Soy el primero de mi familia que se dedica a la música. Cuando era niño viajaba con frecuencia a Xalapa porque tengo parientes en esa ciudad y asistíamos a escuchar conciertos, que disfrutaba mucho, con la Orquesta Sinfónica de Xalapa. Hubo un programa de iniciación a la música en Cuernavaca al que mis papás me inscribieron y allí comencé con el violín a los doce años. Poco a poco le fui tomando cariño a la música. Después gané en tres ocasiones el Concurso Hermilo Novelo de la UNAM con el violín y entonces ya no tuve duda de que ese era mi camino. Al irme a estudiar a Nueva York hice el cambio a la viola. Formé allá un cuarteto y ganamos el primer lugar en el concurso de la universidad como cuarteto. Después de ganar, decidí que la viola sería mi instrumento principal. Me gusta mucho el futbol y de niño quería ser futbolista. Estuve jugando en un torneo en Morelos en la división infantil y juvenil, pero resultaba peligroso para las manos y entonces tuve que escoger entre el deporte y la música. Me decidí por la última y nunca me he arrepentido. En mi tiempo libre me gusta mucho hacer deporte y llegué a practicar un poco de boxeo. De pequeño era hiperactivo y me recomendaron hacer una actividad que mantuviera mi mente ocupada, pero ni siquiera el futbol lo lograbas. Lo único que me daba control era la música, ha sido siempre mi terapia y siempre me brindó mucha estabilidad emocional. Otro de mis grandes intereses es la política, mi papá se dedicó a ella y he seguido sus pasos. Actualmente lucho porque se concreten muchos proyectos culturales en el estado de Morelos. Este movimiento comenzó el primer año que fundé el Festival Eterna Primavera y luché por traer colegas que tuvieran ideas similares a las mías, invité a mis maestros que vinieron de Estados Unidos. Este evento lo organizo con pocos recursos, pero logro que la gente participe y se una para impulsar el aspecto cultural en mi estado, que se encuentra bastante rezagado. Deseo mostrar a Morelos como un estado al que el público deba mirar. Soy fan del Play Station y me encanta jugar con mis hermanos, sobre todo futbol. Hoy en día sigo jugando físicamente además de virtualmente cada vez que puedo. El maestro Ismael Campos fue un segundo padre para mí, fue mi tutor y me enseñó muchas cosas. Tocaba en su orquesta, de la que fui concertino. Él falleció en 2004 mientras yo estaba en el Festival Instrumenta en Puebla, yo tenía diecisiete años cuando recibí la mala noticia. Regresé a México con mi violín y lo estaban velando. La primera vez que toqué La meditación de Thais fue con él, después se convirtió en una obra que nos unía y tenía un gran significado para los dos. Toda la gente sabía que era muy apegado a él y quise regalarle ese último momento musical. Me acerqué al féretro y me causó una gran impresión, ya que nunca había visto a un muerto. Tenía su batuta entre las manos y con una nota pequeña que decía: “la función debe continuar”. Yo estaba en un estado de shock. Levanté mi violín y le prometí en forma de homenaje que me esmeraría en ser un mejor músico y una mejor persona cada día de mi vida y comencé a tocar. Mientras tocaba me llegaban los recuerdos de las invitaciones, los conciertos, los regaños y le prometí ser un buen artista. La obra se volvió un tema sagrado para mí y fue la última vez que la toqué y no pienso volverla a tocar nunca. Regresé al festival y siguiendo el consejo de la nota que tenía entre las manos, terminé mi participación en Puebla. Me dedico a la música de cámara y este año tengo varias invitaciones como solista. JOSÉ ADOLFO ALEJO SOLÍS NACIÓ EN CUERNAVACA, MORELOS. ESTUDIÓ EN LA ESCUELA SUPERIOR DE MÚSICA Y EN LA UNIVERSIDAD DE NUEVA YORK. HA FORMADO PARTE DE LA ORQUESTA RISONANZA DE VERONA, LA ORQUESTA DE CÁMARA DE MORELIA Y ES DIRECTOR GENERAL DEL FESTIVAL ETERNA PRIMAVERA DE MORELOS. DESDE HACE UN AÑO ES INTEGRANTE DE LA OFUNAM. Rebeca Mata, autora de los textos