 171 en palabras significativas de claro y preciso contenido ideológico. Nada es más grave para la ciencia que las sombras alrededor de los conceptos, porque ellas impiden toda hipótesis seria y hacen imposible el esfuerzo de las síntesis constructivas. Con su habitual elegancia y profundidad, dijo Bonfante en uno de sus escritos memorables, que era mejor para la ciencia un error patente que una hipócrita oscuridad. Ante estas afirmaciones de mi parte, que no dad sino afianzamiento de la opinión sostenida p procesal más evolucionada, estimo que la nueva propuesta y defendida por Sentís con tanto brilli dialéctico, debería ser sometida a un estudio má trado que el mío, a fin de lograr expresiones ci tadas y definitivamente estables. son en realir la doctrina terminología como vigor serio e ilusritíficas ajus- A este respecto, es mi íntimo anhelo que este honor pueda corresponder al Instituto Internacional de Derecho Procesal, próximo a fundarse en la Argentina, y el cual está llamado a tener una poderosa y decisiva influencia sobre la formación, el desarrollo y el destino de la cultura jurídica continental. V C ON S I D ERAC I O NES ACERCA DE LA TEORIA DE LA SIMULACION* Al doctor Amenodoro Rangel Lamus. "¿Podrá la mujer casada bajo el régimen de la sociedad conyugal demandar la simulación de los actos ejecutados por el marido sobre los bienes de la sociedad, invocando en apoyo de su demanda la disposición contenida en el artículo 1.301 del Código Civil?". (Encuesta de la "Revista Jurídica", N? 7) La redacción de la "Revista Jurídica" en el número 7, correspondiente al mes de mayo último, promovió entre los estudiosos del derecho la encuesta que sirve de epígrafe a este estudio. La cuestión de especie en ella considerada, se ha presentado por ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil del Distrito Federal. A la demanda de la mujer, el apoderado del marido demandado opuso la excepción de falta de cualidad (Art. 257, 1, Código de Procedimiento Civil), para que fuese resuelta como punto de previo y especial pronunciamiento, ya que, fundando la mujer su acción en la norma contenida en el artículo 1.301 del Código Civil que confiere d los acreedores el derecho de pedir la declaratoria de simulación de los actos ejecutados por el deudor, ella no tiene tal cualidad durante la existencia de la sociedad conyugal, adquiriéndola sólo después de su disolución (sic). Exigiendo el citado artículo como conEste ensayo fue publicado en Gaceta Jurídica Trimestral, San Cristóbal, 1935, Año II, N' 6, pág. 141, y en Estudios de Derecho Procesal Civil, Vol. XIII, Universidad Central de Venezuela. 1956. págs. 257 y sig. 174 Luis LotTo dición indispensable de la acción en simulación la cualidad de acreedor para ejercitarla, es claro que 'no teniéndola la mujer, cabe la excepción aludida. Los apoderados actores al contestarla sostuvieron, por el contrario, que la mujer no es solamente acreedora condicional, sino que es copropietaria con el marido de los bienes que integran la sociedad conyugal, fundándose para hacer tal aseveración en el artícúlo 1.466 del mismo Código. El Tribunal de la ctusa estableció en la parte motiva del fallo recaído, la siguiente jurisprudencia: respecto a los bienes gananciales,. la mujer como asociada y copropietaria, es más que acreedora del marido y por lo general la acción en simulación radica en tal condición (sic). En fuerza de dichos fundamentos, declaró sin lugar la excepción. El distinguido colega y amigo, doctor P. J. Hernández Gómez, en un interesante estudio publicado en el número siguiente de dicha revista, afirma sustancialmente que no hay autor que diga que la mujer es acreedora del marido; todos la consideran como copropietaria de él en los bienes gananciales, pudiendo sólo proceder contra el esposo después de disuelta dicha sociedad; y concluye, de tales razonamientos, que no siendo la mujer durante el matrimonio acreedora del marido por las gananciales, le falta la cualidad para intentar la acción en simulación de los actos por él ejecutados. En consecuencia de tal afirmación, la excepción opuesta prosperaría. Esta divergencia de opiniones demuestra, claramente que, la cuestión tiene alto interés práctico y científico a un tiempo mismo. En el estudio de ella se tocan dos problemas fundamentales, por demás espinosos y cuyas soluciones no son pacíficas en la doctrina ni en la jurisprudencia. Me refiero al de la naturaleza jurídica de la sociedad conyugal, así como al de la acción en simulación y su alcance teleológico. Estudiémoslos separadamente 1 Naturaleza jurídica de la sociedad conyugal. - Fundándose en el estudio de la doctrina francesa, Hernández Gómez llega a la conclusión de que el régimen de la sociedad conyugal en nuestro • derecho es un estado de copropiedad. LA ACCIÓN DE SIMULACIÓN 175 La más reciente y autorizada fórmula de esta teoría ha sido elaborada por los profesores Planiol, Ripert y Nast en los siguientes términos: "La comunidad es una copropiedad, que no es ni una indivisión ordinaria, ni una persona moral, sino una copropiedad sometida a reglas propias, cuyo origen es muy lejano, lo que contribuye a hacer de ella una institución original. Es un patrimonio que pertenece colectivamente a los'dos esposos, sin que sea posible antes de la disolución, determinar la cuotaparte del uno y del otro, y que, no obstante de confundirse con lbs bienes del marido en razón de los poderes que éste posee sobre él, no es menos distinto de los patrimonios propios de lbs esposos, a tal punto de establecerse relaciones jurídicas entre éstos y aquél, y que sus partes correspondientes (rapports) en el momento de la disolución, se regulan por procedimientos que suponen una verdadera individualidad de la comunidad". Pensamos que la teoría sostenida' en Francia por los eminentes civilistas —en donde existe el régimen de la communauté légale (Art. 1.400 y sig., Cód. Civ.)—; no ajusta bien en nuestro sistema positivo. En nuestro concepto, la naturaleza jurídica de la sociedad conyugal es el de una • sociedad civil su¡ generis, que constituye una universalidad jurídica, desprovista de personalidad. Es una sociedad universal de ganancias, permitida excepcionalmente por la ley, y a falta de disposición expresa y peculiar que la regule, se rige en todo por las reglas del contrato de sociedad (Art. 1.468, Cód. Civ.) Según nuestra manera de entender, el régimen ordinario de bienel entre cónyuges establece entre ellos una comunidad autónoma2, lo que le da el carácter de universalitate juris. Sobre los bienes así considerados, los esposos tienen cuotas intelectuales, de las que no pueden disponer en principio, siéndoles prohibido modificarlas, y transformarlas voluntariamente en cuotas reales sino en casos especialmente determinados (Art. 1.465). Tal sociedad civil surge, ministerio legis, desde el momento mismo 1 Traité pratique de droit civil francais, VIII, N 158. 2 Hablo de comunidad y no de copropiedad porque la comprensión deológicojurídica de tales conceptos son distintas: están en la relación de género a especie. Mientras que la noción de comunidad se refiere a una diversidad de posiciones jurídicas, tanto activas como pasivas, la de copropiedad, por el contrario, solamente se refiere a situaciones puramente activas. DE RuGIERO, Istítuzioni di diritto civile, IV Ed., 1, pág. 522. 176 - Luis LRETO de la celebración del matrimonio, aun cuando no hayan bienes (lo que excluye el concepto de copropiedad). Solamente a la disolución de la sociedad conyugal las cuotas intelectuales se transformarán en reales, y cada cónyuge (si la mujer no renuncia a la sociedad) saca de la masa las especies o cuerpos ciertos que le pertenezcan y los valores que constituyen el resto de su haber. De esta teoría expuesta a grandes rasgos, se desprende que la mujer no es acreedora del marido durante la sociedad conyugal, en cuyos bienes sólo tiene una cuota intelectual; y a la disolución de la sociedad, tal cuota se transformará en real, surgiendo un estado de comunidad ordinaria, sin que sea en principio una universalidad jurídica, que la hace copropietaria ,con el marido en las relaciones patrimoniales activas, pero nunca acreedora por tal respecto; estando excluido todo vínculo jurídico obligacional, toda relación personal de crédito, ad rem, contra el marido. Para afinar conceptos que trascienden a la dogmática del derecho y permiten así una explicación científica del fenomenismo jurídico concreto, considero que es de sociedad civil que debe hablarse y no de copropiedad. La estructura orgánica y la función propia de 'nuestras instituciones jurídicas, no pueden en manera alguna desconocerse o interpretarse en sentido contrario al que surge de su naturaleza y finalidad, aun cuando una concepción semejante pueda apoyarse, en la doctrina de eminentes autoridades extranjeras, que tuvieron presente para elaborarla textos legales en mucho disímiles de los que le sirvirían de fundamento en nuestro ordenamiento jurídico en vigor. Por lo demás, es de advertir que en Francia está muy lejos la doctrina de conformarse a aquella solución y la jurisprudencia misma es vacilante. La teoría de que el régimen legal de bienes entre esposos, a falta de pacto especial, es una sociedad civil, una universalidad jurídica, sometida a reglas muy peculiares, encuentra apoyo en la construcción científica que de la comunidad ha hecho uno de los más luminosos civilistas de 1a ciencia francesa contemporánea: Julien Bonnecasse. Según el egregio profesor de la Universidad de Burdeos, la comunidad LA ACCIÓÑ DE SIMULACIÓN 177 entre esposos es una universalidad jurídica, una sociedad civil con personalidad atenuada'. De esta concepción, con la cual coincidimos en parte y que ciertamente nos conforma al sostener la nuestra, sólo disentimos en lo relativo a la personalidad moral atenuada que se le atribuye a la sociedad civil, que no reconocemos. La conclusión a que nuestra concepción nos conduce afirma el espíritu del estudioso en la idea de negar a la mujer casada la acción en simulación de los actos realizados por el marido, ya que ella no es acreedora, como lo afirma Hernández Gómez. Por el contrario parece frustrar las esperanzas de la teoría opuesta, prohijada por los distinguidos apoderados actores y afirmada como cierta por la sentencia del Juzgado de Primera Instancia, según la cual la mujer casada es acreedora condicional del marido y copropietaria con él, teniendo por lo tanto, cualidad para intentar la acción. Como se comprende, toda la argumentación en pro y en contra de la bondad de la excepción opuesta, estriba y se desenvuelve sobre la pura exégesis del artículo 1.301. Como consecuencia de su aplicación, se afirma este postulado considerado como fundamental: solamente quien es acreedor tiene cualidad para intentar la acción simulatoria; quien no lo es, está desprovisto de tal cualidad. Consideramos • que semejante tesis, estrecha y negativa, proviene de un análisis superficial e inexacto de la naturaleza, alcance y finalidad propios de la acción en simulación. La exposición siguiente tal vez pueda conseguir desvirtuar tal opinión, que es la admitida en nuestra práctica.. 2 - Naturaleza, alcance y finalidad de la acción en simulación. -Antes de la reforma legislativa de 1916, no existía en nuestro derecho positivo disposición alguna que estableciera formalmente la acción encaminada a declarar la nulidad de lós negocios jurídicos simulados. Fue en el Código Civil, sancionado aquel año, que se introdujo la norma contenida en el artículo 1.301, y por la cual 3 BONNECASSE, Suplemento de la obra de BAUDRY LACANTINERIE, IV, Nos. 244; 248 y 259. La misma obra para la crítica de las diferentes teorías, así como para seguir la fluctuaciones de la jurisprudencia, passim. 178 Luis LORETO se consagró expresamente dicha acción. La Comisión Revisora que elaboró el anteproyecto —integrada por notables jurisconsultos patrios— la acogió e incorporó entre las reformas principales, y creo que a ello contribuyeron en gran manera los trabajos científicos del doctor Alejandro Pietri, miembro distinguido de aquella Comisión. Por dicho artículo se reconocía explícitamente a los acreedores el derecho de pedir la declaratoria de simulación de los actos ejecutados por el deudor. Es precisamente esta norma objetiva, así concebida, la que en tíuestro concepto, lleva a confusión los espíritus. En efecto, si nos sujetamos a un método proculeyano de interpretación, habremos de conceder la acción únicamente a quien sea titular del derecho de crédito en las relaciones jurídicas obligacionales, a quien sea acreedor. Sólo que tal método, en una sana e integral comprensión del pensamiento legislativo, sería ilegítimo por anticientífico. Con efecto: antes de que se incorporara el artículo en referencia a nuestro ordenamiento jurídico positivo, ¿existía o no la acción en simulación? Para entonces el problema se presentaba en condiciones idénticas a las que actualmente existen en países, como Italia, en donde la acción no ha sido expresamente consagrada por norma alguna. Sin embargo, allí la jurisprudencia la reconoce pacíficamente, y ha sido objeto de estudios doctrinales admirables. Nuestro derecho la reconocía igualmente, y el artículo 1.301 sólo vino a objetivar paladinamente el pensamiento del legislador en una norma específica; a cortar, como dice Pietri, la discusión acerca de su fundamento. A falta en nuestro Código Civil de un título especialmente consagrado al negocio jurídico en general, el legislador juzgó conveniente incorporar dicho artículo en el capítulo III, título IV del libro tercero, que trata de los efectos de las obligaciones, sujetándose así a un procedimiento de técnica legislativa relativamente intachable. No obstante aquella consagración legislativa y la colocación que en el Código tiene el artículo en referencia, juzgamos que con ello no se ha querido en manera alguna restringir el alcance total de la acción en simulación habiéndose tenido sola- LA ACCIÓN DE SIMULACIÓN 179 mente en cuenta para hacerlo el interés del acreedor, por ser el que en la vida diaria se ve más amenazado por los simuladores y requerir así de sus cuidados, inmediata y explícita tutela. En un sentido jurídico y comprensivo, la simulación se define como la declaración de un contenido volitivo no querido que una persona emite con el fin de hacer surgir exteriormente el simulacro de un negocio jurídico. Existiendo desacuerdo entre la voluntad real y la voluntad declarada, el negocio simulado es nulo. Es precisamente con el fin de demostrar tal nulidad y hacer que los órganos estatuales competentes así lo declaren, que existe la acción en simulación. Según la mejor doctrina, ella pertenece a un grupo de acciones que la moderna ciencia procesal distingue con el nombre genérico de acciones de mero reconocimiento. En el caso de simulación absoluta, la acción se dirige a obtener una sentencia de reconocimiento negativo; en el caso de simulación relativa, a conseguir una sentencia de reconocimiento negativo y positivo a un tiempo mismo'. Ahora bien: ¿existen tales acciones en nuestro ordenamiento jurídico, como figura genérica de actuación de la ley? No dudamos en afirmarlo. El fundamento positivo de tales acciones ha de considerarse como generalmente reconocido en el artículo 14 del Código de Procedimiento Civil, al disponer ampliamente que para que haya acción debe haber interés, aunque sea eventual o futuro, salvo el caso en que la ley lo exija actual. Esta norma, no obstante su colocación en dicho Código, no tiene el carácter de formal o adjetiva, sino que es sustancial6 . Su colocación en el Código de Procedimiento se justifica porque es una norma sustancial procesal, ya que se funda sobre la existencia del proceso al cual da vida la acción. En consecuencia de su contenido, la actualidad en el interés tutelado por el orden jurídico puede decirse que es la excepWJNDSCHEID, Diritto delle pandette, 1, pág. 238, traducción italiana de los Profs. FADDA y BENSA. FERRARA F., Della simalazione de¡ negozi giuridici, 51 Ed., pág. 343. PESTALOZZA, Simulazione (En la Enciclopedia Giuridica italiana), pág. 848. 31 Ed., págs. 100 y sig. CHIOVENDA, Principi di diritio processuale civile, 180 Luis LORETO ción en nuestro sistema positivo, permitiéndose así la realización concreta de voluntades individuales y colectivas que en otros ordenamientos de derecho (por no permitir la tutela de intereses eventuales o futuros), no consiguen apoyo o lo consiguen limitadamente. En la normalidad de los casos el interés subjetivo que la acción de mero reconocimiento protege existe actualmente; mas la existencia actual del interés es un presupuesto de hecho, no un presupuesto jurídico. En otros términos: la existencia de un interés jurídico y legítimo es una de las condiciones esenciales de la acción, pero la modalidad de que ese interés sea actual, es excepcional en la estructura de los intereses jurídicos totales que ñuestro ordenamiento de derecho tutela. Este principio, pleno de originalidad y de fuerza creadora, tiene un alcance magnífico para la construcción de la teoría general de la acción de mero reconocimiento, integral en nuestro derecho, hasta hoy insospechada en su realización por la doctrina y jurisprudencia patrias. Nosotros no podemos entrar a exponer, en este brev& estudio, los lineamientos de una teoría general, y colocándonos sin más in media res, deduciremos sólo los postulados necesarios relacionados con la acción en simulación7. ¿Quién puede intentar dicha acción? En otros términos: ¿quién tiene cualidad para promoverla? Si por cualidad a obrar (legitimatio ad causam activa) entendemos la identidad de la persona del actor con la persona a quien la ley concede la acción', no podemos menos de afirmar, con la doctrina del derecho común y la italiana más autorizada, que toda persona que tenga un interés jurídico y legítimo a que se declare la nulidad del negocio simulado, tiene cualidad para intentar la acción en simulación9. En la simulación el interés jurídico y legítimo .da la cualidad, y como hemos visto, este interés puede ser en nuestro 7 La doctrina italiana las conce con el nombre de acciones de mero accertamento. Véase el magistral estudio del Prof. CHIOVENDA, L'azione nel sistema dei diritti, en los Saggi di diritio processuale civile, 1930, 1, pág. 3 y sig., así como los Principi citados, pág. 49 y sig. 8 La fórmula es de CHIOVENDA, Principi, pág. 12. - 9 DERNBURG, Pandeite, 1, pág. 293, (traducción italiana de CIcALA); FERRARA, Ob. Cit., pág. 384; PESTALOZZA, Ob. Cit., pág. 813. LA ACCIÓN DE SIMULACIÓN 181 derecho actual, eventual o futuro. La posición jurídica del actor en simulación con respecto al acto simulado, está en una relación tal que si el acto no es anulado podría sufrir un daño. De esta premisa se infiere que la única condición esencial para intentar la acción, para tener cualidad en materia simulatoria, es la existencia de un interés jurídicamente protegido, así sea actual, eventual o futuro. Ser acreedor no es necesario`. Es cierto que el acreedor puede intentarla, no precisamente porque es acreedor, sino porque tiene un interés jurídico a que se declare la nulidad del acto simulado. Tal interés es el que le inviste de la acción y da la cualidad, no el derecho de crédito considerado en sí' mismo. Razonar en sentido contrario sería un paralogismo". De los posibles intereses protegidos por la acción en simulación, sólo el del acreedor ha sido explícitamente reconocido por el legislador. La tutela de los demás intereses dignos de ella, está asegurada por la realización integral del orden jurídico, y entre esa tutela está la acción en declaración de simulación como especie de las acciones de mero reconocimiento. Dada y comprendida así la fórmula legislativa del interés a obrar para originar una acción, es manifiesto que la mujer casada tiene un interés futuro, y si se quiere eventual, jurídicamente protegido, a que en la época de la disolución de la sociedad conyugal, el acervo que habrá de liquidarse esté realmente integrado por los bienes que efectivamente lo constituyen. Podríamos llegar hasta decir que lo tiene actual, por la no conformidad del derecho al hecho. 10 Tal afirmación se pone de manifiesto con el siguiente ejemplo: A., poseedor de un inmueble, es demandado en reivindicación por B., que dice haberlo adquirido de C., legítimo propietario. Si dicha adquisición es simulada, es indudable que A. tiene interés jurídico (y sólo interés, no derecho de crédito) en excepcionar perentoriamente al actor, alegando que el título que sirve de fundamento a la acción es simulado, con lo cual le niega la legitimatio ad causam, y si consigue demostrar la simulación será rechazada la acción por faltarle la cualidad de obrar. Véase en tal sentido PESTALOZZA, ibidem y la jurisprudencia allí citada. 11 Un razonamiento semejante caería en aquella categoría de sofismas que en lógica se conocen con el nombre de sofismas de la falsa causa (non caus pro cusa). Con efecto, tal raciocinio tomaría la circunstancia concomitante del derecho de crédito, como causa eficiente inmediata de la tutela jurídica que la acción en simulación procura, y no el interés, lo que es una falacia. Véase R0sMINI, Lógica, pág. 215. 182 Luis LORETO Son justamente estos intereses los que la acción en simulación tiende a proteger contra las maquinaciones fraudulentas del marido, finalidad que se consigue mediante la actuación de la ley en el proceso y la sentencia que reconozca y declare nulo el acto impugnado. Tal interés le da la cualidad para constituirse actora en la simulación. Sobre este particular, consideramos que la amplitud y claridad del Art. 14 del Código de Procedimiento Civil, no da lugar a las dudas y discusiones que se presentan de otros sistemas jurídicos constituidos. Por lo demás, es de advertir finalmente que en Francia mismo, por razonamientos de otra índole, que no tocan en nada la naturaleza y el alcance de la acción en simulación, doctrina y jurisprudencia no han dudado jamás en considerar los actos del marido como no oponibles a la mujer, cuando tienen por fin defraudarla en sus derechos, así sean ellos realizados bajo forma simulada`. De la exposición anterior se infiere claramente, que la mujer casada, sin ser acreedora del marido, tiene interés jurídico a que se declaren nulos los actos simulados que éste haya realizado sobre los bienes de la sociedad conyugal, y tal interés le da cualidad para intentar la acción en simulación ex jure proprio. Aun cuando la acción se hubiese intentado por la mujer alegando su cualidad de acreedora del marido, fundándose en el Art. 1.301, ha debido rechazarse siempre la excepción, por los motivos y razonamientos de derecho anteriormente apuntados, ya que en la especie se trata de concurso de normas sobre un mismo hecho jurídico que da nacimiento a una sola acción, y es bien sabido que las valoraciones en derecho de la demanda escapan a la ponderación de los litigantes, cuya misión le está encomendada a los órganos jurisdiccionales, de manera soberana y autónoma". No estando el juez vinculado por las valoraciones jurídicas que de la acción y de los hechos que la constituyen hubieren he12 PLANIOL, RIPERT y NAST, Ob. Cit., N? 545. 13 CHIOVENDA, Saggi citados, pág. 167, N 9 y 10; CARNELUTTI, diritto processuale civile, II, parte prima, N 132. Lezioni d: LA ACCIÓN DE SIMULACIÓN 183 cho las partes, cuando es uno mismo e idéntico el interés protegido, el conformarla bajo una norma distinta, no alegada, para apreciar su verdadera naturaleza y esencia, en nada quebranta el principio ne eat iudex ultra pet ita partium que gobierna y sirve de límite a sus funciones y poderes en la realización integral de la voluntad de la ley en el proceso. En consecuencia de todo lo expuesto, juzgamos que la sentencia del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil del Distrito Federal es' correcta en su parte dispositiva, bien que errada en sus fundamentos. San Cristóbal, agosto de 1930.