Message de Lourdes_lou149_SP

Anuncio
no 9
Mensaje de Lourdes
Carta para el 150 aniversario de las Apariciones
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I... como Inmaculada
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uando la Virgen se apareció a
Bernardita Soubirous en 1858,
hacía poco más de tres años
que el papa Pío IX había proclamado solemnemente el dogma de
la Inmaculada Concepción (8 de diciembre de 1854). Esta decisión era el
resultado de una larga reflexión en la
Iglesia, y el papa no actuó hasta después de haber consultado a todos los
obispos y a las universidades católicas,
así como a los superiores de las órdenes religiosas.
Un nombre que se hace esperar
Desde la primera aparición, la pregunta
que hacen constantemente a Bernardita es: ¿quién se te aparece? Bernardita
es prudente. Designa a la aparición con
una palabra evasiva: aqueró, lo que no
significa mucho más que “eso”.
Para incitar a la aparición a declarar
su identidad, el 18 de febrero, Bernardita va a la gruta con papel y pluma.
Cuando Bernardita, animada por la Sra.
Milhet, pide a la Señora que escriba su
nombre, la Virgen se limita a sonreír.
Ese día, la Señora pide a Bernardita que venga fielmente, todos los
días, durante una quincena. Bernardita cumplirá su palabra. La Señora no
acude siempre. Cuando aparece, le habla, la acompaña en el rezo del rosario,
le indica los actos que debe realizar.
Pero sigue sin decir su nombre. El cura párroco Peyramale, al que se pide
organizar procesiones y construir una
capilla, urge también a Bernardita para
que consiga el nombre de la que le encargaba esa misión.
Pasaron los quince días, y la Señora
siguió sin decir su nombre.
La revelación del nombre no llegará
hasta el día de la fiesta de la Anunciación, el 25 de marzo de 1858. Y todavía hizo falta que, ese día, Bernardita
se lo preguntara varias veces. Esta dificultad para conseguir el nombre de
la aparición demuestra que el nombre
es, en sí mismo, sagrado. No es accesible inmediatamente, ya que coincide
con la persona. Cuando Dios reveló su
nombre a Moisés, le pidió, ante todo,
que se descalzara.
Separata de la revista Lourdes Magazine - 2007
CONTACTO: Lourdes Magazine - François Vayne (director) - 1, avenue Mgr Théas
65108 Lourdes Cedex (France) - lourdes.magazine@lourdes-france.com
no 9
Mensaje de Lourdes
“Yo soy la Inmaculada Concepción”
Después de haber oído a la Virgen decir
su nombre, Bernardita fue corriendo a la
Casa rectoral. Mientras corre, va repitiendo las palabras que no entiende. El
Padre Peyramale le responde, con sensatez: “Una Señora no puede llamarse así.”
De hecho, la expresión es sorprendente.
En 1830, Catalina Labouré había recibido ya una misión: acuñar una medalla
con la invocación “Oh María, sin pecado
concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”. Bernardita, por otra parte,
llevaba esta medalla. El dogma de 1854
decía que efectivamente María, desde
siempre y en todos los aspectos, estuvo
libre del pecado y de sus consecuencias.
El “pecado original” no la afectó. Fue
preservada.
Pero, en Lourdes, María se expresa de
otra manera. No solo fue concebida sin
pecado: es la Inmaculada Concepción.
Incluso sin mayúsculas, la expresión
sería asombrosa. María formula este
título como para afirmar que ella es la
única que goza de esta inmunidad con
relación a todo pecado. Incluso con relación al pecado original, que no es una
falta personal, sino una situación debida
a nuestra solidaridad dentro de la familia
humana.
María es la “Inmaculada Concepción”,
como Jesús, en San Juan, dice “Yo soy la
resurrección y la vida” (Jean 11, 25). En
la Anunciación, el ángel no pronuncia el
nombre de María. La llama “llena de gracia”; ese es realmente su nombre propio.
¿Por qué?
¿Por qué María está inmune de toda
mancha de pecado? Por supuesto, en
vista de la misión del todo excepcional
que le será confiada el día de la Anunciación y a lo largo de su vida: ser la
madre virginal del Mesías, Hijo de Dios,
muerto y resucitado. María es madre en
la Anunciación, en la Cruz y en Pentecostés. Para aceptar semejante misión,
María necesita una libertad tal que ninguna consecuencia del pecado la pueda
disminuir. Contrariamente al uso habitual
de las palabras en nuestra lengua de pecadores, la libertad no es hacer cualquier
cosa, incluso el mal, sino poder elegir el
bien, aunque no nos resulte agradable. La
libertad es poder de decir sin coacción y
ejercicio práctico
Inmaculada Concepción: estas palabras son misteriosas, difíciles de entender
para el común de los mortales. Los teólogos han reflexionado y escrito mucho, y seguimos preguntándonos. ¿Que significa para mí ese nombre que lleva la Virgen? A menudo hablamos de la “concepción” que tenemos de la vida,
de un proyecto... Podríamos decir que la Inmaculada Concepción es el sueño
perfecto que Dios tiene para la humanidad. Es el concepto perfecto, transparente, de lo que Dios prevé para todos nosotros. Dejémonos modelar por Dios
y digámonos a menudo, con María: “Dios me conoce y soy todo para Él”.
I... como Inmaculada
Historia
¿Cómo reveló su nombre la Virgen de Lourdes? El 2 de marzo de 1858, después de la decimoquinta aparición, Bernardita fue por primera vez a la Casa
rectoral del Padre Peyramale, su párroco, para transmitirle la petición de la
Señora que se le aparecía: “¡Vaya a decir a los sacerdotes que se venga aquí
en procesión!”. El encuentro fue rápido: “¿Qué? ¡Una procesión!”. Esta última palabra irritó al sacerdote que interrumpió el encuentro.
Pero en cuanto salió, Bernardita se dio cuenta de que había olvidado la
otra petición de la Señora: ¡la capilla! Por eso volvió de nuevo con una
compañera y formuló su petición, que irritó aún más al párroco, que ya se
había enterado, por el rumor, de que esa procesión tendría lugar el jueves
siguiente. Recibe entonces esta nueva petición declarando: “¡El párroco de
Lourdes no tiene costumbre de recibir órdenes de quienes no dicen su nombre!...”. Ahora bien, el 25 de marzo siguiente, Bernardita, levantándose más
temprano de lo que acostumbraba, sintió la inspiración de volver a la Gruta,
donde efectivamente la Señora se le aparece. Por tres veces, la niña le pide
“que tenga la bondad de decirle su nombre”. Oye entonces palabras que no
entiende de manera inmediata: “Que soy era Immaculada Councepciou”.
Tal es la respuesta: palabras que, en el dialecto regional, Bernardita no entiende, pero que se apresura a aprender repitiéndolas, mientras se dirige de
prisa a la casa rectoral.
Al fin, será el Padre Peyramale quien le dé la clave de estas palabras desconocidas para ella, que designan a la Virgen María.
Dom Bernard Billet, monje de la abadía Notre-Dame de Tournay (Altos Pirineos)
sin dudar constantemente entre el sí y el
no. La paradoja, en el caso de María, es
que esta gracia única que obtuvo por ser
la madre de Jesús, le fue dada por este
mismo Jesús, su hijo, mediador de todas
las gracias. Es un aspecto de la Encarnación: una mujer es la madre de su Creador y Salvador.
Esa es la primera explicación de la Inmaculada Concepción. Añadamos otra.
Nunca hay que separar a María de la
Iglesia. Si María fue concebida sin pecado, la Iglesia lo es también (Efesios
5, 27). Por eso la proclamamos“santa”
en el Credo. La Iglesia es santa, pero sus
miembros son pecadores. Es verdad; pero la santidad es nuestra vocación y, en
María, tenemos la prenda de la inocencia que, como ella, recibiremos de Cristo
Salvador: “Él nos eligió para que fuésemos santos e irreprochables ante él”
(Efesios 1, 4).
François Vayne
«Mensaje de Lourdes» es difundido también por Internet en la dirección
del Santuario Nuestra Señora de Lourdes www.lourdes2008.com
www.lourdes2008.com
claves
En casa de un burgués de la ciudad, el Sr. Estrade, a donde la Providencia parece enviarla, Bernardita descubre el sentido de la respuesta dada por María el
25 de marzo. Ni el párroco, desconcertado, ni el Padre Pomian, nadie le había
explicado esta expresión desconocida, pronunciada en lengua bigurdana, que
había repetido desde la Gruta, para no olvidarla. Cuando el Sr. Estrade y su hermana ven entrar a Bernardita, se sienten como transportados. “¡Un ángel no nos
hubiera impresionado tanto!” se dijeron. Le explican la definición papal del 8
de diciembre de 1854. ¡Qué luz resplandeciente! ¡Bernardita vio a la Santísima
Virgen María, ahora lo sabe!
P. André Doze
Alrededor del mundo
Mientras en Francia - y quizás en otras partes de Europa - se afirma de buen grado
“Lourdes, son los enfermos”, en África, se dice más espontáneamente “Lourdes, es la
Santísima Virgen” y, en América Latina, “Lourdes, es la Inmaculada Concepción”. En
algunos países de Asia y Oceanía, mencionar a la Virgen María remite inmediatamente a Nuestra Señora de Lourdes, a la Inmaculada Concepción. De la misma época que
Nuestra Señora de Lourdes, las jóvenes Iglesias, son pues contemporáneas de la Inmaculada Concepción. Por esta razón, lejos de los Pirineos, desde Moscú a Uagadugú,
desde Montevideo a Seúl, son numerosas las catedrales puestas bajo el patrocinio de
la Inmaculada Concepción, o dedicadas a Nuestra Señora de Lourdes, como es el caso
en Maradi, en Nigeria. En estas mismas regiones del mundo, por ejemplo cerca de las
catedrales de Cantón, Noumea, Tokyo o Port Vila, las reproducciones de la Gruta de
Lourdes son lugares abiertos, donde algunos vienen a invocar a la Santísima Virgen,
otros a Nuestra Señora de Lourdes, otros también a la Inmaculada Concepción. Hasta el
día en que cada uno, en su propia experiencia, prolonga la peregrinación de Bernardita
a la Gruta de Lourdes, y se da cuenta de que la Señora con que se encontró es la Inmaculada Concepción, entendiendo entonces que es la Virgen María quien se manifiesta
para revelarnos el amor de Dios.
P. Régis-Marie de La Teyssonnière
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