TROILO Y CRESSIDA William Shakespeare (1564-1616) SINOPSIS PROLOGO La escena es en Troya, la ciudad de Príamo. De las islas de Grecia, caudillos y príncipes orgullosos de los dánaos, condujeron sus naves al puerto de Atenas, cargadas de instrumentos de guerra cruel y de ejecutores. Los caudillos echaron velas en la bahía ateniense con rumbo a Frigia y formulado el juramento de saquear a Troya, dentro de cuyas sólidas murallas, Helena, mujer de Menelao, duerme con su raptor, el voluptuoso Paris; de ahí la contienda. En las llanuras dardanias acamparon los griegos. Los acontecimientos del drama comienzan en la mitad de la contienda. ¡He aquí lo que puede llamarse una superchería, una truhanería y una canallería: esta guerra! ¡Y pensar que todo el pretexto es una puta y un cabrón! ¡Bonita querella para luchar los dos partidos rivales y sangrar a muerte! ¡Ahora el seco *serpigo caiga sobre semejante pretexto, y que la guerra y la lujuria los mate a todos! Tersites, Acto Segundo, Escena III ACTO PRIMERO ESCENA III En el campamento de los griegos, una trompeta de Troya anuncia la llegada de Eneas, quien es recibido por Agamenón, Menelao, Ulises, Néstor y otros griegos. De Héctor lleva Eneas mensaje para Agamenón: “Héctor, en presencia de griegos y Troyanos, se propone probar que posee una dama más sabia, más bella, más fiel que griego alguno haya tenido jamás entre sus brazos. Mañana hará resonar su trompeta a igual distancia de vuestras tiendas y de los muros de Troya, para despertar a aquel de entre los griegos que sea sincero en amor; si se presenta alguno, Héctor le honrará con el combate; si no se presenta ninguno, dirá en Troya, a su regreso, que las damas griegas están tostadas por el sol y que ni una vale la rotura de una lanza”. “El desafío que el valeroso Héctor envía, aunque se dirige a todos indistintamente, se dirige en realidad solo Aquiles. No conviene que Aquiles sea el contrincante de Héctor, se ha vuelto demasiado insolente, las llamas de su orgullo y el fuego del desprecio de sus ojos, si sale victorioso de Héctor, sería más fulminante que el sol de África. Si al contrario, fuera vencido, se aplastaría la mejor opinión de los griegos bajo la humillación de los hombres más valientes”, advirtió el sagaz Ulises. Aunque es un combate en broma, se hace una lotería y arreglan las cosas para que la suerte designe al estúpido Ayax para combatir con Héctor. Ayax, sobrino de Héctor, se encuentra entre los griegos y ya se había medido en la batalla con Héctor. 1 ACTO SEGUNDO ESCENA II En el palacio del rey de Troya, Troilo y Paris convencen al ilustre Héctor (los tres hijos de Príamo) de que vale la pena continuar guardando a Helena, porque es, dice Troilo, “una perla cuyo precio ha hecho lanzar más de mil barcos al mar y cambiado reyes coronados en comerciantes. Es un prurito de honor y de fama, un acicate para los actos valientes y magnánimos, un estímulo de valor que el presente puede permitirnos batir a nuestros enemigos, y en el provenir será la fuente de un renombre que podrá inmortalizarnos”. Troilo se burla de su loca hermana Casandra, que delirante presagia: “¡Llorad, troyanos, llorad! ¡Habituad vuestros ojos a las lágrimas! Troya no existirá; Ilión no quedará en pie. Nuestro hermano Paris es la antorcha que nos quema a todos. ¡Llorad, troyanos, llorad! ¡Helena y la desgracia no son más que una cosa! ¡Llorad, llorad! Que Helena parta; si no, Troya arderá”. ACTO TERCERO ESCENA II En los jardines de Pándaro, Troilo se encuentra turbado y poseído, además, ciegamente enamorado de Créssida, hija de Calcas, sacerdote troyano partidario de los griegos, y sobrina del alcahuete Pándaro. Troilo y Créssida en los jardines de Pándaro, por Valentine Walter Bromley. Es también un soñador que se siente bienaventurado merecedor de los Campos Elíseos donde pueda tenderse sobre lechos de azucenas. Al gentil Pándaro le pide arrancar de las espaldas de Cupido sus alas de mil colores para huir juntos con Créssida. Créssida es hábil e inteligente, creyéndose desvariada le suplica a Troilo la deje partir diciéndole: “Tengo una especie de tierno yo que reside con voz; pero tengo también un perverso yo que desearía marcharse para ser la loca de otro”. Troilo no le da crédito a su desvarío porque considera cuerdo su hablar. 2 Créssida teme lo peor, el fiel Troilo no ve ningún monstruo en la comedia de Cupido. Créssida percibe una monstruosidad; para Troilo el deseo limitado y la acción esclava de los límites, es la verdadera monstruosidad del amor. Troilo y Créssida sellan su amor teniendo de testigo a Pándaro, que los sermonea diciendo: “Si alguna vez dejáis de seros fieles, puesto que me tomo tales trabajos por reuniros, que todos los infortunados entremetidos sean llamados hasta el fin del mundo con mi nombre, que a todos se les llame Pándaros. Que todos los hombres fieles sean, por tanto Troilos; todas las mujeres falsas Créssidas, y todos los alcahuetes, Pándaros”. ESCENA III Calcas, habiendo abandonado Troya a Júpiter, renunciado a sus bienes y adquirido el nombre de traidor, se presenta en el campamento griego ante los príncipes Agamenón, Ulises, Diomedes, Néstor, Ayax y el cornudo Menelao, y les propone canjear al prisionero jefe troyano Antenor, que había sido capturado un día anterior, por su hija Créssida; a cambio de ello les pide, como anticipo, una pequeña recompensa por las muchas cosa que tiene prometidas. El rey Agamenón, hermano del cornudo, designa a Diomedes para que les traiga a Créssida. ACTO CUARTO ESCENA II En una mañana fría por las desoladas calles de Troya, el caudillo Eneas, hijo de Anquises y la divina Afrodita, se encuentra con el corneador París, acompañado de Diomedes. Después de saludarse, Paris le comunica el encargo del rey: “condujerais al griego Diomedes a casa de Calcas, y, una vez allí, le entregarais la bella Créssida, a cambio de Antenor, que nos es devuelto”. Eneas está convencido de que Troilo querrá ver mejor a Troya liberada de Grecia que a Créssida de Troya, y encuentra a Troilo en casa de Pándaro; la noche había sido demasiado breve que no podía ocultar más los goces de los jóvenes amantes, ahí le comunica el apremiante asunto. Cosa decidida por Príamo y el Consejo de Troya. Pándaro, a su vez, le comunica a Créssida que es preciso que parta, que debe regresar con su padre y separarse de Troilo porque ha sido canjeada por Antenor. Créssida se niega a partir de Troya y le dice a Pándaro: “No partiré, tío. He olvidado a mi padre. No conozco ya los lazos de la consanguinidad. Ni parentesco, ni cariño, ni sangre, ni alma en el mundo me son tan cercanos como el dulce Troilo”. 3 ESCENA III Troilo, en presencia de sus hermanos París y Deífobo, y de los caudillos Eneas y Antenor, le entrega a Diomedes su dulce amada Créssida (no sin antes encargarle que le fuera fiel de corazón) a cambio de Antenor, por su prurito de honor y fama, acicate y renombre, y por conservar a la perla Helena. ACTO QUINTO ESCENA II Después del combate en el palenque del campamento griego entre Ayax y Héctor, al que asistieron Troilo, Eneas y otros troyanos, Troilo suplica a Ulises le conduzca al sitio donde se aloja Calcas. Ocultos donde las antorchas no pueden descubrirlos, descubre la infidelidad y la falsía de Créssida cuando le entrega su corazón a Diomedes y la escucha decir: “¡Adiós, Troilo! Uno de mis ojos te mira todavía, pero con el otro ve mi corazón. ¡Oh nuestro pobre sexo! Descubro en nosotras este defecto; el error de nuestra vida dirige nuestra alma. Debe de errar necesariamente lo que conduce al error. ¡Oh! Concluyamos entonces, que las almas guiadas por los ojos están llenas de torpezas”. Troilo queda contrariado e irritado, “¡Oh Créssida! ¡Oh falsa Créssida! ¡Falsa, falsa, falsa! Que todas las mentiras sean puestas frente a tu nombre mancillado, y parecerán gloriosas”. Ulises contiene la irritación de Troilo para que no estalle en cólera en un sitio peligroso y en hora mortal. Para Tersites, griego deforme y grosero que derrama sobre los demás las heces de su lenguaje, y que también ha estado escuchando entre las sombras, es una demostración de que su alma se ha vuelto puta, y cuando los nobles se han retirado pronuncia con su estilo grosero: “¡Ah, lo que me gustaría encontrarme con ese bribón de Diomedes! Le graznaría como un cuervo, le contaría presagios, le contaría presagios. Patroclo me dará cualquier cosa por la información sobre esta ramera. No haría más un loro por una almendra que él por una puta fácil. ¡Lascivia y más lascivia! ¡Siempre guerras y lascivia! He ahí lo que está de moda. ¡Que un diablo ardiente se los lleve a todos!” ESCENA III En el palacio de Príamo, Troilo recibe, por parte de Pándaro, una carta que le envía Créssida, la lee y dice: “Palabras, palabras, simples palabras; nada que venga del corazón. El corazón está ocupado en otra parte (rompe la carta y la arroja al viento). Continúa alimentando mi amor con palabras y mentiras, pero reconforta a otro con sus actos”. 4 Troilo y Crésida, Acto V, Escena II. (1795) Grabado de Luigi Schiavonetti basado en una pintura de 1789 de la artista Angelica Kauffmann, y realizado para la ilustración de una versión de Troilo y Crésida publicada por la Galería Boydell Shakespeare. ESCENA VIII En las llanuras que riega el rio Escamandro, donde se libra la guerra entre griegos y troyanos, el sol comienza a ponerse. “Para que la jornada acabe bien, la vida de Héctor va a acabarse cuando el sol se vele y extinga, dice Aquiles a sus Mirmidones. ¡Herid, compañeros, herid! Este es el hombre que busco. (Héctor cae) ¡Cae así a tu vez, Ilión! ¡Troya desplómate! Ahí yacen tu corazón, tus músculos y tus huesos. ¡Adelante, mirmidones!, y gritad todos a la vez: ¡Aquiles ha matado al poderoso Héctor! El ala del dragón de la noche recubre la tierra y separa los ejércitos a la manera del árbitro en las justas. Mi espada que no ha cenado más que a medias y que habrá querido alimentarse ampliamente, se va así al lecho, satisfecha de este bocado tan exquisito. Vamos, atad su cuerpo a la cola de mi caballo; arrastraré al troyano a todo lo largo de la llanura”. 5 ESCENA X FINAL Las aclamaciones, llevadas por el viento, llegan a Troilo y exclama “¡Héctor no existe ya! ¿Quién comunicará esta novedad a Príamo y a Hécuba? Que aquel que consienta en ser llamado siempre búho de siniestras nuevas vaya a Troya y diga: ¡Héctor ha muerto!” Hará desfallecer a Troya de dolor. Pero marchemos adelante. Héctor ha muerto. No hay otra cosa que decir. Quedaos todavía, sin embargo… ¡Viles y abominables tiendas, tan soberbiamente izadas sobre nuestras llanuras frigias; levántese Titán tan temprano como quiera, os atravesaré, os atravesaré! Y tú (refiriéndose a Diomedes) inmenso cobarde, ninguna distancia podrá impedir a nuestros dos odios unirse. Te visitaré como una conciencia culpable que produce los espectros más rápidamente que la imaginación de la locura frenética. Batid marcha hacia Troya con firmeza, marchad consolados; la esperanza de vengarnos debe ocultar nuestros dolores internos” Troilo, cuando está en disposición de partir, ve a Pándaro y le dice: “¡Fuera de aquí, mediador entremetido! ¡Vergüenza e ignominia, prosigue tu vida y vive siempre con tu nombre!” Pándaro, solo, se lamenta y dice: “¡Buena medicina para mis huesos molidos! ¡Oh mundo, mundo, mundo! ¡Así se desprecia al pobre agente! ¡Oh traidores y alcahuetes! ¡Cómo se os apremia a que trabajéis con ahínco, y qué mal se os recompensa! ¿Por qué nuestros servicios son tan queridos y la ejecución tan aborrecida? FIN DE “TROILO Y CRÉSSIDA” NOTA: *Serpigo es una enfermedad cutánea. Troilo y Créssida (1602), William Shakespeare OBRAS COMPLETAS DÉCIMA EDICIÓN PRIMERA VERSIÓN ÍNTEGRA DEL INGLES Aguilar, S.A. de Ediciones, 1951 FUENTES La producción dramática de Troilo, como tipo del enamorado fiel, y de Crésida, como encarnación de la amada perjura, trátase de una leyenda romántica de la guerra de Troya, ajena a La Iliada, producto de la imaginación medieval, de una antigüedad que alcanza a la centuria novena. Shakespeare se inspiró en una serie de fuentes para su drama, en particular la versión de Chaucer con su maravilloso poema Troilo y Criseida (Nombre de la homérica Criseida, hija de Crises). A su vez, el argumento lo había encontrado Chaucer en el cuento épico de El Filostrato, de Boccaccio. 6